viernes, 17 de febrero de 2012

EL REINO DE DIOS

EL REINO DE DIOS
"Así que no estén ansiosos preguntando: '¿Qué comeremos?' '¿Qué beberemos?' O '¿cómo nos vestiremos?' Porque los paganos (idólatras) son los que ponen en su corazón estas cosas. Tu Padre celestial sabe que necesitas todas estas cosas. Busca primero El Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se te darán también. No te inquietes por el mañana; ¡el mañana traerá su propia inquietud! ¡El día de hoy ya tiene suficiente con su propia aflicción!
(Mateo 6: 31-31 TKIM-DE)

Dios tiene un Reino y el principio fundamental de ese Reino es “justicia”, porque Dios es justo; y no se trata solamente de dar a cada cual lo que le corresponde, sino de hacer manifiesta Su justicia en cada súbdito de Su Reino, es decir, que cada uno viva en justicia. Si lees el contexto de Mateo 6 encontrarás allí también la famosa oración, “El Padre Nuestro”, allí dice, en el versículo 10: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” EL Reino de Dios consiste en hacer Su voluntad, ésta es Su justicia, pero, ¿cómo la podemos comprimir en nuestra vida? “Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo”. (Génesis 15: 6 NVI). “Creer”: creerle a Dios nos lleva a vivir Su justicia y creerle a Dios es “hacer Su voluntad” de la misma forma que en el cielo se ejecuta la voluntad de Dios, así debe establecerse en nuestra vida en todo.

Habacuc 2: 4; Romanos 1: 17, Gálatas 3: 11 y Hebreos 10: 38, expresan: “el justo vivirá por la fe”, es evidente que por la fe en Dios. Entonces, la justicia que debe perseguir todo hijo de Dios es vivir por fe, creyéndole a Dios sin importar las circunstancias, porque su fe no está basada en lo que se ve, sino en lo que Dios dice.
El salmo 23 es la expresión de vivir por fe. Cuando David escribió este salmo no se encontraba tranquilo sentado en su trono, sino perseguido y deambulando por lugares inhóspitos, sin embargo su confianza en Dios lo sostuvo, él sabía en quién había creído y que era digno de confianza, pues Su Palabra nunca falla. “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.” (Salmo 23 NVI) Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.” (Juan 10: 11 NVI) Nuestro Buen Pastor quiere que creamos que teniéndolo a Él, lo tenemos todo, así que no importa que nuestro valle parezca muy tenebroso, si estamos con y en Cristo, ¿qué puede hacernos el diablo? “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1ª Juan 4: 4 RV60)
(Romanos 8: 31 – 39 BLS) "Sólo nos queda decir que si Dios está de nuestra parte, nadie podrá ponerse en contra nuestra. Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, así que también nos dará junto con él todas las cosas. ¿Quién puede acusar de algo malo a los que Dios ha elegido? ¡Si Dios mismo los ha declarado inocentes! ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. ¿Quién podrá separarnos del amor de Jesucristo? Nada ni nadie. Ni los problemas, ni los sufrimientos, ni las dificultades. Tampoco podrán hacerlo el hambre ni el frío, ni los peligros ni la muerte. Como dice la Biblia: "Por ti nos enfrentamos a la muerte todo el día. Somos como las ovejas que se llevan al matadero". En medio de todos nuestros problemas, estamos seguros de que Jesucristo, quien nos amó, nos dará la victoria total. Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la vida, ni la muerte, ni los ángeles, ni los espíritus, ni lo presente, ni lo futuro, ni los poderes del cielo, ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!"
La incredulidad lastima el corazón de Dios porque se lo está tildando de mentiroso y se lo está comparando al “padre de la mentira”. Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8: 44) “El que cree en el Hijo de Dios acepta este testimonio. El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, por no haber creído el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.” (1ª Jn. 5: 10 – 12 NVI). El Reino de Dios y Su justicia es creerle a Dios respecto a todo lo que Su Hijo ha hecho por nosotros y no permitir que las mentiras del diablo socaven la verdad de Dios. Dios es luz y nosotros debemos andar en la luz de Su verdad, Su Palabra es verdad, todo lo que no concuerda con ella, o la contradice proviene del “padre de la mentira”. Cuánto más le creas a Dios, más lo irás conociendo y conocerlo es obtener la vida eterna. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Jn. 17: 3). Si buscas ante todo Su Reino y Su justicia, Dios se encargará de darte aquello por lo que se afligen los incrédulos.

miércoles, 8 de febrero de 2012

CÓMO RENOVAR LA MENTE



CÓMO RENOVAR LA MENTE
Somos lo que pensamos, es decir que nuestros pensamientos determinan quiénes en realidad somos, porque los pensamientos se convierten en palabras, las palabras en acciones, las acciones en costumbres, las costumbres en hábito y el hábito forma el carácter. El carácter es el sello distintivo de cada persona y éste se va desarrollando por medio de los pensamientos, por eso es importantísimo cuidar nuestros pensamientos. Recuerda: nadie puede pensar tus pensamientos, sólo tú los puedes pensar, porque están en ti y ellos son los que te dan vida, la clase de vida que quieres llevar. “Por encima de todo, guarda tu corazón; porque es la fuente de las consecuencias de la vida”. (Proverbios 4: 23 TKIM-DE). Corazón es la palabra clave, no se refiere al órgano que bombea la sangre, sino más bien a la actitud[1] e intencionalidad[2] de los pensamientos íntimos. ¿Qué guardamos dentro de cada uno de nosotros? ¿Con qué alimentamos nuestra vida interior? Guardamos pensamientos y nos alimentamos de ellos para luego recibir el resultado de los mismos, puede ser bueno o malo, según lo que hayamos estado pensando.

