jueves, 30 de octubre de 2008

HALLOWEEN NO ES UNA FIESTA INOCENTE



HALLOWEEN NO ES UNA FIESTA INOCENTE

Halloween es una fiesta pagana, que tiene su origen en los ritos célticos. Fue a finales del siglo XIX (finales de 1800), cuando inmigrantes irlandeses introdujeron la fiesta de Halloween a Estados Unidos. Actualmente esta fiesta se ha propagado no sólo en EEUU, sino que rápidamente se ha popularizado en Latinoamérica. En Bolivia se celebra como una fiesta inocente y divertida para los niños y jóvenes, pero de inocente y divertida no tiene nada, pues es fundamentalmente satánica. Vemos en los puestos de ventas disfraces de brujas, calaveras, bromas (si así se las puede llamar) para celebrar la fiesta de halloween. Los padres de familia incautos e ignorantes del trasfondo de esta fiesta regalan a sus hijos lo que el mercado les brinda para ofrecer culto a Satanás, príncipe de las tinieblas.

No es coincidencia que se enlace la fiesta de halloween, que es el culto al dios de la muerte y las tinieblas, con la fiesta de los difuntos, que no es otra cosa que culto a los muertos. Satanás está buscando ser adorado, directa o indirectamente, por eso el pueblo de Dios debe tener conocimiento de lo que este diablo maquina.

No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. (Efesios 5: 11,12)

La palabra “halloween” deriva de "All hallow's eve", frase del inglés antiguo que significa, “víspera de todos los santos”.

300 años antes de Cristo, Los celtas, que vivían en las regiones de Irlanda, Inglaterra y parte de Francia, era una sociedad controlada por sacerdotes druidas que eran adivinos, magos o brujos. Estas sociedades druidas adoraban y servían a Samhain, dios de la muerte. Cada año, el 31 de octubre, los druidas celebraban la víspera del año nuevo céltico en honor de su dios Samhain, brindándole sacrificios de animales y humanos.

Ellos creían en la inmortalidad del alma, la cual decían se introducía en otro individuo al abandonar el cuerpo; pero el 31 de octubre volvía a su antiguo hogar a pedir comida a sus moradores, quienes estaban obligados a hacer provisión para ella.

Los celtas eran adoradores de Samhain, dios de la muerte, a quien en este mismo día (31 de octubre) invocaban para consultarle sobre el futuro, salud, prosperidad, muerte, entre otros. En esta fecha se invitaba también a los malos espíritus a reunirse para examinar los acontecimientos del futuro y además a visitar sus antiguos hogares en la tierra. Esta fiesta era conocida como ‘el festival de la muerte” En la religión de los celtas se daba culto a numerosos dioses.

La noche del 31 de octubre, los druidas se vestían con cueros y cabezas de animales, disfrazados de fantasmas, espíritus y brujas; iban por todo el vecindario recogiendo ofrendas para el dios de la muerte y las tinieblas Samhain, para brindarle honor y darle ofrenda y sacrificios. Si los sacerdotes no quedaban conformes o a gusto con los obsequios, ellos le hacían el TRICK o truco a la familia de la casa, quemándole su terreno. levándose a la doncella, matando su ganado o poniéndole enfermedades en la familia. Este es el origen de la frase "Trick or Treat". Al haber recogido y reunido todas las ofrendas, los sacerdotes druidas hacían grandes fogatas ofreciendo en ellas sacrificios humanos o de animales para adorar a su dios, de ahí se deriva la palabra fogata en inglés: bonfire: hueso (bone) y fuego (fire).

Como hijos de Dios no debemos participar ni del día de los difuntos, ni de halloween, ambas celebraciones son paganas y rinden culto a los demonios, atrayendo a espíritus de muerte sobre nuestra nación, porque cuanto más se honra a los demonios, más control ellos tienen sobre el lugar donde se le rinde culto.

Halloween no es una fiesta inocente. Esta fiesta mueve a espíritus inmundos para destruir a las personas. Por eso, los hijos de Dios debemos someternos a Dios, ponernos las armas del Espíritu y a hacerle frente al enemigo que ya fue derrotado por Jesucristo en la Cruz del Calvario.
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.(Efesios 6: 10- 18)

ENTRANDO EN EL REPOSO DE DIOS


ENTRANDO EN EL REPOSO DE DIOS


Cuando entras en el reposo de Dios, tus obras también reposan; esto es para dar lugar a que las obras de Dios se realicen, porque mientras tú estés haciendo lo que tu criterio te indique, Dios no puede obrar en ti, ni a través de ti. En el reino de Dios se hace Su voluntad, por eso Cristo dijo: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mateo 6: 10). Notemos la secuencia en este versículo y entendamos que Cristo hablaba siempre con eterna sabiduría. El reino de Dios tiene que venir a nuestras vidas para que podamos hacer Su voluntad. El reino de Dios es reconocer el Señorío de Cristo, entrar en Él y dejar de ser, para que sólo Cristo sea.

Reconocer el Señorío de Cristo no consiste solamente en llamarle “Señor”. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de lo cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7: 21). Jesús concluye el Sermón, denominado del Monte con una comparación del hombre prudente y el insensato (Mateo 7: 24-29). El prudente, oye las palabras de Jesús y las hace; el insensato, oye y no las hace. El prudente, no es derrotado, en cambio el insensato queda arruinado. Aquí no habla de infierno, habla de reino. El prudente fundó su casa en la Peña, en Cristo; el insensato, en su insensatez. Hacer la voluntad de Dios es hacer Sus Palabras. Es obedecerle en todo. La obediencia es reposo, porque no tienes que pensar lo que vas a hacer, sino hacer lo que debes hacer. El reino de Dios es obediencia. La obediencia es creerle a Dios y actuar en Su Palabra.

La voluntad de Dios es agradable para quien le ama. “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.” (Salmo 40:8). Cuando Su Palabra está en medio de nuestro corazón, Su voluntad resulta agradable. Jesús y Su Palabra son una misma cosa. El que ama a Dios desea hacer la voluntad de Dios, desea ser hacedor de la Palabra de Dios; eso es “prudencia”; Es prever el peligro y alejarse. “Con los avisados (prudentes) está la sabiduría.” (Proverbios 13:10). Los sabios actúan con prudencia. El hijo de Dios que es sabio, entenderá que hacer la voluntad de Dios es lo mejor para su vida. Entenderá que hay recompensa en la obediencia. La recompensa del reposo en Dios.

Si Josué les hubiera dado el reposo, Dios no habría hablado posteriormente de otro día. Por consiguiente, queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas. Esforcémonos, pues, por entrar en ese reposo, para que nadie caiga al seguir aquel ejemplo de desobediencia.” (Hebreos 4: 8-11). El reposo especial es Cristo en nosotros y nosotros en Él haciendo Su voluntad. Para no caer en desobediencia por incredulidad, necesitamos esforzarnos en conocer más de su voluntad.

Cuando dejes que la voluntad de Dios se haga en tu vida, verás que hay transformación en tu entorno, porque la gloria de Dios se extiende y va alcanzando a los tuyos. Este es el año de salvación para los tuyos. Este es el año cuando la gloria de Dios se hará manifiesta en ti y en tu familia. Ya no te desesperes, cree solamente. Confiesa en fe la Palabra de Dios. Sumérgete en las aguas de vida del Espíritu. Levanta tus alas como el águila y deja que el soplo del Espíritu te eleve, y empieza a ver desde la perspectiva de Dios donde la imposibilidad no existe, donde aquello que no es empieza a ser, porque Él llama a las cosas que no son como si fueran y levanta lo que está muerto para traerlo a la vida. Tan sólo cree y haz lo que Su Palabra dice.

No mires lo que te rodea, ni te dejes llevar por lo que oyes. Alza ahora tus ojos y mira a Jesús, escúchalo a Él que dice: “No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Porque: “Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?" (Romanos 8: 31,32). Cree y declara la Palabra de Dios para tu vida y la de los tuyos, “porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2ª Corintios 1: 20). Las promesas de Dios para tu vida y los tuyos ya son realidad en Él; lo único que tú tienes que hacer es declarar en fe las Palabras del Señor, porque cuando tú las declaras, tu fe es fortalecida y la realidad de Dios se hace tangible para ti. Por tanto empieza a glorificar a Dios por lo que Él ya ha hecho en tu vida y declara las maravillas que todavía tus ojos naturales no ven, pero que por fe tú las estás viendo, porque “la fe es la certeza de lo que esperas, la convicción de lo que no ves.” (Hebreos 11: 1). ¿Qué esperas? Empieza a verlo por fe y convéncete de aquello que todavía no ves. Créele a Dios. “¿No te he dicho que si creyeres verás la gloria de Dios?” Cree solamente.

miércoles, 29 de octubre de 2008

LA ADORACIÓN DERROTA EJÉRCITOS


LA ADORACIÓN DERROTA EJÉRCITOS

En 2º de Crónicas 20 se relata la victoria de Israel sobre los moabitas y amonitas que se levantaron en guerra contra el pueblo de Dios. Cuando el rey Josafat se enteró, consultó a Dios, ayunó y pidió socorro a Jehová, declarando: “en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.” (v.12). El rey se dio cuenta que en sus fuerzas no estaba la solución, sino en Dios quien tiene todo el control. Dios le respondió, porque cuando Su pueblo se humilla delante de Él reconociendo que nada puede sin Dios y se vuelve a Él por socorro, Dios no se queda callado. “Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” (v.15). Estas mismas palabras son las que Dios dice ahora a Su Iglesia. Nuestro enemigo es el diablo y sus secuaces (demonios), ellos son muchos y han llenado de temor a los hijos de Dios; temor de perder el trabajo, de enfermarse, de perder a sus hijos, al esposo, etc. Dios nos dice: No teman, mía es la guerra, quédense tranquilos, Yo peleo por ustedes. Confíen en mí.

