domingo, 15 de noviembre de 2009

2010 ENTRANDO EN ALINEAMIENTO CON DIOS



2010


ENTRANDO EN ALINEAMIENTO CON DIOS, VOLVIENDO A LOS DISEÑOS DE DIOS



Volveos a mi reprensión: He aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras. (Proverbios 1: 23 RVG-R)
Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos. (Prov. 1: 23 NVI)

Para el año 2010, Dios quiere introducir a Su Iglesia a un alineamiento con Su Espíritu para que pueda tomar la autoridad que le fue otorgada con la victoria de Cristo en la Cruz. El número “10” hace referencia a la ley respecto a los 10 mandamientos. Los santos de Dios, Sus hijos, tenemos las leyes de Dios escritas en las tablas de carne de nuestros corazones y debemos conducirnos conforme a ellas, viviendo de acuerdo a la voluntad de Dios para nuestras vidas, sin apartarnos ni a diestra ni a siniestra, porque hemos tomado autoridad contra el enemigo que pone asechanzas a las vidas de los hijos de Dios. Hemos cortado todo lazo con las tinieblas y hemos tomado gobierno sobre nuestras almas, desarrollando en nuestro espíritu un estilo de vida de adoración constante a Dios, acallando de este modo los gritos del alma, que quiere angustiarse, entristecerse, atemorizarse y todo aquello que interfiere la comunión íntima con Dios. El espíritu de cada santo de Dios que vive en alineamiento con Su Palabra ha empezado a tomar el control de su alma para mantener una íntima relación con el Espíritu Santo de Dios, porque sólo podemos contactarnos con Él a través de nuestro espíritu. El salmista y rey David tuvo entendimiento de esto, por eso él hablaba con su alma para que ésta mantenga su posición. “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle por la ayuda de su presencia.” (Salmo 42: 5 RVG-R); y lo repite en el versículo 11 declarando que sólo Dios es la salvación de su ser.

El alma con su propio razonamiento se interpone entre el espíritu del hombre y el de Dios, por eso es necesario que nuestro espíritu empiece a tomar el control de nuestro ser. “El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser.” (Prov. 20: 27). Cuando nuestro espíritu toma el control, nuestro ser está alumbrado y empieza a transparentarse todo, a tal punto que las tinieblas tienen que huir. Las tinieblas hallan cobijo en la persona de doble ánimo, con el alma dividida, y cuando ésta gobierna, todo el ser está en tinieblas; pero cuando el espíritu regenerado, nacido de nuevo en Jesucristo toma el control, entonces las tinieblas son descubiertas y desalojadas. Cristo le explicó a Nicodemo, quien guiado por su alma, por la lógica humana, por el razonamiento religioso, fue a preguntarle a Jesús sobre cosas espirituales y al recibir la respuesta de Jesús no pudo entender a pesar de conocer las Escrituras; pero es que las cosas espirituales se tienen que entender con el espíritu. Jesús le dijo a Nicodemo que tenía que nacer de nuevo para poder ver el Reino de Dios y nacer del agua y del Espíritu para poder entrar en Él. Las estructuras religiosas farisaicas le impedían ver más allá de lo natural, este hombre necesitaba rendir su espíritu al Espíritu de Dios, necesitaba empezar a formar un nuevo ser dentro de él, cosa que no podía hacerlo por esfuerzo propio, necesitaba entrar en el Reino que es Cristo y que el Reino entre en él. Necesitaba rendirse a Cristo.

