viernes, 27 de febrero de 2009

¿QUIERES SABER CUÁNTO TE AMAS?

¿QUIERES SABER CUÁNTO TE AMAS?
"En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." (Gálatas 5: 14 NVI)
La pregunta es: ¿cuánto nos amamos? Quizá nunca te hayas hecho esa pregunta de cuánto te amas, porque suena como narcisismo, egolatría o vanidad; pero éste es el parámetro para saber cuánto amas al prójimo. Dirás: _¡Oh, sí, yo me amo! Jamás dañaría mi cuerpo -. Recuerda que tú eres más que tu cuerpo; también eres alma y espíritu. En el alma están los pensamientos, la voluntad y las emociones, entonces lo que tú pienses, decidas, o afecte tu estado anímico, va a repercutir en todo tu ser. Por un momento escucha lo que piensas de ti mismo: qué idea tienes de ti o cómo te ves (auto concepto); cuánto te valoras o cuánto te amas (autoestima). ¿Ya sabes que opinión tienes de ti? Bueno, ahora vuelve a pensar cuánto te amas. Es importante ser sinceros en lo que pensamos de nosotros mismos para saber si realmente estamos amándonos, porque esto determinará cuánto vamos a amar a nuestro prójimo. Si te salen expresiones tales como: “qué tonta/o soy”, entonces no estás teniendo un buen concepto de ti, y si no piensas bien respecto a tu persona, ¿cuáles serán tus apreciaciones respecto a otras personas?

Cuando Jesús estaba por terminar el “Sermón del Monte”, o “la vida del Reino”, porque nos enseña cómo debemos vivir en el Reino, nos habla en Mateo 7: 1-5 sobre el juzgar a los demás; después en 7- 11 nos introduce a la oración de petición, pero en el versículo 12, Él enlaza lo dicho anteriormente de esta forma: “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.” Este versículo es conocido como la regla de oro" pero está en el contexto de juzgar a los demás. Lo que pensamos o juzgamos de los demás es reflejo de lo llevamos dentro de nosotros mismos. ¿Por qué vemos algo malo en las personas?, pues sencillamente porque en nosotros está ese mismo mal, pero ampliado. Jesucristo fue muy explicito al decir: "¿Por qué te fijas en la astilla (paja) que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Déjame sacarte la astilla del ojo', cuando ahí tienes una viga en el tuyo?" (Mateo 7: 3,4). Jesús está hablando de una astilla, ésta es diminuta en comparación con la viga. Por un momento piensa en alguien que te ha hecho algo malo y escucha lo que piensas de esa persona. Esa persona, la persona que está pensando, eres tú, porque tú eres lo que piensas. ¿Te gustan tus pensamientos? o ¿te gustaría que otros piensen de ti lo mismo que tú estás pensando de otros? Ama a las personas como tú te amas. Ve en el prójimo a alguien como tú, que todavía no es perfecto.

Las palabras que lanzas las vas recibir de vuelta como rebote. Observa bien lo siguiente: "No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará. Perdonen, y se les perdonará. Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes." (Lucas 6: 37-38) El juzgar a alguien nos pone en la categoría de un juez y sólo Dios es Juez Justo, nosotros, no. El condenar o culpar a otra persona también es acto que corresponde a un juez y Dios no nos ha llamado a juzgar a ninguna persona. El perdonar es acto de nuestra voluntad y Dios nos manda a perdonar a todas las personas. El dar también es acto de nuestra voluntad, Dios nos dice que demos. Dos aspectos en los versículos citados son atribuciones de Dios y los otros dos son de nuestra voluntad. Si somos capaces de no usurpar el rango de Juez que le corresponde sólo a Dios, nos va a resultar fácil perdonar y dar, porque nos hemos puesto en el lugar que nos corresponde y no nos hemos colocado en el lugar de Dios. Ahora bien, si no juzgamos y no condenamos, Dios tampoco nos juzgará ni condenará; y si perdonamos, también las personas nos perdonarán y Dios tomará en cuenta ese perdón y no tomará en cuenta nuestra ofensa. Si somos desprendidos y damos, entonces cuando estemos pasando por necesidad, Dios enviará a personas para que nos den. Es así que todo lo que hacemos vuelve a nosotros, pero en mayor proporción.

Recuerda que tus pensamientos son semillas, éstas se desarrollan y producen fruto que sale por la boca a través de las palabras. Ese fruto tiene a la vez semillas. Cuando te alimentas de tu fruto, porque de hecho te alimentas de él, depositas dentro de ti nuevas semillas que vuelven a crecer y desarrollar, llegando a tener en breve tiempo un inmenso campo de buenos o malos frutos. Por otro lado, ese fruto (palabra) que salió de tu boca se sembró en otros campos y ahora ellos también tienen una gran cosecha de buenos o malos frutos, que te van a llegar por ser quien propagó la semilla. Los frutos te serán dados a ti de vuelta. ¿Qué tiene que ver esto con amarme a mí mismo? Mucho. Porque cuánto más te ames, te valores, te estimes; vas a valorar, estimar y amar al prójimo y no juzgarás a nadie, porque no querrás dañar tu ser con juicios negativos. Ninguna persona que se ame es capaz de dañarse, ni por medio de pensamientos, ni palabras, ni acciones, porque sabe que cosechará lo que sembró. “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.” (Gál. 6: 7-9).

“El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.” (Romanos 13: 10) Para saber cuánto amamos al prójimo, empecemos a prestar atención a nuestros pensamientos y si estos no dicen bien del prójimo, cambiémoslo, ¡ya! Quizá dirás: _ Pero es verdad que él o ella son así. _Bueno, pero a ti no te corresponde juzgarlos, porque no eres Dios; sólo te corresponde perdonar, amar y bendecir. HAZLO Y SERÁS FELIZ.

miércoles, 25 de febrero de 2009

LA VICTORIA DEL CALVARIO

LA VICTORIA DEL CALVARIO
"Antes, ustedes estaban muertos, pues eran pecadores y no formaban parte del pueblo de Dios. Pero ahora Dios les ha dado vida junto con Cristo, y les ha perdonado todos sus pecados. La ley escrita estaba en contra de nosotros, pero Dios le puso fin por medio de la muerte de Cristo en la cruz. Dios les quitó el poder a los espíritus que tienen autoridad, y por medio de Cristo los humilló delante de todos, al pasearlos como prisioneros en su desfile victorioso."
(Colosenses 2: 13-15 BLS)
Cuando Dios creó a Adán y Eva, les dio toda autoridad sobre lo creado. (Génesis 1: 28). Ellos eran los gobernantes absolutos sobre la tierra y debían traer el gobierno del cielo a la tierra. Eran los encargados de extender la cultura del reino de los cielos a este planeta. Por medio de ellos, cielo y tierra se unían y la voluntad de Dios se manifestaba. Pero, un día, Satanás se interpuso y astutamente hizo que Adán cediera su señorío al diablo. ¿Qué pasó? Adán decidió ser leal a Satanás y ya no a Dios. A partir de ese momento, su nuevo amo tenía derecho legal sobre ellos y sobre toda su descendencia. Dios no podía intervenir, porque Él respeta Sus leyes y si esa era la decisión del hombre, Dios la respetaba, a pesar de no ser la correcta. La tierra que Dios le dio al hombre fue traspasada a Satanás, pero ese no iba a ser su destino final, porque Dios había establecido que esta tierra le perteneciera a la raza humana, pero, ¿cómo recuperarla legalmente? Sólo un Hombre a la semejanza de Adán, pero sin la mancha del pecado, de la contaminación satánica, sólo Él legalmente podía recuperarla.

"Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios." (1ª Pedro 1: 17 -21 RV60)
Entonces Dios, quien ya había destinado a Su Hijo desde antes de la fundación del mundo, para que fuese quien nos rescatase del yugo de esclavitud, llegado el momento, lo envió a rescatarnos; y vanos fueron los intentos de Satanás por destruirlo o hacerlo pecar, porque Jesús de Nazaret se mantuvo sin pecado. Satanás en su saña por destruir al Dios Hombre, lo llevó hasta la más cruenta y horrible muerte, la muerte de cruz, pensando que en algún momento se iba a romper el vínculo entre el Padre y el Hijo, pero sus expectativas se desvanecieron cuando se escucharon la palabras: “Consumado es”. Estas palabras retumbaron por todo el universo, estremeciendo inclusive los cimientos del infierno y paralizando de miedo e impotencia al líder de la pandilla infernal, Satanás, alias el diablo y a todo su ejército, quienes habiendo sido derrotados, fueron despojados de su poder y humillados frente a todos los santos ángeles de Dios, mientras el Cristo los exhibía públicamente en Su Gran Desfile Triunfal, destruyendo al que tenía el poder de la muerte, esto es el diablo.
Ahora Jesucristo nos dice: "No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno.” (Apocalipsis 1: 18) Iglesia, ya no hay de qué temer porque Satanás está destruido, hace 2000 años atrás ya fue destruido, ya no tiene ningún poder. Celebra tu libertad y empieza a gobernar. Toma autoridad y empieza a reinar.