Nuestro Dios se encarga de nuestros enemigos cuando nosotros le permitimos que Él actúe. Cuando acudimos a Él y le entregamos nuestros problemas, sabiendo y estando convencidos que Su palabra es verdad y que Él nunca va a actuar en forma contraria a lo que dice. ¡Créelo! Él nos dice: “No habrá para que peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén (Oh Iglesia y Cuerpo mío) no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros.” (v. 17). Lo único que tenemos que hacer es lo que hizo el rey Josafat, y todo Judá, juntamente con los moradores de Jerusalén: “se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová.” (v. 18). La Palabra de Dios ya está decretada para nuestras vidas, la victoria ya está ganada, fue ganada por Jesucristo en la cruz del Calvario, Él ya venció por nosotros y con Él somos más que vencedores, entonces ¿qué nos queda por hacer? ¡ADORARLO! SÓLO ADORARLO.

La adoración tiene que salir de nuestros labios y entonces todo el temor huye y se desvanece. “Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.” (v. 19). Alza tu voz en alabanza y adoración a Dios. “Glorificad a Jehová porque su misericordia es para siempre.” (v. 21). Entonces verás a tus enemigos (depresión, angustia, temor, celos, envidia, ira, etc.) caer a tus pies, derrotados, porque “Sin embargo, tú eres santo, que habitas entre las alabanzas de Israel.” (Salmos 22:3 LBLA). Dios habita en medio de la alabanza de Su pueblo. Y donde Él está no hay cabida para nada, ni nadie más. Si entiendes esto, ya no vivirás en derrota, porque no has sido rescatado por Jesús para vivir derrotado, sino en victoria, porque ahora tú estás sentado con Cristo sobre todo principado y autoridad. Mantente en el lugar que Cristo ya ganó para ti. Mantente en adoración todo el tiempo, porque así estarás en Su Presencia, envuelto en la atmósfera Celestial, estarás guardado y protegido por el Todopoderoso.

"Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.” (v. 21). Lo que pasó en el ámbito natural, pasa ahora en el ámbito espiritual, porque nuestra guerra no es “contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6: 12). Es una multitud incontable que se lanza al ataque contra los hijos de Dios, pero si tú adoras a Dios, ellos van a caer en sus propias trampas. La adoración derrota a nuestros enemigos, que no son humanos, sino son espíritus malignos. “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1ª Juan 4: 5).

Deléitate en Dios, tu victoria es segura. “Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.” (v. 24). Aun en el desierto más árido de nuestra vida, hay una Torre a la cual podemos ir y ver que nuestros enemigos han muerto, ya no existen. Tu Torre Fuerte es Cristo. Corre a tu Torre Fuerte y observa tu victoria. Acude a Jesús, Él ya te dio la victoria. Hay un botín que debes recoger, todo lo que el diablo te robó (gozo, salud, hijos, esposo, etc.). Hay un valle llamado “Beraca”, que significa bendición, que te espera. Júntate con todos los redimidos por Jesús y celebra tu victoria alabando, glorificando y adorando al que vive y reina por siempre, al Vencedor que tiene las llaves de la muerte y del Hades y te dice: No temas, he vencido y vengo en breve. Espérame. Y la Iglesia contesta: Amén; sí, ven, Señor Jesús. Te esperamos en adoración. Amamos tu venida. Ven, Señor Jesús.

martes, 28 de octubre de 2008

ESFUÉRZATE PARA SER COMO TU REY


LOS HIJOS DEL REINO DEBEN ESFORZARSE PARA SER COMO SU REY

“… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto; a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…” (Efesios 4: 13). Cuando Dios creó a Adán y Eva, los hizo a Su imagen y Semejanza, porque Él quiere que Sus hijos sean como Él es. El testimonio que Juan tiene de Jesucristo es éste: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad."(Juan 1: 14). Jesús reflejaba la gloria de Dios. Cristo mismo dijo: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais, y desde ahora le conocéis y le habéis visto…El que me ha visto a mí ha visto al Padre… ¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras." (Juan 14: 7, 9,10). "Hemos sido engendrados por el Espíritu Santo de Dios y hemos llegado a ser un espíritu con el Señor," (1ª Corintios 6:17), para manifestar la gloria de Dios, de modo que quien nos vea, vea también a Jesús, y si ven a Jesús, también van a ver a Dios.

Ahora que somos de Cristo y que hemos entrado a Su reino debemos entender que “nosotros tenemos la mente de Cristo”. (1ª Corintios 2: 16) ¿Para qué tenemos la mente de Cristo? Pues para tener la capacidad de pensar como Cristo, de modo que no podemos decir que nuestros pensamientos no pueden controlarse. Los pensamientos están en la mente y si nuestra mente es la mente de Cristo, nuestros pensamientos tienen que ser los pensamientos de Cristo. Nuestros pensamientos reflejan quiénes somos. “Porque cual es su pensamiento de su corazón, tal es él.” (Proverbios 23: 7) . Vamos a hablar y actuar conforme a lo que pensamos; es por eso la importancia de “…llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2ª Corintios 10: 5) ¿Cómo voy a poder llevar cautivo los pensamientos a la obediencia a Cristo? Tomando las poderosas armas del Espíritu y destruyendo todas las fortalezas o estructuras que el enemigo ha colocado en nuestra mente y sacando de raíz todo nuestro razonamiento que nos impide alcanzar la verdad, quitando también de raíz todo lo que se eleva sobre el conocimiento de Dios. (2ª Corintios 10: 4,5). Como hijos de Dios ya no podemos pensar como se nos dé la gana, ni siquiera Cristo lo hizo así.

Dios quiere que la Iglesia del Tercer Día, la Iglesia de la Resurrección, ya no tenga sus propios pensamientos, sino los pensamientos de Cristo, para poder hablar como Jesús y hacer las obras de Él. Por tanto Él dice: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano, deje el impío su camino, (deja tu propia forma de hacer las cosas, enderézate) y el hombre inicuo sus pensamientos y vuélvase a Jehová, (conviértete a Él, fija tus ojos en Él, para hacer todo conforme veas de Él) el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos….” (Isaías 55. 6-12)

La forma de pensar de Dios es superior a la nuestra (Isaías 55:9), Él piensa y actúa desde la perspectiva celestial; y es allí donde nos ha sentado con Cristo, (Efesios 2: 6) para que nosotros pensemos y actuemos como Él, porque mirando las cosas desde la perspectiva de Dios, nuestra visión va a ser diferente. Nuestra mente debe entender que aunque físicamente estemos aquí en la tierra, nuestra realidad no es terrenal, sino celestial. Ahora estamos en Cristo, sobre todo principado y autoridad (Efesios 1: 20-22), guardados en Jesucristo (Judas 1). La atmósfera que nos envuelve es incontaminada, estamos en el seno mismo de Jesucristo, donde el diablo no tiene poder sobre nosotros; por eso amados “esfuércense en la gracia que es en Cristo Jesús…porque ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado… El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero. Considera lo que te digo, y el Señor te dé entendimiento en todo.” (2ª Timoteo 2: 1-7)

Dios quiere que nos despojemos de la pereza espiritual y tomemos las armas del Espíritu y la vestidura de Cristo que es la justicia de Dios, para que afirmados y cimentados en Él seamos plenamente capaces de conocerle en toda Su magnitud, para que lleguemos a ser como Él es y manifestemos Su gloria.

lunes, 27 de octubre de 2008

EL SEÑORÍO DE CRISTO EN TU VIDA


EL SEÑORÍO DE CRISTO EN TU VIDA

El reposo que Dios tiene para nosotros es Cristo. Hemos pasado una vida de desierto por muchos años por no haberle creído a Dios, pero ahora el Señor nos dice: Yo quiero que entres en mi reposo, porque Yo quiero reposar en tu reposo. Entrar en Cristo es poseer el reino de Dios con todo lo que tiene y también a Su Rey. El Rey del reino de Dios es Cristo Jesús, es el Soberano y único Rey. Cuando entendemos que Jesús es el Señor en nuestras vidas, todos los demás reyes que han estado gobernando nuestro ser, tienen que doblegarse ante el Señor de señores. Ya no puede quedar en pie, por ejemplo, el rey “opinión propia”, de modo que todo aquello que gobernaba nuestra mente tiene que ser remplazado por los pensamientos de Cristo hasta que “mi opinión” ya no tenga cabida, “porque en Él vivimos, y nos movemos, y somos…” (Hechos 17: 28), “porque separados de él nada podemos hacer” (Juan 15: 5).

El reino de Dios es espiritual, pero se manifiesta en lo natural, porque la gente de reino transforma su entorno, no sólo inmediato, sino también mediato. Los cristianos de la Iglesia primitiva que entendieron el señorío de Cristo fueron reconocidos como “los que trastornaron el mundo entero” (Hechos 17: 6) Ellos invirtieron el orden del sistema de entonces. En el imperio romano el César era el señor y también el dios. Cuando los primeros cristianos entendieron y se sometieron al señorío de Cristo, ya no se conformaron al sistema imperante, sino que renovaron su entendimiento y sometidos al señorío de Cristo comprendieron la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta. (Romanos 12: 2). La gente del reino de Dios empieza a transformar vidas porque ha conformado su vida a la de Su Señor. Se ha sujetado para hacer la voluntad del Rey, porque ha entendido quién es el Señor y quién es él en Su Señor.

