martes, 20 de septiembre de 2011

CÓMO SER UN TRIUNFADOR

CÓMO SER UN TRIUNFADOR

¿Acaso puede uno hablar de seguridad en este mundo de incertidumbre? Pululan por todas partes las agencias de seguros ofreciéndote garantía en tu vida y si ésta no es posible, garantía para tu descendencia.

Qué incierta es esta vida, tan incierta como que no sabes cuándo la dejarás. Si miras atrás, hay cosas que no quisieras recordar, y si pretendes poner la mirada hacia delante, la inseguridad te hace tambalear.

El hombre inseguro un día dirá: “Paz y seguridad”, y es ahí que vendrá sobre ellos destrucción repentina. Ellos tienen ojos que no les sirven para vislumbrar lo por venir. Están ciegos.

¿Cuál es el horizonte de tu vida? Cuanto más lejano se divise, más próximo está de ti. Cuanto más alto mires, más pronto llegarás a la cumbre. Las cosas que se adquieren sin mayor esfuerzo porque nos hemos fijado una meta próxima, acabarán pronto por aplastarnos

¿Cuál es la meta de tu vida? ¿Requiere de esfuerzo llegar a ella? Si abatido al subir la cuesta quieres desistir y razonas: “qué fácil es la bajada y cuán duro el ascenso”, entonces, caerás al abismo, oscura sima en la cual no sabes qué te espera.

Si has llegado a la mitad de la cuesta, recuerda que la otra mitad restante la sentirás más liviana, pues tus pies ya han encallecido, tus manos se volvieron ágiles y tu cuerpo curtido por el sol y la tempestad podrá resistir cualquier otro embate que la vida te marque.

No hay incertidumbre para quien mira siempre adelante, hacia la meta. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” (Hebreos 12: 2,3 NVI)

Si quieres ser un triunfador y tener seguridad en tu vida, hay sólo un camino, su nombre es, JESUCRISTO. Mientras tu mirada esté centrada en Él podrás avanzar como Pedro sobre las olas de tempestad, pero si desvías tu mirada de Él, de seguro te hundirás.

La tempestad no es tu meta. No la mires. Tu meta es Cristo. Míralo a Él.

sábado, 10 de septiembre de 2011

CÓMO SER GUIADOS

CÓMO SER GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO
Cuando nacemos empezamos a ser conscientes de este mundo natural y a medida que vamos creciendo vamos desarrollando más nuestro ser consciente. Hemos crecido respondiendo a este ámbito natural y nuestros sentidos naturales se fueron desarrollando por el uso. Sin embargo, un día decidimos recibir a Cristo en nuestro corazón y algo en nuestro interior ha pasado. Empezamos a percibir vagamente, en primera instancia, algo del mundo espiritual. Esto, ¿por qué? Porque hemos sido unidos a Cristo por el poder de Dios. Pero gracias a él (Dios) ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría --es decir, nuestra justificación, santificación y redención.” (1ª Corintios 1: 30 NVI). En otras palabras, se nos devolvió la verdadera vida, la vida de Dios, la vida del Espíritu. Aquella vida que Adán y Eva perdieron cuando desobedecieron a Dios y decidieron gobernarse por cuenta propia. Entonces, ya no vivimos por vista, por lo que vemos, sino por la fe en Dios, por aquello que en el mundo natural no se ve; sin embargo, en el mundo espiritual, llegamos a ser consciente de lo que realmente es.

Vivir guiados por el Espíritu Santo de Dios es vivir más conscientes de Dios, que de lo que vemos o sentimos, porque Dios vive dentro de nosotros, entonces sabemos quiénes somos en Cristo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, sabía quién era, si bien, no lo supo desde pequeño, pero fue aprendiéndolo a medida que estudiaba las Escrituras y se comunicaba con Su Padre. Jesús era el Hijo de Dios, y ¿qué somos nosotros que le hemos recibido como Señor y Salvador de nuestras vidas? “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.” (Juan 1: 12 NVI) Somos hijos de Dios y necesitamos ser conscientes de quién es nuestro Padre. Así como en lo natural recibimos los genes de nuestros padres, que nos hacen semejantes a ellos, en lo espiritual es lo mismo, recibimos la herencia genética, si vale el término, de nuestro Papá Celestial. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros no recibisteis un espíritu que de nuevo os esclavice al miedo, sino el Espíritu que os adopta como hijos y os permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.” (Romanos 8: 14-16).

