martes, 22 de noviembre de 2011

2012, AÑO DE REFORMA

2012, AÑO DE REFORMA
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. En vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantíos del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones.” (Isaías 61: 1- 4 NVI)

Reforma es devolverle la forma original a lo que se ha deformado, volverlo a ser como fue al principio. Dios está llamando a Su pueblo a volver a los diseños originales, al propósito para el cual fuimos establecidos en esta tierra, para arreglar lo que el enemigo destruyó. Él ya nos ha ungido con Su espíritu para anunciar las buenas nuevas de salvación a los pobres, a aquellos que están sin herencia en el Reino de Dios, porque el diablo los ha cegado. Tenemos que levantar la voz anunciando las BUENAS NUEVAS, la gente está cansada de malas nuevas y vive en angustia esperando lo peor, pero los hijos del Reino estamos llamados a darles noticias buenas de salvación, alivio al espíritu angustiado; pero primero necesitamos revestirnos del poder sobrenatural del Espíritu de Dios, recibir la fuerza del Omnipotente, Su consuelo y Su ánimo, salir de una vez de entre las cenizas y ungirnos con el aceite que Él está ofreciendo a cada uno de Sus hijos. Dios viene a devolvernos la identidad de hijos.

Como fue en un principio con Adán y Eva, Dios quiere que sea en este tiempo. Su Espíritu está ansioso de cubrirnos, por eso es necesario que nos quitemos la capa de mendicidad y recibamos el manto de fiesta. Papá Dios quiere que entremos a Su fiesta. ¿Recuerdas qué pasó con el hijo pródigo? Anduvo por el mundo derrochando su herencia y después se vio pobre, sin fuerzas, casi desnudo, pero de pronto se le encendió el foquito, tuvo un momento de lucidez y dijo: -Qué hago yo aquí, pero si en la casa de mi padre hasta los sirvientes gozan de buena comida y yo aquí estoy a punto de comer lo que comen los inmundos cerdos. Volveré a mi padre…- Volveré a mi padre, fue la mejor decisión que hizo. Quizá dirás –pero yo no estoy como ese hijo, yo tengo comunión con Dios e inclusive disfruto de Sus bendiciones- Te pregunto, ¿disfrutas? ¿No estarás como el hermano mayor, poseyéndolo todo y no disfrutando nada? Dios ya ha preparado una fiesta, ya fue matado el Cordero más valioso, para que comamos y disfrutemos de todas Sus delicias. Mira que no te hablo de dinero, o mansiones, eso es secundario. Te hablo de DELEITE. “Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre.” (Salmo 16: 11 NBLH)

Entremos a la fiesta de bodas ahora, no esperemos en un futuro lejano, la fiesta ya ha empezado. “El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo. "Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. "De nuevo envió otros siervos, diciéndoles: 'Digan a los que han sido invitados: "Ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está preparado; vengan a las bodas." "Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios, y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron. "Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad. "Luego dijo a sus siervos: 'La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. 'Vayan, por tanto, a las salidas de los caminos, e inviten a las bodas a cuantos encuentren.' "Aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de invitados.” (Mateo 22: 2- 10 NBLH)

El mundo nos está absorbiendo con muchos quehaceres “buenos” y no nos permite disfrutar de lo que Dios ya preparó para nosotros. Hay una fiesta a la cual Dios te está invitando, allí no puedes entrar con cualquier ropa, necesitas identificarte con la ropa de fiesta, sin angustia, ni preocupaciones, sin heridas en el alma; necesitas vestirte de Cristo, así como Adán y Eva estuvieron vestidos en un principio. Ponte el traje de fiesta y quítate el del desaliento. Vuélvete a lo que Dios ya diseñó para Sus hijos. Dios está continuando la reforma en Sus hijos y Él quiere que te dejes vestir con Su traje, así como el hijo pródigo se dejó vestir. Dios quiere que entres a Su fiesta, no te resistas. Es tiempo de reforma, de transformación, innovación, porque las cosas viejas ya pasaron, de aquí en adelante todo es nuevo.