Estar en Cristo no es solamente participar de todo lo que Él posee, es en primer lugar manifestar a Cristo a través de nuestras vidas. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu.” (Romanos 14: 17). El reino de Dios no consiste en lo cotidiano y temporal, sino en lo eterno, en manifestar la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu. Estas cualidades tienen que verse en la gente del reino de Dios, a tal punto que los que no son del reino, o que todavía no han entrado en él, anhelen lo que poseemos. Así como son manifiestas las obras de la carne, de la misma manera debe manifestarse en nosotros el fruto del Espíritu Santo. La manifestación del fruto refleja si somos o no del reino de Dios, porque “por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7: 16). El que está sometido al señorío de Cristo no actúa por cuenta propia, por impulso, o por sus muy buenas intenciones, sino que hace la voluntad de Dios. Depende totalmente de Su Rey.

Para entrar en el reposo de Dios, necesitamos conocer y reconocer quién es el Señor del reposo. Cuando reconocemos la autoridad de Jesús en nuestras vidas, lo que suponíamos que era nuestra autoridad y derecho tiene que desaparecer, pues ya no nos pertenecemos, somos de Aquel que nos compró a precio de sangre, a precio de Su propia Vida. Iglesia de Jesucristo, este es el tiempo para reconocer el señorío de Cristo en Su Cuerpo y en cada pequeña partícula de todo aquel que conforma la Iglesia. Guardemos nuestros pensamientos centrados en nuestro Señor. Miremos la cruz donde Él dio Su vida para otorgarnos el perdón de nuestros pecados. Gocémonos en Su resurrección que nos da la justificación (Romanos 4: 25). Miremos a nuestro Señor para hacer todo conforme Él quiere. Que nuestros ojos no se desvíen tras otros señores, porque nadie puede amar a dos señores. Que nada ni nadie ocupe el primer lugar en nuestras vidas, para que cuando Él venga, todo nuestro ser, espíritu, alma y cuerpo sea hallado sin ni un motivo de reproche. Dios quiere restaurar completamente a Su Iglesia y esto sólo va a ser posible cuando nos sometamos totalmente a Él. Nadie puede llamar a Jesús, Señor y no hacer Su voluntad. Si Jesús es el Señor en nuestras vidas, Él debe tener todo el dominio de ella. Dios le ha dado a Jesucristo todo el señorío, tanto en la tierra como en los cielos “y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la Iglesia, la cual es Su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. (Ef.1: 22,23) y “nosotros estamos completos en Él que es la cabeza de todo principado y potestad. (Col. 2: 10) Porque Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un Nombre que es sobre todo nombre, para que todos en cualquier lugar se doblen ante Él y declaren que Jesucristo es el Señor. (Fil. 2: 9-11) ¡Decláralo!


sábado, 25 de octubre de 2008

FUEGO EXTRAÑO


FUEGO EXTRAÑO

Pero Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario y, poniendo en ellos fuego e incienso, ofrecieron ante el Señor un fuego que no tenían por qué ofrecer, pues él no se lo había mandado. Entonces salió de la presencia del Señor un fuego que los consumió, y murieron ante él. (Levítico 10:1,2)
Dios tiene un nombre, entre otros que tiene, ese es “Celoso”. “No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso.” (Éxodo 34: 14). Dios no comparte la adoración con nadie, pues sólo Él es digno de ser adorado y la adoración que se le rinde debe ser con Su Fuego. El hombre, en el intento por acercarse a Dios empieza a fabricar otros fuegos para encender “su incensario” y lo único que consigue es alejar la presencia de Dios. Cuando vayas a acercarte a Dios deja atrás todo lo demás, abre tu corazón delante de Él, busca a Dios realmente con hambre y sed de Él, anhelante de Su presencia; no mezcles tus preocupaciones cotidianas con la adoración. Si le vas a dedicar tiempo a Él olvídate de todo lo demás. Olvídate de tu elaborado programa que has fabricado en tus fuerzas sin consultarle a Él. Sólo dile: Aquí estoy Señor, ¿qué quieres que haga? Déjate llevar por las alas del Espíritu. Dios quiere que Su Iglesia archive sus programitas y lo deje actuar a Él; Dios quiere un Cuerpo que obedezca a la Cabeza que es Cristo. Si los programas no vienen de Dios, entonces son fuego extraño. Te vas a dar cuenta de ello por la sequedad que hay a su alrededor. La gente va a esos lugares no para satisfacer a Dios, sino buscando cómo satisfacerse ellos mismos aunque sin Dios.

Padre, enciéndeme con Tu Fuego, enamórame para que arda mi corazón de pasión por Ti. He frotado por mucho tiempo las piedras de mi humanidad en busca de fuego y lo único que conseguí fue cansancio y decepción. Me rindo a Ti ahora, pongo mi vida en el altar, renuncio a lo que soy, a lo que puedo y a todo lo que tengo, para que sólo Tú seas. Desciende Señor con Tu Presencia, porque eso es lo que más anhela mi corazón. Ven Amado mío, consúmeme con Tu Fuego.

En el Lugar Santísimo se encontraba un mobiliario llamado el arca; era una caja de oro con una tapa conocida como el “propiciatorio” o “el asiento de la misericordia”, sobre esa tapa había dos querubines de oro en posición de adoración; allí era que descendía la Presencia de Dios. Una vez al año, el Sumo sacerdote entraba a ese lugar para ofrecer la sangre del sacrificio, del cordero sacrificado por el pecado de él y del pueblo y la rociaba sobre el propiciatorio. Si la ofrenda era aceptada, la presencia de Dios descendía y consumía el sacrificio y perdonaba al pueblo. Pero un día, Dios envió al Codero sin mancha en propiciación por nuestros pecados, en ofrenda por nuestros pecados y Dios aceptó la Sangre de Su Cordero, para que todo aquel que en Él crea tenga vida eterna y no vaya a condenación. Fue a partir de ese momento que todo varón o varona pueden acercarse a Dios, por medio de Jesucristo, para ofrecer sacrificios de alabanzas, frutos de labios que confiesen el nombre de Jesús (Hebreos 13: 15).

Cuando el adorador se acerca a Dios para adorarle en espíritu y en verdad, Dios desciende y acepta ese sacrificio porque lo que ve es la sangre de Su Hijo en el Propiciatorio. Tenemos que acercarnos a Dios a través de la Sangre del Cordero inmolado y con la Palabra de verdad en nuestros labios, declarando Su Santidad, porque sólo Él es Santo, Santo, Santo. En el cielo se escucha el retumbar de los serafines adoradores diciendo: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir”; es a Él que esperamos, y proclamamos Su Santidad desde la tierra, para que se una al coro de adoradores que echan sus coronas delante de Él y exclaman: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque Tú creaste todas las cosas , y por tu voluntad existen y fueron creadas.” (Apocalipsis 4: 8, 11).

Es en esta adoración - donde sólo importa Él- que el Fuego Santo de Dios desciende; pero si te atreves a echar fuego extraño, como la queja, la exposición del pecado ajeno, el lamento, la auto conmiseración, (cosas que no provienen de Dios) apagas el fuego del Espíritu. Inclusive, en el momento de adorar olvídate de peticiones, porque tú ya no importas, sólo importa Jesús, aprovecha hasta el mínimo segundo para saborear Su presencia, no lo apagues queriendo aprovechar Su manifestación para hacer peticiones, atrápalo a Él. No vayas tras las bendiciones, busca al Bendecidor. La adoración es personal, no trates de imitar algo que no te pertenece. Deja que sea Él quien encienda tu fuego y que explote dentro de ti. Ríndete a Él. Sólo los adoradores pueden mantener sus lámparas encendidas. Sólo los adoradores son conocidos por Él. La intercesión y la adoración van de la mano. Cuando tú intercedes a favor de otro, te es más fácil adorar y encontrar el rostro de Dios. ¡Atrévete!

viernes, 24 de octubre de 2008

EL FUEGO DE DIOS


EL FUEGO DE DIOS

“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12: 1,2)
Es en el altar donde brota la adoración. El fuego de Dios tiene que arder en nuestro corazón y encender la llama de la adoración. Sólo el fuego de Dios, no otro fuego; Dios no acepta fuego extraño. El fuego de Dios tiene que quemar nuestra carne (carnalidad) en el altar, sin destruir nuestro ser. El humo de la carne quemada es grato a Dios. Tiene que haber sacrificio. Nuestro “YO” debe morir en el altar para que Su gloria sea manifiesta. Cuando el fuego de Dios consume nuestra gloria, la luz de Su presencia invade el altar y el humo sube a Él como olor grato, digno de ser recibido. Es en el altar del sacrificio que se queman todas las ataduras, es allí donde resucitamos a una nueva vida. Quizá estoy tocando un punto que no fue tocado antes. Pensaste por mucho tiempo que la adoración era saltar, bailar, gozarse, llorar y sentirte mareado; puede involucrar todo eso, pero sin renuncia, no hay adoración. Se requiere morir, morir al YO. Sólo los que llevan al altar su EGO, adoran. Es en el altar que se adora. Cuando tú dejas de ser y Cristo te invade totalmente, entonces brota la adoración, lo demás es cuento. Cristo fue un adorador, porque en el cielo se adora constantemente, se vive en adoración, no hay otra forma. En el cielo los ojos están atentos sólo al que está sentado en el Trono y al Cordero que fue inmolado, no hay cabida para el “EGO”.