El deseo de Dios ha sido siempre conformarnos a Su imagen y semejanza, por eso creó a Adán y Eva conforme a Su imagen y semejanza, parecidos a Él. Y ¿cómo es Dios?Dios es espíritu, y los que le adoran deben ser guiados por el Espíritu para que lo adoren como se debe. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque el Padre quiere ser adorado así. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!” (Juan 4: 23 BLS). Así como es Dios, somos nosotros sus hijos, es decir, somos espíritu, tenemos un alma viviente y ocupamos momentáneamente este cuerpo, para poder estar en la esfera terrestre. Dios quiso hacernos seres espirituales para que podamos tener comunión con Él, porque sólo nuestro espíritu es capaz de comunicarse con Dios, porque es allí donde reside el Espíritu del Señor. "En cambio, quien se une con el Señor se hace un solo cuerpo espiritual con él." (1ª Corintios 6: 17 BLS) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por (gran) precio; glorificad, pues, (y traed) a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1ª Corintios 6: 19, 20 RV2000)

Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu, caminamos en la luz, sabemos lo que hacemos y a dónde vamos. “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz.” (Efesios 5: 8 NVI). Cuando nacemos de nuevo, hemos sido introducidos en Cristo y allí somos luz, porque en Él no hay ninguna tiniebla. Somos luz, pero a veces pensamos, o hablamos tinieblas, necesitamos constantemente dejarnos guiar por el Espíritu que nos habita para caminar en luz, sobre todo principado, potestad o señorío de tinieblas, tomando gobierno y autoridad sobre toda tiniebla y enarbolando el estandarte de Jesucristo, quien nos dio la victoria, haciendo resplandecer la luz de Dios para que huyan las tinieblas y el Reino de Dios se establezca en esta tierra.





lunes, 29 de agosto de 2011

¡COBREN ÁNIMO!

¡COBREN ÁNIMO!

Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Colosenses 2: 2, 3, 9, 10 NVI)

Estamos completos en Cristo, tenemos la autoridad que Él nos delegó y podemos entrar al lugar de todos Sus tesoros de sabiduría y conocimiento, para “ejecutar sentencia” prontamente contra todo aquello que se levanta contra el conocimiento de Cristo, ya sea por mentiras en contra nuestra o por blasfemia directa al Nombre de Jesucristo, ante el cual toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es Señor.

Así vi al perverso sepultado; ellos aun habían venido del Lugar Kadosh (Santo). Pero aquellos que habían actuado rectamente fueron olvidados en la ciudad. Esto también es vanidad; porque el castigo decretado por una obra maligna no es llevado a cabo prontamente; por lo tanto, el corazón de los hijos de los hombres está totalmente determinado en aquellos que hacen el mal. (Eclesiastés 8: 10, 11 TKIM-DE)

