domingo, 27 de marzo de 2011

EL ESPÍRITU DE TEMOR

EL ESPÍRITU DE TEMOR
"Después llegó el que había recibido sólo mil monedas. 'Señor --explicó--, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. Así que tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra. Mire, aquí tiene lo que es suyo.' Pero su señor le contestó: ‘Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido? Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.' 'Quítenle las mil monedas y dénselas al que tiene las diez mil. Porque a todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia. Al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. (Mateo 25: 24-29NVI)


La parábola de los talentos nos muestra cómo es el reino de los cielos y dice que es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les encargó sus bienes. A uno le dio cierta cantidad de dinero, a otro, le dio un poco menos y a un tercero le dio aún menos, pero todos recibieron dinero para que hicieran negocio y aumentaran los bienes del dueño, al menos así parecía, pero ellos no estaban trabajando gratis, porque sabían que su señor los iba a recompensar; por eso los dos primeros se empeñaron y dieron su mayor esfuerzo por duplicar la suma y fueron muy bien recompensados, más de lo que ellos esperaban, porque así es en el Reino de Dios, siempre se nos da más de lo que esperamos. “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.” (Efesios 3: 20, 21 NVI). En cambio el tercero, fue invadido de temor o miedo y no negoció con lo que tenía, sino que lo guardó muy bien hasta que su señor regresara, pero no fue premiado por eso, sino más bien castigado.


El espíritu de temor vuelve perezosas a las personas, porque las incapacita para usar su potencial, entonces se reprimen y no sacan a flote sus cualidades para beneficio de los demás, pero sobre todo de ellas mismas. El temor llena de maldad a la persona porque se vuelve irascible, susceptible, desconfiada, quejosa, criticona, chismosa e inclusive baja la autoestima de la persona y la impulsa a cometer otros actos ofensivos a Dios y al prójimo, permitiendo dejarse vejar y admitiendo que cometan actos de violencia contra ella; como verán, el espíritu de temor abre el portón para que entren otros espíritus inmundos y tomen control de la persona debilitada por el temor. La Biblia es enfática al decirnos “no temas”, muchos versículos hablan sobre esto, nos animan a confiar en Dios y a fortalecernos en Su amor. El temor amplifica aquello que tememos y minimiza a nuestro Dios, ese es su objetivo y cometido, porque de ese modo impide a la persona desenvolverse en el propósito que Dios tiene para ella, anulando así sus capacidades.


“Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.” (2ª Timoteo 1: 7 RV 2000). El temor es un espíritu que nos aniquila. Si bien, llevamos dentro de nosotros como un arma de defensa el temor a realizar algo que nos va a dañar - cuando tenemos conciencia de ello- porque un niño que no tiene conciencia que el fuego quema, se acercará a él sin temor y se quemará. Ese temor a no acercarnos a aquello que nos va a dañar, nos libra del perjuicio. También el temor a hacer algo que va a ofender a Dios nos va a llevar a tener cada vez más reverencia al Dios Altísimo. Sin embargo el espíritu de temor al que Pablo se refiere es aquel que nos conduce a dudar de Dios por incredulidad. Este espíritu nos llena de angustia y desesperación haciéndonos perder el control de nuestros actos. Por ejemplo, los celos que nos llevan a desconfiar de las personas, es consecuencia del temor a que nos dañen y esto lo ocasiona el espíritu de temor que toma el control en algunas vidas. La timidez, cobardía, inseguridad son otras máscaras del temor. Dios nos ha dado de Su Espíritu que nos llena de Su poder, Su amor y Su templanza; nos ha dotado de sus características para que podamos triunfar como ciudadanos de Su Reino.


En la Biblia encontramos muchísimas frases como: “no temas”,no tengas temor”, porque Dios sabe que podemos fácilmente abrir la puerta al espíritu de temor, porque este espíritu trabaja con esa parte de nuestra alma y la deforma, para que ese temor que nos frena a no hacer algo que nos dañará, sea distorsionado en tal forma que nos haga vivir en constante miedo, tanto de cosas reales como irreales. Lo más grave de este espíritu es que nos desvía la mirada de Dios y nos hace ver las cosas exageradamente abrumadoras, de tal manera que empezamos a desfallecer. Eso pasó con diez de los doce espías que Moisés envió a reconocer la tierra que Dios les iba a dar: Le dijeron a Moisés: --Fuimos a la tierra a la que nos enviaste. Realmente es una tierra donde la leche y la miel corren como el agua, y estos son los frutos que produce. Pero la gente que vive allí es fuerte, y las ciudades son muy grandes y fortificadas. Además de eso, vimos allá descendientes del gigante Anac. En la región del Négueb viven los amalecitas, en la región montañosa viven los hititas, los jebuseos y los amorreos, y por el lado del mar y junto al río Jordán viven los cananeos. Entonces Caleb hizo callar al pueblo que estaba ante Moisés, y dijo: --¡Pues vamos a conquistar esa tierra! ¡Nosotros podemos conquistarla! Pero los que habían ido con él respondieron: --¡No, no podemos atacar a esa gente! Ellos son más fuertes que nosotros. Y se pusieron a decir a los israelitas que el país que habían ido a explorar era muy malo. Decían: --La tierra que fuimos a explorar mata a la gente que vive en ella, y todos los hombres que vimos allá eran enormes. Vimos también a los gigantes, a los descendientes de Anac. Al lado de ellos nos sentíamos como langostas, y así nos miraban ellos también. (Números 13: 27-33 DHH)