Estamos entrando a una nueva dimensión para la Iglesia, a aquella dimensión que tuvo Adán antes de la caída, que tuvo Jesucristo estando aquí en la tierra, que tuvo la Iglesia primitiva y que en algún momento la perdió, porque se dejó de ver al Señor de la gloria por querer la gloria para los hombres. Dios quiere que volvamos a sus diseños, no sólo para cambiar circunstancias, que las vamos a poder cambiar si así Dios lo designa, sino para gobernar sobre ellas. Cristo no cambió al régimen tirano de Roma, pero gobernó sobre las tiranas circunstancias, ninguna de ellas melló su alma, se mantuvo firme en la posición que Dios le dio. Él nació para ser Rey y reinó, “¡Así que eres rey! --le dijo Pilato. --Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.” (Juan 18: 37) Y sigue reinando como Rey de reyes y Señor de señores. Él es nuestro Rey y nuestro Señor. El testimonio que tenemos que dar es la verdad de Jesucristo. Esta verdad en nuestras vidas, en la mente, en los sentimientos, en las emociones y en todo nuestro ser, nos permite hablar las palabras de vida, porque el Verbo de Vida está en nosotros; también nos permite tomar todo lo que Cristo ya logró para nosotros en la cruz del Calvario y hacerlo una realidad en nuestras vidas. Estamos aquí con una misión: la de extender el Reino de Dios sobre la tierra y sólo vamos a lograrlo siendo uno con el Señor Jesucristo, de tal forma que nada hagamos sin Su permiso; necesitamos rendir nuestro libre albedrío (voluntad) a Él, ya no debemos gobernarnos, porque Jesucristo y sólo Él es nuestro Señor.

La Iglesia, y cada persona que la componemos, necesitamos volver a los diseños de Dios para poder traer Su Reino aquí a la tierra, necesitamos despojarnos de todo aquello que nos ata al pasado, ya sean éxitos o fracasos y enfocarnos en el propósito de Cristo para nuestras vidas, unidos a Él, haciendo Su voluntad, dejando todo egoísmo, dejando de centrarnos en nosotros mismos y centrarnos en el Reino, en Cristo; entonces el Espíritu de Dios nos llenará y haremos la obra de Dios con todo poder, milagros y prodigios; de este modo la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios y se manifestará Su justicia en cada hijo Suyo. Gobernaremos sobre las circunstancias. El mar en tempestad no será un estorbo para llegar a la otra orilla. Las tinieblas arremeten contra la luz y se infiltran para causar confusión en las vidas. Necesitamos pararnos en Cristo y sólo va a ser posible si estamos en Él, en Su Reino. Toda la naturaleza está esperando este momento: “la manifestación de los hijos de Dios”. Cuando la intimidad con el Espíritu de Dios sea nuestra prioridad, la gloria contenida en nosotros empezará a desbordarse y nos deleitaremos en conocerle y obedecerle. Buscaremos Su presencia como la novia enamorada espera ansiosa el momento de la cita de amor. Lo buscaremos y lo encontraremos y diremos: “Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento”. (Cantares 7: 1o). Ven Amado a tu Viña, Tu Iglesia te espera, entremos en amores, quiero escuchar Tu voz susurrando a mis oídos y volverme agua para diluirme en Ti, en Tus aguas. Ven, haz tu obra en cada hijo Tuyo y manifiesta tu gloria. Ven, Señor Jesucristo, ven. El Espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: "¡Ven, Señor Jesús!"Y todos los que estén escuchando digan: "¡Ven, Señor Jesús!" Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna.” (Apocalipsis 22: 17 BLS).

El Espíritu de Dios está anhelando moverse con todo Su poder dentro de cada hijo de Dios, Él está a la espera que lo busquemos y le pidamos que nos lleve a Cristo, a esas Aguas de vida. “En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: --¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.”. (Juan 7: 37 – 39 NVI). El Espíritu de Dios es el mismo poder que levantó de los muertos a Cristo Jesús y está contenido en nosotros los que somos hijos de Dios, pero Él quiere desbordarse como un río en época de lluvia, quiere salir a través de nosotros para manifestar la gloria de Cristo. “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. (Juan 16: 13 – 15). El Espíritu Santo nos lleva a la Verdad que es Jesucristo, porque toma lo que Cristo tiene y nos lo da a conocer para que sólo Jesucristo sea glorificado. Cristo es glorificado cuando Le conocemos y lo damos a conocer a través de nuestro testimonio de la Verdad y de las obras que Él hace en nosotros y a través nosotros. Dios quiere darnos a conocer más de Él y esto va a ser posible sólo por medio de Su Espíritu. Los hijos de Dios somos guiados por el Espíritu de Dios porque vivimos en íntima comunión con Él. La Persona del Espíritu de Dios está contenida en nuestro ser y ha hecho de nuestro cuerpo Su Templo para que la gloria de Dios se manifieste.