Cuando se escucharon la palabras: “Consumado es”, Satanás sabía lo que le esperaba, porque había dado muerte a un inocente, ya no había escapatoria, su trampa se volvió contra él. Todo derecho legal que tenía sobre la humanidad le fue quitado; todo poder sobre la raza adámica quedaba anulado, su señorío fue deshecho y su maldad fue manifiesta. “Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso, él también compartió esa naturaleza humana para anular, (destruir, derogar, abolir, inutilizar) mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte --es decir, al diablo--, y librar a todos los que por temor a la muerte estaban sometidos a esclavitud durante toda la vida.” (Hebreos 2: 14, 15 NVI). Como Cristo no tenía la naturaleza de Adán en sus genes, no era esclavo de Satanás, por lo tanto aun siendo totalmente humano, derrotó al diablo y le quitó el derecho que tenía sobre nosotros. ¡Aleluya! Somos libres del tirano y nada tenemos con él, así como Jesucristo nada tenía con el príncipe de este mundo. "No hablaré mucho más con ustedes, porque viene el príncipe (gobernante) de este mundo, y él no tiene nada en Mí” (Juan 14: 30 NBLH). Las cadenas ya han sido rotas y el poder de Satanás ya ha sido anulado y toda autoridad ha vuelto a los hijos de Dios.

Entonces, ¿por qué todavía el diablo sigue haciendo de las suyas? Porque el diablo ha sometido a las personas por engaño, que es lo único que sabe hacer y les ha hecho creer que él todavía tiene poder, cuando en realidad ya ha sido despojado de su poder, ahora sólo es un pobre diablo. Dios ha delegado a Su Iglesia la autoridad para extender Su reino. “Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mateo 28: 18-20 NVI) Al Vencedor se le dio toda potestad en los cielos y en la tierra y Él nos ha dado la orden de avanzar y tomar posesión de lo que por derecho nos pertenece. “Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio; no valoraron tanto su vida como para evitar la muerte.” (Ap. 12:11) Este mensaje es la victoria de Cristo en la cruz y la derrota de Satanás. A él no le gusta oír de su derrota. Dísela y declara tu libertad mediante la sangre del Cordero por Su victoria en la cruz. Aleluya.

domingo, 22 de febrero de 2009

LA REGLA DE ORO

LA REGLA DE ORO
"Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas." (Mateo 7: 12 NVI)
Jesús estaba por terminar el Sermón del Monte, donde iba mostrando cómo se vive en el Reino de Dios, estaba sentando las bases de Su doctrina, de la doctrina del Reino, para que sepamos conducirnos como verdaderos ciudadanos de este Reino. En este nuevo sistema, Dios nos ha puesto bajo otro orden de cosas, nos ha puesto bajo la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús y esta ley nos ha librado ya de la ley del pecado y de la muerte. “Porque la ley del Espíritu de vida en el Ungido, Jesús, me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” (Romanos 8:1 NVI) Una de las cosas que produce pecado y muerte en nuestras vidas es intentar que las personas sean como nosotros pretendemos que sean, queremos introducirlas en nuestro molde y ejercemos presión sobre ellas, aplicando cualquier estrategia, desde enojarnos, o portarnos indiferentes, hasta insultar e inclusive juzgarlas, por el solo delito de ser diferentes a nosotros. Sin embargo en la ley del Reino, Jesús nos muestra la estrategia para entrar en el único molde que debemos entrar todos, el molde de Jesús. Él te dice: Si quieres que te amen, ama primero tú. Si quieres que te comprendan; comprende primero tú. Si quieres que nadie te difame; nunca difames. Si quieres que tengan buen humor los que te rodean, empieza a irradiar el buen humor de Jesús. En síntesis vive y obra con los demás, como quieres que ellos vivan y obren contigo, así evitarás introducir pecado en tu vida tratando de cambiar a otros, porque inclusive Dios respeta nuestras decisiones, sean estas buenas o malas; pero Él nos ha dado la estrategia firme y segura para producir cambios buenos en las personas y también en nosotros, se llama, “La regla de oro”. Si dejas de mirar los defectos de los demás y te concentras en tratar a las personas como te gustaría ser tratado, verás que todo a tu alrededor cambia, porque tú has decidido cambiar. Cuando dejes de ver la paja en el ojo ajeno, la viga de tu ojo, se caerá y verás las cosas muy diferentes, verás con los ojos de Dios.

Cuando juzgamos a las personas por su forma de actuar y pretendemos cambiarlas, estamos haciendo algo que es obra del diablo y sus demonios, porque ellos no respetan a las personas y tratan de volverlas como ellos, insisten sin cansarse, es por eso que tenemos lucha en nuestro ser. Cristo entendía esto y les dijo a sus discípulos: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está presto, más la carne es débil.” (Mateo 26: 41)Nuestra carne (naturaleza humana) debe fortalecerse y eso es posible cuando nuestro espíritu está en comunión con Dios, es por eso que debemos estar siempre en comunión con Dios, porque el diablo ataca a nuestra carnalidad, a aquello en lo que todavía él tiene potestad en nosotros, por eso debemos pedirle siempre a Dios que nos guarde del mal y mantenernos atentos, vigilantes en cuanto a nuestra forma de pensar, para no salirnos de la voluntad de Dios, porque es allí, en la mente, que llegamos a ser presa fácil del enemigo. Debemos entender algo y es que no podemos cambiar a nadie, salvo a nosotros mismos. Nadie puede tomar decisiones por nosotros. La decisión que tomemos ahora afectará nuestra vida con los demás para bien, o para mal. La única persona que tiene que cambiar “SOY YO” y lo demás será resultado de mis decisiones.

La regla de oro es la clave dentro de la vida del Reino. Preguntarás: _y ¿cómo puedo hacer para que mis hijos cambien? Tengo responsabilidad sobre ellos. Yo te respondo. _Claro que eres responsable por tus hijos y Dios te dice: “Instruye al niño en su carrera; aun cuando fuere viejo no se apartará de ella." (Proverbios 22:6) Hay una carrera o un camino para cada persona y los padres debemos saber guiar a los hijos hacia lo que Dios tiene preparado para ellos y no tratar de querer hacerlos una réplica de nosotros. Ellos deben aprender a tomar buenas decisiones, para eso, nosotros los vamos a enseñar en esa dirección, sin manipularlos, ni forzarlos, sino dando ejemplo de buenas decisiones. La enseñanza válida es la que se ve, es el ejemplo de vida; si nuestras palabras concuerdan con lo que vivimos, entonces tienen valor, de lo contrario serán estorbo para quienes las oyen. Si el padre es fumador y le prohíbe fumar al hijo, no tiene sentido, porque no está dando ejemplo. Hay algo muy importante que debemos tomar en cuenta. Si usted no quiere que su hijo haga algo indebido, usted nunca deberá hacerlo. Si el hijo lo ha visto fumar una sola vez, eso puede ser el inicio para que él se vuelva un fumador, porque ha visto en usted algo que le impactó como modelo para dirigir su vida. No podemos exigir que se nos respete, si es que nosotros no respetamos. A veces queremos obligarle al hijo a que nos respete, sin embargo nosotros no estamos respetando su identidad como persona y lo agredimos sin misericordia. ¿Qué podemos esperar después?

Jesús no pretendió cambiar ni al mismo Judas; le dio la oportunidad de tres años y medio para hacerlo, pero Judas no quiso cambiar. Dios quiere salvar a todos, así que no nos desanimemos de hablarles de Cristo. No asociemos conducta con identidad, porque Dios no asocia el pecado con nuestra identidad. Veamos en cada persona a alguien que puede cambiar para bien y clamemos a Dios para que Sus diseños (de Dios) se realicen en su vida.

