viernes, 29 de mayo de 2009

SOY LO QUE LA BIBLIA DICE QUE SOY

SOY LO QUE LA BIBLIA DICE QUE SOY

· Soy una nueva criatura en Cristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2ª Corintios 5: 17RV60).
· Soy hija/o de Dios, heredera/o de Dios y coheredera/o con Cristo. “El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.” (Romanos 8: 16-17NVI). “Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba! ¡Padre!" Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.” (Gálatas 4: 6-7 NVI). “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios.” (Juan 1: 12 -13NVI) “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3: 26)
· Soy escogida/o en Dios para ser santa/o y sin mancha delante de Él. "Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él". (Efesios 1: 4)
· Soy predestinada/o para alabanza de Su gloria. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.” (Efesios 1: 4b-6) “En Cristo también fuimos hechos herederos pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.” (Efesios 1: 11-12)
· Soy salva/o por gracia de Dios. “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.” (Efesios 2: 8-9)
· Soy hechura de Dios creada/o en Cristo para buenas obras. “Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.” (Efesios 2: 10)
· Soy embajador/a de Cristo. “Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: "En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios." (2ª Corintios 5: 20).
· Soy sal de la tierra. "Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.” (Mateo 5: 13)
· Soy luz del mundo. "Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.” (Mateo 5: 14).
· Soy lavada/o, santificada/o y justificada/o en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de Dios. “Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1ª Corintios 6: 11)
· Soy más que vencedor/a en Cristo. “Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8: 36-37)
· Soy miembro (parte) de Cristo. ¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo mismo? (1ª Corintios 6: 15a) “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos." (Efesios 5: 30)
· Soy un espíritu con el Señor. “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1ª Corintios 6: 17).
· Soy templo del Espíritu Santo. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1ª Corintios 6: 19)
· Soy de Dios en cuerpo y en espíritu. “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1ª Corintios 6: 20)
· Soy de Cristo y obtengo las promesas. “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3: 29)
· Soy de Dios y venzo al que está en el mundo porque el Mayor está en mí. “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1ª Juan 4: 4)

martes, 26 de mayo de 2009

ESFUÉRZATE POR CONOCER A DIOS


ESFUÉRZATE POR CONOCER A DIOS
“Esforcémonos por conocer al Señor, hasta estar tan seguros en él como de que el amanecer llegará. El Señor vendrá a nosotros como la lluvia, como el agua fresca que cae sobre la tierra.” (Oseas 6:3 PDT)
Si un pianista quiere llegar a tocar muy bien el piano, de tal forma que lo pueda hacer aun con los ojos cerrados, tiene que dedicar muchísimas horas al día, por muchos años para adquirir esa destreza, pero como esa es su meta, no escatimará esfuerzo, ni tiempo para lograrlo. Si nosotros queremos conocer al Señor Jesucristo, tampoco debemos escatimar esfuerzo ni tiempo en buscarle y estar con Él, si esa es nuestra meta. No debemos descansar hasta llegar a estar seguros que estamos en Cristo, protegidos y guardados en Él, sabiendo que Él es un escudo a nuestro alrededor y por más que el enemigo lance sus dardos y flechas contra nosotros, no podrá penetrar ese escudo protector que nos rodea. “Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza!” (Salmo 3: 3 NVI). Porque David pasaba mucho tiempo en comunión con el Señor, le conocía y sabía que, a pesar de estar rodeado por muchos enemigos, Dios lo protegía. En este tiempo, cuando el mundo se ve envuelto en una crisis social, económica y espiritual, los hijos/as de Dios debemos esforzarnos por conocer a Dios, más que por buscar cómo vamos a salir de la crisis. Nuestra prioridad debe ser buscar el reino de Dios, que es Jesucristo; y Su justicia, que es Su voluntad y Dios se encargará de proveernos trabajo, salud y todo lo que necesitemos. “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Todo lo demás, él se los dará a su tiempo.” (Mateo 6: 33 BLS)

_Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? --le preguntó uno. _Esfuércense por entrar por la puerta estrecha _ contestó--, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. (Lucas 13: 23:24 NVI). El esfuerzo es la energía o poder, tanto física, como emocional y espiritual, que utilizamos para vencer los obstáculos. Para vivir la vida cristiana en victoria debemos vencer muchas dificultades. En lo físico, nuestro cuerpo tiene necesidades que hay que suplirlas, pero si estas necesidades ocupan el primer lugar, nuestro esfuerzo se desvía a lo físico y dejamos lo más importante que es el Reino de Dios. “Ya no se preocupen preguntando qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. Sólo los que no conocen a Dios se preocupan por eso. Ustedes no se desesperen por esas cosas. Su Padre que está en el cielo sabe que las necesitan.” (Mateo 6: 31: 32) Las preocupaciones afectan nuestras emociones y por ende nuestro espíritu. “El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.” (Proverbios 15: 13 NVI). Debemos esforzarnos por conocer más de Dios y no conformarnos con lo que tenemos hasta ahora, o detenernos por enfocarnos en las cosas temporales.