Jesús lo llena todo y en todos, Su llenura no permite que quepa algo que no sea Él. Procura diligentemente estar lleno de Su Presencia todo el tiempo, pídele que te llene de Su Espíritu, para que se vea en ti Su Presencia, no puedes ser luz y ocultarla, debes brillar, para eso tienes la luz. Deja que Él viva Su vida en ti, eso es reposar en Él. Cuando tú reposas en Él, no significa que todos los problemas se acaban, es al contrario, recién empiezan. Jesús lo dijo: “En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, Yo he vencido al mundo.” (Juan 16: 33). El que está en el reposo de Dios, aun en medio de los problemas adora, porque sabe quién tiene el control de todo. La llenura de Dios es como un fuego que quema todo impedimento para poder adorarlo; no estoy hablando de dones, porque puedes ser usado por Dios sin realmente estar lleno de Su Presencia, tenemos el clásico ejemplo de los corintios. La llenura del Espíritu sólo se obtiene en el altar. El altar es sinónimo de muerte. Mientras estés vivo para ti, no podrás estarlo para el Señor. El reino de Dios debe ser lo primero en tu vida, es lo único que debes esforzarte por buscar (el reino de Dios es Cristo). Si primero buscas Su reino y no el tuyo, Dios se encargará de lo demás en tu vida. Si dejas que realmente el Espíritu Santo tome control de tu vida, debes entregarle cada área de tu ser. Que el fuego de Dios consuma las amarras que te impiden llegar a Él.

“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.” (Levítico 10: 1,2). Estos dos varones fueron consagrados a Dios (Éxodo 29), tenían la unción santa de Dios, estaban apartados para una misión, era la de mantener el fuego del altar ardiendo todo el tiempo con el fuego ordenado por Dios, pero ellos tomaron en poco la santidad de Dios y se acercaron con un fuego extraño. Lo que no procede de Dios es extraño para ÉL. Cuando nosotros nos acercamos a Él debemos hacerlo a Su manera, porque sino, lo que estamos ofreciendo es fuego extraño; si bien ahora no vamos a morir físicamente, pero nuestro espíritu se seca porque apagamos al Espíritu Santo con nuestra desobediencia. “Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad”, que busquen y anhelen Su Presencia solamente, que tengan hambre y sed de Dios. No se trata de motivar el alma, porque no se adora con el alma, es con el espíritu, porque Dios es Espíritu y si queremos adorarle tiene que ser en espíritu, es decir, nuestro espíritu en perfecta alineación con el Espíritu Santo, buscando solamente el rostro de Dios.

Que ninguna gloria sea vista, sino sólo Su gloria, porque si pretendemos buscar nuestra gloria, el fuego de Dios vendrá a nosotros como juicio; pero si buscamos sólo Su gloria, el Fuego de Dios consumirá lo que queda de carne en nosotros y elevará nuestro espíritu hacia Él. Nosotros tenemos la unción del Santo (1ª Juan 2: 20,27) y al igual que Nadab y Abiú somos llamados a ministrar en el Tabernáculo de Dios y llamados a mantener vivo el Fuego de Dios, por lo tanto necesitamos estar en santidad, vivir en justicia y tomar del fuego de Dios que ya ha sido encendido en nosotros para avivarlo en la mañana y en la noche, para que se mantenga ardiendo en nuestros corazones; eso sólo es posible a través de la adoración. La adoración es entrega, es renuncia, es muerte. A Dios sea la gloria, porque sólo el Dios Trino es merecedor de toda adoración.

jueves, 23 de octubre de 2008

¿DÓNDE ESTÁ TU CORAZÓN?


¿DÓNDE ESTÁ TU CORAZÓN?

Adoración y amor van de la mano, de modo que cuando te acerques a Dios debes preguntarte dónde está tu corazón, si en las bendiciones o en el Bendecidor, “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6: 21). En los versículos anteriores (19,20), nos dice Jesús que no acumulemos fortuna aquí en la tierra porque van a ser destruidas, y ya lo estamos viendo.
Para acumular fortuna se requiere de esfuerzo, nuestro esfuerzo y habilidad generan fortuna, entonces todo nuestro empeño va a estar enfocado en la acumulación de fortuna y nuestro corazón también estará allí. Dios fue muy claro al decir cómo Él debe ser amado. “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas." (Génesis 6: 5) Dios quiere que nuestro amor hacia Él sea con todo nuestro ser. Debemos amar a Dios de todo nuestro corazón o espíritu, que salga el amor hacia Él desde lo más profundo de nuestro ser; pero también debemos amarle de toda nuestra alma, con nuestros pensamientos, emociones, sentimientos y voluntad que están en el alma; y más aún con todas nuestras fuerzas, es decir, con la habilidad que Él nos dio para generar fortuna, todo tiene que ser por amor a Él, centrado en Él y entregado a Él. Si no se combinan estos tres aspectos en el amor hacia Dios, no lo estamos amando de verdad. Dios está despertando a Su Iglesia a entender esto, porque Él quiere un pueblo que le rinda todo a Él, que no retenga nada para sí.

El pecado de Acam (Josué 7) fue retener lo que Dios no ordenó que retuviera y trajo la maldición para todo un pueblo. “Israel ha pecado, y aún han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, (maldición) y hasta han hurtado, han mentido y aun lo han guardado entre sus enseres.” (Josué 7: 11). El corazón de Acam estaba apegado al tesoro terrenal y eso lo hizo desear (acto de la voluntad) lo prohibido por Dios y se esforzó por obtenerlo. Observa bien dónde estaba enfocado el amor de Acam. Cuando el corazón se desvía hacia la fortuna terrenal, también el alma y el cuerpo (las fuerzas) lo siguen; por eso miren bien dónde guardan sus tesoros, porque allí también se va a encaminar el corazón. Cuando el enfoque de nuestra vida está sólo en la prosperidad material estamos construyendo un reino sobre arena, pero cuando limpiamos nuestro corazón del amor a lo material y terrenal y nos afirmamos en Cristo, quien es nuestra Roca, Él se encargará de añadirnos mucho más de lo que podríamos alcanzar con nuestros esfuerzos, porque nuestros esfuerzos nos pueden dar la prosperidad material, pero Dios nos dará más que lo material, lo imperecedero; nos dará a Cristo con todo lo que Él tiene.

De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan.” (Salmo 24:1). Dios ha hecho un pacto con Su pueblo, este pacto ha sido sellado con la Sangre preciosa de Cristo, “Jesús es hecho fiador (garante) de un mejor pacto.” (Hebreos 7: 22). En ese pacto Dios nos da todo lo que Él tiene a cambio de que nosotros le demos todo nuestro ser. ¿Quién sale ganado en esto? Por supuesto que nosotros, porque en realidad nada le podemos dar a Dios pues todo es de Él. En Cristo lo tenemos TODO. Lo importante es buscarlo a Él de todo corazón, de toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas; y cuando Él llegue a ser lo primero y único en nuestras vidas, de tal forma que todo lo que hagamos, sea pequeño o grande gire en función de Jesús, entonces vamos a ver las añadiduras que Él promete (Mateo 6: 33). ¿Qué son estas añadiduras? Todas aquellas cosas por las cuales los incrédulos dedican todo el tiempo en conseguirlas. Pero tú y yo vamos a dedicar todo nuestro esfuerzo, alma y corazón en servir a Dios; y todo lo que tengamos que hacer lo haremos en función de Él, como para Él y no para el hombre, entonces todo lo que hagamos prosperará. Así se aplicará en nuestras vidas lo que dice el Salmo 1:1-3. Búscalo y léelo.

Entendiendo lo que es amar a Dios, vamos a poder adorarlo en espíritu y en verdad. Cuando buscamos Su Presencia, estamos buscando Su Rostro, estamos queriendo que Él nos mire, que se dé la vuelta y ponga Su mirada en nosotros. Cuando Él hace eso, conseguimos Sus favores, la mesa puesta, entramos al banquete con Jesús porque le hemos abierto la puerta. No le hemos pedido nada, tan sólo hemos anhelado verlo y cuando hay un corazón que lo anhela, Él se derrite (desata) en favores. Busca primero Su rostro y las bendiciones vendrán a ti por añadidura, pero si inviertes el orden, tendrás por Su misericordia los favores, pero no tendrás Su Presencia. Prefiérelo a Él antes que lo que Él pueda darte. Dile:

Yo sólo quiero estar en Tu Presencia,
Contemplar tu rostro y nada más.
Déjame acariciarte, déjame tocarte.
En tu regazo solamente quiero estar
Y decirte desde lo más íntimo de mi ser:
Te amo, te amo, te amo mi Jesús.
Yo sólo quiero estar en Tu Presencia,
Déjame buscar tu rostro, Amado mío,
Quiero fundirme en tus ojos,
Llenar de besos tu precioso rostro
Y decirte desde lo más íntimo de mi ser: te amo, te amo, te amo mi Jesús.

martes, 21 de octubre de 2008

EL PERDÓN, LA LLAVE DE LA VIDA


EL PERDÓN, LA LLAVE DE LA VIDA
Cuando Jesús pendía de la cruz sin vida, un soldado romano quiso verificar si estaba muerto y clavó su lanza en el corazón de Jesús, en ese instante brotó agua y sangre de Su corazón abierto. La vida de Dios se manifestaba con Su muerte. La semilla que el Padre plantó yacía sin vida, para recibir una cosecha abundante de vidas salvadas por Su perdón liberado en la cruz. “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas 23: 34ª). Cuando Jesús desató el perdón, todas las cadenas de opresión fueron rotas, para que todo aquel que acuda a Él obtenga perdón gratuito. Cuando la lanza atravesó Su corazón y las últimas gotas de sangre mezcladas con agua brotaron, la Gracia de Dios en la persona de Jesucristo, penetró hasta el mismo infierno y arrebató las llaves de la muerte y del Hades, “y destruyó por medio de la muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo, para liberar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Hebreos 2: 14b, 15).