Mira cómo miras a las personas. Si lo haces con los ojos de Dios, no las juzgarás, pero si lo haces en tu carne, siempre verás defectos. ¿Cómo está tu visión? La miopía, el estrabismo y cualquier deficiencia en la vista, distorsiona las cosas. En lo espiritual es lo mismo. Puede que tengamos una viga introducida en el ojo que no nos permite ver. Saquémosla. “Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.” De esta forma evitaremos malos entendidos, ofensas y resentimientos que nos hacen pecar. Dios quiere que vivamos para el bien de los demás y así atraeremos las bendiciones de Dios para nosotros. Vivir para los demás es darles el trato que quisiéramos que se nos dé y esto lo hacemos por amor, porque amamos al que es diferente a nosotros, amamos a la persona que es creación de Dios, aunque lo que ella haga nos desagrade. Dios no se detuvo a mirar lo malo que hacíamos sino que “demostró Su amor que aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5: 8). ¡Eso es amor! Amar al prójimo como a nosotros mismos es cumplir la ley, hacer la voluntad de Dios. ¿No es eso lo que queremos? En efecto, toda la ley se resume en un solo mandamiento: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." (Gálatas 5:14)

sábado, 21 de febrero de 2009

EL INFIERNO ES REAL

EL INFIERNO ES REAL
"Había una vez un hombre muy rico, que vestía ropas muy lujosas. Hacía fiestas todos los días, y servía las comidas más caras. En cambio, junto a la entrada de su casa había un hombre pobre, llamado Lázaro, que tenía la piel llena de llagas. Unas personas lo sentaban siempre allí, y los perros venían a lamerle las llagas. Este pobre hombre tenía tanta hambre que deseaba comer, por lo menos, las sobras que caían de la mesa del hombre rico."Un día, el hombre pobre murió y los ángeles lo pusieron en el sitio de honor, junto a su antepasado Abraham. Después murió también el hombre rico. Lo enterraron y se fue al infierno, donde sufría muchísimo. Desde allí vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro sentado junto a él. "Entonces el rico llamó a Abraham y le dijo: "¡Abraham, antepasado mío, compadécete de mí! Manda a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y me refresque la lengua. Sufro muchísimo con este fuego". Pero Abraham le respondió: "Tú eres mi descendiente, pero recuerda que cuando ustedes vivían, a ti te iba muy bien, y a Lázaro, muy mal. Ahora, él es feliz aquí, mientras que a ti te toca sufrir. Además, a ustedes y a nosotros nos separa un gran abismo, y nadie puede pasar de un lado a otro". El hombre rico dijo: "Abraham, te ruego entonces que mandes a Lázaro a la casa de mi familia. Que avise a mis cinco hermanos que, si no dejan de hacer lo malo, vendrán a este horrible lugar". Pero Abraham le contestó: "Tus hermanos tienen la Biblia. ¿Por qué no la leen? ¿Por qué no la obedecen?" El hombre rico respondió: "Abraham, querido antepasado, ¡eso no basta! Pero si alguno de los muertos va y habla con ellos, te aseguro que se volverán a Dios". Abraham le dijo: "Si no hacen caso de lo que dice la Biblia, tampoco le harán caso a un muerto que vuelva a vivir"". (Lucas 16: 19 -31 BLS)

Tanto el cielo como el infierno son reales, aunque el infierno no fue creado para el ser humano, sino para Satanás y los ángeles que le siguieron."Luego dirá a los que estén a su izquierda: Ápártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles." (Mateo 25: 41 NVI). Pero lamentablemente, todos los que siguen a Satanás y no quieren arrepentirse y recibir a Cristo y seguirle, se irán al infierno. No basta con ser bueno según nuestro criterio o según lo que el mundo dicta, lo que importa es aceptar el sacrificio de Cristo y reconocer que nosotros no nos podemos salvar, sino sólo Jesucristo lo puede hacer. Reconocer esto y aceptarlo recibiendo a Jesucristo en nuestro corazón y obedeciendo Su Palabra nos libra del infierno. "No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no el alma. Teman a Dios, que sí puede destruir en el infierno el cuerpo y el alma." (Mateo 10: 28 BLS). Esto lo dijo Jesús, tan crudamente como lo leemos, Él no dudó en hablar del infierno y lo hizo para que nadie fuera allí, sino que temiendo a Dios, "temer" en el sentido de: “Pasión del ánimo, que hace huir o rehusar aquello que se considera dañoso, arriesgado o peligroso” según el Diccionario DRAE, podamos huir a tiempo, mientras estamos vivos en la tierra y no sufrir por la eternidad en el infierno. Tan sólo aceptando a Jesucristo de corazón, con arrepentimiento genuino y obedeciéndole, vamos a ser libres del infierno. Como ven, no es algo muy costoso, es sólo cuestión de decidirnos por Cristo.

"Habitantes del pueblo de Cafarnaúm, ¿creen que van a ser bienvenidos en el cielo? Déjenme decirles que van a ser enviados a lo más profundo del infierno. Si los milagros que se han hecho entre ustedes se hubieran hecho entre los habitantes de la ciudad de Sodoma, ellos habrían cambiado y la ciudad aún existiría. Les aseguro que en el día del juicio final el castigo que ustedes recibirán será peor que el de ellos". (Mateo 11: 23, 24 BLS). La incredulidad de las personas, cegadas por su orgullo, debido a la dureza del corazón, que ni aun viendo el poder de Dios no se arrepienten, dará como resultado que sean enviadas al infierno.

"Jesús les dijo: El que siembra la buena semilla de trigo soy yo, el Hijo del hombre. El terreno es el mundo, y las buenas semillas de trigo son todos los que obedecen las leyes del reino de Dios. Las semillas de cizaña son los que obedecen al diablo, que fue quien las sembró en el mundo. El tiempo de la cosecha es el juicio final, y los trabajadores que recogen la cosecha son los ángeles. Así como se arranca la mala hierba y se quema, así sucederá cuando Dios juzgue a todos. Yo, el Hijo del hombre, enviaré a mis ángeles para que saquen de mi reino a todos los que hacen lo malo y obligan a otros a hacerlo. Los ángeles echarán a esas personas en el infierno, y allí tendrán tanto miedo que llorarán y rechinarán los dientes. Pero los que obedecen a Dios brillarán como el sol en su reino. ¡Ustedes, si en verdad tienen oídos, presten atención!" (Mateo 13: 37-43 BLS) Al final del tiempo señalado por Dios, Él va a juzgar a la humanidad y separará a los que obedecieron al diablo para que sean echados al infierno, pero los que obedecemos al Dios Todopoderoso y a Jesucristo nuestro Salvador brillaremos por siempre en el Reino de Dios, con la luz que irradia de nuestro Amado Señor Jesucristo. “Dios dice en la Biblia: "Yo los escuché en el momento oportuno; llegó el momento de salvarlos, y lo hice". ¡Escuchen! Ese momento oportuno ha llegado. ¡Hoy es el día en que Dios puede salvarlos! (2ª Corintios 6: 2 BLS) Por tanto no desaproveches esta oportunidad, quizá mañana sea demasiado tarde. Recibe ahora a Jesucristo, el Hijo de Dios como tu Salvador y Señor. Pide perdón por tus pecados y vive para obedecerle en todo. En la Biblia encontrarás Su voluntad. ¡Léela!
Puedes leer
: Romanos 14: 15; 2ª Pedro 2: 4; Judas 1: 23; Apocalipsis 19: 20; cap.20: 10, 14, 15; cap. 21: 8)

viernes, 20 de febrero de 2009

GUARDA TU BOCA

GUARDA TU BOCA
"Pon, Señor, un guardia en mi boca, y un candado que cierre enteramente mis labios. No permitas que se deslice mi corazón a palabras maliciosas, para pretextar excusas en los pecados, como hacen los hombres malvados; en sus delicias no quiero tomar parte."
(Salmo 141: 3, 4 TA)
Nuestros pensamientos se expresan por palabras y se gestan dentro de nosotros, de ahí es que debemos guardar diligentemente nuestros pensamientos y pedirle a Dios que nos ayude en nuestra decisión. En la oración, del Padre nuestro, después de dirigirnos a Dios, lo primero que se pide es: “venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.” (Mateo 6: 10 TA). El reino de Dios tiene que invadir nuestros pensamientos, para que hagamos la voluntad de Dios en nuestras vidas. Pero ¿qué es el reino de Dios? Es Su gobierno en nosotros. Al pedirle de corazón que venga el reino de Dios y se haga Su voluntad, le estamos diciendo gobierna nuestros pensamientos, porque es de allí que sale todo lo que vamos a hacer después. Nuestros pensamientos son un potencial dentro de nosotros y las palabras son la potencia que sale de nuestra boca para producir algo que puede ser bueno o malo; por eso es que nuestro hablar es de suma importancia. Cada uno de nosotros se alimenta de sus propias palabras. “Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”. (Proverbios 18: 20, 21) Hay tremendo poder en lo que decimos y de esas palabras nos alimentamos y producimos vida o muerte. Si hablamos las Palabras de Dios, tendremos vida y daremos vida a los demás.