Cuando Cristo ocupa el primer lugar en nuestra vida, las preocupaciones ya no nos preocupan porque conocemos que nuestro Amado no nos va a dejar, ni nos va a desamparar, Él siempre estará con nosotros y estamos seguros que nuestro Dios es especialista en resolver lo imposible a la vista del ser humano. Entonces, ¿qué nos queda por hacer? “Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.” (1ª Pedro 5: 7 BLS). Debemos despreocuparnos sabiendo que nadie ha resuelto nada con preocuparse; lo único que ha ganado es perder el sueño, tener enfermedades, ahuyentar a los amigos y alejarse de Dios. Lo más prudente es depositar toda nuestra confianza en aquel que nunca nos fallará, en Dios. “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas.” (Habacuc 3: 17-21 NVI) Esta es la confianza de un varón que conocía a Dios. Cuanto más le conozcamos, mayor va a ser nuestra confianza en Él.

En Jueces capítulo 6 y 7 está la historia de Gedeón. Este varón estaba desalentado y se sentía impotente porque sus enemigos habían infundido temor tanto en él como en todos los israelitas; eso también hace nuestro enemigo el diablo para poder derrotarnos; pero Dios le levantó el ánimo diciéndole que él era un varón esforzado y valiente y le dijo además que fuera a salvar a la nación con la fuerza que tenía porque Jehová estaría con él. Gedeón obedeció, pero antes debía destruir unos ídolos, lo cual hizo como Dios le ordenó y después de eso, si seguimos leyendo la historia, vamos a ver la victoria que obtuvo. Dios conocía el potencial de Gedeón, aunque parece que Gedeón no se daba cuenta de ello; sin embargo, Dios lo alienta y le dice que use lo que tiene para derrotar al enemigo, la fuerza que Dios le había dado. En nosotros está el mayor poder conocido, el Espíritu Santo, por tanto esforcémonos en conocerle, y dejémoslo actuar, pero antes derribemos todo altar a otros dioses que hemos levantado y que permite que el enemigo nos derrote. Los altares pueden ser, pesimismo, angustia, temor, intelectualismo, etc., que están ocupando el primer lugar en nuestra vida y nos destruyen. Pero ahora Dios te dice: Usa lo que tienes para derrotar al enemigo. - ¿Qué tienes tú, hija/o de Dios para derrotar al enemigo que te atormenta? _ Al Espíritu Santo de Dios. Por tanto, esfuérzate por conocerlo y no te intimides, adora a Dios con gratitud de corazón y avanza hacia la victoria porque tu enemigo ya fue derrotado.

miércoles, 20 de mayo de 2009

MUJERES CON VISIÓN

MUJERES CON VISIÓN

La Biblia está repleta de historias de personas buenas y malas. Cada una de estas historias ha sido escrita para nuestra enseñanza, para mostrarnos indiscutiblemente la misericordia y el amor de Dios.

Si hacemos un rápido recorrido a través de la Biblia, vamos a encontrar la historia de mujeres que han vivido en santidad, viendo más allá de lo sensible, apoderándose sin desmayar de las promesas de Dios.

Mirar más allá de lo sensible es tener visión. La palabra VISIÓN quiere decir, (si me permiten hacer mi interpretación de esta palabra) “ver a Sión”, contemplar con los ojos espirituales la Gloria de Dios, allí donde la muerte se transforma en Vida y la adoración fluye a raudales constantemente; lo que sería, “sueños en acción”. La realidad de la palabra visión la vemos manifiesta cuando hacemos nuestras, o nos apropiamos por medio de la proclamación en fe de las promesas de Dios, pero en la fe de Dios que es espiritual y no racional; no se trata de repetir palabras positivas, sino de hacer que brote de nuestro espíritu la fe de Dios para declarar Sus promesas para nuestras vidas.

Para poder mantener firme la visión, necesitamos fe, esa fe que brota del corazón, esa misma fe de Dios. Los obstáculos van a aparecer, pero recordemos siempre que nuestro Dios, es un Dios que vence los obstáculos, es más, Él no mira los obstáculos, porque a Su sola presencia estos huyen. Recordemos que Él va delante de nosotros como poderoso Gigante, porque Él es Varón de guerra y nunca ha perdido, ni perderá una sola batalla, así que permanezcamos reposadas en Jesucristo. Aleluya. Estamos con el Vencedor.