Ejecutar o decretar son lo mismo. Tenemos autoridad para cerrar las bocas mentirosas y para alejar del lugar donde Dios nos colocó a aquellos que son estorbo, recordando que nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra espíritus inmundos que vienen en contra nuestra, escondidos tras un disfraz humano. Pero recuerden, el Mayor está con nosotros. Basta ya de darle espacio al enemigo para que haga de las suyas. Ese territorio llamado hogar, donde reside nuestra familia, nos pertenece, sin embargo el enemigo, el diablo, quiere destruirnos, porque somos ahí una amenaza para él, por eso se esfuerza por sacar a nuestros hijos del camino del Señor; pero, ¡cobra ánimo! Vístete de valor y pelea la batalla en el nombre de Jesucristo. Pide a Dios por la conversión de esas personas, que gobernadas y enceguecidas por el enemigo están queriendo atrapar a tus hijos o familiares, no permitas que el diablo gane ventaja. Estamos en una guerra frontal, pero nuestro enemigo ya fue vencido por Jesucristo el Vencedor, y esa victoria es ahora nuestra, de los que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador; sin embargo tienes que usar los recursos que Él te dio y en Su Nombre ata a esos espíritus que gobiernan esas vidas, átalos para que no puedan operar y mientras estén atados actúa a favor de esas personas y llévales el mensaje de salvación o pide a Dios que otros vayan con ese Mensaje.

Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2ª Corintios 10: 4, 5 NVI)

La adoración es un arma poderosa para derrotar al diablo. ¿Sabes por qué? Porque la adoración nos eleva a Dios, justo al mismísimo lugar que Satanás ocupaba antes de su caída, lugar que la Iglesia de Cristo, como la Esposa del Cordero estará por la eternidad. En ese lugar no existe la palabra derrota y el temor huye despavorido. En medio de la crisis, adora a Dios. Recuerda, ya tienes la victoria. No digas nada que anule lo que Dios ya te dio. Cobra ánimo en Cristo y sé que de ésta saldrás en victoria.

miércoles, 22 de junio de 2011

SOMOS EL ESPEJO DE DIOS

SOMOS EL ESPEJO DE DIOS
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
(2ª Corintios 3: 17, 18 NVI)
Dios quiere mostrarse al mundo a través de nosotros, Él quiere que todos conozcan Su gloria, Su grandeza y sepan a quién representamos en esta tierra. En la antigüedad cuando Moisés hablaba con Dios, la gloria de Dios se impregnaba en él y su rostro brillaba a tal punto que tenía que cubrirse el rostro para poder dirigirse al pueblo. “No hacemos como Moisés, quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque sólo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.” (2ª Corintios 3: 14- 16 NVI) Los hijos de Dios, quienes hemos reconocido a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, arrepintiéndonos de nuestros pecados y volviéndonos a Él, llegamos a ser el espejo de Dios, porque Su Espíritu que vive en nosotros nos va transformando más y más a Su semejanza. Así que lavémonos bien la cara para no distorsionar Su gloria. Su Palabra nos limpia y purifica para que seamos más semejantes a Él.

Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios y mientras ellos se mantuvieron en obediencia y dependencia de Dios, portaban y reflejaban la misma gloria de Dios. Jesucristo cuando estuvo en la tierra también reflejó la gloria de Dios, inclusive le dijo a uno de sus discípulos lo siguiente: “Le dijo Felipe: Muéstranos al Padre y nos basta, Señor nuestro. Jesús le dijo: He estado con ustedes todo este tiempo, y no me has conocido, Felipe. El que me ve a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en mi Padre y mi Padre en mí? Las palabras que yo hablo no las hablo por cuenta propia, sino que mi Padre que mora en mí, Él realiza estas obras. Crean que yo estoy en mi Padre y mi Padre en mí, y si no, crean al menos por las obras.” (Juan 14: 8-11 SyEspañol) Jesús vino a mostrarnos al Padre y cada hijo de Dios también muestra al Padre, aunque algunos no lo puedan ver como en el caso de Felipe. Muchas veces, ni siquiera nosotros mismos podemos creer esto, pues nos parece demasiada pretensión, sin embargo Dios quiere mostrarse, quiere que el mundo vea Su grandeza a través de Sus hijos, grandeza reflejada en palabras y en hechos.

