martes, 22 de noviembre de 2011

2012, AÑO DE REFORMA

2012, AÑO DE REFORMA
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. En vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantíos del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61: 1- 4 NVI)

Reforma es devolverle la forma original a lo que se ha deformado, volverlo a ser como fue al principio. Dios está llamando a Su pueblo a volver a los diseños originales, al propósito para el cual fuimos establecidos en esta tierra, para arreglar lo que el enemigo destruyó. Él ya nos ha ungido con Su espíritu para anunciar las buenas nuevas de salvación a los pobres, a aquellos que están sin herencia en el Reino de Dios, porque el diablo los ha cegado. Tenemos que levantar la voz anunciando las BUENAS NUEVAS, la gente está cansada de malas nuevas y vive en angustia esperando lo peor, pero los hijos del Reino estamos llamados a darles noticias buenas de salvación, alivio al espíritu angustiado; pero primero necesitamos revestirnos del poder sobrenatural del Espíritu de Dios, recibir la fuerza del Omnipotente, Su consuelo y Su ánimo, salir de una vez de entre las cenizas y ungirnos con el aceite que Él está ofreciendo a cada uno de Sus hijos. Dios viene a devolvernos la identidad de hijos.

Como fue en un principio con Adán y Eva, Dios quiere que sea en este tiempo. Su Espíritu está ansioso de cubrirnos, por eso es necesario que nos quitemos la capa de mendicidad y recibamos el manto de fiesta. Papá Dios quiere que entremos a Su fiesta. ¿Recuerdas qué pasó con el hijo pródigo? Anduvo por el mundo derrochando su herencia y después se vio pobre, sin fuerzas, casi desnudo, pero de pronto se le encendió el foquito, tuvo un momento de lucidez y dijo: -Qué hago yo aquí, pero si en la casa de mi padre hasta los sirvientes gozan de buena comida y yo aquí estoy a punto de comer lo que comen los inmundos cerdos. Volveré a mi padre…- Volveré a mi padre, fue la mejor decisión que hizo. Quizá dirás –pero yo no estoy como ese hijo, yo tengo comunión con Dios e inclusive disfruto de Sus bendiciones- Te pregunto, ¿disfrutas? ¿No estarás como el hermano mayor, poseyéndolo todo y no disfrutando nada? Dios ya ha preparado una fiesta, ya fue matado el Cordero más valioso, para que comamos y disfrutemos de todas Sus delicias. Mira que no te hablo de dinero, o mansiones, eso es secundario. Te hablo de DELEITE. “Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre.” (Salmo 16: 11 NBLH)

Entremos a la fiesta de bodas ahora, no esperemos en un futuro lejano, la fiesta ya ha empezado. “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo. "Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. "De nuevo envió otros siervos, diciéndoles: 'Digan a los que han sido invitados: "Ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está preparado; vengan a las bodas." "Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios, y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron. "Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad. "Luego dijo a sus siervos: 'La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. 'Vayan, por tanto, a las salidas de los caminos, e inviten a las bodas a cuantos encuentren.' "Aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de invitados.” (Mateo 22: 2- 10 NBLH)

El mundo nos está absorbiendo con muchos quehaceres “buenos” y no nos permite disfrutar de lo que Dios ya preparó para nosotros. Hay una fiesta a la cual Dios te está invitando, allí no puedes entrar con cualquier ropa, necesitas identificarte con la ropa de fiesta, sin angustia, ni preocupaciones, sin heridas en el alma; necesitas vestirte de Cristo, así como Adán y Eva estuvieron vestidos en un principio. Ponte el traje de fiesta y quítate el del desaliento. Vuélvete a lo que Dios ya diseñó para Sus hijos. Dios está continuando la reforma en Sus hijos y Él quiere que te dejes vestir con Su traje, así como el hijo pródigo se dejó vestir. Dios quiere que entres a Su fiesta, no te resistas. Es tiempo de reforma, de transformación, innovación, porque las cosas viejas ya pasaron, de aquí en adelante todo es nuevo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