El año 2010 debemos buscar con mayor ahínco ser llenos del Espíritu Santo para que Él sea quien dirija cada accionar de nuestra vida; busquemos adecuar nuestros pensamientos a los de Cristo, para que nuestras palabras sean el eco de Dios mismo, así como Cristo hablaba sólo lo que oía y veía de Su Padre. “Yo hablo de lo que he visto en presencia del Padre; así también ustedes, hagan lo que del Padre han escuchado.” (Juan 8: 38 NVI) “Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió me ordenó qué decir y cómo decirlo. Y sé muy bien que su mandato es vida eterna. Así que todo lo que digo es lo que el Padre me ha ordenado decir."(Juan 12: 49, 50 NVI). “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” (Juan 14: 10) Y el Espíritu Santo habla sólo lo que oye de Cristo y del Padre. “Mas cuando viniere el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que han de venir.” (Juan 16: 13 RVG-R) De igual forma nosotros debemos hablar lo que oigamos del Espíritu Santo, para dar vida a los que nos oigan y para hacer las obras de Cristo.

Que el 2010 se levanten los reyes y sacerdotes de Dios, que tomen el incensario (los sacerdotes) y se coloquen entre los muertos y los vivos (Números 16: 7, 48) para hacer expiación por su pueblo y como reyes tomen autoridad para hacer prevalecer el Reino de Dios; que todo lo que el Padre Celestial no plantó en Su Iglesia, sea desarraigado y se seque, para que la gloria de Dios sea vista y Su luz se abra paso entre las tinieblas reinantes. “Respondan a mis reprensiones, y yo les abriré mi corazón; les daré a conocer mis pensamientos.” Conociendo los pensamientos del Señor, vamos a hablar Sus Palabras, palabras de Reino, que traen vida, que llaman a las cosas que no son como si fueran, que incursionan en las tinieblas y las disuelven, que se someten a la única y verdadera realidad absoluta, la Palabra de Dios.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

NACIDOS EN EL ESPIRITU



¿NACIDOS EN EL ESPIRITU, PERO TODAVÍA ANDANDO EN LA CARNE?

¡Qué triste realidad es nacer del Espíritu y andar en la carne!, pero esta realidad es la de muchos cristianos. La vida nueva en Cristo tiene que ser “nueva”, sabiendo que nada de lo que hagamos en la carne nos va a ser más santos de lo que Dios ya nos hizo. Si la carne (deseos pecaminosos) no es clavada en la cruz cada día, no podrá andar en el Espíritu, porque todavía está viva y activa en la persona nacida de nuevo. La Iglesia de Corinto estaba bendecida con todos los dones del Espíritu, cosa que no vemos mucho en este tiempo, sin embargo y a pesar de tener los dones, todavía vivían en la carne. Era manifiesto en ellos su obrar en la carne y era más evidente que los dones sobreabundantes que ellos tenían, a tal punto que Pablo les escribió así: “Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se estarán comportando según criterios meramente humanos?” (1ª Corintios 3: 1-3 NVI). Por su inmadurez se privaron de recibir revelaciones más profundas de parte de Dios. Pablo no pudo hablarles grandes misterios porque ellos no hubieran podido entenderlo, pues estaban atrapados en problemas de índole meramente carnal o concupiscente como pleitos, celos y todo lo que resulta de esto.