Si analizamos brevemente la vida de Sara, vemos que ella se mantuvo firme a la visión y la fe la sostuvo. La fe de Dios en Sara y su visión hacia lo prometido, hacia la gloria de Dios, permitió que aquella matriz que estaba seca, empezara a tener vida y ser capaz de procrear.

Permanecer fijos los ojos en la visión y sostenernos en la fe de Dios, sin importar las adversidades de la vida, va a permitir que aquellas áreas que se estaban secando en nuestras vidas, empiecen a renovarse y fortalecerse y a dar fruto, incontable fruto. ¿Qué está muriendo dentro de nosotras las mujeres? Alcemos la vista y miremos a Sión y contemplemos la gloria de Dios y se renovarán nuestras fuerzas, y brotará la vida y la esterilidad se tornará en fertilidad.

Volvamos ahora nuestra mirada a la madre de Moisés. El edicto real era que todo varón que naciera de entre los hebreos, fuera echado al río; y esta mujer dio a luz un varón, al verlo tan hermoso lo escondió por tres meses, pensando siempre que Dios tenía un plan para ese bebé, porque Dios no estaba de acuerdo con lo que hacía el faraón; entonces colocó a su hijo en una canastilla que ella había hecho con mucho amor; después de impermeabilizarla la colocó a la orilla del río Nilo, sin perder de vista la visión. Dios fue fiel y recompensó la fe de esta mujer, salvando a Moisés y colocándolo en el palacio real. Moisés posteriormente rechazó todo título y honor terreno y prefirió el vituperio de Cristo, antes que las riquezas terrenales porque se sostuvo viendo al invisible, se mantuvo firme a la visión, aquella visión que su madre le impartió.“Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.” (Hebreos 11: 23 - 27).

La visión de la madre de Moisés, fue impartida a su hijo y confirmada por Dios cuando lo llamó en medio de la zarza ardiente. La visión de cada mujer, madre natural o espiritual que lea esto, va a ser confirmada por Dios como dice en Isaías 49: 25. “Pero así dice Jehová: Ciertamente el cautivo será rescatado del valiente, y el botín será arrebatado al tirano; y tu pleito yo lo defenderé, y yo salvaré a tus hijos.” ¿Dónde están tus hijos? ¿Qué decreto tiene el malvado faraón contra ellos? Escóndelos por fe en el regazo de Dios, no importa la edad que tengan. Recuerda que hay un pacto entre las hijas de Dios y el Dios Todopoderoso, pacto sellado con la sangre de Jesucristo en la cruz del Calvario. Aférrate a ese pacto, porque es irrevocable y está establecido sobre mejores promesas.

Empecemos a mantener los ojos fijos en la visión y apoderémonos de cada promesa de la Biblia, porque son para nosotras las mujeres. Lee Deuteronomio 28: 1- 13. (Sólo te muestro los versículos 1 y 2) “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios”.
Observa lo que tienes que hacer para alcanzar estas promesas:
1. Debes oír atentamente la voz de Jehová. Para ello es importante ordenar a tu mente que se sujete a Cristo, esto lo vas a lograr si hablas a tu alma (tu mente está en tu alma) y le dices que ocupe su lugar sujetándose a tu espíritu, que por supuesto está sujeto al Espíritu de Dios.
2. Guarda en tu corazón y en tu mente cada una de estas palabras. Haz lo que María hizo. “Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” (Lucas 2: 19). Guardar y meditar significa poner atención y pedir entendimiento respecto a lo dicho.
3. Poner por obra la palabra. Practicar la Palabra de Dios es hacer Su voluntad en nuestras vidas. “No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” (Santiago 1: 22)

Hablar de las promesas de Dios y creer con la misma fe de Dios, que son para nosotras aquí y ahora, hará que empecemos a saborear las bendiciones del Reino.

Si nos mantenemos firmes a la visión, nuestras palabras serán siempre de agradecimiento a Dios por las bendiciones de cada día, porque si Él cuida de las aves, también de nosotras cuidará y por ende de nuestros hijos y esposos.

Mujeres con visión son aquellas que pueden vislumbrar la Sión celestial y aferrarse a las promesas que Dios tiene para cada una de nosotras, promesas que sólo las encontraremos en Su Palabra, por eso es importante empaparse de la Palabra de Dios, saborear de los manjares que nuestro Padre ha preparado para nosotras. Sólo estudiando Su Palabra vamos a saber qué cosa tiene Dios para nosotras, de lo contrario ignoraremos las bendiciones y por consiguiente no disfrutaremos de ellas.