"En verdad les digo: el que cree en Mí, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará, porque Yo voy al Padre. "Y todo lo que pidan en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. "Si Me piden algo en Mi nombre, Yo lo haré." (Juan 14: 12 – 14 NBLH) Miren ¡qué promesa! Lo que pasa es que nos cuesta creerla, pero si asimilamos bien estas palabras a la luz de la revelación de Dios, ya no nos vamos a mirar como insignificantes y mendigos de los favores de Dios, sino que entenderemos que lo que Dios nos dio es a Él mismo, es Su Espíritu morando en nosotros para hacer Sus obras y manifestar Su gloria. Y esta gloria no se extingue como pasaba con Moisés después de salir de la presencia de Dios, sino que va en aumento, de tal modo que somos transformados a Su imagen con más y más gloria por la acción de Su espíritu que vive en nosotros. La voluntad de Dios es que alcancemos la estatura de Cristo, que lleguemos a ser como Él, por eso Su Espíritu nos va transformando, va puliendo algunas áreas de nuestro carácter que no se asemejan a Cristo, para que reflejemos Su gloria, mientras más pulidos estemos, más perfecta va a ser la imagen que reflejemos de Dios. Sin velo, con el rostro descubierto vamos reflejando la gloria de Dios, vamos sacando a flote la acción del Espíritu en nosotros y empezaremos a hacer las obras que Cristo hizo. Lo que Cristo prometió, de seguro que lo cumple. Tan sólo nos queda creerle. Somos el espejo de Dios y reflejamos Su gloria.

domingo, 29 de mayo de 2011

LAS OBRAS TAMBIÉN CUENTAN

LAS OBRAS TAMBIÉN CUENTAN
Somos salvos por fe y no por obras, porque la salvación no depende de lo que hagamos, sino de lo que decidamos creer y aceptar, ya que esto define nuestro destino eterno, sea el cielo con Dios, o el infierno, alejado de Dios. Entonces, aquí, y sólo aquí, en esta tierra, mientras estemos en vida, decidimos dónde vamos a pasar la eternidad. “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.” (Efesios 2: 8,9 NVI). Ahora bien, las obras que nosotros hagamos determinarán nuestra recompensa o cómo pasaremos la eternidad, porque a Dios le interesa lo que hacemos “hoy”, ya que hay una conexión directa entre lo que hacemos hoy, con lo que obtendremos en la eternidad, todo lo que hacemos, cuenta para Dios, Él toma en cuenta hasta un vaso de agua que demos a uno de Sus pequeños y no dejará de recompensarnos por la eternidad, a Él nada se le escapa. “Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho.” (Mateo 16: 27 NVI)

Cada persona tiene un comienzo, pero nuestra existencia seguirá eternamente, no tendrá fin; así que, al morir el ser humano puede ir a uno de los dos destinos eternos conforme a su elección mientras estuvo en la tierra, el cielo donde está Dios, que es un lugar real o el infierno, sin Dios, que también es real y no lo deseo para nadie. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito (único), para que todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna. "Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El. "El que cree en El no es condenado (juzgado); pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito (único) Hijo de Dios. "Y éste es el juicio: que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones eran malas. "Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas. "Pero el que practica la verdad viene a la Luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios." (Juan 3: 16-21 NBLH).

Si la persona, estando en vida, ha decidido creer en Jesucristo como Su Salvador y Señor, entonces decidió por el cielo con Dios, pero si al contrario, no quiso creer ni aceptar a Jesucristo como Su Salvador y Señor, entonces también ha decidido por la otra opción, el infierno, sin Dios. Conforme hayamos creído, vamos a definir nuestro destino eterno, pero conforme nos hayamos conducido en este período terrenal, determinamos nuestra recompensa, o grado de cómo pasaremos la eternidad. Inclusive en el infierno habrá grados o niveles de castigo."Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades (región de los muertos) descenderás! Porque si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. "Sin embargo, les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti." (Mateo 11: 23 NBLH). Observen que no lo digo yo, sino aquel que vino de la eternidad, que todo lo sabe. Ahora miren lo que Jesús les dijo a los escribas y Fariseos. "¡Ay de ustedes, escribas y Fariseos, hipócritas, que devoran las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacen largas oraciones! Por eso recibirán mayor condenación." (Mateo 23: 14 NBLH).