"O bien decid que el árbol es bueno, y bueno su fruto; o si tenéis el árbol por malo tened también por malo su fruto, ya que por el fruto se conoce la calidad del árbol. ¡Oh raza de víboras! ¿Cómo es posible que vosotros habléis cosa buena, siendo, como sois, malos? Puesto que de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre de bien, del buen fondo de su corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, de su mal fondo saca cosas malas. Yo os digo que hasta de cualquier palabra ociosa que hablaren los hombres han de dar cuenta el día del juicio. Porque por tus palabras habrás de ser justificado, y por tus palabras condenado." (Mateo 12: 33-37 TA) Al árbol se lo reconoce por sus frutos y a las personas por sus palabras. Nuestras palabras son frutos que se han generado en nuestros pensamientos; por eso le debemos pedir a Dios que no nos deje caer en tentación y que nos libre del mal; pero Él sólo puede actuar si nosotros decidimos que Él tome control de nuestras vidas, para ello, no demos dar rienda suelta a nuestros pensamientos, sino pensar “todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, o santifica, todo lo que os haga amables, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda disciplina loable” (Filipenses 4: 8 TA). El controlar los pensamientos está en nosotros y sobre ese control, Dios recién actuará, porque Él respeta nuestras decisiones, sean éstas buenas o malas. Dentro de nosotros se van gestando las palabras y de allí salen y van a definir nuestro destino, porque es por nuestras palabras que vamos a ser justificados o condenados.

"¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo." (Romanos 10: 8-10 NVI). Es por lo que creemos dentro de nosotros, que vamos a ser justificados y por lo que hablamos vamos a ser salvos. Todo lo que hablemos debe estar de acuerdo con la Palabra de Dios, de lo contrario vamos a estar en problemas. ¿No es cierto que muchas veces nos hemos metido en problemas por hablar a la ligera? Pongamos atención a nuestros pensamientos. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios.” (Proverbios 4: 23, 24) Nuestros pensamientos son como un manantial que debe servir para darnos vida, pero si lo contaminamos, pensando lo contrario a la Palabra de Dios, producirá en nosotros, muerte. Nuestros pensamientos y nuestras palabras están íntimamente ligados.

Dios le dijo a Josué que para poder conquistar la tierra Prometida debía hacer lo siguiente: "Tu boca hable de continuo del libro de esta ley, y medita de día y de noche lo que en él se contiene, a fin de guardar y cumplir todas las cosas en él escritas; con lo cual irás por el recto camino, y procederás sabiamente." (Josué 1: 8 TA) Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. (Josué 1: 8 NVI) El éxito de nuestra vida depende que hablemos y meditemos en lo que Dios tiene para nosotros; hablar lo contrario, es hablar fracaso y no hemos sido creados y rescatados para vivir en fracaso. Dios nos ha hecho para tener éxito en todo, pero esto depende de lo que pensamos; si nuestros pensamientos están de acuerdo con los de Dios, porque hemos permitido que Su reino nos gobierne, vamos a tener éxito, si no, vamos a fracasar. El diablo es un fracasado porque no se sujetó a pensar como Dios. "En cambio nosotros, los hijos de Dios, tenemos la mente de Cristo para pensar Sus pensamientos." (1ª Corintios 2: 16). Sujetémonos a Dios y pensemos en Su Palabra todo el tiempo, para que ésta brote de nuestra boca y nos conduzca por el camino de santidad y alcancemos las promesas que Dios ya tiene establecidas para nosotros. Seamos sabios y dejemos que sea Dios quien gobierne nuestra vida. Ofrezcamos cada día a Dios palabras que broten de un corazón agradecido y lleno de fe en Su Palabra. Que Dios nos dé entendimiento y empecemos a pensar los pensamientos de Dios.

martes, 17 de febrero de 2009

¿POR QUÉ VIENEN LAS PRUEBAS?

¿POR QUÉ VIENEN LAS PRUEBAS?
"Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído el SEÑOR tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, por probarte para saber lo que [había] en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.” (
Deuteronomio 8:2)
El Dios Todopoderoso sabe lo que hay en nuestro corazón, pero a través de las pruebas, Él saca a luz lo que tenemos dentro y lo deja al descubierto para veamos cómo está nuestro corazón. Mientras todo va bien, estamos dispuestos a servirle y creemos que será siempre así, pero venida la prueba, las cosas pueden cambiar, por eso es de suma importancia escudriñar cómo andamos delante de Dios, qué realmente llevamos dentro de nosotros, si es que le servimos por conveniencia solamente, o lo hacemos de corazón. “Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor.” (Lamentaciones 3:40 NVI) Volvámonos de nuestra incredulidad a creerle a Él. ¿Acaso el Dios del cielo mentiría? Lo que Él dijo que haría respecto a nosotros, lo hará. “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2:10) El camino por donde debemos andar ya está trazado, es un camino de buenas obras, por donde se transita por fe. Las obras no son nuestras, son de Dios; así que si nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios, esas buenas obras o frutos van a ser evidentes; porque así como se hacen evidentes las obras de la carne, el fruto del Espíritu también debe manifestarse a través de nosotros. Este fruto se hace visible a medida que vamos renunciando a los deseos de la carne, que ahora resultan contrario a nuestra naturaleza, porque somos nuevas criaturas en Cristo; y lo nuevo no es compatible con lo viejo, es totalmente opuesto.

La prueba (sufrimiento) tiene como fin formar el carácter de Cristo en nosotros. No es que a Dios le complazca vernos sufrir, sino que es como un escultor que talla una piedra hasta darle la forma perfecta. Dios quiere que Su templo, el cual somos nosotros, sea digno de albergar la plenitud de la Deidad y para esto, debe estar plenamente cubierto por el mismo Espíritu de Dios, donde no se vea nada de nosotros. Lo que queda de nosotros son como aristas punzantes y Dios tiene que golpear y golpear hasta hacerlas desaparecer, para que podamos, como piedras vivas, encajar una al lado de la otra sin lastimarnos y así unidos formemos el Cuerpo de Cristo. “De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.” (Efesios 4:13) El carácter de Cristo es lo que Dios quiere en Su Cuerpo (Iglesia), “para que todos sean uno. “Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.” (Juan 17: 21-23). La unidad, no la uniformidad es lo que demuestra el carácter, pero para llegar a eso necesitamos aprender a vivir unidos a pesar de las diferencias. No podemos pedir que el ojo actúe como la boca. Cada cual cumpla su función para agradar al Señor y desista de mirar lo que otros hacen o dejan de hacer, porque cada uno va a dar razón de sí mismo y no de otro.

“Aunque era Hijo, mediante el sufrimiento aprendió a obedecer; y consumada su perfección, llegó a ser autor de salvación eterna para todos los que le obedecen.” (Hebreos 5: 8, 9) No es fácil obedecer, nuestra naturaleza tiende a rebelarse; se requiere tomar la firme decisión de obedecer y pedirle a Dios que nos ayude. Ese conflicto dentro de nosotros nos causa sufrimiento, porque por un momento queremos complacernos antes que complacer a aquel que nos llamó por soldado, y esa renuncia a nuestro placer nos causa sufrimiento, pero es necesario para que Cristo crezca en nosotros. En algún momento queremos hablar mal de otra persona, pero sabemos que eso no es obrar en justicia, entonces tomamos control de nuestros pensamientos y los llevamos a la cruz de Cristo, sujetos allí, para poder pensar los pensamientos de Cristo. La obediencia absoluta al Soberano Dios, es la ley del Reino de Dios. No tiene que hacerse nuestra voluntad, sino sólo la de Él, porque Su voluntad es lo mejor para nosotros. Aprender a obedecer va a formar carácter en nosotros, nos va a disciplinar y eso muchas veces no es placentero.

“El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele." (1ª Pedro 1:7) Las pruebas limpian nuestra conducta para que lleguemos a ser semejantes a Cristo. "Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros. Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.” (1ª Pedro 1: 22,23) Recordemos que somos nuevos en Cristo porque Su naturaleza nos ha sido dada para que le conozcamos y nos perfeccionemos más y más. Así que amados, gocémonos en las pruebas porque el fin de éstas es hacernos semejantes a Cristo. Ya no nos quejemos, sino que mantengamos un carácter dócil con el Señor para que Él nos amolde cada vez más a Su imagen y semejanza. Alaba a Dios a pesar de las pruebas, ofrece sacrificio de alabanzas y tu alma será regenerada.

sábado, 14 de febrero de 2009

HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS

HACIENDO LA VOLUNTAD DE DIOS
"Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán. "No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?' Entonces les diré claramente: 'Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!' (Mateo 7: 15-23)
La voluntad de Dios es algo que debe quedar bien claro en la vida de cada hijo de Dios, porque es lo único que importa. Profetizar o hacer milagros o alguna obra muy buena que hagamos, no cuenta para Dios si no nos sujetamos a Su voluntad. El Reino de Dios es el gobierno absoluto de Dios sobre nuestras vidas, cuanto más nos sujetemos a Su voluntad, más y más vamos a introducirnos en Su gobierno, en Su reino, porque vamos a estar dispuestos a renunciar a nuestra voluntad, enseñada por este sistema, con sabiduría humana y dejaremos que se haga Su voluntad sin cuestionamiento. Si Dios es el Soberano absoluto de nuestras vidas, entonces nosotros le obedeceremos sin chistar.