Mujeres con visión son aquellas que viven en santidad, porque sin santidad nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14). La santidad es el constante acercamiento a Dios, reconociendo que Él y sólo Él es quien nos da la victoria. Jesús dijo: "santifícalos en tu verdad, tu Palabra es verdad", esto lo vemos en Juan 17: 17. Sólo si nos mantenemos firmes en Su Palabra, vamos a ser santificadas. La Palabra de Dios debe abundar en nuestros corazones y en nuestros labios.

Podríamos hablar mucho más de las mujeres con visión, mencionar por ejemplo a Rebeca, la joven que vislumbró la visión y partió de su hogar para recibir las promesas que Dios les había hecho a Abraham y a Sara. También mencionaremos a la madre de Samuel y qué decir de María, la madre de Jesús, quien se mantuvo firme a la visión y fue muy favorecida y bendita entre todas las mujeres. Hay otras mujeres que como Rahab, la prostituta, que por su fe en Dios fue librada y además formó parte de la genealogía de Jesucristo y muchas más que le creyeron al Señor sin mirar las circunstancias, entre las cuales también puedes estar tú como mujer de gran fe. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos.” (Hebreos 11: 31, 35)

Cada una de estas mujeres era como nosotras, no tenían nada en especial, salvo que eran mujeres con visión. Si queremos que Dios nos use efectivamente, empecemos a tener visión, ver más allá de la realidad que nos circunda, tomar por fe lo que Dios ya nos dio, entrar en el Reino de Dios y pronto, muy pronto todos los que nos rodean entrarán en ese Reino también. Mujer: "¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?" (Juan 11. 40).

domingo, 17 de mayo de 2009

EJERCITA TU MENTE EN LA VERDAD

EJERCITA TU MENTE EN LA VERDAD
“Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.”
(Filipenses 4: 8 BLS)
El diablo quiere tomar control de tu mente con sus mentiras, pero si tú te ejercitas en la verdad de Dios, la única absoluta verdad, el diablo tendrá que huir. “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4: 7 NVI). Cuando se tiene que trabajar en un banco donde hay que recibir billetes (dinero), lo primero que se hace es darle a la persona unos billetes verdaderos, los cuales ella tiene que agarrar con las yemas de los dedos como quien los cuenta, esto lo hace por cierto tiempo, de tal modo que sus yemas se habitúen a la textura de los billetes verdaderos; pasado un tiempo, le dan un fajo de billetes, pero han introducido uno falso, entonces las yemas de sus dedos notan la diferencia y detectan el billete falso. Lo mismo, tenemos que hacer nosotros, pero no con billetes, sino con los pensamientos de Dios. Tenemos que ejercitarnos en pensar los pensamientos de Dios a través de Su Palabra, para ello debemos estudiarla y alinearnos a Ella. Esto requiere de esfuerzo, porque el diablo va a poner desgano en nosotros y nos va a mostrar todo lo atractivo que él ofrece. Necesitamos conocer lo verdadero para detectar lo falso y no dejarnos engañar. Así que empieza a ejercitarte en la Verdad; busca, llama e insiste hasta empaparte de Ella.

“Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.”
(2ª Corintios 10: 4, 5 NVI). Para derribar aquellas formas de pensar que se han arraigado en nuestra mente necesitamos usar las armas que Dios nos ha dado y una de ellas es llevar en cautiverio todo pensamiento a la obediencia de Cristo. Muchas veces nuestra mente nos juega una mala pasada, entonces empezamos a conjeturar sobre cosas que no son reales, pero que de tanto imaginarnos las admitimos como reales y verdaderas. Por ejemplo: Alguna persona no contestó a nuestro saludo simplemente porque estaba distraída, pero nosotras no nos hemos dado cuenta de ello y empezamos a formarnos juicios en nuestra mente respecto al por qué no nos respondió el saludo. Esos juicios se vuelven conceptos y los expresamos en palabras fortaleciendo de esta forma nuestras suposiciones. Así vamos alimentando una forma falsa de pensamiento y creamos fortalezas dentro de nosotros que bloquean nuestra mente a la verdad; nos volvemos inexpugnables, de tal forma que no oímos razones, sino sólo nuestra razón. Cuando la razón no entiende razones, lo único que nos queda es llevar nuestros pensamientos en cautiverio a Cristo, dejárselos a él y atrapar Sus pensamientos por medio de Su Palabra.

