miércoles, 29 de julio de 2009

AMARGURA POR NO PERDONAR?

¿ESTÁS SIENDO VÍCTIMA DE LA AMARGURA POR NO PERDONAR?
"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
(Efesios 4: 31-32 RV60)
En algún momento en nuestra vida hemos pasado por esa hiel de amargura llamada “falta de perdón” y siempre hemos encontrado razones suficientes para alimentar ese dañino sentimiento dentro de nosotros. Quiero darte algunas reflexiones para que medites acerca de cuán horrible y detestable es para nuestra vida la incapacidad de perdonar. Está en nuestra voluntad la capacidad de decidir perdonar o no. Ninguna persona con sano juicio y que se ame lo suficiente permanecerá con el tormento de no perdonar. Yo sé que tú eres una persona sabia y que desde ahora, si no lo has hecho antes, estarás dispuesta a perdonar cualquier ofensa, por muy grave que ésta sea, porque Dios nos perdonó lo imperdonable, de lo contrario tendríamos a un Dios amargadísimo, pero Dios es amor y perdonador. Imitemos Su carácter.

Hay algo más amargo que la hiel, es la falta de perdón
La amargura es una cárcel que se llama “Falta de Perdón”
La daga que tortura tu corazón, se llama “Falta de Perdón”.
La falta de perdón es un gigante del cual no hay que tener piedad. ¡Asesínalo!
La falta de perdón te enclaustra en una cámara de tortura.
La amargura es una planta que crece en un terreno llamado falta de perdón.
La falta de perdón endurece tu corazón. Te insensibiliza.
Si quieres ser infeliz, no perdones.
La falta de perdón es un calabozo donde voluntariamente entras; pero también puedes voluntariamente salir si tan sólo perdonas.
La falta de perdón no te permite alcanzar los favores que Dios te ofrece.
A causa de tu orgullo herido te ves imposibilitado de perdonar.
La falta de perdón sale por la boca, por los ojos y por todo el ser de la persona contaminando de esta forma todo su entorno y más allá.
¡AY del pueblo que está regido por una persona amargada por la falta de perdón!
La falta de perdón exige venganza, tiene sed de sangre y busca sus víctimas en el intrincado infierno de su mente.
La persona que no perdona no es capaz de amar.
Aléjate de una persona amargada para que no te salpique su hiel de falta de perdón.
La falta de perdón son recuerdos recurrentes de algo que ha dañado nuestro orgullo.
La falta de perdón es una herida que supura fétida pus.
La falta de perdón tiene dos aliados inseparables: la Amargura y el Resentimiento.
La falta de perdón no sólo envenena el alma, puede también acabar con el cuerpo.
La falta de perdón ya es en sí un infierno interno, porque atormenta día y noche sin piedad.
La falta de perdón nos envuelve con las raíces de la amargura hasta estrangularnos. Sólo hay un cuchillo que puede cortar esas enrevesadas raíces y liberarte de una angustiante muerte, se llama: Perdonar.
El perdonar no es un sentimiento, sino una decisión; tampoco significa olvido, porque la ofensa es una herida que está abierta mientras nos mantenemos ofendidos; pero perdonar es el bálsamo que empieza a curar la herida. Decide perdonar y no te asustes si todavía no puedes olvidar. Si te mantienes en la actitud de perdonar, el olvido va a empezar a manifestarse. Dale tiempo a la herida para que se cicatrice y en el ínterin (entre tanto) bendice al ofensor, éste es otro bálsamo que ayuda a la cicatrización; luego empieza a darle amor, ama a la persona que te ofendió, esto no significa que vas a estar de a besitos con ella, sino que no haya en ti sentimientos negativos contra ella. El amor es el bálsamo que terminará con el proceso de la cicatrización y luego el olvido aparece y sin que nos demos cuenta, ya no nos duele la ofensa aunque la cicatriz de la herida no se borre. Perdona y sé feliz. La vida es tan corta para desperdiciarla con la falta de perdón. Tú tienes derecho a ser feliz. Jesús dijo: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos.” (Mateo 5: 44-45)