UN CORAZÓN ARREPENTIDO

UN CORAZÓN ARREPENTIDO


Contra ti he pecado, sólo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
y tu juicio, irreprochable.
(
Salmo 51: 4)
El salmo 51 es la muestra del arrepentimiento de un hombre de Dios después de haber pecado; conviene que lo leas bajo la dirección del Espíritu Santo. Trataremos de ver algunos pasos que David sigue en este salmo.
1) David pide piedad al Dios Altísimo recordándole que Él es un Dios de misericordia.
2) Pide que borre sus rebeliones lavando su maldad y limpiando su pecado.
3) Reconoce que su pecado ha sido contra Dios, que ofendió la santidad de Dios.
4) Reconoce que Dios es un Dios que ama la verdad y hace comprender la sabiduría, por eso acude a Él.
5) Pide purificación, con hisopo. Se somete a la disciplina de Dios.
6) Vuelve a pedir que Dios lo lave para que vuelva a sentir gozo, alegría y sanidad corporal ("Y se recrearán los huesos que has abatido").
7) Pide a Dios, "no mires mis pecados y esconde tu rostro de mi maldad". Nosotros ahora le pediríamos que nos mire a través de la sangre de su Hijo Jesucristo.
8) Crea un corazón limpio, renueva un espíritu recto dentro de mí y no me eches de delante de ti; no quites de mí tu Santo Espíritu.
9) David quiere volver a sentir el gozo de la salvación. Sentirse salvo nuevamente y sentirse guiado nuevamente por el Espíritu de Dios. El pecado nos aleja de Dios y nos llena de angustia y temor.

David podía enseñar el camino de la salvación, pues sabía que, "al corazón contrito y humillado", Dios no lo desprecia. He ahí el secreto. Dios quiere que cada uno de nosotros tengamos un corazón que se duela de su maldad y que se humille delante de Dios. Un corazón arrepentido. Un corazón apasionado por Dios, que no pueda vivir sin la presencia de Dios. Un corazón que pueda decirle:
A dónde iré Señor sin Ti, sólo Tú tienes Palabras de vida eterna y yo he creído y seguiré creyendo en Ti a pesar de las circunstancias. Sólo tu amor me satisface, sólo Tú me deleitas. Mi gozo y mi vida es estar siempre contigo, amándote, adorándote, sirviéndote, rindiendo mi ser completamente a Ti. Mi corazón dice: te amo, te amo, te amo mi Señor Jesucristo. Espíritu Santo de Dios, ayúdame a mantener vivo el fuego de pasión por mi Amado Señor Jesucristo, que mientras mi corazón palpite, cada latido diga: te amo, te amo, te amo Jesús. Que cada respiración mía diga: Jesús, Jesús, Jesús. Es que mi ser no sabe cómo vivir sin Ti.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿CÓMO SON TUS PALABRAS?

¿CÓMO SON TUS PALABRAS?
Hay palabras sin sentido que se vuelven con sentido por el uso de los muchos y el despecho de los pocos. En cuestión de género, no manda la palabra, sino el género que a la misma da sentido. Y qué antagónico resulta decir: “hacer el amor”, cuando están comprando sexo; palabras sin sentido, confusas y mal entendidas… pero bueno, ¿quiénes entienden mal? ¿Los con sentidos o los sin sentidos? ¿Y quiénes son ellos o ellas? ¿Son palabras los balbuceos imprecisos del niño que aún mama? Para sus padres, sí; para el oyente inexperto sólo serán ruidos de un aspirante a hablar.

Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda. --Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente. --Iré a sanarlo --respondió Jesús. --Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. (Mateo 8: 5-8 NVI) ¿Qué le estaba diciendo el centurión a Jesús? Tu Palabra tiene autoridad, porque yo sé lo que es estar bajo autoridad y en autoridad. Tú no necesitas ir a mi hogar, además, ¿quién soy yo para que Tú entres en mi hogar? Lanza tan sólo la palabra y ésta hará la obra. Yo sé el poder que tienen mis palabras, el alcance de éstas, porque también estoy en autoridad. Señor Jesús, Tú tienes la autoridad, Tú tienes el poder, Tú tienes el querer; lanza la palabra y será hecho.

“Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: --Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” (ver. 10 – 12) Jesús queda maravillado, extasiado cuando escucha palabras de fe, éstas impresionan Su corazón, lo derriten y lo llevan a realizar el milagro. “Luego Jesús le dijo al centurión: --¡Ve! Todo se hará tal como creíste. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sanó.” (ver. 13).

