jueves, 7 de abril de 2011

ENTENDIENDO LA GRACIA DE DIOS

ENTENDIENDO LA GRACIA DE DIOS


Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo. (1ª Corintios 15: 10)


Entendiendo la gracia de Dios es un tema que debe ser estudiado a la luz de la Palabra de Dios y comprendido por revelación, pues Dios, en su infinita bondad y misericordia proveyó este tiempo para nosotros, para que todo aquel que en Él cree no se pierda. La salvación y todo lo que en ella conlleva, es decir, la redención por la sangre de Cristo de la esclavitud del pecado y por ende de la muerte, la redención de la enfermedad, de la pobreza, de la miseria, etc., lo hemos recibido como Regalo o Gracia de Dios, pues Él hizo que su Hijo se hiciera pecado por nosotros para que nosotros fuésemos justicia de Dios en Él.


Somos justificados pos Su Sangre para que podamos disfrutar de Su Gracia o Regalo de Dios a nuestras vidas. La Gracia de Dios es Su Poder emanado hacia nosotros, para que podamos hacer aquello que en nuestras propias fuerzas nunca lo hubiéramos logrado. Ese poder nos ha librado de una muerte segura e innegable, pues no nos ha dado el pago conforme a nuestras faltas o pecados, sino que nos extendió Su Gracia para salvarnos, dándonos el regalo de la salvación por medio de Su Hijo Jesucristo. Por esa Gracia, Jesús, se hizo pobre para que fuésemos en Él y por Él enriquecidos; también tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias y por sus llagas fuimos curados. Es más, abrió para nosotros el camino hacia el Trono de la Gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia en cualquier momento de necesidad. Él hizo de nuestro cuerpo su templo, su morada. ¡Oh, maravillosa gracia! ¡Quién pudiera comprender su inefable amor! Amor que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo dio en rescate por todos y con Él todas las cosas. ¿Por qué no disfrutar de esta gracia, por qué no estar agradecidos, por qué no amarle con todo nuestro ser?


Oh, Amados, la gracia de Dios sobrepasa todo entendimiento y cuanto más nos adentremos en ella, más grandiosa la veremos, más maravillados estaremos, pues siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Esta gracia es nuestra, no por nuestros méritos, sino por los del Cordero de Dios sin mancha ni contaminación, que dio Su Sangre en libación por nosotros los pecadores para que fuésemos presentados justos y sin mancha delante de Dios, por ese amor derramado voluntariamente sobre todo pecador, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna. Por esta Gracia entramos en Pacto con Dios y somos sellados con la Sangre de Jesucristo, para que toda Su victoria sea nuestra por siempre y para siempre. Además, llegamos a ser hijos juntamente con Su Hijo Jesucristo, de tal manera que obtenemos herencia con Cristo, en Él y a través de Él. Por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. (Efesios 2: 8,9 NVI) La gracia de Dios es oasis de salvación, aliento al moribundo; es el amor de Dios viniendo para hacer lo que el pecador por sí sólo no podía hacer; es simplemente: Dios trabajando para el hombre; haciendo algo que el hombre nunca hubiera podido hacer, poniéndose en su lugar, llevando sobre sí las consecuencias del pecado, haciéndose pecado para que el hombre fuese presentado justo delante de Dios. La Gracia de Dios ha sido dada al hombre sin que medie voluntad humana; fue Dios quien quiso darla, no depende del hombre. En el momento que el hombre intente hacer algo para sensibilizar a Dios, para hacer que Dios actúe a su favor y recibir cualquiera de las gracias, no sólo está rechazando la Gracia de Dios, sino que está practicando una “obra muerta” y las obras muertas no realizan ni alcanzan nada.


Digo juntamente con Pablo: “Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros, de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. (1 Corintios 1: 4 – 9).