"Poco después, Jesús les dijo a sus discípulos: --No se preocupen. Confíen en Dios y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos. Si no fuera cierto, no les habría dicho que voy allá a prepararles un lugar. Después de esto, volveré para llevarlos conmigo. Así estaremos juntos." (Juan 14: 1-3 BLS). ¡Qué maravillosa promesa! Jesús dijo que estaremos con Él, por eso Él toma en cuenta cada detalle de nuestra vida, cada actitud de nuestro corazón, para poder darnos según nuestras obras. “Por este motivo confiamos y deseamos estar ausentes del cuerpo y presentes ante nuestro Señor, y nos esforzamos para que, ya sea presentes o ausentes, le seamos agradables, porque todos nosotros habremos de comparecer ante el tribunal del Cristo, para que cada uno sea recompensado de acuerdo a lo que hizo estando en el cuerpo, haya sido bueno o haya sido malo.” (2ª Corintios 5: 8-10). El último libro de la Biblia confirma lo que estamos diciendo: “También vi un trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia se apartaron la Tierra y los cielos, y no se encontró lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, que estaban de pie delante del trono. Y los libros fueron abiertos. Después otro libro fue abierto, que es el de la vida. Y los muertos fueron juzgados por las cosas que estaban registradas en los libros, conforme a sus hechos. El mar entregó a los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Seol entregaron a los muertos que se encontraban en ellos, y fueron juzgados cada uno conforme a sus acciones. Y la Muerte y el Seol fueron arrojados al lago de fuego. Ésta es la segunda muerte: el lago de fuego. Y el que no se hallaba inscrito en el libro de la vida, era arrojado al lago de fuego.” (Apocalipsis 20: 11- 15 SyEspañol).


El resultado de lo que hayamos hecho por Jesús aquí en la tierra determinará el grado de recompensa en el cielo; pero también las obras malas tendrán un grado de pago en el infierno. Entonces, mis amados cada cosa que hagamos, por muy pequeña que nos parezca, es tomada en cuenta por Dios. Que esta breve reflexión nos sirva para medir bien lo que hacemos para que nuestra recompensa pueda ser mayor, porque Dios es un Dios que recompensa por la eternidad. Entonces, mis obras también cuentan para Dios, porque hay una conexión directa entre lo que hacemos y la eternidad. Las decisiones que tomemos en vida, nos seguirán por la eternidad, así que no busquemos una recompensa terrenal, sino eterna. Hagamos todo como para Cristo y por amor a Él, porque la actitud con que lo hacemos también cuenta.

viernes, 20 de mayo de 2011





PLENITUD DE LA GRACIA DE DIOS

En lo que atañe a la ley, ésta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. (Romanos 5: 20, 21 NVI)

Estamos aquí con el propósito de recibir lo que Dios tiene para nosotros; y lo que Dios va a responder es lo que tu corazón está esperando, “porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan 1: 16). Dios está con su mano de Gracia extendida para que nosotros la alcancemos por fe y con humildad de corazón. Hay gracia y más gracia disponible para cada uno de nosotros hasta “que lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4: 13). Todavía no hemos llegado a la perfección, estamos en un proceso, pero vamos a llegar. Cuando Dios habla de plenitud, está hablando de sobreabundancia y esa sobreabundancia de Su Gracia está a nuestra disposición, es una sobreabundancia integral, para cada aspecto de nuestra vida, sin embargo hay una sola fórmula para recibir más de Su gracia, veamos: “Pero El da mayor gracia. Por eso dice: "DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES." (Santiago 4: 6 NBLH). La humildad es la clave para recibir mayor gracia, porque la gracia es para compartirla, no para pretender sobresalir y retenerla con nosotros.