domingo, 20 de noviembre de 2011

UN CORAZÓN ARREPENTIDO

UN CORAZÓN ARREPENTIDO


Contra ti he pecado, sólo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
y tu juicio, irreprochable.
(
Salmo 51: 4)
El salmo 51 es la muestra del arrepentimiento de un hombre de Dios después de haber pecado; conviene que lo leas bajo la dirección del Espíritu Santo. Trataremos de ver algunos pasos que David sigue en este salmo.
1) David pide piedad al Dios Altísimo recordándole que Él es un Dios de misericordia.
2) Pide que borre sus rebeliones lavando su maldad y limpiando su pecado.
3) Reconoce que su pecado ha sido contra Dios, que ofendió la santidad de Dios.
4) Reconoce que Dios es un Dios que ama la verdad y hace comprender la sabiduría, por eso acude a Él.
5) Pide purificación, con hisopo. Se somete a la disciplina de Dios.
6) Vuelve a pedir que Dios lo lave para que vuelva a sentir gozo, alegría y sanidad corporal ("Y se recrearán los huesos que has abatido").
7) Pide a Dios, "no mires mis pecados y esconde tu rostro de mi maldad". Nosotros ahora le pediríamos que nos mire a través de la sangre de su Hijo Jesucristo.
8) Crea un corazón limpio, renueva un espíritu recto dentro de mí y no me eches de delante de ti; no quites de mí tu Santo Espíritu.
9) David quiere volver a sentir el gozo de la salvación. Sentirse salvo nuevamente y sentirse guiado nuevamente por el Espíritu de Dios. El pecado nos aleja de Dios y nos llena de angustia y temor.

David podía enseñar el camino de la salvación, pues sabía que, "al corazón contrito y humillado", Dios no lo desprecia. He ahí el secreto. Dios quiere que cada uno de nosotros tengamos un corazón que se duela de su maldad y que se humille delante de Dios. Un corazón arrepentido. Un corazón apasionado por Dios, que no pueda vivir sin la presencia de Dios. Un corazón que pueda decirle:
A dónde iré Señor sin Ti, sólo Tú tienes Palabras de vida eterna y yo he creído y seguiré creyendo en Ti a pesar de las circunstancias. Sólo tu amor me satisface, sólo Tú me deleitas. Mi gozo y mi vida es estar siempre contigo, amándote, adorándote, sirviéndote, rindiendo mi ser completamente a Ti. Mi corazón dice: te amo, te amo, te amo mi Señor Jesucristo. Espíritu Santo de Dios, ayúdame a mantener vivo el fuego de pasión por mi Amado Señor Jesucristo, que mientras mi corazón palpite, cada latido diga: te amo, te amo, te amo Jesús. Que cada respiración mía diga: Jesús, Jesús, Jesús. Es que mi ser no sabe cómo vivir sin Ti.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿CÓMO SON TUS PALABRAS?

¿CÓMO SON TUS PALABRAS?
Hay palabras sin sentido que se vuelven con sentido por el uso de los muchos y el despecho de los pocos. En cuestión de género, no manda la palabra, sino el género que a la misma da sentido. Y qué antagónico resulta decir: “hacer el amor”, cuando están comprando sexo; palabras sin sentido, confusas y mal entendidas… pero bueno, ¿quiénes entienden mal? ¿Los con sentidos o los sin sentidos? ¿Y quiénes son ellos o ellas? ¿Son palabras los balbuceos imprecisos del niño que aún mama? Para sus padres, sí; para el oyente inexperto sólo serán ruidos de un aspirante a hablar.

Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda. --Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente. --Iré a sanarlo --respondió Jesús. --Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. (Mateo 8: 5-8 NVI) ¿Qué le estaba diciendo el centurión a Jesús? Tu Palabra tiene autoridad, porque yo sé lo que es estar bajo autoridad y en autoridad. Tú no necesitas ir a mi hogar, además, ¿quién soy yo para que Tú entres en mi hogar? Lanza tan sólo la palabra y ésta hará la obra. Yo sé el poder que tienen mis palabras, el alcance de éstas, porque también estoy en autoridad. Señor Jesús, Tú tienes la autoridad, Tú tienes el poder, Tú tienes el querer; lanza la palabra y será hecho.

“Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: --Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.” (ver. 10 – 12) Jesús queda maravillado, extasiado cuando escucha palabras de fe, éstas impresionan Su corazón, lo derriten y lo llevan a realizar el milagro. “Luego Jesús le dijo al centurión: --¡Ve! Todo se hará tal como creíste. Y en esa misma hora aquel siervo quedó sanó.” (ver. 13).