Cuando Jesús exclamó: “Padre, perdónalos…”, el infierno tembló, porque se rompía el poder del opresor que por miles de años mantuvo cautiva a la humanidad. La liberación de perdón de Jesús abrió las puertas del cielo a todo pecador que arrepentido se acogiera a la Gracia perdonadora de Dios, porque “por gracia somos salvos, por medio de la fe y esto no procede de nosotros, sino que es un regalo de Dios a toda la humanidad y no es por obra para que nadie tenga de qué gloriarse” (Ef 2:8,9). Ninguno de los de la turba que torturaban a Jesús, pensó en pedirle perdón, pero Él tenía que concluir la obra de la cruz y sólo era posible liberando perdón. Tú y yo hemos podido entrar a formar parte de la familia de Dios, gracias al perdón emitido desde la cruz del Calvario, perdón que rompió las ataduras o pecados pasados, presentes y futuros y abrió las puertas de la prisión donde el diablo nos había colocado, y nos dio la libertad, para que nunca jamás viviésemos prisioneros, torturados y encadenados por las mentiras del diablo. La gracia perdonadora está al alcance de todos para que lo que hemos recibido por gracia, lo demos por gracia.

El perdón de Jesucristo nos dio la libertad para que nosotros a través de nuestro perdón podamos poner en libertad a los cautivos y a nosotros mismos. Somos libres para dar libertad. La cruz que retenía a Cristo, no le impidió liberar perdón para todos. No hay nada que pueda retenerte para liberar perdón, tan sólo exclama desde lo más profundo de tu ser: “Yo perdono a ……………… y te pido Padre, que no le tomes en cuenta este pecado. Abro las puertas del cielo para que Tu bendición venga sobre …………… Desato la vida de …………….. y lo declaro libre, así como Jesús me hizo libre. Amén. No es necesario esperar que te lo pidan. Empieza a perdonar ahora por lo que te han hecho, por lo que te están haciendo y por lo que te podrían hacer en el futuro. Libérate con el perdón ya que es la única llave que abre las puertas de la cárcel de opresión. Debido al perdón de Jesús, Él pudo arrebatarle las llaves del infierno y la muerte al diablo y te dio libertad, para que la muerte ocasionada por la falta de perdón no destruya tu vida. Cristo destruyó Su vida para que la tuya no fuera destruida. Tienes la llave para tu liberación, úsala y las puertas del Hades (infierno) no podrán prevalecer contra ti. El perdón te libera y libera a las personas a quienes perdonas.

El reino de los cielos es un reino de perdón. El perdón da reposo a nuestro corazón y nos permite llegar a Dios en adoración y gozar de la intimidad con Él. Hay un tremendo poder en el perdón, es un milagro de vida, porque todo se vuelve estéril por la falta de perdón, en cambio cuando se libera a las personas perdonándolas, la vida de Dios fluye como un manantial que refresca no sólo nuestro corazón reseco y resquebrajado, sino el corazón y la vida de quienes nos han ofendido; porque no podemos pretender vivir sin perdonar, ya que no puede haber vida sin perdón. “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.” (1ª Jn 3: 15). Cuando estamos aborreciendo o detestando a alguien, lo estamos matando; y si permanecemos en esa actitud ¿Cuál va a ser nuestro fin? La muerte. ¿Qué clase de muerte? “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre Celestial” (Mt. 6: 14) ¿Habrá algo que nos garantice la vida eterna sin el perdón de Dios? Recuerda que el homicida no tiene vida eterna permanente en él. ¿Quién otorga la vida eterna? Aquél que perdonó todos nuestros pecados. No podemos decir que amamos a Dios si aborrecemos al hermano, porque entonces estamos mintiendo (1ª Jn 4:20). Si no amamos a Dios, no vamos a poder estar eternamente con Él.

La vida de Dios está en Su Hijo y el que tiene al Hijo no puede ser portador de muerte. Así que amados, revisemos nuestro corazón y perdonemos a quienes nos han ofendido y en lugar de guardar ofensas en nuestro corazón, almacenemos perdón para el momento en que necesitemos liberarlo. "Porque Cristo, cuando aún estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, nos dio vida juntamente con Él, perdonándonos todos los pecados y anuló el documento que el diablo tenía en nuestra contra, se lo quitó y lo clavó en la cruz triunfando sobre todo principado y potestad, exhibiéndolos públicamente, para que nunca más tuviesen potestad sobre nosotros que hemos buscado la vida en Cristo y hemos recurrido a Su gratuito perdón." (Colosenses2: 13-15). Dios no puede ir en contra de nuestra voluntad, pero, desde que hemos elegido la vida, el perdón de Dios debe fluir a través de nosotros. Hay vida en ti y el diablo no puede robar lo que tú no le permitas. Agárrate de la vida de Dios y “ocúpate de tu salvación con temor y temblor, porque Dios es el que produce en ti, así el querer como el hacer, por su buena voluntad” y lo que “Él ha empezado en ti lo completará hasta el día de Jesucristo.” (Filipenses 2: 12,13; 1:6).

Si todavía no eres hijo de Dios, di estas palabras, dilas en forma audible: Recibo a Jesucristo como mi Señor y Salvador y te pido Padre que me perdones. Me arrepiento de haber vivido alejado de Ti. Pero ahora sé que al recibir a Tu Hijo, como dice tu Palabra en Juan 1: 12, me otorgas el derecho de ser tu hijo. “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.” Gracias Padre por hacerme tu hijo. En el nombre de Jesucristo mi Señor y Salvador, amén.

lunes, 20 de octubre de 2008

PENSAMIENTOS ACERCA DE LA ORACIÓN


PENSAMIENTOS ACERCA DE LA ORACIÓN

1. La oración es un punto de encuentro con Dios.
2. La oración abre las puertas al corazón de Dios.
3. Sólo a través de la oración entramos en relación con Dios.
4. La oración es el termómetro que mide el fuego de tu pasión por Dios.
5. La oración es la que nos mantiene unidos a la vid para absorber la savia de Dios.
6. La oración vivifica nuestro espíritu, porque nos une al Espíritu de Dios.
7. La oración es la llave a la recámara de Dios.
8. Si la oración no es tu deleite, entonces no sabes deleitarte.
9. No hay unción sin oración.
10. La oración hace que Dios te revele Sus secretos.
11. Sólo podrás conocer a Dios estando en intimidad con Él y esto sólo es posible a través de la oración.
12. Cuánto mas íntima sea tu relación con Dios ahora, más cerca de él estarás en la eternidad.
13. Sólo en la presencia de Dios podemos llegar a comprender la magnitud de nuestro pecado y sólo en su presencia podemos ver su infinito perdón.
14. La oración es dependencia de Dios y sólo los dependientes de él entrarán en Su reino.
15. La oración es caminar con Dios; depender de Él, como un niño depende de la mano tierna de su padre que lo sostiene.
16. Si tu vida de oración es débil, eres presa fácil de tu carne y del diablo.
17. Sólo vamos a poder orar la voluntad de Dios, si la conocemos y sólo vamos a conocer Su voluntad si nos relacionamos con Él.
18. La oración es relación. Es una o varias palabras con sencillez de corazón.
19. ¿Quieres ser como Jesús? Pasa tiempo con Él.
20. Con la oración descubres que Dios es siempre más grande que cualquier circunstancia.
21. La oración es potencial de vida; es germen que brota a la existencia; es el árbol que crece incólume desafiando tormentas y tempestades y acercándose cada día más y más a Dios.
22. La oración te exige cambio, porque a través de ella, Dios te mostrará tus falencias.
23. La oración es comunicación. Muchas veces habla; pero otras, escucha.
24. La oración pide, porque sabe que tiene necesidad de Dios. La oración busca, porque quiere encontrar a Dios. La oración llama, porque quiere entrar al refugio secreto con Dios.
25. La oración es como el vaso de alabastro (con perfume de nardo) roto que inunda de perfume el cielo de Dios.
26. Con la oración unimos nuestra debilidad con la fuerza de Dios y nada, nada nos será imposible.
27. Aquieta tu espíritu para orar, porque sólo así podrás escuchar la voz de Dios.
28. Cuando oras, te colocas detrás de Dios y Él se enfrenta a tus enemigos.
29. “Nada es imposible para Dios” y todo es posible para quien está con Dios en oración.
30. La oración es el agua que llena nuestras tinajas para convertirlas en el vino para las Bodas con el Cordero.
31. ¿Quieres gracia? Ora. ¿Quieres misericordia? Ora. Su trono es hecho de gracia y está saturado de inagotable misericordia.
32. Si queremos que nuestra oración suba como incienso agradable delante de Dios, debemos estar en el altar del sacrificio, de la negación del “yo”; rendir nuestra voluntad a la voluntad de Dios.
33. Si eres un intercesor, estás cumpliendo con la voluntad de Dios que no quiere que ninguno se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento.
34. La oración es el tónico que fortalece tu alma y espíritu. Tómalo por lo menos tres veces al día y si lo tomas todo el tiempo, no te hará daño.