Las palabras del Señor Jesús, son Palabras de verdad y vida. Las palabras con la fuerza de la fe en el Señor Jesucristo, reciben lo que creen. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6. 63 NVI). Paradójicamente a las palabras que lanzó a la higuera: “Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.” (Mateo 21: 19). Estas palabras de Jesús produjeron muerte. Te has preguntado alguna vez, ¿por qué lanzó Jesús esas palabras? ¿Fue por rabia, enojo, furia? Nada de eso, sino que, para qué sirve una higuera frondosa sino tiene higos. Pero no era tiempo de higos; ¿entonces para qué pretendía demostrar aquello que no poseía para dar?

Hay mucha pompa en las palabras cuando se dice lo que no se pretende en realidad, como discursos políticos, prensa alharaca, palabras y palabras como hojas en la higuera, pero sin sentido, sin decir lo que en realidad pretenden, dejando al azar la interpretación, pero manifestándose pomposamente. Distorsionan las palabras entrelíneas para hacernos creer lo que en realidad no son. No te fíes de aquel que te invita a comer en su mesa y te endulza con palabras halagüeñas, pero su pensamiento no está contigo, sino en el provecho que puede sacar de ti. (Lee Proverbios 23: 6 -9) Estas palabras zalameras producen náuseas y provocan vómito.

"Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca." (Apocalipsis 3: 15 y 16). Tibieza en las palabras es falta de fe. Si no tienes palabras de fe en el Señor Jesús, como tuvo el centurión, provocas náuseas. A Jesús no le convence un discurso pomposo, le maravilla la fe en Su Palabra. ¿Tienes fe? Habla fe, déjate de discursos baratos, el Señor Jesús sabe cuál es la intención de tu corazón.

El paralítico estaba sentado a la puerta del templo llamada “Hermosa”, esperando la compasión de las personas que iban a orar y a agradecerle a Dios por tantas bendiciones, en fin, ellas podían ir allí con sus propios pies y voluntariamente; él, sin embargo, era llevado por otros para pedir a los hombres lo que Dios bien podía hacer por él. De pronto, Pedro y Juan se acercaron para entrar por la puerta al templo y el paralítico les rogaba por una pequeña limosna. “Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios." (Hechos 3: 3-9 RV 60)

Míranos”, somos humanos como tú, no tenemos dinero, pero hay Alguien dentro de nosotros que puede sacarte de esta situación. Mientras el paralítico los miraba fijamente, sin decir palabras, esperando recibir algo material, aunque ínfimo, que no satisfaría su necesidad, oyó decir estas poderosas palabras a Pedro: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Éstas fueron palabras con poder, autoridad y fe, en un NOMBRE, no fueron palabras pomposas que se desvanecen al instante, fueron palabras de vida, que producen fruto en su tiempo, que satisfacen una necesidad; este hombre ya nunca más se sentaría a la puerta del templo, iría con sus propios pies a adorar al Dador de vida.

No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy”, qué quiere decir: No es en mi poder o fuerza, sino en el poder y la fuerza de Alguien dentro de mí, que sí puede hacer mucho por ti y en esa autoridad lanzo la palabra: “¡Levántate y anda!” para que la gloria no sea para el hombre, sino sólo para el que es la Palabra, el Verbo de Dios, Jesucristo, el Señor. Tú puedes lanzar la palabra con autoridad si eres hijo de Dios y esa palabra dará resultados, satisfará una necesidad, levantará a personas.

Ahora te digo: ¡Mírate! ¿Tienes algún recurso material que pueda levantar a un paralítico sin posibilidad de cura? Nada material podrá satisfacer la necesidad del alma hambrienta de Dios, del incapacitado para buscar a Dios. Pero tú tienes un recurso valiosísimo dentro de ti, tienes a Jesucristo y si lo tienes a Él, lo tienes todo. Lo que tienes dentro de ti, empieza a darlo para que otros puedan también glorificar a Dios por ellos mismos, para que puedan entrar a la misma presencia de Dios. Lanza la Palabra, Jesucristo es la Palabra. Hay muchos paralíticos por el temor, la amargura, el resentimiento, los celos, la decepción, etc. y necesitan que alguien les lance la Palabra para que nunca más sean los mismos. Dios ya te dio los recursos, te dio a Su Hijo, no para guardarlo dentro de ti, sino para decirlo al mundo, usa la Palabra que es vida y extiende Su Reino con el poder que llevas dentro de ti.