Veremos algunas obras de la carne evidentes en algunos cristianos: chismes, murmuración, crítica, enojo, mentira, susceptibilidad, arrogancia, ansiedad, desconfianza, tacañería, torpeza, sarcasmo, resentimiento, etc. Estas y otras son obras de la carne que se manifiestan especialmente cuando el “cristiano” está bajo presión. Si tienes que esforzarte para sonreír, amar, alabar, llegar temprano a la iglesia, etc., pronto te sentirás agotado y decidirás darte unas “merecidas” vacaciones, según tu vano criterio. Tu vano criterio pedirá atención a tu “YO”, pedirá que respeten tus derechos, que te oigan, que te atiendan, que te compadezcan, que te elogien y bla, bla, bla, todo esto huele a carne casi putrefacta, es mejor que la sacrifiques en la cruz, porque la carne sólo te será estorbo para alcanzar lo mejor de Dios. Mientras vivas en la carne, no podrás andar en el Espíritu.

"Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros." (Gálatas 5: 24-26) ¿Qué pasa con los que son de Cristo? Han crucificado la naturaleza pecaminosa con sus deseos y pasiones. La naturaleza pecaminosa es el viejo hombre o la carne que está clavada en la cruz y no tenemos que desclavarla para satisfacer sus deseos. Si no está bien clavada, debemos darle de martillazos todo el tiempo hasta que se aquiete. A Cristo le dijeron que si era hijo de Dios por qué no se salía de la cruz. Pero como Cristo no vivía en la carne, no escuchó sus malévolas sugerencias y mantuvo a Su carne clavada en la cruz hasta que hubo consumado Su obra. Porque Él mantuvo Su carne crucificada, fue exaltado y vivificado, resucitando para darnos esa vida de resurrección que todo Hijo de Dios debe tener. Mientras Él permaneció en la cruz todavía podían ultrajarlo porque querían que se saliera de la cruz, pero no pasó eso, Él permaneció en la cruz, porque Jesús veía más allá de la cruz, Él no se concentraba en lo temporal. “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.” (Hebreos 12:2)

"En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús." (Romanos 6: 5, 8, 11). Si diariamente morimos a nuestra vieja naturaleza, también diariamente debemos recibir Su vida de resurrección en nosotros. Después que Cristo resucitó, Satanás ya no osó acercarse a Él, porque por el poder de la resurrección y por la victoria de Cristo en la cruz, Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.” (Efesios 1: 22, 23 NVI) La muerte en la cruz destruirá tu propensión a pecar, eliminará tus pensamientos negativos que te llevan a pecar y te inducen a reaccionar como quien vive en tinieblas. La resurrección viene después de la muerte, porque no puede haber resurrección si primero no hay muerte. La vida de muerte y resurrección debes vivirla diariamente para llegar a ser un cristiano espiritual y no carnal. Si quieres caminar en victoria, entonces sacrifica tu YO diariamente y resucita a la dimensión del Espíritu, por medio de tu espíritu en sujeción al Espíritu de Dios. ¿Entonces, vas a ser inmune al pecado? ¡NO! Pero vas a tener la capacidad y fortaleza del Espíritu para decidir no pecar. Cuando Cristo domine tu ser, entonces tu verdadero YO resurgirá para levantarse en victoria sobre el pecado y la carne, y ya no andarás en muerte obedeciendo a la carne, sino que te deleitarás en Dios y te dejarás llevar en las alas del Espíritu a una vida completa llena de la vida de Dios. “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿CRISIS U OPORTUNIDAD?

¿CRISIS U OPORTUNIDAD?
"Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito."
(Romanos 8: 28 NVI)
El Dios Todopoderoso tiene el control de todas las cosas, Él decide el curso de la historia aunque esto muchas veces, en nuestro limitado criterio, no nos parezca lo mejor; sin embargo Dios tiene un propósito en cada situación. Dios nunca nos dijo que todo iba a ser fácil, ni siquiera para Jesucristo fue cómoda su estancia aquí en la tierra, es más, Él dijo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16: 33 NVI). Lo importante frente a aquellas situaciones difíciles o conflictivas es mantenernos unidos con Cristo para que Su paz inunde nuestras vidas, de tal modo que unidos con Él nos mantengamos con valor (valientes) sabiendo que Él ya conquistó el mundo, es decir, superó los límites exigidos por este sistema viviendo conforme a la voluntad de Dios y no de este mundo.