Las palabras del Señor Jesús, son Palabras de verdad y vida. Las palabras con la fuerza de la fe en el Señor Jesucristo, reciben lo que creen. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6. 63 NVI). Paradójicamente a las palabras que lanzó a la higuera: “Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.” (Mateo 21: 19). Estas palabras de Jesús produjeron muerte. Te has preguntado alguna vez, ¿por qué lanzó Jesús esas palabras? ¿Fue por rabia, enojo, furia? Nada de eso, sino que, para qué sirve una higuera frondosa sino tiene higos. Pero no era tiempo de higos; ¿entonces para qué pretendía demostrar aquello que no poseía para dar?

Hay mucha pompa en las palabras cuando se dice lo que no se pretende en realidad, como discursos políticos, prensa alharaca, palabras y palabras como hojas en la higuera, pero sin sentido, sin decir lo que en realidad pretenden, dejando al azar la interpretación, pero manifestándose pomposamente. Distorsionan las palabras entrelíneas para hacernos creer lo que en realidad no son. No te fíes de aquel que te invita a comer en su mesa y te endulza con palabras halagüeñas, pero su pensamiento no está contigo, sino en el provecho que puede sacar de ti. (Lee Proverbios 23: 6 -9) Estas palabras zalameras producen náuseas y provocan vómito.

"Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca." (Apocalipsis 3: 15 y 16). Tibieza en las palabras es falta de fe. Si no tienes palabras de fe en el Señor Jesús, como tuvo el centurión, provocas náuseas. A Jesús no le convence un discurso pomposo, le maravilla la fe en Su Palabra. ¿Tienes fe? Habla fe, déjate de discursos baratos, el Señor Jesús sabe cuál es la intención de tu corazón.

El paralítico estaba sentado a la puerta del templo llamada “Hermosa”, esperando la compasión de las personas que iban a orar y a agradecerle a Dios por tantas bendiciones, en fin, ellas podían ir allí con sus propios pies y voluntariamente; él, sin embargo, era llevado por otros para pedir a los hombres lo que Dios bien podía hacer por él. De pronto, Pedro y Juan se acercaron para entrar por la puerta al templo y el paralítico les rogaba por una pequeña limosna. “Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios." (Hechos 3: 3-9 RV 60)

Míranos”, somos humanos como tú, no tenemos dinero, pero hay Alguien dentro de nosotros que puede sacarte de esta situación. Mientras el paralítico los miraba fijamente, sin decir palabras, esperando recibir algo material, aunque ínfimo, que no satisfaría su necesidad, oyó decir estas poderosas palabras a Pedro: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Éstas fueron palabras con poder, autoridad y fe, en un NOMBRE, no fueron palabras pomposas que se desvanecen al instante, fueron palabras de vida, que producen fruto en su tiempo, que satisfacen una necesidad; este hombre ya nunca más se sentaría a la puerta del templo, iría con sus propios pies a adorar al Dador de vida.

No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy”, qué quiere decir: No es en mi poder o fuerza, sino en el poder y la fuerza de Alguien dentro de mí, que sí puede hacer mucho por ti y en esa autoridad lanzo la palabra: “¡Levántate y anda!” para que la gloria no sea para el hombre, sino sólo para el que es la Palabra, el Verbo de Dios, Jesucristo, el Señor. Tú puedes lanzar la palabra con autoridad si eres hijo de Dios y esa palabra dará resultados, satisfará una necesidad, levantará a personas.

Ahora te digo: ¡Mírate! ¿Tienes algún recurso material que pueda levantar a un paralítico sin posibilidad de cura? Nada material podrá satisfacer la necesidad del alma hambrienta de Dios, del incapacitado para buscar a Dios. Pero tú tienes un recurso valiosísimo dentro de ti, tienes a Jesucristo y si lo tienes a Él, lo tienes todo. Lo que tienes dentro de ti, empieza a darlo para que otros puedan también glorificar a Dios por ellos mismos, para que puedan entrar a la misma presencia de Dios. Lanza la Palabra, Jesucristo es la Palabra. Hay muchos paralíticos por el temor, la amargura, el resentimiento, los celos, la decepción, etc. y necesitan que alguien les lance la Palabra para que nunca más sean los mismos. Dios ya te dio los recursos, te dio a Su Hijo, no para guardarlo dentro de ti, sino para decirlo al mundo, usa la Palabra que es vida y extiende Su Reino con el poder que llevas dentro de ti.





martes, 20 de septiembre de 2011

CÓMO SER UN TRIUNFADOR

CÓMO SER UN TRIUNFADOR

¿Acaso puede uno hablar de seguridad en este mundo de incertidumbre? Pululan por todas partes las agencias de seguros ofreciéndote garantía en tu vida y si ésta no es posible, garantía para tu descendencia.