"El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor Todopoderoso, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre. "Y encima preguntan: ¿En qué hemos despreciado tu nombre? "Pues en que ustedes traen a mi altar alimento mancillado. "Y todavía preguntan: ¿En qué te hemos mancillado? "Pues en que tienen la mesa del Señor como algo despreciable. (Malaquías 1:6,7)
Dios merece mucho más de lo que hasta ahora le hemos dado. Dios realmente tiene que ser amado con todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. El conjunto de nuestro ser debe amar sin medida a Dios. Esto podrá ser fácil con el espíritu, pero al alma hay que reeducarla para que entregue su dominio al espíritu y el cuerpo debe aprender a sujetarse al alma regenerada. Hacer la voluntad de Dios radica en entregarse totalmente a Él, a tal punto que ya no se escuche de nuestros labios: “Yo pienso”, “a mi modo de ver”, “yo opino”, etc., que no forman parte de un vocabulario del Reino de Dios. Porque dentro del Reino sólo se escucha: “Sí, Señor, hágase tu voluntad”; y si algo no está claro respecto a la voluntad de Dios, remitámonos al “original”, a la Palabra de Dios, sin preguntar la opinión de alguien más. Pidamos en oración que El Espíritu de Dios nos muestre con claridad lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, pero al hacer esto, dejemos de lado nuestra opinión, porque ella no cuenta, es tan pobre y efímera, que no nos llevará a ninguna parte; sin embargo lo que Dios tiene para nosotros es duradero e incomparablemente rico, es lo súper excelente para nosotros, aunque no podamos percibirlo en un comienzo. Debemos empezar a creerle a Dios. Él tiene lo mejor para nosotros, o preguntémoselo a José, Daniel, Job y otros. Ninguno de ellos entendió porqué pasaban por sufrimientos, pero confiaron sus vidas al Todopoderoso y Él los libró y les dio muchísimo más que no hubieran conseguido con sus pensamientos y fuerza.

El hacer la voluntad de Dios no es cosa de poca importancia, es cuestión de vida o muerte, porque la vida cristiana no es un juego; lo que está en juego es nuestro destino eterno. No podemos jugar con la gracia de Dios, ella no es una cobertura para quienes quieren hacer lo que les venga en gana. Si bien “donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia”, esto no quiere decir que pequemos para que se vea la sobreabundante gracia de Dios. “Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.” (Romanos 5:20,21) La gracia nunca es para muerte, por lo tanto no podemos seguir en camino de muerte pensando que la gracia nos va a librar. Ella es para justificación y vida eterna por medio de Jesucristo. El hijo de Dios se aferra a la gracia para no pecar, no para tener un justificativo para llevar una vida conforme a las pasiones del alma.

Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a hacer la voluntad de Dios, ¿cuánto más nosotros que hemos sido comprados por el precio altísimo de la sangre de Jesucristo? Hacer la voluntad de Dios debe ser nuestro deleite. Conformar nuestros pensamientos a los pensamientos de Cristo debe ser nuestro mayor deseo y practicar esos pensamientos debe ser nuestra meta diaria. “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra --les dijo Jesús— (Juan 4: 34) "Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió.” (Juan 5: 30) Jesucristo nos ha dejado ejemplo y sólo a Él debemos seguirle. No busquemos otra opinión, especialmente la de aquellas personas que no conocen a Dios. Leamos Hebreos 10 y Dios nos dé entendimiento. Afirmemos nuestros pies en Jesús y confiemos que Su Gracia nos va a sostener para no pecar. Cada día entreguemos nuestros pensamientos a Jesús y decidamos hacer Su voluntad, buscando en Su Palabra lo que Él tiene para nosotros, porque nadie va a ser tentado más allá de lo que pueda soportar, sino que Dios dará una salida para que se pueda resistir la tentación (1ª Corintios 10:13 - Podemos leer todo el capítulo). Nada hagamos creyendo que es lo mejor para nosotros; siempre consultemos a Dios al respecto, dejando de lado nuestro vano criterio, para que Dios nos dé Su pensamiento, que siempre es para bien, porque Él no nos dará lo Suyo, si antes no sacamos lo nuestro, aunque nos parezca lo mejor. Sé sabio.

viernes, 13 de febrero de 2009

¿DE QUÉ FUENTE ESTÁS BEBIENDO?


¿DE QUÉ FUENTE ESTÁS BEBIENDO?
Camada de víboras, ¿cómo pueden ustedes que son malos decir algo bueno? De la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal. Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará." (Mateo12: 34-37 NVI)
Nuestras palabras revelan de qué fuente estamos bebiendo. Si lo que hemos introducido en nuestro ser interior es agua pura y buena, entonces lo que saldrá de nuestra boca será bueno. Si la duda ha sido introducida en nuestro ser, duda saldrá por nuestra boca. Ninguna palabra sale de nuestra boca sin que antes haya estado en nuestro corazón (ser interior); por eso en Proverbios 4: 23 se nos dice que guardemos nuestro corazón porque de él mana la vida. Nuestra vida brota de nuestro interior, de todo lo que almacenamos en el corazón. Nuestros pensamientos van a dar al corazón, allí se almacenan y se reproducen, porque manantial de vida es nuestro corazón. Si contaminamos nuestro manantial con pensamientos impuros, esa contaminación nos invade, nos contamina y nos transformamos en agentes contaminantes, porque cada vez que sale de nuestra boca una palabra corrompida es como si lanzáramos veneno a los oyentes y ellos a su vez son contaminados.

Nuestro corazón -no el que bombea la sangre, sino nuestro ser interior- es una fuente de agua que constantemente debe purificarse bebiendo de la Fuente inagotable de vida que es Cristo Jesús. “En el postrer día, día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pié, y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su vientre correrán ríos de agua viva. Y esto dijo del Espíritu, que habían de recibir los que creyesen en él; porque aun no había sido dado el Espíritu Santo, porque Jesús aun no había sido glorificado.” (Juan 7: 37-39 RV1865). Bebiendo de la Fuente de Vida, nuestras palabras producirán vida a los que la oyeren y nos mantendrán vivos y renovados en todo nuestro ser. En el Salmo 42: 1, 2 dice: “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.” Cuando nuestro espíritu (corazón) está acostumbrado a beber de la Vida de Dios, nada de lo que no proviene de Él lo va a saciar. Cuando sintamos que estamos siendo contaminados por todos los informes pésimos, deprimentes y aterradores que nos lanzan, enseguida debemos buscar el agua purificadora que sólo proviene del Señor Jesucristo. Cuando dejamos entrar agentes contaminantes a nuestra fuente, ésta se va contaminando y secando, entonces sentimos algo desagradable dentro de nosotros, porque nuestro ser está anhelando beber de la Fuente de Vida. Debemos acudir inmediatamente a Jesús para que limpie nuestra fuente y la llene, no dejemos pasar el tiempo.

Nuestras palabras revelan de qué fuente estamos bebiendo, si es de la Fuente de Vida o de la fuente de muerte; y nuestras palabras determinarán en el día del juicio si vamos a estar libre de cargos o vamos a ser culpable de cargos. “Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado. Porque por tus palabras se te absolverá, y por tus palabras se te condenará." (Mateo 12: 36, 37). Si queremos que nuestra fuente se purifique debemos beber constantemente de la Palabra de Dios porque: “Las palabras del Señor son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.” (Salmo 12: 6 NVI). No hay contaminación en Su Palabra. Si llenamos nuestra fuente sólo de la Palabra de Dios y de ahí extraemos para nuestro sustento diario, (las tareas del día a día) vamos a llegar a ser agentes de cambio para bien y no de contaminación. Es importante beber de la Palabra de Dios para que sea Su Palabra la que salga de nuestra boca y seamos justificados (absueltos) en el día del juicio.