domingo, 26 de julio de 2009

BENEFICIOS DE LOS HIJOS DE DIOS

BENDICIONES Y BENEFICIOS DE LOS HIJOS DE DIOS
Al entrar al reposo de Dios, entras a toda Su gloria, la gloria de Dios son Sus bendiciones con todos Sus beneficios para nuestras vidas, porque si Su reino y Su justicia están en primer lugar, quédate tranquilo, porque Él se encargará del resto. Entonces tus batallas ya son de Él y no tuyas, de este modo verás que alejas la ansiedad de tu vida; si antes te fatigabas para conseguir el pan diario, ahora, sin dejar de trabajar, sino sabiendo que tu sustento viene de Dios, le echas ganas al trabajo, pero sin angustiarte y tu rendimiento superará tus expectativas. “…No temáis ni tengáis miedo de ellos. Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, el peleará por vosotros…” (Deuteronomio 1: 29,30). La batalla es de Dios y no nuestra. Nuestros enemigos caerán rendidos porque Dios va con nosotros. La vida diaria es una lucha: hay problemas en el trabajo, en la calle, con los hijos, con el cónyuge, etc. Todo esto causa angustia que en muchos casos acarrea consecuencias desastrosas a los hijos de Dios. ¿Por qué? Sencillamente porque no reposamos en Él. Queremos hacer todo con nuestras fuerzas, sin darnos cuenta que estamos cayendo en desobediencia; y la desobediencia tiene sus consecuencias.

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” (1ª Pedro 5: 8,9). Todavía estamos en el mundo que está gobernado por el príncipe de este sistema, aunque no somos de él, porque este es el sistema de Satanás y nosotros pertenecemos al Reino de Dios. Sin embargo, tenemos un recurso muy valioso a nuestro favor y es el poder de la resistencia a través de la fe en Dios. ¿Cómo vamos a resistir a un enemigo tan poderoso? No va a ser en nuestras fuerzas, porque: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.” (Zacarías 4: 6). Pablo nos exhorta a vivir en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne; esto significa “renunciar” a todo lo que no es de Dios, como: angustia, temores, desesperación, susceptibilidad (prejuicio), desconfianza, depresión y las obras de la carne de Gálatas 5: 19-21. El que anda en carnalidad no puede agradar a Dios porque no entra en el seno de Su reposo y quien no está en el seno de Dios, no es conocido por Dios. Los que no entran en Su reino no van a heredar el reino de Dios que es Cristo, es decir que no van a heredar a Cristo; si no heredamos a Cristo, no vamos a heredar nada de lo que Él nos ofrece. Esto es tremendo y debe tomarse muy en serio. Si eres hijo de Dios tienes que desear poseer a Cristo y sólo lo vas a lograr si andas en el Espíritu. La exhortación de Pablo era para los cristianos de Galacia y es también para los cristianos de este siglo XXI. No te preocupes de no hacer lo malo, tan sólo haz lo bueno.

Las bendiciones de Dios son Sus promesas hacia nosotros y “las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” (2ª Corintios 1: 20). Sus promesas ya son una realidad en Él, pero actúan por medio de nosotros para Su gloria. Dios ya ha decretado Su Palabra para Sus hijos, éstas son Sus bendiciones y tú las atrapas declarándolas con tu boca, sabiendo por fe que Dios desea bendecirte, porque Dios quiere bendecirte, a Él le place bendecir a sus hijos. Los beneficios de Dios son los favores con que Él nos corona. Bendice alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.(Salmo 103:2-6). Los favores no son por nuestro merecimiento, sino por la Gracia y el amor de Dios hacia nosotros, quien hace que salga el sol sobre buenos y malos y que llueva sobre justos e injustos. (Mateo 5: 45). Sé agradecido por todos los favores de Dios para contigo. ¿Estás vivo? Dale gracias a Dios y no intentes poner fin a tu vida, porque eso es ingratitud, es rechazar Su favor para contigo.