Qué incierta es esta vida, tan incierta como que no sabes cuándo la dejarás. Si miras atrás, hay cosas que no quisieras recordar, y si pretendes poner la mirada hacia delante, la inseguridad te hace tambalear.

El hombre inseguro un día dirá: “Paz y seguridad”, y es ahí que vendrá sobre ellos destrucción repentina. Ellos tienen ojos que no les sirven para vislumbrar lo por venir. Están ciegos.

¿Cuál es el horizonte de tu vida? Cuanto más lejano se divise, más próximo está de ti. Cuanto más alto mires, más pronto llegarás a la cumbre. Las cosas que se adquieren sin mayor esfuerzo porque nos hemos fijado una meta próxima, acabarán pronto por aplastarnos

¿Cuál es la meta de tu vida? ¿Requiere de esfuerzo llegar a ella? Si abatido al subir la cuesta quieres desistir y razonas: “qué fácil es la bajada y cuán duro el ascenso”, entonces, caerás al abismo, oscura sima en la cual no sabes qué te espera.

Si has llegado a la mitad de la cuesta, recuerda que la otra mitad restante la sentirás más liviana, pues tus pies ya han encallecido, tus manos se volvieron ágiles y tu cuerpo curtido por el sol y la tempestad podrá resistir cualquier otro embate que la vida te marque.

No hay incertidumbre para quien mira siempre adelante, hacia la meta. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.” (Hebreos 12: 2,3 NVI)

Si quieres ser un triunfador y tener seguridad en tu vida, hay sólo un camino, su nombre es, JESUCRISTO. Mientras tu mirada esté centrada en Él podrás avanzar como Pedro sobre las olas de tempestad, pero si desvías tu mirada de Él, de seguro te hundirás.

La tempestad no es tu meta. No la mires. Tu meta es Cristo. Míralo a Él.

sábado, 10 de septiembre de 2011

CÓMO SER GUIADOS

CÓMO SER GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO
Cuando nacemos empezamos a ser conscientes de este mundo natural y a medida que vamos creciendo vamos desarrollando más nuestro ser consciente. Hemos crecido respondiendo a este ámbito natural y nuestros sentidos naturales se fueron desarrollando por el uso. Sin embargo, un día decidimos recibir a Cristo en nuestro corazón y algo en nuestro interior ha pasado. Empezamos a percibir vagamente, en primera instancia, algo del mundo espiritual. Esto, ¿por qué? Porque hemos sido unidos a Cristo por el poder de Dios. Pero gracias a él (Dios) ustedes están unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría --es decir, nuestra justificación, santificación y redención.” (1ª Corintios 1: 30 NVI). En otras palabras, se nos devolvió la verdadera vida, la vida de Dios, la vida del Espíritu. Aquella vida que Adán y Eva perdieron cuando desobedecieron a Dios y decidieron gobernarse por cuenta propia. Entonces, ya no vivimos por vista, por lo que vemos, sino por la fe en Dios, por aquello que en el mundo natural no se ve; sin embargo, en el mundo espiritual, llegamos a ser consciente de lo que realmente es.

Vivir guiados por el Espíritu Santo de Dios es vivir más conscientes de Dios, que de lo que vemos o sentimos, porque Dios vive dentro de nosotros, entonces sabemos quiénes somos en Cristo. Cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, sabía quién era, si bien, no lo supo desde pequeño, pero fue aprendiéndolo a medida que estudiaba las Escrituras y se comunicaba con Su Padre. Jesús era el Hijo de Dios, y ¿qué somos nosotros que le hemos recibido como Señor y Salvador de nuestras vidas? “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.” (Juan 1: 12 NVI) Somos hijos de Dios y necesitamos ser conscientes de quién es nuestro Padre. Así como en lo natural recibimos los genes de nuestros padres, que nos hacen semejantes a ellos, en lo espiritual es lo mismo, recibimos la herencia genética, si vale el término, de nuestro Papá Celestial. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros no recibisteis un espíritu que de nuevo os esclavice al miedo, sino el Espíritu que os adopta como hijos y os permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!» El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.” (Romanos 8: 14-16).