Jesús pasó por una crisis cuando dejó Su trono en los cielos y vino a sujetarse a una ley natural de ser engendrado y nacer como humano, susceptible como todos a pecar, pero a pesar de esta circunstancia, Él se mantuvo sujeto y obediente al Padre Celestial; esto fue lo que lo sostuvo firme sin pecado, amando y perdonando a los ofensores, inclusive cuando iba a la cruz, que fue otra crisis dentro de la existente para Él. Bien podía Jesús solucionar su crisis tan sólo pidiéndole a Su Padre que lo ayudara, como lo expresó: “O ¿piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y Él me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?” (Mateo 26: 53, 54 RVG-R). La crisis de Jesucristo con todo lo que conllevaba tanto física, anímica y espiritualmente, lo impulsó a salvarnos, perdonando todos nuestros pecados en la cruz y no sólo eso, también nos redimió, libertó, sanó, nos dio paz y prosperidad, haciéndonos semejantes a Él, llevándonos a la categoría de hijos de Dios, dejando de ser el Unigénito Hijo de Dios para ser el Primogénito de entre los mortales. Jesús no miró la crisis ni Su propia situación, sino que vio en ella una oportunidad para dar una solución definitiva al pecado y de este modo convirtió la crisis en una oportunidad para devolvernos lo que el diablo nos robó, esto es: la autoridad para dominar y gobernar sobre todo lo creado, excepto sobre las personas."Y dijo Dios: "Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo." Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: "Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo." (Génesis 1: 26-28)

Cada persona tiene su propia crisis; los matrimonios tienen sus crisis, las familias y las sociedades también enfrentan crisis y hay crisis global que envuelve a todo el mundo. En este tiempo estamos viviendo una crisis global que afecta tanto en lo social, familiar y personal. La escasez de empleo nos aflige, pero si nos detenemos a mirar la crisis, ésta se volverá en un grave problema, en cambio, si vemos en ella la oportunidad para desempolvar nuestras habilidades que han estado dormidas por mucho tiempo, mientras nos conformábamos son el salario de empleado, iremos descubriendo que somos capaces de hacer muchas cosas en pro de la sociedad y de nosotros mismos. Este es el tiempo para nuevos inventos, porque cada ser humano lleva dentro de sí la capacidad de crear o inventar nuevas cosas, lamentablemente muchos usan esta capacidad inventiva para dañar a la humanidad, lo vemos en las armas para la guerra, instrumentos de tortura, aparatos para robar, también en alimentos y fármacos baratos que dañan la salud, etc. Frente a cada crisis debemos ver una oportunidad para salir adelante.

Dios le dijo a Josué que se esforzara y fuera valiente y muy valiente para poseer lo que ya Dios le había dado. “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente: porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra, de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate, y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella ni a derecha ni a izquierda, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendieres. Este libro de la ley nunca se apartará de tu boca, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1: 5 -9). A pesar de la promesa, Dios le reitera a Josué que se mantenga firme y obediente en cumplir con lo que Dios dice en Su palabra, porque esto mantendría su vista en lo que Dios le prometió, y no en la crisis momentánea, porque las crisis no son eternas sino pasajeras. No nos conviene detenernos en lo efímero, sino en lo eterno, “porque este mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1ª Juan 2: 17). Además, manteniéndonos firmes en las promesas de Dios, es decir creyéndole, a pesar de las crisis, vamos a hacer prosperar todo lo que emprendamos. Los hijos de Dios no debemos vivir en función de las crisis, sino más bien, debemos ver en cada crisis una oportunidad para desarrollar nuestros talentos y habilidades para extender el reino de Dios y Él se encargará de darnos más iniciativa e inventiva para que surjamos en medio de la crisis. Tan sólo esfuérzate, sé muy valiente y créele a Dios, porque en Dios no verás problemas grandes, sino grandes oportunidades para solucionar cualquier crisis en tu vida o en la vida de las demás personas. Enfócate en Dios, da lo mejor de ti (esfuérzate) y no tengas temor, sé valiente porque Dios tiene el control de todo.