viernes, 13 de enero de 2012

RENOVACIÓN





RENOVACIÓN
“Renovaos, pues, ahora en el espíritu de vuestra mente o interior de vuestra alma.”
(Efesios 4 23 TA)
Renovación es la palabra que debe estar presente en nuestras vidas este año. Dios quiere que nos despojemos de todas aquellas cosas malas que hemos arrastrado hasta ahora, por ejemplo, mentiras, quejas, amargura, fraude y todo aquello que atenta contra la santidad de Dios; por eso nos dice en el versículo 24: “Y revestíos del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a la imagen de Dios en justicia y santidad verdadera.” Cuando Dios creó a Adán y Eva, Él los creó a Su imagen y semejanza para que sean sus fieles representantes aquí en la tierra; sin embargo, el pecado distorsionó esta imagen de Dios en el ser humano y lo arrastró a cometer obras malas o pecado contra su Creador. Pero Cristo vino para restaurar a la humanidad caída para que vuelva a ser como en un principio según el propósito de Dios.

En la cruz del Calvario, Cristo canceló nuestra deuda. “Ustedes, en otro tiempo, estaban muertos espiritualmente a causa de sus pecados y por no haberse despojado de su naturaleza pecadora; pero ahora Dios les ha dado vida juntamente con Cristo, en quien nos ha perdonado todos los pecados. Dios anuló el documento de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba; lo eliminó clavándolo en la cruz. Dios despojó de su poder a los seres espirituales que tienen potencia y autoridad, y por medio de Cristo los humilló públicamente llevándolos como prisioneros en su desfile victorioso.” (Colosenses 2: 13-15 DHH) Ahora ya nada nos obliga a vivir según la naturaleza pecaminosa, porque si hemos recibido a Cristo en nuestro corazón, Él ha colocado Su naturaleza en nosotros para que vivamos conforme Su voluntad y no conforme a las pasiones carnales dando lugar al pecado que ofende a Dios.

Satanás y su séquito ya han sido despojados de su poder y ahora nosotros en Cristo tenemos el Mayor poder, que es el Espíritu Santo de Dios que nos habita, para que con Su poder nos cubramos de Cristo desde nuestro inconsciente hasta el consciente. Como hijos de Dios necesitamos renovar nuestros pensamientos que poco a poco han ido adaptándose a la corriente de este mundo. Pablo nos exhorta lo siguiente: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12: 2 NVI) Debemos tener siempre presente que quien nos habita ya venció a Satanás y que por lo tanto en Él (Cristo) somos más que vencedores. Que no quepa duda que a pesar de todo el esfuerzo del diablo por hacernos pecar, nosotros, si nos aferramos a Cristo vamos a salir victoriosos. “¿Acaso no creen lo que dice la Biblia, que «Dios nos ama mucho? En realidad, Dios nos trata con mucho más amor, como dice la Biblia: «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con amor a los humildes». Por eso, obedezcan a Dios. Háganle frente al diablo, y él huirá de ustedes.(Santiago 4: 5-7 BLS).

“Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.” (Colosenses 3: 8-15 NVI) El amor es el lazo que debe unirnos como hijos de Dios para que conformados a Su imagen y semejanza crezcamos hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, renovándonos día a día y creciendo en santidad y justicia conociéndolo más y más por medio de Su Palabra y por la comunión continua con Dios a través de la oración, dejando que Su espíritu nos gobierne para que Su voluntad se establezca en nosotros y ya no vivamos según nuestro vano criterio, sino según Dios.