“Orad sin cesar.”

domingo, 19 de octubre de 2008

CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS

VARÓN (VARONA) CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS

Sólo de una persona en la Biblia se dice que tenía su corazón conforme al corazón de Dios, ese era el rey David. (1º Samuel 13. 14; Hechos 13: 22) ¿Qué de especial tuvo David que capturó el corazón de Dios? ¿Cuál fue su secreto? La clave está en la palabra “conforme”, que significa amoldarse o igualarse al modelo original que es digno de imitación. También significa “estar de acuerdo”, “sujetarse voluntariamente”. Entonces sólo es posible capturar a Dios con un corazón sujeto al de Él. David anhelaba tanto la presencia de Dios, como Dios la de David. Dios anhela tantísimo la presencia de sus hijos, pero no siempre Sus hijos lo anhelan tanto a Él; de modo que no puede haber conformidad y no pueden ponerse de acuerdo. “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3). Si no nos ponemos de acuerdo con Dios, jamás vamos a poder caminar junto a Él. La conformidad a Dios tiene que nacer en el corazón primeramente, luego entra en juego nuestra voluntad, para decidir conformarnos a Dios. Es una decisión personal. Cuando hacemos esta decisión, El Espíritu Santo nos respalda y nos ayuda en nuestra debilidad. No basta con sólo desear, tiene que haber una decisión y una acción. Así y solamente así estaremos atentos a lo que le agrada a Dios para hacerlo con amor y satisfacer Su corazón.

Conformarnos al corazón de Dios es anhelar lo que Él anhela y lo que Él más anhela es nuestra presencia. "Paloma mía, que te escondes en las rocas, en altos y escabrosos escondites, déjame ver tu rostro, déjame escuchar tu voz. ¡Es tan agradable el verte! ¡Es tan dulce el escucharte!" (Cantares 2: 14)
Cuando nuestro anhelo es estar en Su presencia, complacemos el corazón de Dios. En Su Presencia nos fundimos en un acto de amor, donde no lo buscamos por las bendiciones, sino por quién es Él, por el sólo deseo de estar con Él en verdadera intimidad y esta intimidad de por sí traerá bendición a nuestro alrededor. Veamos cómo era el corazón de David hacia Dios, digno ejemplo de imitar. “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. …Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que habitar en la moradas de maldad.” (Sal. 84: 2,10). Cuál es nuestra búsqueda diaria, ¿el afanarnos por presentarle a Él lo que suponemos que es lo mejor, o sentarnos a sus pies y sólo escucharlo con pasión? Cuántas veces dejamos de disfrutar de Su Presencia por querer servirle a nuestra manera.

Dios quiere un corazón que lo busque en la intimidad y que aun en el servicio para Él aflore la pasión por Su presencia. Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. (Juan 4: 23) El hombre fue creado para adorar a Dios. En su ser íntimo (espíritu) está el anhelo de adorar. Cuando el pecado se introdujo en el hombre, este anhelo fue desvirtuado y se buscaron otras formas de adoración, creando para sí esculturas, imágenes y toda clase de actividad que ocupara el lugar de Dios, para llenar el vacío que el hombre tiene cuando no está con Dios. Nosotros sabemos que ese vacío sólo puede ser llenado con la respiración de Su presencia en la intimidad de la adoración. David era un adorador insaciable, su pasión y búsqueda por la presencia de Dios conquistó el corazón de Su Amado. Sólo vamos a conquistar el corazón de Dios si desarrollamos esa misma pasión que tuvo David por Dios.

Dios está buscando desesperadamente adoradores, no títeres movidos por hilos de emociones, sino verdaderos adoradores que anhelen Su presencia día y noche. Cuando entras en Su reposo, Él viene a ti, a tus aguas tranquilas, donde Su presencia llena de luz tu ser, donde tú y Él se funden en una perfecta armonía, unánimes en amor. Allí las circunstancias no cuentan, entonces podrás decir: Qué importa que la tempestad arrecie e inclusive que la barca se hunda, si estoy contigo, mi Amado Jesús, nada importa, sólo Tú, sólo quiero amarte, quiero empezar a vivir la eternidad ahora. Quiero conocerte Jesús. Que las circunstancias no me muevan del lugar cerca de Ti, de Tu Presencia.

Moisés entendió el significado de estar con Dios y le dijo que no los sacara de donde ellos estaban, si Su presencia no iba con ellos. Dios le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” (Éxodo 33: 14) Sólo la presencia de Dios en nuestras vidas nos dará descanso. Ahora la presencia de Dios está con nosotros, pero ¿estamos nosotros en Su presencia? Es a través de la adoración que capturamos el corazón de Dios. Un estilo de vida de adoración es la clave para llegar a ser “conforme al corazón de Dios”. No se puede adorar si no estamos en Su presencia. No se puede adorar si no entramos en amores con Él. Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y verdad. ¿Quieres capturar el corazón de Dios y llegar a ser un varón o varona conforme al corazón de Dios? Empieza a vivir adorándole en todo tiempo. Busca Su presencia con pasión.

sábado, 18 de octubre de 2008

UN ALTAR DE ADORACIÓN


HAZ DE CADA PROBLEMA UN ALTAR DE ADORACIÓN A DIOS

El monte Moriah, donde Abraham fue a sacrificar a su Isaac por orden de Dios, pudo haber sido un problema demasiado grande para soportarlo, pero él decidió levantar un altar y colocar en él, lo más preciado que tenía, para que nada se interponga entre él y Dios. “Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos y volveremos a vosotros.” (Génesis 22: 5). Abraham sabía que no iba a volver solo, porque es en la adoración que Dios extiende Su mano y hace oír Su voz y da vida a lo que está muerto. Cuando nos deshacemos de lo que estorba nuestro encuentro con Dios, Él mismo se encarga de devolvérnoslo porque ya ha dejado de ser un impedimento y nos lo devuelve restaurado como hizo con Isaac. Después de ese episodio, estoy segura que Isaac nunca más fue el mismo y Abraham colocó las cosas en su debido lugar.

La cárcel de Filipos donde fueron echados Pablo y Silas después de ser azotados, no resultó en un problema para ellos porque decidieron levantar un altar de adoración en medio de la adversidad. ¿Y qué sucedió? “…de repente sobrevino un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos los presos se soltaron.” (Hechos 16: 26). No hay cárcel que pueda quedar cerrada cuando se adora; no hay cepo que pueda inmovilizar los pies y las manos de un adorador y no hay cadena que pueda seguir aprisionando a nadie que se encuentre cerca de un adorador. Ningún dormilón puede seguir durmiendo cuando el efecto de la adoración conmueve la prisión que está bajo su custodia. Cuando despierta a la realidad, no puede menos que rendirse y preguntar qué puede hacer para ser salvo. Sólo la adoración hace estremecer los cimientos, abrir los cerrojos de hierro, soltar las cadenas y hacer caer rendido al verdugo.

La isla de Patmos pudo haber sido un gran problema para el apóstol Juan, pero él decidió estar en el Espíritu, adorando en medio de la adversidad (Apocalipsis 1: 9,10). En medio de su adoración al Señor, él pudo recibir la revelación de quién era Jesús y recibió la orden de escribir lo que veía y darnos a conocer lo que sucedería al final de los tiempos.

Lo importante para cada hijo o hija de Dios es no hacer del problema un objeto de adoración. Recuerda que todo lo que ocupe el primer lugar en nuestras vidas, está ocupando el lugar de Dios. Cuando se piensa más en el problema que en Aquel que es Señor de todo y está sobre todo, estamos idolatrando al problema. No debemos hablar del problema, debemos retirarlo con nuestra adoración. Ninguno de los personajes mencionados se quejó o habló del problema y de seguro que eran problemas más grandes que los nuestros, ellos sólo se limitaron a adorar al que tiene la solución y el control de todo. Edifica sobre cada problema un altar a Dios y adóralo. Cuando el fuego del altar de adoración consuma tu “YO”, vendrá de vuelta tu Isaac, que por supuesto ya no ocupará el primer lugar en tu vida; verás también que tus prisiones “de repente” se abren, tus cadenas se sueltan y el verdugo se rinde a ti.

Cuando por medio de la adoración pongas tu mirada al único digno de adoración, empezarás a elevarte al lugar donde Dios ya nos elevó con Cristo (Efesios 2: 6). Desde allí buscarás el problema y no lo hallarás. Mirarás alrededor y todo estará lleno de Su gloria. Cuando vacías tu gloria en el altar, la gloria de Dios se hace visible.

Para el adorador se abren los cielos. “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios.” (Hechos 7: 55,56). Qué importa lo que venga después, si adorando puedo contemplar la gloria de Dios. Aunque a Esteban lo apedrearon hasta darle muerte, quedan registradas sus últimas palabras: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” (Hechos 7: 60). Un adorador intercede por perdón para los que le causan daño. Las piedras que dieron muerte a este mártir le permitieron hacer un altar de adoración e intercesión. No fue un problema para él morir apedreado, más bien fue un motivo para edificar un altar a Dios con cada piedra que le lanzaban. Haz de cada problema en tu vida un altar de adoración a Dios.

¿Cuál es tu problema?
- ¿El esposo que se ha ido de la casa? No llores por él, adora a Dios.
- ¿La deuda que te acosa? No te aflijas, adora a Dios.
- ¿La enfermedad que te debilita? No te deprimas, adora a Dios.
- ¿El hijo descarriado? No desesperes, adora a Dios.
- ¿Tu trabajo? No te distraigas, adora a Dios.
- ¿Tus bienes? No los adores, adora a Dios.

viernes, 17 de octubre de 2008

DOS COSAS QUE BUSCA DIOS





INTERCESIÓN Y ADORACIÓN, DOS COSAS QUE BUSCA DIOS

Cuando el Sumo Sacerdote tenía que entrar al Lugar Santísimo debía llenar su incensario con incienso para que produjera mucho humo que llenara el pequeño espacio del Lugar Santísimo. En ese lugar no había ninguna luz artificial y la luz del sol no podía penetrar allí, pues estaba totalmente cubierto, entonces cuando éste entraba, no veía absolutamente nada hasta que la luz de la Presencia de Dios lo envolvía y el humo se abría espacio por las cortinas y era visto por el pueblo. El Sumo Sacerdote estaba protegido por el humo, podía ver la luz, pero no a Dios, porque entonces moriría. En el día de la Expiación, una vez al año, entraba el Sumo Sacerdote al Lugar Santísimo con la sangre del cordero ofrecida por los pecados de él mismo y del pueblo. Ahora, en esta dispensación de la Gracia, es por la Sangre del Cordero inmolado en la cruz del Calvario que nosotros podemos entrar al trono de Dios y atraer Su Presencia con el humo de nuestra intercesión y adoración. Estos dos elementos son el incienso de olor fragante que Dios acepta. Este sacrifico es aceptable a Dios. Esto es lo que hace brotar el humo y atrae la Presencia del Dios Todopoderoso. El intercesor sufre dolores de parto, gime por quienes está intercediendo y no se detendrá hasta ver a Cristo formado en ellos y aún así seguirá dando gracias a Dios por ellos. Los intercesores abren camino para que Dios actúe. Levantan a hombres y mujeres a los cuales Dios quiere usar.