El espíritu de temor anuló a estos hombres porque los hizo desviar su mirada del Dios Todopoderoso que los había sacado de Egipto con gran poder y gloria y los hizo ver a esos hombres más grandes que Dios; también ellos empezaron a verse tan insignificantes que se compararon a langostas y todavía creyeron que los habitantes de esas tierras los veían así. Eso hace el espíritu de temor en nuestras vidas, por eso no le demos cabida en nuestra mente ni por una milésima de segundo; levantemos en nuestra mente al espíritu de poder que Dios nos ha dado y no desviemos nuestra mirada del Dios Altísimo, porque el Espíritu que Él nos ha dado a sus hijos es el mismo que resucitó de los muertos a Cristo Jesús. “Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes…Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" (Romanos 8: 11 y 15 NVI)

jueves, 17 de marzo de 2011

OSADÍA DE FE SOBRENATURAL


OSADÍA DE FE SOBRENATURAL
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman. Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". "Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" (Mateo 14: 23- 31 BPD)

La fe sobrenatural, es decir creerle a Dios, requiere de osadía o resolución de parte de la persona, porque no se trata de una creencia natural, como que yo creo que alguna persona leerá este texto que estoy escribiendo; sino que esta fe tiene que nacer del corazón, “porque con el corazón se cree para justicia” (Romanos 10: 10), es decir para permitir en nosotros que la voluntad de Dios sea hecha. Un corazón resuelto a que la voluntad de Dios se haga en su vida, se mantendrá firme en la Palabra y no dudará a pesar de las circunstancias adversas de la vida. Pedro estuvo resuelto, en primera instancias a hacer la voluntad de Jesús que le dijo “ven”, entonces obedeció la palabra de Jesús y empezó a caminar sobre el agua en base a esa Palabra, pero se detuvo por un instante a escuchar las voces de la tormenta y a contemplar el inmenso mar que parecía devorarlo y fue ahí que empezó a hundirse, porque dudó. Jesús muy pronto atendió al grito desesperado de Pedro pidiendo que lo salvara, pero le censuró por su poca fe debido a la duda; es que la fe no admite duda porque son incompatibles.

La fe sobrenatural hace cosas sobrenaturales, porque no está regida por la razón, sino por el corazón, por el espíritu que sostiene nuestra vida. “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos.” (Hebreos 11: 1 DHH). Necesitamos “esperar” algo y tener la seguridad que lo vamos a recibir. ¿Qué esperaba Pedro? "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". Esperaba hacer nada menos que lo mismo que Jesús estaba haciendo, caminar sobre las aguas, ¡eso es osadía! y estaba resuelto a conseguirlo, ya que sin temor alguno, mirando sólo a Jesús se bajó de la barca y se mantuvo como en tierra firme, por un momento. ¿Por qué Pedro no completó su recorrido hasta llegar a Jesús? Porque “dudó” de la Palabra de Jesús cuando vio la furia del mar. Cuando nos detenemos en los problemas o dificultades de la vida, la duda sutilmente toma cabida en nuestro corazón y dejamos de creerle a Dios para creer en la mentiras del diablo, cambiamos fácilmente la verdad por la mentira, entonces empezamos a hundirnos, pero si clamamos a Dios, al único y verdadero Dios, Él extenderá Su mano poderosa y nos rescatará de en medio de la tempestad.

En medio de la crisis mundial que día a día se agudiza, debemos ser osados en nuestra fe, porque “el justo por su fe vivirá”. (Habacuc 2: 4). La fe en la Palabra de Dios es lo único que nos va sostener, así que te animo que a pesar de las calamidades de la vida, mantén tu fe centrada en el autor y perfeccionador de nuestra fe, porque recuerda, “que sin fe es imposible agradar a Dios.” (Hebreos 11: 6). Nuestra fe tiene que ir desarrollándose cada día y no permitamos que la duda nos robe la bendición. La duda hace oír su voz muy dentro de nosotros y nos hace ver los problemas muchísimo más grandes de lo que son; en cambio la fe se centra en la Palabra de Dios y se mantiene firme en Ella hasta alcanzar lo prometido, porque sabe que fiel es el que prometió, el cual también lo hará.

"Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo." (Romanos 10: 17 NVI) La fe viene por oír las palabras de Cristo; la duda viene por oír las palabras del diablo a través de muchas voces que contradicen la voz Dios. Josué debía conducir al pueblo de Dios hacia la tierra prometida, por eso Dios le dijo: “Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas."(Josué 1: 7-9 NVI) La atención de Josué debía estar centrada sólo en la Palabra de Dios, para que su fe creciera cada día y así también su confianza en Dios. Oír otros mensajes que no provienen de Dios, debilita nuestra fe y nos succiona hacia abajo, en cambio oír el mensaje de Dios fortalece nuestra fe y nos eleva a lo sobrenatural, allí donde Dios ya nos ha bendecido con toda bendición sobrenatural en Cristo Jesús. (Efesios 1: 3).

Josué debía pasar todo el tiempo oyendo, repitiendo, meditando la Palabra de Dios, debía invertir en su fe para que ésta crezca. ¿Cuánto tiempo inviertes para oír, estudiar, meditar la Palabra de Dios para que tu fe crezca? Recuerda que te será hecho conforme a tu fe. Una fe osada piensa en grande porque conoce a Su Dios que es sobremanera grande y poderoso; lo conoce porque lo oye, lo piensa, lo sueña, lo anhela cada instante de su vida. La persona de fe se lanza y atrapa lo que Dios tiene para ella, y sabe lo que tiene porque oye el mensaje de Cristo. Sé osado en tu fe, porque Dios es galardonador de los que le buscan. Dios se alegra con los que le creen y los premia con Sus bendiciones. “Mas mi justo vivirá por la fe; y si retrocede, mi alma no se complacerá en él.” (Hebreos 10: 38 LBLA)