La Gracia de Dios es poder sobrenatural para hacer aquello que en nuestra fuerzas nunca lo lograríamos; es la vida misma de Dios para hacer aquello que Él quiere hacer a través de nosotros. “Porque esto es lo que dice el Altísimo, el que vive eternamente y tiene el nombre santo: «Yo vivo en lo alto y santo, pero vivo también con el que tiene su espíritu abatido y humillado. Le daré nueva vida al de espíritu humilde, y reviviré al abatido.” (Isaías 57: 15 PDT). El humilde depende de Dios para todo y sabe que sin Dios nada puede hacer, el abatido languidece al ver las almas rumbo al infierno y clama por salvación con un espíritu contrito ante Dios. Dios es un Dios de Gracia y no puede habitar donde todavía el “ego” gobierna, sólo habita en un corazón que se rinde totalmente a Él, entonces Dios puede hacer Su voluntad y manifestar Su gloria con el poder de Su Gracia.

La Gracia de Dios está disponible en cualquier momento, tanto para los que hemos aceptado a Jesucristo como Señor y Salvador, como para aquellos que vienen a Jesucristo por salvación. Por esta Gracia podemos llegar a Dios, no por nuestros méritos, sino por los de Cristo, quien derramó en sacrificio Su Sangre por nosotros, cuando clavado en la cruz por nuestros pecados dijo: “consumado es” y el velo del templo se rasgó en dos, entonces nos abrió el camino al Trono de Gracia, al lugar Santísimo para poder tener comunión con nuestro Padre, libre ya de toda culpa y pecado. A través de Su Sangre se abrió el camino al Padre, porque Él es el único Camino y Su Sangre es la única fuente que lava nuestros pecados. La sangre del Nuevo Pacto que borra toda mancha e iniquidad nos da vida y vida abundante. Su carne partida, su cuerpo lacerado, nos permite vivir en salud porque Él llevó sobre Su Cuerpo nuestras enfermedades y dolores y por Su llaga fuimos curados; Él se hizo por nosotros maldición para que nosotros fuésemos hechos bendición donde quiera que estemos y vayamos, porque llevamos en nuestro cuerpo las marcas de Cristo, pues Su muerte nos dio vida, Su resurrección nos justificó, Su Gracia nos salvó.

Damos gracias a Dios que podemos estar delante de Él, “ante su trono de gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4: 16), pues “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. (Romanos 5: 20). Si Dios da sobreabundante gracia, es porque la necesitamos y sin ella no podríamos vivir. La sobreabundante gracia de Dios nunca desaparece, porque si Dios nos quitara su gracia, entonces nuestra vida dejaría de ser. Veamos, pues la importancia que tiene la gracia para con nosotros. Si tuviéramos que comparar la gracia con algo que es conocido, diríamos que es como el oxígeno que respiramos, el cual no nos cuesta nada; pero imagínense si en este momento el suministro de oxígeno se detuviera, ¿qué pasaría con nuestras vidas? Sencillamente dejaríamos de existir. Así como el oxígeno significa para el hombre o mujer, la vida aquí en la tierra; la gracia es para la persona la vida tanto aquí en la tierra como en el cielo. La gracia es la vida de Dios que viene sobre nosotros, es Su favor manifestado a nuestras vidas.

“Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y milagros en el pueblo. Y se levantaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, de los cireneos y los alejandrinos, y de los de Cilicia y de Asia, discutiendo con Esteban. Y no podían resistir la sabiduría y el espíritu con que hablaba” (Hechos 6: 7-9 RVA).La gracia de Dios y Su poder van de la mano. Pues quien halla gracia ante los ojos de Dios recibe Su poder para hacer las obras de Él aquí en la tierra y así extender Su Reino. Clamemos por la gracia de Dios sobre nuestras vidas con humildad de corazón para cumplir con el propósito de Dios en nuestras vidas y sobre esta tierra, para que Su Reino venga sobre nosotros y Su voluntad sea hecha. Declaramos que tuyo oh Dios es el Reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos, amén.