“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que Yo no la destruyese; y no lo hallé.” (Ezequiel 22: 30) Quien se pone a la brecha es el intercesor, clamando a Dios para que no destruya la tierra, aplacando la ira de Dios, pidiendo clemencia y misericordia por el pueblo, confesando el pecado y pidiendo perdón, entonces la nube de Dios empieza a descender, pero no tienes que detenerte, debes empezar a adorar, eso deleita el corazón de Dios y no puede quedarse donde está, viene a tu encuentro, porque Él está buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. (Juan 4: 23) La adoración conlleva acción de gracias y alabanza, bendiciendo el nombre del Señor y reconociendo Su bondad (Salmo 100: 4,5). Cuando actúas de esa forma, no hay lugar para quejas o lamento, ni acusaciones, porque eso no le agrada a Dios, pues no procede de Él, sino del diablo. De nuestros labios deben brotar sacrificios de gratitud y alabanzas, bendiciendo siempre el nombre de Jesús.

“… por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7: 25). Jesús intercede por nosotros ante el Padre y cuando nosotros intercedemos por las personas nos unimos a Jesús en la intercesión. “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” (Romanos 8: 34). Nadie nos puede condenar si Cristo está intercediendo por nosotros. Él está a la diestra de Dios Padre y nosotros Sus hijos con Él (Efesios 2: 6). El adorador no tiene temor, porque el “Perfecto Amor”, que es Cristo, echa fuera el temor; no se puede adorar si hay temor.

Sólo los adoradores atraen la Presencia de Dios. No necesitas tener una hermosa voz, sólo se requiere un corazón hambriento de Dios. Es tan hermoso a sus oídos nuestra adoración, aunque muchos desorejados gallos se escapen de nuestros labios, a Él no le interesa eso, hace callar a todos en el cielo para poder escucharnos, entonces desciende y se acerca a nosotros. No necesitamos entrar a una academia de canto para aprender a cantar, sino elevar un canto a Dios de todo corazón, porque Él es bueno y para siempre es Su misericordia, díganlo los redimidos del Señor, los que Él ha redimido con Su Sangre, adórenle los rescatados por el Señor, los que Él rescató con Su Sangre. Adórenle cielo y tierra porque para siempre es Su misericordia. Adórenle en la hermosura de Su Santidad, adórenle con cánticos de júbilo y gratitud en los labios. Adórenle todos los lavados por Su Sangre. Todos los que aman a Dios, ¡adórenle!

Tú ahora eres el Templo de Dios, es dentro de ti que Él quiere ser adorado. Él no quiere ser un visitante más, sino un habitante permanente en Su Templo. Él está tocando a tu corazón ¿lo dejarías entrar?, o ¿pasará de largo y te conformarás con el perfume que indica que estuvo ahí, pero ya no está? Por mucho tiempo la Iglesia se ha conformado con sólo el perfume y descuidó Su Presencia. Lo ha dejado tocando y cuando al fin salió a recibirle, ya Él no estaba, aunque Su fragancia aún permanecía allí. Vivió sólo con la fragancia, pero nunca estuvo con Él. Dios quiere manifestar Su Presencia y esto sólo será posible si encuentra un pueblo que lo está buscando en adoración. Enciende la llama de la adoración buscando Su Presencia y pronto provocarás un gran incendio. Que Dios te dé entendimiento.

jueves, 16 de octubre de 2008

LECCIÓN DE LAS AVES



Revoloteando las aves, se alinean en su vuelo. Ha terminado el verano, los vientos están cambiando; se balancean las hojas antes de caer, llenando el suelo con una atmósfera café.

Estiran sus alas las aves peregrinas, volando sin vacilar, para llegar pronto a su nuevo hogar. El sol no ha salido, las nubes lo están ocultando. La lluvia se asoma danzarina. La tormenta no ha empezado todavía, pero las gotas de agua van cayendo, el viento está soplando, las nubes se están acurrucando. ¡Un huracán está viniendo!

Las aves no pueden parar. Detener su vuelo, sería morir; deben por lo tanto acelerar su ritmo, volando sin cesar.

Han superado la tempestad. Han cumplido su misión y nos dejan como lección, la perseverancia y el tesón.

¿QUIÉN SOY?


Soy tu maravillosa creación,
Tus manos formaron mi ser,
Admirado estuvo mi embrión,
De tu gran amor y tu poder.

Fui semilla en el seno maternal,
Plantada con tus manos de amor.
Fui hechura de mi Padre Celestial,
El Todopoderoso y gran Señor.

Soy de mi Dios la excelsa creación,
Mi boca formaste para alabarte,
Me diste mis labios para adorarte.
Digno eres Señor de toda adoración.

FLORES Y JUVENTUD


Las flores hermosean los campos
y la gracia juvenil
de tu adolescente primavera,
embellece la magna creación de Dios.

Flores y juventud
son frágiles y pasajeras;
si sus pétalos se marchitan,
serán sólo quimera.

Cuida la lozanía
de tu fugaz primavera,
para que el invierno que te aguarda,
no sea cruel.

Destila cual flores
esencia de miel
y saca de tus entrañas
todo sabor a hiel.

Bebe del manantial puro
de la verdad
y no marchiten tus pétalos
la falacia y la maldad.

SÉ EL COFRE DEL AMOR


Haz de tu vida un cofre donde se guarde la más preciada joya del mundo cuyo nombre es AMOR.

No mancilles esta palabra con sentimientos innobles que te acarrearán tristeza y pesar.

El amor es puro, porque procede de la esencia pura de Dios, pues "Dios es amor".

Cuando quieres amar alejándote del verdadero amor, sólo consigues amargar tu vida con remordimientos y dolorosa pasión.

Ama con sinceridad de corazón y tenedrás a un corazón sincero amándote.
El amor es darse sin dar el cuerpo para pasiones desordenadas. Es entregarse sin entregar tu cuerpo para enlodarlo en el fango de la perdición.

Da amor sin medida y haz del amor una fuente inagotable, que brote en todo momento como agua cristalina, para refrescar el desierto de quienes calcinado por el rencor no encuentran paz en su corazón.


Que de tu fuente emane el agua dulce del amor y que pueda calmar el sabor amargo del odio y del rencor.

SÉ UNA SEMILLA


Semilla

Sé una semilla, potencial de vida,
Que llamará a la lluvia
Y besará al sol;
Arrullará en su seno
El candor de las aves
Y mecerá en sus ramas
La cuna del colibrí.
Que tu sombra albergue
Al cansado peregrino
Y tus frutos den vida
Al que moribundo agoniza.
Desafía al insólito huracán
Y eleva osado tu copa a Dios
Que tus raíces extraigan
Del seno de tu tierra,
La esencia divina
De la fe que es vida,
La vida de Dios

ALINEÉMONOS CON EL ESPÍRITU SANTO

ALINEÉMONOS CON EL EPÍRITU SANTO

Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. Todo cuanto tiene el Padre es mío. Por eso les dije que el Espíritu tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes. (Juan 16: 13-15 NVI)
Jesucristo cuando estuvo en la tierra hizo sólo la voluntad del Padre, porque Él y el Padre eran y son Uno. A su vez, el Espíritu Santo es Uno con Dios el Padre y con Jesucristo, pero sus funciones son diferentes. Ahora que Jesucristo resucitó y está a la diestra del Padre, ha dejado al Espíritu Santo para que nos revele quién es Él (Jesucristo). Es importante que sepamos que nuestra intimidad debe ser con el Espíritu Santo, porque Él está en intimidad con El Hijo y el Hijo con el Padre. Es el Espíritu Santo a quien El Hijo ha dejado en la tierra para que a través de Él recibamos lo que el Hijo quiere darnos a conocer. Es por medio del Espíritu Santo que llegamos a tener revelación de quién es el Cristo. Si queremos conocer a Cristo, primero debemos tener armonía, intimidad con el Espíritu Santo y esto sólo es posible a través de nuestro espíritu.

El Espíritu Santo va a hablar a nuestro espíritu todo lo que oyere del Padre y del Hijo y nos va a prevenir (advertir) de lo que vendrá. Cuando tenemos comunión con el Espíritu Santo vamos a estar prevenidos de lo va a suceder. Si la Iglesia aprende a tener comunión íntima con la Tercera Persona de la Trinidad, no va a pasar desapercibida de las cosas que el enemigo quiere hacerle y entonces no caerá en la trampa del diablo, sino que pasará sin ser dañada y Satanás quedará burlado. Si tenemos comunión con el Espíritu Santo, ya tenemos la batalla ganada, porque Él nos mostrará lo que el enemigo hace en secreto en nuestra contra y nos dará las estrategias adecuadas para hacerle frente.

