domingo, 20 de noviembre de 2011

UN CORAZÓN ARREPENTIDO

UN CORAZÓN ARREPENTIDO


Contra ti he pecado, sólo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
y tu juicio, irreprochable.
(
Salmo 51: 4)
El salmo 51 es la muestra del arrepentimiento de un hombre de Dios después de haber pecado; conviene que lo leas bajo la dirección del Espíritu Santo. Trataremos de ver algunos pasos que David sigue en este salmo.
1) David pide piedad al Dios Altísimo recordándole que Él es un Dios de misericordia.
2) Pide que borre sus rebeliones lavando su maldad y limpiando su pecado.
3) Reconoce que su pecado ha sido contra Dios, que ofendió la santidad de Dios.
4) Reconoce que Dios es un Dios que ama la verdad y hace comprender la sabiduría, por eso acude a Él.
5) Pide purificación, con hisopo. Se somete a la disciplina de Dios.
6) Vuelve a pedir que Dios lo lave para que vuelva a sentir gozo, alegría y sanidad corporal ("Y se recrearán los huesos que has abatido").
7) Pide a Dios, "no mires mis pecados y esconde tu rostro de mi maldad". Nosotros ahora le pediríamos que nos mire a través de la sangre de su Hijo Jesucristo.
8) Crea un corazón limpio, renueva un espíritu recto dentro de mí y no me eches de delante de ti; no quites de mí tu Santo Espíritu.
9) David quiere volver a sentir el gozo de la salvación. Sentirse salvo nuevamente y sentirse guiado nuevamente por el Espíritu de Dios. El pecado nos aleja de Dios y nos llena de angustia y temor.

David podía enseñar el camino de la salvación, pues sabía que, "al corazón contrito y humillado", Dios no lo desprecia. He ahí el secreto. Dios quiere que cada uno de nosotros tengamos un corazón que se duela de su maldad y que se humille delante de Dios. Un corazón arrepentido. Un corazón apasionado por Dios, que no pueda vivir sin la presencia de Dios. Un corazón que pueda decirle:
A dónde iré Señor sin Ti, sólo Tú tienes Palabras de vida eterna y yo he creído y seguiré creyendo en Ti a pesar de las circunstancias. Sólo tu amor me satisface, sólo Tú me deleitas. Mi gozo y mi vida es estar siempre contigo, amándote, adorándote, sirviéndote, rindiendo mi ser completamente a Ti. Mi corazón dice: te amo, te amo, te amo mi Señor Jesucristo. Espíritu Santo de Dios, ayúdame a mantener vivo el fuego de pasión por mi Amado Señor Jesucristo, que mientras mi corazón palpite, cada latido diga: te amo, te amo, te amo Jesús. Que cada respiración mía diga: Jesús, Jesús, Jesús. Es que mi ser no sabe cómo vivir sin Ti.

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