"Encomienda a Jehová tus obras; y tus pensamientos serán afirmados." (Proverbios 16: 3 RV1865). Cuando vayamos a realizar alguna obra, debemos ponerla en manos del Señor, admitiendo que sólo Él nos da la sabiduría, el entendimiento y la capacidad, reconociendo que nosotros sólo somos instrumentos en Sus manos. Cuando le damos el mérito a Dios por lo que hacemos, guardamos nuestros pensamientos de vanagloria y los afirmamos en el Señor. Necesitamos alinear nuestros pensamientos con los de Cristo. “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1ª Corintios 2: 16 RV 60). Como hijos de Dios, nosotros tenemos la mente de Cristo, de tal modo que estamos aptos para pensar como Él, ésa es ahora nuestra naturaleza; lo que es contrario al pensamiento de Cristo es contra nuestra nueva naturaleza. Lo que nos hace pensar como Cristo es el Espíritu de Dios; y los pensamientos que no son de Cristo, proceden de nuestra antigua naturaleza dominada por el pecado, la cual debe permanecer crucificada con Cristo. Ahora que somos de Cristo debemos ajustar nuestros pensamientos a los de Él y desechar todo aquello que nos induce a la desobediencia y a pecar.

"Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo." (Efesios 4: 22- 25 NVI) Necesitamos empezar a renovar nuestra actitud mental, o sea la intencionalidad de cada uno de nuestros pensamientos, para que comencemos a pensar verazmente y no nos dejemos engañar por nuestros pensamientos; es por eso la importancia de poner en cautiverio los pensamientos y llevarlos a Cristo pidiéndole que Él escudriñe y exponga a Su luz cada uno de nuestros pensamientos e intenciones para no ser engañados. “Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu…Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios.” (Romanos 8: 5, 8) Sujetemos nuestros pensamientos al Espíritu Santo, pues sólo Él nos puede guiar a toda verdad. “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.” (Juan 16: 13 NVI).

miércoles, 13 de mayo de 2009

PRACTICANDO LA PALABRA DE DIOS

PRACTICANDO LA PALABRA DE DIOS
"No todo el que me dice: 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?' Entonces les diré claramente: 'Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!' "Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina." (Mateo 7: 21 – 27 NVI)

Todo aquél que le ha entregado su vida a Dios por medio de Jesucristo, es decir, recibiendo a Cristo como Señor y Salvador de su vida, debe también permanecer en Cristo haciendo la voluntad de Dios en obediencia a Su Palabra. Esto es caminar sobre la Palabra de Dios, porque si nos desviamos de Ella haciendo lo que creemos que es bueno vamos a ser reprobados y lo que construyamos se derrumbará como la casa construida en la arena. En cambio si construimos sobre la Roca, que es Cristo, es decir sobre Su Palabra, de acuerdo a lo que Ella dice, vamos a permanecer firmes cuando vengan las pruebas y las tentaciones, porque hemos puesto nuestro cimiento en Cristo, basado en lo que la Biblia dice y no en lo que los hombres nos dicen. Necesitamos cada día conocer un poco más de La Palabra de Dios, alimentarnos de la Vida de Dios. “Y o soy el pan de vida --declaró Jesús--. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.” (Juan 6: 35). Jesús es nuestro alimento y Jesucristo es Su Palabra, Él no puede estar separado de lo que dice. Necesitamos comer a Cristo todos los días a través de Su Palabra. No podemos en lo natural pretender vivir saludablemente si no nos alimentamos, porque muy pronto vamos a sufrir de desnutrición y vamos a enfermar e inclusive hasta morir. En lo espiritual es lo mismo, si no nos alimentamos diariamente del Pan de Vida que es Cristo Jesús, entonces vamos a ser presa fácil de los engaños de Satanás que nos enfermarán el alma, porque el diablo trabaja con el alma de la persona para hacerla pecar.

Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad (mansedumbre) la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas. Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. (Santiago 1: 21 -22 NBLH). La palabra “desechando”, quiere decir: “poniendo aparte algo para no volverse a tomar”. ¿Qué debemos botar de nosotros? Toda “inmundicia” es decir, “suciedad” “deshonestidad” que todavía tengamos y todo resto de malicia, de maldad que aún permanezca en nosotros. ¿Por qué debemos despojarnos de estas cosas? Para poder recibir la Palabra que fue sembrada en nosotros y recibirla con humildad, con sencillez de corazón. La Palabra de Dios sembrada en nosotros debe crecer, es por eso que debemos arrancar todo lo que impide su crecimiento y liberar a nuestra alma colocándola en su lugar para que nuestro espíritu sujeto al Espíritu de Dios tome el control de nuestro ser.

Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia. (Efesios 4: 21)
Pero ahora desechen también todo esto: ira, enojo, malicia, insultos, lenguaje ofensivo de su boca. Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto que han desechado al viejo hombre con sus malos hábitos, y se han vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo creó. (Colosenses 3: 8 -10). Cuando quitamos de nosotros estas cosas mencionadas y permitimos que la Palabra de Dios crezca, nuestra alma se va renovando, se sana, se salva como dice Santiago 1:21. En el alma tenemos los pensamientos, las emociones, sentimientos y la voluntad. La Palabra de Dios purifica nuestra alma de todo pensamiento malo; de toda emoción o alteración dañina a nuestro ser y nos ayuda a tomar buenas decisiones y a hablar lo que es correcto y verdadero, de modo que vayamos adquiriendo el carácter de Cristo. Eso es ser hacedores de la Palabra de Dios, esta Palabra tiene que hacerse parte nuestra, tiene que formar parte de nuestra vida, tiene que llegar a ser nuestra vida misma, así como Cristo y Su Palabra son la misma cosa. Sólo así llegaremos a ser la boca de Dios. “Entonces Yavé me dijo: "Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca." (Jeremías 15: 19). Debemos hacer la separación de lo bueno y lo malo, desechando todo lo malo e impuro para hablar sólo las Palabras de Dios. Desechando lo que envenena el alma, debemos seguir el orden establecido por Dios y hacer que nuestro espíritu gobierne todo nuestro ser, para esto debemos decirle a nuestro espíritu que se sujete al Espíritu Santo y al alma que se sujete a nuestro espíritu y a nuestro cuerpo que se sujete a nuestra alma regenerada; de ese modo es como Dios va a poder tener control en nuestras vidas y vamos a vivir y andar en el Espíritu, entonces Su Palabra se hará vida en nosotros y la luz de Dios crecerá en nuestro espíritu alumbrando todo nuestro ser y guiándonos a toda verdad y santidad. Recordemos que nuestra comunión con Dios es a través del espíritu y no a través del alma: “porque el hombre que está en el alma no acepta las cosas espirituales porque le son locura, pues no es capaz de comprenderlas, porque han de discernirse por medio del espíritu.” (1ª Corintios 2: 14 Syespañol).

viernes, 8 de mayo de 2009

EL PODER DE LA PALABRA HABLADA

EL PODER DE LA PALABRA HABLADA
Antes de que todo comenzara ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y era Dios .Cuando Dios creó todas las cosas, allí estaba la Palabra. Todo fue creado por ella, y sin ella, nada se hizo. De la Palabra nace la vida, y ella, que es la vida, es también nuestra luz. La luz alumbra en la oscuridad, ¡nada puede destruirla!
(Juan 1: 1-5 BLS)
La palabra tiene poder creativo. La prudencia nos lleva a cuidar bien lo que hablamos, porque nuestras palabras tienen tremendo poder de muerte o vida (Proverbios 18. 21). En el principio todo se hizo a través de La Palabra. Los sueños de Dios se hicieron realidad cuando la Palabra fue dicha. La Palabra estaba en el corazón de Dios y cuando fue pronunciada emergió la luz que disipó las tinieblas y continuó la Palabra fluyendo y creando, porque La Palabra es vida y la vida es luz. Cuando la luz de la Palabra penetra en las áreas oscuras de nuestro ser, emerge la vida y aleja la muerte. Las tinieblas son muerte y no hay comunión con la luz, porque vida y muerte no son compatibles.

“Jesucristo nos enseñó que Dios es luz, y que donde Dios está no hay oscuridad. Este es el mensaje que ahora les anunciamos. Si decimos que somos amigos de Dios y, a la vez, vivimos pecando, entonces resultamos ser unos mentirosos que no obedecen a Dios. Pero si vivimos en la luz, así como Dios vive en la luz, nos mantendremos unidos como hermanos y Dios perdonará nuestros pecados por medio de la sangre de su Hijo Jesús.” (1ª Juan 1: 5-7 BLS) La luz de Dios en nuestras vidas nos hace transparentes, sin dobleces, y las palabras que broten de nuestra boca serán palabras de vida para quienes las oigan. Entonces dejaremos de juzgarnos unos a otros, de condenarnos, sino más bien nos exhortaremos unos a otros en amor, para ver si podemos levantar al caído y que Dios lo restaure. "Hermanos en Cristo, no les estoy dando un mandamiento nuevo. En realidad, es el mismo mandamiento que Dios les dio desde el principio. Es un mandamiento muy antiguo, y ustedes ya lo conocen. Sin embargo, esto que les escribo es un mandamiento nuevo, y ya saben lo que significa, como también Cristo lo sabe. Él es la luz verdadera, que brilla cada vez más fuerte y hace que la oscuridad vaya disminuyendo. Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a otro miembro de la iglesia o a cualquier persona, en realidad vive en una gran oscuridad. El que ama a los demás, vive bajo la brillante luz de Dios y no causa ningún problema a los de su iglesia Pero el que odia a otro cristiano, vive en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego." (1ª Juan 2: 7-11). El amor de Dios en nuestras vidas hace que brille Su luz en nosotros y las palabras que broten de nuestros labios serán poderosas para dar vida porque salen cargadas de fe y nunca dirán nada que dañe al prójimo.