Al llenar nuestro corazón con las Palabras de Dios, establecemos Su Reino dentro de nosotros; y Sus diseños para nuestra vida se van implantando, para que Sus propósitos se cumplan en nosotros, pues no pretendemos hacer nuestra voluntad sino la de Él. Es la Palabra de Dios en nuestro corazón la que trae Su Reino a nuestras vidas. Es Su Palabra la que nos purifica, nos limpia, nos alumbra, nos vivifica. Su Palabra contiene todo lo que necesitamos para sanar y sanear nuestro corazón (ser interior o espíritu). Cuanta más Palabra de Dios introduzcamos en nuestro corazón, más limpio y puro estará nuestro ser. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros.” (Proverbios 8: 17-21). Si buscamos a Dios, buscamos Su sabiduría y Él se dará a conocer dándonos sabiduría y llenando nuestro tesoro de todo bien, para que de ahí saquemos lo bueno y demos a conocer el Reino de Dios. "¡Cuán hermosas son tus moradas, Señor Todopoderoso! Anhelo con el alma los atrios del Señor; casi agonizo por estar en ellos. Con el corazón, con todo el cuerpo, canto alegre al Dios de la vida… Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos… ". (Salmo 84: 1,2, 10) Que todo este salmo sea también nuestro clamor y deseo diario.

martes, 10 de febrero de 2009

SÓLO TÚ CONTROLAS TUS PENSAMIENTOS

SÓLO TÚ PUEDES CONTROLAR TUS PENSAMIENTOS
"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Filipenses 4:8 RV60)
Nadie puede controlar tus pensamientos aparte de ti, sólo tú eres la única persona en el mundo que puede pensar tus propios pensamientos, sólo tú puedes decidir qué es lo que vas a pensar. Si no fuera así, el apóstol Pablo no hubiera escrito lo que acabamos de leer. El diablo o los demonios pueden incitarte a pensar lo que ellos quisieran que pienses, pero nadie puede tomar control de tu albedrío; ellos no pueden obligarte a pensar lo que tú no quieres. Dios te ha creado con la capacidad de tomar tus propias decisiones. Por medio de tus pensamientos, tú decides cómo va a ser tu día, si vas a ser feliz o no, apesar de las circunstancias, porque ellas no determinan tu estado de ánimo. Tan sólo escucha a tus pensamientos, porque es importante escuchar lo que pensamos, para que no digamos algo que en realidad no queríamos decirlo, pero que por supuesto lo hemos pensado. Nadie puede hablar sin haberlo pensado antes, aunque no te hayas percatado de tus pensamientos.

Las palabras que hablamos son el fruto de lo que llevamos dentro. “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Lucas 6: 42-45) Tú produces fruto de lo que te alimentas y tu fruto, que son tus palabras, alimentan a otros. No querrás dar un fruto venenoso a tus amados, ni a nadie, ¿verdad?, entonces considera muy bien lo que estás pensando. Sólo tú tienes autoridad sobre tus pensamientos. Sólo tú tienes la llave para abrir o cerrar la puerta de tu mente. Tú puedes cerrar tu mente a aquellos pensamientos que envenenarán tu fruto, lo que va a salir de ti a través de tus palabras. Tú eres como un árbol y tienes que nutrirte de la savia de Dios. Tú decides ser un árbol bueno o un árbol malo; y todo esto lo realizas con sólo pensar.

“No comas pan con el de malas intenciones, ni codicies sus manjares delicados; porque cual es su pensamiento en su mente, tal es él: "Come y bebe," te dirá; pero su corazón no está contigo. Vomitarás tu parte que comiste y echarás a perder tus suaves palabras.” (Proverbios 23: 6-8) Este texto nos dice que no nos alimentemos de las palabras que salen de la persona que tiene malas intenciones, porque sus palabras son fáciles de digerir, pero en seguida quedamos ahítos hasta vomitar. Esta persona está llena de veneno, te hablará con zalamerías, pero en su mente no estás tú. Si comes de ella, vomitarás y de nada te ha servido ser amable con ella, habrás echado a perder tus buenas palabras. “No hables a oídos del necio, porque despreciará la prudencia de tus palabras.” (Proverbios 23: 9). Si te das cuenta, lo que el sabio Salomón nos está mostrando, no es cuestión de comida, sino de pensamientos y palabras. Por más que el insensato hable palabras aparentemente bonitas, lo que cuenta en realidad es lo que él piensa; es la intencionalidad de las palabras. El fruto puede parecer hermoso, pero contiene veneno por la intención del pensamiento. No te alimentes de las palabras de un adulador. Cierra la puerta de tu mente a esas palabras, para que no contaminen tus pensamientos.

Los pensamientos son el fundamento de nuestro ser. Tú debes gobernar sobre tus pensamientos y estos no deben gobernarte a ti. El control de tus pensamientos lo tienes tú. Tu vida depende de lo que piensas de ti mismo y de los demás. Tu vida está en poder de tus pensamientos. Todo lo que piensas va formando una sólida estructura que determinará tu forma de ser y actuar. Recuerda que tú eres lo que son tus pensamientos. Tus pensamientos son el cimiento de tu vida y existencia. Si tu vida está sostenida sobre un buen fundamento de pensamientos, entonces todo tu ser permanecerá firme.

domingo, 8 de febrero de 2009

CREER Y FE ACTÚAN POR LA PALABRA

CREER Y FE ACTÚAN A TRAVÉS DE LA PALABRA
Había una mujer que padecía de flujo de sangre por doce años. Había sufrido mucho a manos de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía sin provecho alguno, sino que al contrario, había empeorado. Cuando ella oyó hablar de Jesús, se llegó a El por detrás entre la multitud y tocó Su manto. Porque decía (pensaba): "Si tan sólo toco Sus ropas, sanaré." Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.
(Marcos 5: 25- 29 NBLH)
Éste era un caso incurable, pero esta mujer estaba decidida a recibir sanidad, sin importar el costo, ella no se rindió. Gastó todo su dinero por su salud y cuando oyó hablar de Jesús, ella supo en su corazón que ese era su día y no se detuvo. Una tremenda fe invadió todo su ser y decidida como era, sin importar los comentarios, ella fue a recibir su sanidad. La fe de esta mujer no le permitió dudar, a pesar de los fracasos anteriores, porque ella sabía en su corazón que uno Mayor que todos los galenos que la atendieron antes, estaba pasando por allí. Intrépida y muy segura de lo que quería, sin atender a razonamiento alguno, ella se lanzó a tocar el manto de Jesús, “porque decía: Si tan sólo toco Sus ropas, sanaré”. La ley no le permitía hacerlo, pues esta mujer estaba inmunda y al que ella tocare quedaría inmundo. Pienso que tocó a muchos en su trayecto, pero sólo se hizo evidente cuando tocó a Jesús, porque el poder que emanaba de Él sanó instantáneamente a esta mujer y Jesús pregunto quién Lo había tocado. Al verse descubierta, ella confesó todo. “Jesús le dijo: "Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad".

La mujer oyó hablar de Jesús y a pesar de haber recibido el diagnóstico de: imposible de curar, ella mantenía viva la esperanza de ser sanada y no iba a desperdiciar ni una sola oportunidad; porque la fe no desperdicia oportunidades, las atrapa. La esperanza de esta mujer la hizo mirar en un futuro prometedor y cuando llegó el momento, brotó la fe y decía: _Sanaré. Empezó a declarar la palabra y actuó inmediatamente movida por la fe, porque la fe no es estática. En todo el recorrido que hizo hasta llegar a donde estaba Jesús, ella sólo estaba concentrada en su sanidad y no oyó otras voces, tan sólo la voz de la fe. Ella hizo callar a su razonamiento porque estaba decidida a recibir su sanidad y la recibió. La esperanza ve el futuro, pero la fe atrapa el presente porque se pone en acción y no queda soñando solamente; despierta y actúa. “Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve.” (Hebreos 11:1). La fe tiene la certeza de lo que espera. La persona que tiene fe sabe qué quiere en lo más íntimo de su ser y está convencida de aquello que aún no ve. La mujer mencionada estaba segurísima que iba a ser sanada y no se detuvo sino que avanzó para conseguir lo que ella esperaba y lo consiguió. ¿Estás segura/o de lo que quieres? Entonces actúa, trabaja sobre ello, pon todo tu esfuerzo sin angustiarte y de seguro que lo conseguirás.

Al lanzarse para tocar el manto de Jesús (aun a hurtadillas), ella estaba atrapando su sanidad. Ella fue a atrapar su sanidad, no esperó que la sanidad viniera a ella, porque la fe se mueve hacia el objetivo. Esta mujer vivió en el tiempo de Jesús, pero después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, la sanidad ha venido a nosotros, porque, “por su llaga fuimos nosotros curados”. Así como esta mujer fue a recibir su sanidad por fe, de la misma forma nosotros debemos recibir lo que ya Jesús ganó para nosotros en la cruz del Calvario. No necesitamos buscar a un gran predicador con dones de sanidad, lo cual no es malo, está bien, pero nosotros podemos por fe atrapar lo que es nuestro por derecho. Cristo el Señor nos dio ese derecho, porque Él pagó ya el precio, no sólo por nuestros pecados, sino también por nuestra sanidad y por la paz que nos debe gobernar sin importar las circunstancias.

La fe es espiritual, no racional. Ella no fue declarando palabras positivas que le dictaba la razón, sino que se movió en fe, segura de que recibiría su sanidad. La fe pone en acción todo nuestro ser y no necesita que repitamos hasta el cansancio palabras positivas, porque la fe no cabe en la razón, pues brota del espíritu. Ella oyó hablar de Jesús y cómo Él sanaba a todos; y eso que ella escuchó penetró profundamente en su corazón e hizo callar las otras voces. No dijo: _ ¿será que seré sana? Los médicos ya me desahuciaron, no hay sanidad para mí_. Su fe no la hizo desperdiciar la oportunidad. Ella atrapó lo que Dios le estaba dando y lo atrapó por fe, no por esfuerzo mental.