martes, 10 de mayo de 2011

ÉSTE ES EL MEJOR MOMENTO

ÉSTE ES EL MEJOR MOMENTO DE LA HISTORIA
Siglo XXI, estamos contemplando el poder de la ciencia y la tecnología en acción y al mismo tiempo el poder maligno con toda su devastación. Entonces pensamos: "Dios debe estar muy enojado con toda esta situación y sus ojos ya no soportan ver todo el mal". Dios sigue siendo el Dios justo y misericordioso que nos ha permitido vivir el mejor momento de la historia. Él no está enojado, Su corazón se derrite de amor y compasión. Dios está BUSCANDO a un hombre o a una mujer que haga lo que Él dice: "Yo he buscado entre ellos a alguien que se interponga entre mi pueblo y yo, y saque la cara por él para que yo no lo destruya. ¡Y no lo he hallado!" (Ezequiel 22: 30 NVI) Dios te está buscando a ti y cuando te dejes encontrar, tu corazón empezará a derretirse juntamente con el de Dios y fluirá de ti el amor y la compasión del Dios Todopoderoso para que tu pueblo no sea destruido.

Cuando unas tu sueño al sueño de Dios, brotará en ti el amor por la gente y empezarás a hacer historia, la mejor historia de amor que jamás se haya contado después del Calvario. El amor te saca de la cárcel del legalismo, de ese enclaustramiento ególatra y te lleva adonde nunca imaginaste ir. Empieza a vivir el mejor momento de tu historia. ¡AMA! El mal seguirá su curso, pero mientras tu amor siga fluyendo se abrirá paso por donde otros no se atrevieron a pasar. Este es el mejor momento de la historia de Bolivia y tú puedes escribirlo, porque en medio de tantos "ayes" declaramos que: Bolivia será llena del conocimiento de la gloria del Señor. Tú puedes declarar lo mismo para tu nación, ciudad o barrio, para tu familia, porque el amor se abre paso, hace cauce donde nunca lo hubo para que la tierra se llene del conocimiento de la gloria del Señor.

Empieza a escribir el mejor momento de la historia, porque Dios te dice: “Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” (Jeremías 29: 11 DHH). No mires la calamidad que te rodea, mira lo que Dios tiene para ti, aunque te encuentres en medio de de la calamidad. Los discípulos de Jesús, se encontraron en una ocasión en medio de un mar muy, pero muy tormentoso y pensaron que iban a morir, ellos sólo podían ver la tempestad, pues al parecer no había ni un atisbo de calma, todo era calamidad. Jesús estaba en la barca con ellos, pero dormía.
“Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. Los discípulos fueron a despertarlo. --¡Señor --gritaron--, sálvanos, que nos vamos a ahogar!--Hombres de poca fe --les contestó--, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo. Los discípulos no salían de su asombro, y decían: "¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?” (Mateo 8: 23 – 27). Si Jesús está en tu barca, en tu corazón, aunque parezca que está dormido, Él siempre tiene el control de toda la situación. No te inquietes. Mientras Él esté en tu barca, ten por seguro que no te ahogarás.

La tempestad aparece “de repente”, cuando menos la esperas y su objetivo es hundirte, no viene sólo para darte un gran susto, viene para destruirte, pero con Jesús en tu barca nunca lo logrará; así que, enfrenta a la tempestad como lo hizo Jesús, reprende a esa situación difícil y no mires a la tempestad, para que no apague tu fe, mira sólo a Jesús, Él es el dueño de la situación. No mires que los productos de la canasta familiar han subido hasta las nubes y que lo que ganas ya no te alcanza, mira al Dueño y Señor de la situación, mira a Jesús. Cuando las cosas se ponen difíciles, ése es el mejor momento de la historia, porque te obliga a mirar al que tiene todo el control y ya te ha dado la autoridad para hacer frente a cualquier tempestad en Su nombre y por el poder del Espíritu de Dios que mora en ti. Escribe ya el final de la historia, porque la tempestad viene y se va, pero la Palabra de Dios permanece para siempre. Recuerda que Él tiene pensamientos de bien para ti, para darte el fin que esperas.