Las palabras están en el espíritu y de allí brotan. Cuando nuestro espíritu está lleno del Espíritu Santo de Dios, entonces nuestras palabras serán luz y crearán vida. Cuando Dios creó las cosas, este planeta estaba desordenado y vació, pero Su Palabra lo llenó de luz y vida. Cuando el caos reine a nuestro alrededor, dejemos que la luz que está en nosotros brille y hablemos vida, declarando con fe que Aquel que es Todopoderoso removerá las tinieblas y hará que Su Vida se manifieste, porque es el único que tiene poder para resucitar muertos y crear cosas nuevas. Dejemos que Jesús, que es la Palabra, salga de nuestra boca.

Por eso, hermanos míos, ya que Dios es tan bueno con ustedes, les ruego que dediquen toda su vida a servirle y a hacer todo lo que a él le agrada. Así es como se debe adorarlo. Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. (Romanos 12: 1, 2 BLS) Necesitamos urgentemente cambiar nuestra forma de pensar para poder pensar los pensamientos de Cristo, y como los pensamientos se traducen en palabras, pronto estaremos hablando las palabras de Él y manifestando Su luz. Dios quiere que seamos manifestadores de Su Luz para que demos de Su vida a los demás. Cuando todo nuestro ser esté entregado a Dios, vamos a fluir en el lenguaje de Dios, en la fe que va a redundar en adoración; y allí en la intimidad, vamos adquiriendo el estilo de vida de Dios, nos empapamos de Él, hasta que todo nuestro ser se conjugue con el de Dios, así dejamos de poner nuestra mirada en nosotros mismos y sólo la centramos en Dios, pues Él es el único que importa, entonces fluye la adoración, porque sólo lo vemos a Él; Su Santidad nos envuelve de tal forma que no podemos mirarnos, sino contemplar la belleza de Su Santidad, la hermosura del más hermoso de los hombres. Allí atrapamos el corazón de Dios y nuestra vida deja de ser nuestra, porque ya se la hemos dado a nuestro Dueño y Señor. La Luz nos absorbe y Su Vida destila de nuestro ser para vida; nuestros pensamientos los sujetamos a Cristo; nuestras palabras son luz y verdad y brota de nuestro ser el amor, porque hemos entrado en Él. Dios es amor y lo manifestó en la cruz. Cuando Su amor se hace vida en nosotros, se manifiesta en la crucifixión de nuestro YO, para soltar ligaduras de impiedad, para sacar de la cárcel a los presos, para quitar la venda de los ojos para que puedan ver, para libertar y para darnos como Cristo se dio por nosotros. Nuestras palabras pueden soltar, sacar, quitar, libertar y redundar en otros, vaciarnos para que ellos reciban vida, la vida de Dios. Somos comunicadores de vida, manifestadores de la luz de Dios y nuestras palabras tienen poder. Usa ese poder para producir vida, la vida de Dios.

domingo, 3 de mayo de 2009

LA CLAVE DEL ÉXITO DEL CRISTIANO

LA ORACIÓN, LA CLAVE DEL ÉXITO DEL CRISTIANO
Una vida de oración glorifica a Dios. Jesús oraba. Marcos 1:35; Marcos 14:35 y muchos versículos más nos dan evidencia que Jesús era un hombre de oración y enseñó muchísimo acerca de ella. El apóstol Pablo hizo lo mismo; es que una vida sin oración es una vida sin relación. No podemos pretender relacionarnos con Dios si no estamos en oración. Satanás ha hecho de la oración algo aburrido en la vida de muchos cristianos, porque sabe que el día que ellos oren, como lo ordena La Palabra de Dios (Lucas 18:2), el diablo estará derrotado. La falta de oración trae afán y ansiedad al alma. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios con toda oración y ruego con acción de gracias.” (Filipenses 4: 6). La oración es el acto de poder expresar lo que sentimos ante nuestro Padre Celestial, para descargar en Él aquello que nos aflige, solicitándole que se haga Su voluntad en nuestra vida y luego le damos gracias porque sabemos que Él tomará el control de todo; entonces ya no nos afligimos, esperamos pacientemente en Él y como resultado tendremos la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardando nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7). Recuerda: Dios siempre tiene el control de todo; lo que pasa es que nosotros no lo dejamos gobernar nuestra vida, si lo haríamos, nuestro diario vivir sería más llevadero.