“Abram creyó a Jehová y le fue contado por justicia.” (Génesis 15:6Rv 95) La fe brota del corazón para justicia. Cuando le creemos a Dios, Él nos considera justos y de esa forma disponemos nuestro corazón para que al abrir la boca confesemos aquello que primero hemos creído y por lo cual hemos alcanzado justicia y luego atrapemos lo que Dios ya nos dio. “Porque con el corazón se cree para [alcanzar] justicia; mas con la boca se hace confesión para [alcanzar] salud (salvación).” (Romanos 10: 10 RV2000). La fe nos mueve a creer y el creer nos mueve a tener fe y la fe nos mueve a actuar. La fe viene por el oír la Palabra de Dios (R0manos 10: 17). La mujer oyó y tuvo fe para creer que recibiría su sanidad, entonces dijo: _“seré sana”. La fe nunca duda. Si en medio camino esta mujer hubiese dudado, jamás hubiera recibido su sanidad. Ella se mantuvo en fe, no racional, sino espiritual. “El justo vive por fe”, por eso es justo, es decir que vive creyéndole todo a Dios y se mueve sobre lo que Él le dio dependiendo totalmente de Dios. Es a eso que Dios quiere que lleguemos; y la fe nos conduce a una dependencia total de Dios, a creerle sin titubear, aunque todavía no palpemos lo que estamos viendo por fe, pero actuamos y vamos hacia la meta, seguros que con Dios todo es posible, aunque no exento de dificultades. Mira tu potencial dentro de ti, pon tu fe en acción y no te detengas. Avanza hasta lograr lo que te has propuesto, porque Dios premiará tu activa decisión.

sábado, 7 de febrero de 2009

¿CÓMO SOSTENERNOS FRENTE A LA CRISIS?


¿CÓMO SOSTENERNOS FRENTE A LA CRISIS?
“Por la fe (Moisés) salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible.” (Hebreos 11: 27 NVI).
Después que Moisés hizo su propia justicia asesinando a un egipcio, tuvo que huir porque el rey lo buscaba para matarlo. En su huida él confió en Dios, quien le había dado la promesa que iba a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y no vaciló en ningún momento, sino que se aferró a la Palabra que Jehová le había dado. Empezó su recorrido, que no fue corto, ni sin riesgos, con la mirada puesta en la promesa de Dios y trabajó por 40 años hasta ver cumplida la promesa. Cuando nosotros caminamos aferrados a lo que Dios en Su Palabra nos prometió, vamos a mantenernos como viendo a Dios, entonces, nada ni nadie nos hará desistir del propósito que Dios ya nos preparó. “Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo, nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo cual Dios ya había planeado desde antes.” (Efesios 2: 10). Los que hemos recibido a Jesucristo como Salvador y Señor, nos hemos unido a Él y así como Jesús hacía buenas obras, nosotros también debemos hacerlas; estas buenas obras, que ahora están dentro de nuestro ser, van a salir para beneficio de las personas y para la gloria de Dios si nos mantenemos firmes en Cristo. La fe en Dios nos sostiene como viéndolo y así como Cristo hacía lo que le veía hacer al Padre, nosotros vamos a hacer lo que veamos en Cristo. Nosotros ya estamos unidos en Cristo, lo único que nos toca hacer es lo que Él hizo estando aquí en la tierra. “Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” (Hechos 10: 38 NVI). Lo importante es no estar ociosos, sino trabajando, así como Dios trabaja.

Cuando sobreviene una crisis económica, como la que ya estamos empezando a ver, la mayoría de las personas empiezan a angustiarse por lo que les podría pasar, porque ya nada es seguro; el empleo lo pueden perder en cualquier momento; el dinero ahorrado, si lo tienen, empieza a devaluarse o dura muy poco tiempo, entonces qué hacer frente a esta realidad. Aferrarnos a Jesucristo que dijo: “No te dejaré ni te desampararé." (Hebreos 13: 5b). Nos tenemos que plantar sobre las promesas de Dios y no movernos de esas promesas, pero actuar sobre ellas; a pesar de lo que pase a nuestro alrededor, nos mantendremos firmes en la fe, pero actuando. “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes.” (Salmo 46: 1-3) La persona justa confía en Dios sin desmayar, su fe está puesta en Dios, por tanto no tendrá crisis, porque vive confiada en Aquél que suple las necesidades de sus hijos que no están ociosos. “He sido joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto justos en la miseria, ni que sus hijos mendiguen pan.” (Salmo 37: 25 NVI) La perosna justa no está ociosa, trabaja para suplir las necesidades de los suyos y Dios se encarga de bendecir su trabajo.

Este tiempo es tiempo de decisión, de decidirnos por Cristo, de afirmarnos en Su Palabra, de sostenernos en Su verdad, de mantener puesta nuestra fe solamente en Dios. “El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje.” (Proverbios 11: 28 NVI). Frente a una crisis mundial, la fe de los hijos de Dios va a ser probada; o nos mantenemos confiando en Su palabra, o claudicamos y vamos tras lo que ofrece el mundo, que no va a tener mucho para ofrecer. “En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.” (Salmo 9: 10). El conocimiento de Dios nos va a fortalecer en tiempos de angustia. Saber quién es Dios y qué es capaz de hacer por sus hijos nos va a levantar en medio de la crisis. Por eso mis amadas/os, busquen a Dios de todo corazón, refúgiense en Él; anhelen ardientemente Su presencia, pasen tiempo con Él porque nunca es perdido el tiempo que gastamos estando con Él, sino al contrario, es ganancia, porque Dios nos mostrará cómo vencer las dificultades, nos dará ideas creativas y prosperará todo trabajo que hagamos, además peleará por nosotros cada vez que el adversario quiera destruirnos. Dios suplirá nuestras necesidades haciendo productivo nuestro trabajo, guardará nuestra salud porque nos enseñará cómo alimentarnos y cuidarnos, fortalecerá nuestro cuerpo, librará nuestra alma del temor. “Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará.” (Isaías 54: 14 NVI). En este tiempo el temor invade a quienes no han puesto su confianza en Dios y empiezan a debilitarse física, emocional y espiritualmente; pero quienes depositemos nuestra confianza en el Todopoderoso no tendremos temor de malas noticias, sino que estaremos confiados, seguros en Él y sirviendo al necesitado, porque habrán muchos. “El hombre de bien tiene misericordia y presta; gobierna sus asuntos con justicia. Por lo cual no resbalará jamás; en memoria eterna será el justo. No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en Jehová.” (Salmo 112: 5 -7 RV 95)

Cristo dijo que no nos afanemos, que trabajemos sin ansiedad, que pongamos nuestra confianza en Dios porque Él va a hacer productivo nuestro trabajo; que nuestra prioridad sea el Reino de Dios y hacer Su voluntad, porque Él se encargaría de lo demás. Empecemos a sacar provecho de nuestras habilidades y demos lo mejor de nosotros porque Dios se encargará del resto.“Así que, primero busquen el reino de Dios y el bien que Dios quiere que hagan, y se les dará todo lo que necesitan.” (Mateo 6: 33 PDT). Este es el secreto para este tiempo de crisis mundial. Nada perdemos en probarlo. Si resulta, es porque Dios no miente y si no resulta, es porque nosotros no hemos dado lo mejor. “Todas las promesas que ha hecho Dios son "sí" en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos "amén" para la gloria de Dios. (2ª Corintios 1: 20 NVI). Cristo dijo: “No te dejaré, ni te desampararé” y sus hijos decimos: Amén, así sea, para la gloria de Dios. Confía en Dios, pues nada falta a los que en Él confían y manos a la obra, porque Dios va a bendecir tu trabajo, tan sólo esfuérzate y sé muy valiente.

miércoles, 4 de febrero de 2009

ADORA A DIOS


ADORA A DIOS FRENTE A CUALQUIER CIRCUNSTANCIA DE LA VIDA

· Frente a las circunstancias adversas de la vida, adora a Dios.
· Cuando el sueño huya de tus ojos, adora a Dios.
· Ante el dolor, adora a Dios.
· Cuando la traición destroce tu corazón, adora a Dios.
· Si te desprecian, adora a Dios.
· Cuando murmuren contra ti, adora a Dios.
· Cuando todo parece imposible humanamente, adora a Dios.
Adora a Dios frente a cualquier circunstancia de la vida, porque la adoración trae paz a nuestra alma y alivio a todo nuestro ser. ¿Por qué pasa esto? Porque cuando adoramos dejamos de centrarnos en las circunstancias y ponemos nuestra atención únicamente en Dios, quien tiene el control de todo. Cuando dejamos de mirar el problema y miramos a aquel que es infinitamente mayor que nuestros problemas, hemos dado un salto hacia la victoria. Contra Judá se había levantado una gran multitud, imposible de vencerla con fuerzas humanas, sin embargo cuando el rey y todo el pueblo alabaron y adoraron al Señor Dios Todopoderoso, Él peleó por ellos y ellos sólo tuvieron que mirar cómo Dios los salvaba.