Eliseo tenía el Espíritu del Señor y Éste le revelaba todo lo que el ejército enemigo planeaba hacer contra Israel, entonces Eliseo comunicaba al rey de Israel los planes del enemigo y de esta forma el enemigo era descubierto y sus planes frustrados. (2 Reyes 6: 8 -23). El diablo y sus demonios no le temen a nuestra capacidad o conocimiento, pero sí, al poder sin límites del Espíritu de Dios. Así que el ángel me dijo: "Ésta es la palabra del Señor para Zorobabel: " No será por la fuerza ni por ningún poder, sino por mi Espíritu dice el Señor Todopoderoso. (Zacarías 4:6). Cualquier fuerza que se enfrente contra los que tienen intimidad con el Espíritu Santo, no podrá prevalecer.

El Espíritu Santo es el que nos va a guiar a toda verdad, no tendremos duda en cuanto a lo que queremos, pensamos o hacemos si nos dejamos guiar por Él y no vamos a ir de aquí para allá buscando quién nos dé un consejo, porque el Consejero es nuestro mejor amigo y Él nunca nos va a fallar. Si en algún momento no vamos a saber qué decir, nuestro Amigo hablará a través de nosotros con palabras de sabiduría; si vamos a estar tristes, Él nos consolará y nos guiará a la Fuente de Gozo, Jesucristo. Él puede usar cualquier medio para hablarnos, ya sea directamente, en sueños, visiones, o por medio de otras personas; sólo tenemos que esperar en Él y escuchar sólo su voz a través del instrumento que Él use, por eso es importante conocerlo.

El Espíritu Santo glorifica a Jesucristo y nos enseñará la correcta alabanza al Rey de reyes y Señor de señores. Lo que glorifica a Cristo es lo que Él es, es la revelación de quién es Él y el Espíritu Santo toma lo que es de Cristo y nos lo revela para que nosotros conozcamos cada día más a nuestro Amado Señor Jesucristo. La gloria es Jesucristo. Cuando el Espíritu Santo nos da algo de Cristo, empezamos a glorificarlo porque lo reconocemos y lo ensalzamos como el único digno de alabanza. Cuanto más conocemos de Jesucristo más gloria le tributamos, entonces nos damos cuenta que vamos poco a poco dejando de ser nosotros, para que sea Cristo en nosotros; sólo importa Él y todo gira en torno a Él, porque Jesucristo es la totalidad de Dios.

Si verdaderamente el Espíritu Santo gobierna nuestras vidas, y si nuestro espíritu está sujeto a El y nuestra alma sujeta a nuestro espíritu, y nuestro cuerpo a nuestra alma, de tal manera que permanezcamos en alineación perfecta como estuvo Jesús en la tierra, entonces el reino de Dios, su gobierno, su unción, su gloria, su poder y su presencia brotarán de nosotros y tomaremos autoridad sobre todo lo que venga en nuestra contra, en ese momento ya no estaremos bajo el yugo del enemigo, sino que éste se doblegará bajo nuestros pies.

Hablemos más seguido con el Espíritu Santo, no hagamos nada sin Su consentimiento, busquemos Su consejo y pidámosle que se nos revele y que nos revele quién es Cristo, porque teniendo esta revelación tendremos al Ungido y a Su unción, alcanzaremos a Cristo en toda Su plenitud, recibiremos Su poder y Su gracia, entonces vamos a poder cumplir sus propósitos y extenderemos Su Reino.

2007 QUEDÓ ATRÁS

2007 QUEDÓ ATRÁS. EMPEZAMOS UN NUEVO AÑO CON NUEVOS COMIENZOS
(Leer Efesios 4: 17-32)
Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. (Efesios 4: 22-24)
Dejemos atrás todo atisbo de tinieblas o injusticia en nuestra vida y vistámonos desde el interior hasta el exterior con la justicia de Dios. Cuando hemos venido a Cristo, fuimos hechos justicia de Dios por medio de Él, pero ahora debemos permanecer en justicia haciendo la voluntad de Dios para nuestras vidas; para ello debemos cambiar nuestra forma de pensar, la forma de juzgar las cosas. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.” (Mateo15: 19). El corazón, al que se refiere la Biblia, es el interior de la persona, es la actitud o estilo de vida que impulsa a realizar las acciones correspondientes al modo de vida interior.

A ustedes, los hombres, yo los llamo, dirijo estas palabras a todos los seres humanos. Ustedes los ignorantes, aprendan sabiduría; y ustedes los brutos, aprendan a ser prudentes. Escuchen, porque voy a decirles cosas importantes; salen de mi boca enseñanzas justas. Mi boca hablará la verdad; a mis labios no les gusta decir mentiras. Mis palabras son todas justas; no hay en ellas nada falso ni equivocado. Todo esto es claro para el que tiene entendimiento. El que tiene conocimiento entiende todo esto. Busquen mi disciplina, no la plata; obtengan conocimiento en vez de oro. La sabiduría vale más que las perlas; vale más que cualquier cosa que se pueda desear. Yo soy la sabiduría y vivo con la inteligencia; pueden encontrarme con el conocimiento y la prudencia. El que respeta al Señor, rechaza el mal. Yo detesto el orgullo y la arrogancia, los malos caminos y la boca que dice mentiras. Míos son el consejo y la sensatez; yo soy la inteligencia y el poder. Por mí reinan los reyes, y los gobernantes dictan leyes justas. Por mí dominan los príncipes y los gobernantes ejercen autoridad. Amo a los que me aman, y los que me buscan me encontrarán. También tengo riquezas y honor para dar; yo doy bienestar y prosperidad. Lo que doy es mejor que el oro puro; mis ganancias son mejores que la plata pura. Voy por el camino correcto, por los caminos donde se hace justicia. Hago prosperar a los que me aman y lleno sus casas de tesoros. (Proverbios 8: 9-21)

"Caminar en justicia nos hace sabios, porque Cristo es la justicia de Dios. Quiero que tengan la sólida convicción que viene del entendimiento para que conozcan muy bien el plan secreto que Dios les ha descubierto ahora. Ese secreto es Cristo mismo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. … Ya que ustedes han aceptado a Jesucristo como Señor, vivan como él quiere. Planten su raíz en Cristo y tómenlo como base sólida para construir su vida. Fortalezcan su fe, vivan en la verdad que se les enseñó y siempre sean agradecidos"(Colosenses 2: 2,3; 6,7). El hacer la voluntad de Dios fortalece nuestro hombre interior y nuestros pensamientos se moldean a los pensamientos de Cristo. Conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas nos hace caminar en justicia. “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6: 33). Que este nuevo año nuestros pensamientos se sujeten a los pensamientos de Cristo, para que haciendo la voluntad de Dios vivamos en armonía con el Espíritu Santo que está en nosotros.

"Hermanos, no considero haber llegado ya a la meta, pero esto sí es lo que hago: me olvido del pasado y me esfuerzo por alcanzar lo que está adelante. Sigo hacia la meta para ganar el premio celestial que Dios me ofreció cuando me llamó por medio de Cristo. Entonces tengamos esa misma actitud todos los que hemos llegado a la madurez. Si en algo piensan diferente, eso también se lo aclarará Dios. En todo caso, sigamos viviendo de acuerdo a la verdad que ya hemos alcanzado." (Filipenses 3: 13-16). El gran apóstol Pablo se esforzaba por alcanzar lo que estaba delante, lo que todavía debía alcanzar para conocer mejor a Cristo. Si él se esforzaba, ¿cuánto más nosotros? Esforcémonos por alcanzar lo que Cristo tiene establecido para nosotros este nuevo año y no nos desalentemos si las cosas no pasan en el tiempo que suponemos, sino que manteniéndonos firmes esperemos con confianza el tiempo de Dios, que no pasará de este año. Confiemos plenamente en Dios, aunque las cosas se pinten tormentosas. Declaremos sólo las palabras de Dios para nuestras vidas y juzguemos con sabiduría lo que vemos y oímos para no repetir lo que no proviene de Dios. Muchas veces no alcanzamos lo prometido porque hablamos lo contrario a lo que Dios nos prometió. Caminar en la justicia de Dios nos hace sabios para gobernar nuestras vidas y dirigirlas con inteligencia, no deteniéndonos en el pasado, sino mirando lo que Dios tiene para nosotros; porque la persona que vive en el Reino de Dios ya no piensa en sí misma, sino que se sujeta a lo que Dios tiene para ella.

"Así dice Dios, el Señor, el que creó y desplegó los cielos; el que extendió la tierra y todo lo que ella produce; el que da aliento al pueblo que la habita, y vida a los que en ella se mueven: «Yo, el Señor, te he llamado en justicia; te he tomado de la mano. Yo te formé, yo te constituí como pacto para el pueblo, como luz para las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para librar de la cárcel a los presos, y del calabozo a los que habitan en tinieblas.»Yo soy el Señor; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos. Las cosas pasadas se han cumplido, y ahora anuncio cosas nuevas; ¡las anuncio antes que sucedan!» (Isaías 40: 5-9) "Por tanto: ¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado!¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!" (Isaías 60: 1-2) Regocíjate y celebra lo que Dios tiene para ti, porque lo que tuvo para Jesús, lo tiene para ti ahora. Él te ha constituido como pacto y luz para las naciones, para que anuncies el pacto sellado en la Cruz del Calvario y manifiestes la luz de Dios, entonces las tinieblas huirán de delante de ti y la gloria de Dios será vista en ti. Celebra lo que viene ya y vive en la luz que ya has alcanzado, camina hacia adelante y no mires atrás. Vístete de Cristo e irradia Su luz. Esfuérzate por alcanzar lo que Dios ya tiene para ti. 2008 es el año de cielos abiertos para quienes le crean a Dios.