Los patriarcas, profetas, discípulos y el mismo Jesús tenían una vida de oración, es decir que vivían en estrecha relación con Dios, lo cual sólo es posible a través de la oración, que puede ser de alabanza, adoración, gratitud y no sólo de petición; es de esta forma que permanecemos cerca de Él y cuanto más cerca de Él estemos, más semejantes a Él seremos; vamos a ser impregnados del Ser de Dios (2ª Corintios 3:18). Dios quiere que le contemos mediante la oración qué siente nuestro corazón; quiere que confiemos en Él, que seamos capaces de creer por fe que Él puede solucionar todos nuestros problemas. “Pedid y se os dará para que vuestro gozo sea cumplido.” (Juan 16: 24). Pero pidan con fe, sin dudar y gócense después de haber pedido, sabiendo que Dios tiene la respuesta correcta, porque todo lo que pidan creyendo, lo van a recibir.

¿Qué resultados obtenemos cuando oramos?
*La oración produce paz y guarda nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7; Isaías 26:3).
*La oración nos da gozo, porque en su presencia hay plenitud de gozo, delicias a Su diestra para siempre (Salmo 16:11; Juan 16: 24).
*La oración nos trae liberación (1º Samuel 30: 8).
*La oración acompañada de ayuno echa fuera a los demonios más tenaces. (Marcos 9:14-29)
*La oración nos da confianza en Dios porque sabemos que Él nos oye en todo lo que le pidamos de acuerdo a Su voluntad (1ª Juan 5: 14; Proverbios 15:29).
*EL Espíritu Santo viene en nuestro auxilio cuando oramos (Romanos 8:26,27).
*La oración de confesión nos perdona y nos limpia de toda maldad (1ª Juan 1: 9).
*La oración de fe salvará al enfermo y Dios lo levantará y si hubiere cometido pecados le serán perdonados (Santiago 5:15).
*La oración del justo (los justificados por la sangre de Cristo) puede mucho (Santiago 5: 16).
*Dios se goza en nuestra oración. ( Proverbios 15:8)
*Cuando oramos creyendo, vamos a recibir lo que pedimos. (Mateo 21:22)
*La oración puede cerrar los cielos o abrirlos para que llueva o deje de llover (Santiago 5:17)
*Por medio de la oración se recibe el Espíritu Santo (Hechos 8: 15, 17)

*Las oraciones suben como memoria delante de Dios (Hechos 10:4).
*Las oraciones suben como incienso delante de Dios (Apocalipsis 5:8).

Estos resultados y mucho más podemos obtener por llevar una vida de oración. La Biblia dice que perseveremos en la oración (Colosenses 4:2); que oremos en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu (Efesios 6: 18); que oremos sin cesar (1ª Tesalonicenses 5:17); que oremos en todo lugar (1ª Timoteo 2:8); que oremos en el Espíritu (Judas 20); y Jesús habla sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1). La vida del cristiano no puede estar separada de la oración, es más: la oración es el pulmón del cristiano, sin ella se asfixia en este mundo contaminado por el pecado, por lo tanto no podemos concebir una vida sin oración, es como si pretendiéramos quitar el oxígeno del aire que respiramos. La oración va unida a la alabanza, adoración e intercesión. La alabanza y adoración van dirigidas a Dios y la intercesión pide en favor del prójimo; de ese modo cumplimos la ley de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.

Al ocuparnos en la oración llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo y dejamos de ocuparnos de la carne (concupiscencia) para ocuparnos del Espíritu y así agradar a Dios. Concentra todos tus pensamientos en Dios, de tal manera de agradar a Aquel que te tomó por soldado y decide pensar “todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, donde haya virtud alguna y sea digno de alabanza.” (Filipenses 4:8). La oración nos hace dependientes de Dios y esto nos da la libertad, porque si andamos en el Espíritu somos libres y ya no vivimos en la esclavitud del pecado. Jesús ya nos hizo libres. Disfruta de esta libertad y entra en el reposo de Dios.