Tú piensas tus propios pensamientos y sólo tú puedes controlarlos, aunque te parezcan como torrentes que te invaden sin pedir permiso, tú puedes poner un alto, tú eres el amo de tus pensamientos, no te vuelvas esclavo de ellos. “Renovaos, pues, ahora en el espíritu de vuestra mente o interior de vuestra alma.” (Efesios 4 23 TA). Nuestros pensamientos necesitan ser renovados, volver a lo que Dios planeó para nosotros desde un principio, es decir, pensar como Dios piensa. Quizá digas: -“Esto es imposible, estamos viviendo en un mundo lleno de maldad y aunque no queramos, nos contaminamos”. No es imposible guardarnos en santidad, apartados para Cristo, a pesar de la contaminación de este mundo, por eso Pablo nos exhorta diciendo: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”. (Romanos 12: 2 NVI) (Lee Romanos 12).

“Pues la Escritura dice: ¿Quién conoce la mente del Señor? ¿Quién podrá instruirle?" Sin embargo, nosotros tenemos la mente de Cristo.” (1ª Corintios 2: 16 DHH) ¿Para qué nos dio Dios la mente de Cristo? Para pensar los pensamientos de Él, porque en una mente sin Cristo no se puede pensar como Él. Ahora, lo importante es adecuar nuestros pensamientos a los pensamientos de Cristo y esto es posible no permitiendo que lo que es contrario a Su Palabra tome posesión de nuestra mente. Alguien dijo: “No podemos evitar que las aves vuelen sobre nuestra cabeza, pero sí podemos evitar que aniden en ella”. No podemos evitar que los pensamientos negativos vengan, pero es nuestra responsabilidad no dejar que se incuben en nuestra mente, es decir no debemos pensarlos, sino sacarlos de inmediato usando la Palabra de Dios como arma de defensa; sabemos que ella es como una espada, entonces, usemos esta poderosa espada para cortar todo pensamiento que envenena nuestro ser.

“En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.” (Filipenses 4: 8 BDP)
Después de todo, ¿qué debemos pensar?
1. Todo lo que es verdadero y noble: Lo verdadero está en la Palabra de Dios. No siempre lo real es verdadero, por ejemplo, si te sientes sola y desamparada, recurre a la Palabra que dice: “No temas, porque yo estoy contigo, no te inquietes, porque yo soy tu Dios; yo te fortalezco y te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.” (Isaías 41:10 BDP). Lo noble es aquello grande e ilustre, lo que Dios piensa de ti. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29: 11).
2. Todo lo que es justo y puro. No lo injusto ni impuro o contaminado. Lo justo es que pienses conforme a la Palabra de Dios con respecto a ti y a los demás. Lo puro es lo auténtico, genuino, limpio, así como Dios piensa de ti, Él te ve justo, porque fuiste justificado con la preciosa sangre de Su Hijo Jesucristo. “Cristo nunca pecó. Pero Dios lo trató como si hubiera pecado, para declararnos inocentes por medio de Cristo.” (2ª Corintios 5: 21 BLS).
3. Todo lo que es amable y digno de honra. La amabilidad es la simpatía de pensamiento con respecto a nosotros y a los otros, es lo opuesto a la rudeza y antipatía y si pensamos amablemente, esto sí es digno de honra o de buena fama, de renombre, lo contrario sería indigno de honra. “Comportaos sabiamente con los que no creen en Cristo, aprovechando al máximo cada momento oportuno. Que vuestra conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabréis cómo responder a cada uno.” (Colosenses 4: 5, 6 BAD).

4. Todo lo que haya de virtuoso o merecedor de alabanza. Lo virtuoso es lo moral, lo sano con respecto a nosotros y a los otros. No podemos tener pensamientos inmorales respecto a las personas, porque acarreamos destrucción para nosotros y también para los otros. El adulterio y la fornicación vienen justamente por pensamientos de inmoralidad, no aparecen de la noche a la mañana, han sido incubado por mucho tiempo y luego dado a luz o consumado. Estos pensamientos no son dignos de encomio o alabanza, sino más bien de reproche.
“Que nadie, al ser tentado, diga: "Es Dios quien me tienta." Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. Mis queridos hermanos, no se engañen. Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación. Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere. Por esto, despójense de toda inmundicia y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles la vida. No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” (Santiago 1: 14 – 22 NVI)

A modo de reflexión:
Los pensamientos de los justos son rectitud; mas los consejos de los impíos, engaño. (Proverbios 12. 5 RV60)
Encomienda a Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados. (Proverbios 16: 3)
No comas pan con el avaro, Ni codicies sus manjares; porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está contigo. (Proverbios 27: 3)
¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo. (Salmo 139: 17)
Sean, pues, aceptables ante ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor, roca mía y redentor mío.
(Salmo 19: 14 NVI)

No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos. Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo. Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado. Practiquen todas las enseñanzas que les he dado; hagan todo lo que me vieron hacer y me oyeron decir. Y Dios, que nos da su paz, estará con ustedes siempre. (Filipenses 4: 6- 9 BlS).
[1] Actitud: Disposición de ánimo (alma) manifestada de algún modo. Actitud benévola, pacífica, amenazadora, de una persona, de un partido, de un gobierno
[2] Intencionalidad: Deliberado. Voluntario, intencionado, hecho a propósito.