Y dijo Jahaziel: "Presten atención, todo Judá, habitantes de Jerusalén y tú, rey Josafat: así les dice el SEÑOR: 'No teman, ni se acobarden delante de esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios. 'Desciendan mañana contra ellos; pues ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallarán en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. 'No necesitan pelear en esta batalla; tomen sus puestos y estén quietos, y vean la salvación del SEÑOR con ustedes, oh Judá y Jerusalén.' No teman ni se acobarden; salgan mañana al encuentro de ellos porque el SEÑOR está con ustedes." Entonces Josafat se inclinó rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del SEÑOR, adorando al SEÑOR. Y se levantaron los Levitas, de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al SEÑOR, Dios de Israel, en voz muy alta. Se levantaron muy de mañana y salieron al desierto de Tecoa. Cuando salían, Josafat se puso en pie y dijo: "Oiganme, Judá y habitantes de Jerusalén, confíen en el SEÑOR su Dios, y estarán seguros. Confíen en Sus profetas y triunfarán." Después de consultar con el pueblo, designó a algunos que cantaran al SEÑOR y a algunos que le alabaran en vestiduras santas, conforme salían delante del ejército y que dijeran: "Den gracias al SEÑOR, porque para siempre es Su misericordia." Cuando comenzaron a entonar cánticos y alabanzas, el SEÑOR puso emboscadas contra los Amonitas, los Moabitas y los del Monte Seir, que habían venido contra Judá, y fueron derrotados. (2º Crónicas 20: 15- 22)

Sinceramente te digo que no es tan fácil como se lee, pero si empezamos a depositar todos nuestros problemas en las manos de Dios y nos ponemos a alabarle, Él se encargará de solucionarlos. Tu alma tratará de angustiarte y te mostrará todas las dificultades posibles, pero tienes que hacerla callar. _Y ¿cómo puedo acallar a mi alma? Alabando y adorando a Dios. Reconoce que sólo Dios puede sacarte de los aprietos. Si por tu descuido te sobrevino el mal, pídele perdón a Dios, confesando tu pecado, humillándote delante de Él con arrepentimiento de corazón, entonces la misericordia y el amor de Dios te levantarán. Recuerda que eres hija/o de Dios y Él es un Padre amoroso y perdonador. No permitas que después de haberte humillado y arrepentido, el diablo ponga culpa en tu mente. Empieza a alabar y a adorar a Dios y verás tus problemas resueltos, porque Dios es un Dios de victorias, nunca ha sufrido una derrota.

Hay algo de suma importancia y es que:
· Tienes que depositar toda tu confianza en Dios.
· También debes limpiar tu corazón de orgullo.
· No guardes resentimiento contra nadie, sino perdona.
· Actúa en justicia, inclusive en las cosas más insignificantes.
· Ama y demuestra tu amor aun con aquellos que crees que no lo merecen.
· Y sobre todo, aunque no lo sientas, alaba y adora a Dios porque Él de da la victoria.
La adoración hará acallar a tu alma, sosegará a tu espíritu; librará a tu cuerpo de males y refrescará tu mente. No importa donde te encuentres, ni lo que estés haciendo, mantén tu espíritu en adoración y cuando puedas hazla salir por tu boca. Cuando tu espíritu adora, tu semblante empezará a reflejar la gloria de Dios, entonces toda la atmósfera alrededor tuyo se transformará y quienes te rodean también serán envueltos con el beneficio de tu adoración. La adoración hará que todos tus problemas se resuelvan, porque mientras le das a Dios el primer lugar, Él se encarga de hacer lo que tú en tus fuerzas nunca lo lograrías. Adora a Dios.

domingo, 1 de febrero de 2009

YO SOY ASÍ

YO SOY ASÍ
"Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto." (Romanos 12: 1, 2 BPD)

Muchas veces hemos puesto como excusa para no cambiar algunos hábitos que son desagradables o que lastiman a otros, diciendo: “Yo soy así”. Estúpida Excusa. Nadie es un producto terminado, siempre somos susceptibles al cambio. Desde que nacemos estamos en un proceso de cambio, tanto físico, como psicológico y espiritual. Somos seres amoldables, es decir que nos pueden introducir en un molde o nosotros decidimos introducirnos en él, pero esto no significa que no podamos salir de él. Dios nos creó muy inteligentes y capaces de darnos cuenta cómo estamos actuando, a pesar de haber pasado por circunstancias que nos han forjado torcidamente y que parece difícil de destorcer. Dios nos ha creado con capacidad de decidir. Así que podemos decidir seguir como somos o cambiar. Generalmente nos sometemos a cambios físicos y queremos guardar la apariencia frente a los demás, pero el cambio más importante que debemos hacer es el interno, es nuestra forma de pensar, porque es ahí, en la mente, donde se construyen fortalezas que son defensas que impiden que entre la manera de pensar de Cristo. Una de esas fortalezas es decir: “yo soy así”, esto produce en nosotros un bloqueo que obstruye el paso a lo que Dios quiere para nosotros.

Como seres humanos somos el resultado de un sin número de estereotipos, ideas, que van adecuando nuestra forma de pensar de un modo tal, que vamos adquiriendo hábitos y costumbres formando nuestra personalidad y carácter. Creemos que somos así y que no vamos a poder cambiar, entonces nos conformamos con esa idea y fortalecemos esta creencia impidiendo el cambio. La Palabra de Dios dice que nos transformemos, que cambiemos nuestra forma de pensar; si la Biblia dice eso, es porque es posible hacerlo, y por supuesto que Dios no lo va a hacer por nosotros, porque es nuestra responsabilidad cambiar lo torcido en nosotros. Ahora bien, si decidimos cambiar y le pedimos la ayuda a Dios, Él nos ayudará, mostrando qué áreas de nuestro carácter tienen que ser cambiados. Lo primero que tenemos que hacer es cambiar nuestra forma de pensar y pensar como hijos de Dios que no se conforman a este sistema. Cuando empezamos a pensar los pensamientos de Cristo, vamos a darnos cuenta que la voluntad de Dios siempre es buena para nosotros; es agradable, que va a producir en nosotros placer, aunque al comienzo no podamos entenderlo y también es perfecta, es lo mejor para nosotros, porque es Su voluntad la que nos va a llevar a feliz término.

“Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle. Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.” (Efesios 5: 1, 6, 15, 16, 17 BPD). El único molde al que debemos amoldarnos es al molde de Dios, debemos imitar Su forma de pensar, hablar y actuar; entonces vamos a poder cambiar, dejando de ser como somos para que seamos lo que Dios quiere que seamos. Esto es posible estudiando, escudriñando y meditando la Palabra de Dios. No en vano Dios le dijo a Josué: “Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y tendrás éxito.” (Josué 1: 8 BPD). El cambio de toda estructura mental que torció nuestra personalidad y destino, radica en introducirse día y noche en la Palabra de Dios, para conocer Su voluntad y seguirla fielmente.

No nos dejemos engañar por falsas razones, tales como: “Yo soy así”, o “yo no puedo cambiar, tienen que comprenderme”. Cuando razonamos así, estamos atrayendo sobre nosotros la ira de Dios, porque no estamos queriendo sujetarnos a Él para enderezar nuestro camino, sino que nos aferramos a lo torcido e insistimos que somos así, cuando en realidad, si es que somos hijos de Dios, ya no somos lo que éramos, por eso no debemos aceptar nada que no es recto o injusto en nosotros. “Escucha, hijo mío, y te harás sabio, y enderezarás tu corazón por el buen camino.” (Proverbios 23: 19) Cuidemos nuestra forma de comportarnos y seamos responsables buscando la voluntad de Dios en todo, para ello necesitamos ofrecernos a Dios como víctima para el sacrificio, así como Cristo se ofreció por nosotros y no vino a hacer Su voluntad, sino la del Padre. Jesús era Dios, pero no usó esa condición como excusa para hacer lo que quería, sino que se humilló y obedeció en todo al Padre. No somos un producto terminado, estamos en proceso de cambio, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo.” (Efesios 4: 13 BPD). "Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús." (Filipenses 1: 6 BPD) ¡Aleluya! Dios está trabajando en nosotros hasta completarnos. Somos barro en Sus manos, dejemos que Él nos amolde conforme a Su carácter. No nos resistamos diciendo: Yo soy así”. Dejemos que Dios trabaje en nosotros.