El deseo de Dios ha sido siempre conformarnos a Su imagen y semejanza, por eso creó a Adán y Eva conforme a Su imagen y semejanza, parecidos a Él. Y ¿cómo es Dios?Dios es espíritu, y los que le adoran deben ser guiados por el Espíritu para que lo adoren como se debe. Se acerca el tiempo en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el Espíritu, porque el Padre quiere ser adorado así. ¡Y ese tiempo ya ha llegado!” (Juan 4: 23 BLS). Así como es Dios, somos nosotros sus hijos, es decir, somos espíritu, tenemos un alma viviente y ocupamos momentáneamente este cuerpo, para poder estar en la esfera terrestre. Dios quiso hacernos seres espirituales para que podamos tener comunión con Él, porque sólo nuestro espíritu es capaz de comunicarse con Dios, porque es allí donde reside el Espíritu del Señor. "En cambio, quien se une con el Señor se hace un solo cuerpo espiritual con él." (1ª Corintios 6: 17 BLS) ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, (el cual está) en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por (gran) precio; glorificad, pues, (y traed) a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1ª Corintios 6: 19, 20 RV2000)

Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu, caminamos en la luz, sabemos lo que hacemos y a dónde vamos. “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz.” (Efesios 5: 8 NVI). Cuando nacemos de nuevo, hemos sido introducidos en Cristo y allí somos luz, porque en Él no hay ninguna tiniebla. Somos luz, pero a veces pensamos, o hablamos tinieblas, necesitamos constantemente dejarnos guiar por el Espíritu que nos habita para caminar en luz, sobre todo principado, potestad o señorío de tinieblas, tomando gobierno y autoridad sobre toda tiniebla y enarbolando el estandarte de Jesucristo, quien nos dio la victoria, haciendo resplandecer la luz de Dios para que huyan las tinieblas y el Reino de Dios se establezca en esta tierra.





lunes, 29 de agosto de 2011

¡COBREN ÁNIMO!

¡COBREN ÁNIMO!

Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Colosenses 2: 2, 3, 9, 10 NVI)

Estamos completos en Cristo, tenemos la autoridad que Él nos delegó y podemos entrar al lugar de todos Sus tesoros de sabiduría y conocimiento, para “ejecutar sentencia” prontamente contra todo aquello que se levanta contra el conocimiento de Cristo, ya sea por mentiras en contra nuestra o por blasfemia directa al Nombre de Jesucristo, ante el cual toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es Señor.

Así vi al perverso sepultado; ellos aun habían venido del Lugar Kadosh (Santo). Pero aquellos que habían actuado rectamente fueron olvidados en la ciudad. Esto también es vanidad; porque el castigo decretado por una obra maligna no es llevado a cabo prontamente; por lo tanto, el corazón de los hijos de los hombres está totalmente determinado en aquellos que hacen el mal. (Eclesiastés 8: 10, 11 TKIM-DE)

Ejecutar o decretar son lo mismo. Tenemos autoridad para cerrar las bocas mentirosas y para alejar del lugar donde Dios nos colocó a aquellos que son estorbo, recordando que nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra espíritus inmundos que vienen en contra nuestra, escondidos tras un disfraz humano. Pero recuerden, el Mayor está con nosotros. Basta ya de darle espacio al enemigo para que haga de las suyas. Ese territorio llamado hogar, donde reside nuestra familia, nos pertenece, sin embargo el enemigo, el diablo, quiere destruirnos, porque somos ahí una amenaza para él, por eso se esfuerza por sacar a nuestros hijos del camino del Señor; pero, ¡cobra ánimo! Vístete de valor y pelea la batalla en el nombre de Jesucristo. Pide a Dios por la conversión de esas personas, que gobernadas y enceguecidas por el enemigo están queriendo atrapar a tus hijos o familiares, no permitas que el diablo gane ventaja. Estamos en una guerra frontal, pero nuestro enemigo ya fue vencido por Jesucristo el Vencedor, y esa victoria es ahora nuestra, de los que hemos recibido a Jesús como nuestro Señor y Salvador; sin embargo tienes que usar los recursos que Él te dio y en Su Nombre ata a esos espíritus que gobiernan esas vidas, átalos para que no puedan operar y mientras estén atados actúa a favor de esas personas y llévales el mensaje de salvación o pide a Dios que otros vayan con ese Mensaje.

Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. (2ª Corintios 10: 4, 5 NVI)

La adoración es un arma poderosa para derrotar al diablo. ¿Sabes por qué? Porque la adoración nos eleva a Dios, justo al mismísimo lugar que Satanás ocupaba antes de su caída, lugar que la Iglesia de Cristo, como la Esposa del Cordero estará por la eternidad. En ese lugar no existe la palabra derrota y el temor huye despavorido. En medio de la crisis, adora a Dios. Recuerda, ya tienes la victoria. No digas nada que anule lo que Dios ya te dio. Cobra ánimo en Cristo y sé que de ésta saldrás en victoria.

miércoles, 22 de junio de 2011

SOMOS EL ESPEJO DE DIOS

SOMOS EL ESPEJO DE DIOS
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu.
(2ª Corintios 3: 17, 18 NVI)
Dios quiere mostrarse al mundo a través de nosotros, Él quiere que todos conozcan Su gloria, Su grandeza y sepan a quién representamos en esta tierra. En la antigüedad cuando Moisés hablaba con Dios, la gloria de Dios se impregnaba en él y su rostro brillaba a tal punto que tenía que cubrirse el rostro para poder dirigirse al pueblo. “No hacemos como Moisés, quien se ponía un velo sobre el rostro para que los israelitas no vieran el fin del resplandor que se iba extinguiendo. Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque sólo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado.” (2ª Corintios 3: 14- 16 NVI) Los hijos de Dios, quienes hemos reconocido a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, arrepintiéndonos de nuestros pecados y volviéndonos a Él, llegamos a ser el espejo de Dios, porque Su Espíritu que vive en nosotros nos va transformando más y más a Su semejanza. Así que lavémonos bien la cara para no distorsionar Su gloria. Su Palabra nos limpia y purifica para que seamos más semejantes a Él.

Adán y Eva fueron creados a imagen y semejanza de Dios y mientras ellos se mantuvieron en obediencia y dependencia de Dios, portaban y reflejaban la misma gloria de Dios. Jesucristo cuando estuvo en la tierra también reflejó la gloria de Dios, inclusive le dijo a uno de sus discípulos lo siguiente: “Le dijo Felipe: Muéstranos al Padre y nos basta, Señor nuestro. Jesús le dijo: He estado con ustedes todo este tiempo, y no me has conocido, Felipe. El que me ve a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en mi Padre y mi Padre en mí? Las palabras que yo hablo no las hablo por cuenta propia, sino que mi Padre que mora en mí, Él realiza estas obras. Crean que yo estoy en mi Padre y mi Padre en mí, y si no, crean al menos por las obras.” (Juan 14: 8-11 SyEspañol) Jesús vino a mostrarnos al Padre y cada hijo de Dios también muestra al Padre, aunque algunos no lo puedan ver como en el caso de Felipe. Muchas veces, ni siquiera nosotros mismos podemos creer esto, pues nos parece demasiada pretensión, sin embargo Dios quiere mostrarse, quiere que el mundo vea Su grandeza a través de Sus hijos, grandeza reflejada en palabras y en hechos.

"En verdad les digo: el que cree en Mí, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará, porque Yo voy al Padre. "Y todo lo que pidan en Mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. "Si Me piden algo en Mi nombre, Yo lo haré." (Juan 14: 12 – 14 NBLH) Miren ¡qué promesa! Lo que pasa es que nos cuesta creerla, pero si asimilamos bien estas palabras a la luz de la revelación de Dios, ya no nos vamos a mirar como insignificantes y mendigos de los favores de Dios, sino que entenderemos que lo que Dios nos dio es a Él mismo, es Su Espíritu morando en nosotros para hacer Sus obras y manifestar Su gloria. Y esta gloria no se extingue como pasaba con Moisés después de salir de la presencia de Dios, sino que va en aumento, de tal modo que somos transformados a Su imagen con más y más gloria por la acción de Su espíritu que vive en nosotros. La voluntad de Dios es que alcancemos la estatura de Cristo, que lleguemos a ser como Él, por eso Su Espíritu nos va transformando, va puliendo algunas áreas de nuestro carácter que no se asemejan a Cristo, para que reflejemos Su gloria, mientras más pulidos estemos, más perfecta va a ser la imagen que reflejemos de Dios. Sin velo, con el rostro descubierto vamos reflejando la gloria de Dios, vamos sacando a flote la acción del Espíritu en nosotros y empezaremos a hacer las obras que Cristo hizo. Lo que Cristo prometió, de seguro que lo cumple. Tan sólo nos queda creerle. Somos el espejo de Dios y reflejamos Su gloria.