“Mirad, pues, con diligencia (echándole ganas) cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…” (Efesios 5: 15-18). Nuestra manera de caminar ya no tiene que ser en necedad e insensatez. Ahora tenemos en nosotros el Espíritu de Dios y si decidimos caminar en el Espíritu, con seguridad que Él nos va a respaldar. Por supuesto que el diablo no va a quedarse tranquilo, pero Mayor es el que está en nosotros; por tanto no temamos de vivir conforme Dios quiere que vivamos. El diablo quiere robarnos nuestra herencia, nuestros beneficios, lo que por derecho nos pertenece, porque Cristo lo ganó para nosotros. No se lo vamos a permitir. Nuestra herencia es Cristo con Su gloria, con lo que Él posee, con todas Sus bendiciones y beneficios para Sus hijos. El diablo no quiere que alcancemos la gloria de Dios con todos sus beneficios. La gloria de Dios es para gozarla aquí en la tierra; en el cielo viviremos en Su gloria todo el tiempo. La satisfacción, el deleite, el goce, eso y mucho más es la palabra “gloria”. Él quiere que vivamos satisfechos, gozosos y deleitándonos en Él todo el tiempo. Él es nuestra “Gloria”, no nos va a dejar insatisfechos. “En Su presencia hay plenitud de gozo; delicias a Su diestra para siempre.” (Salmo 16:11). Hay gloria en Su presencia. La adoración nos lleva a la gloria de Dios porque nos hace entrar a Su Presencia. Dios está ansioso de mostrar Su Gloria a Sus hijos. Seamos sabios, sensatos y vivamos en el Espíritu. Hay bendiciones y beneficios para los hijos de Dios, para aquellos que buscan Su Presencia, que se complacen en Su voluntad. No dejes ni un solo día de adorarle. Dios quiere un ejército de adoradores y a través de ellos, Él va a mostrar Su gloria al mundo. Por tanto sé diligente en buscarle con hambre y sed de Él. Anhela Su Presencia y Su Gloria será tu recompensa, porque Dios recompensa a los que le buscan. En realidad, "sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan." (Hebreos 11: 6)

jueves, 23 de julio de 2009

PALABRAS QUE PRODUCEN VIDA

PALABRAS QUE PRODUCEN VIDA
“El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.”
(Juan 6: 63 NVI)
Cuando Jesús hablaba, hablaba sólo palabras que producían vida. El dijo: “El Espíritu da vida”. Las palabras que brotaban de Sus labios se generaban en Su espíritu que a la vez estaba unido al Espíritu de Dios y esto hacía que la vida emergiera. Recuerden que Jesús era “Hombre”, así como era también Dios. Como Hombre necesitaba estar sujeto al Espíritu de Dios, porque así y sólo así Sus Palabras serían vida. Cuando Él dijo que la carne para nada aprovecha, estaba enfatizando la verdad que sólo el Espíritu es quien produce vida y la forma de entender Sus palabras es a través de nuestro espíritu unido al Espíritu Santo, porque lo carnal no discierne lo espiritual. “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente.” (1ª Corintios 2: 14 RV 95). Como humanos estamos acostumbrados a razonar todo, a tratar de entenderlo con nuestra mente natural, esto funciona en el ámbito natural, pero en lo espiritual ya no funciona; sin embargo la persona espiritual puede discernir también lo natural, porque el espíritu gobierna todo. El espíritu unido al Espíritu Santo de Dios ve más allá de lo tangible porque se ha introducido en la misma Vida que es Jesucristo. Cuando la persona nacida de nuevo busca constantemente a Dios a través de Su Palabra, dejándose guiar por el Espíritu de Dios, ella empieza a discernir lo que viene de Dios y a aceptarlo y practicarlo porque entiende que ahí hay vida y vida verdadera.

“La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.” (Salmo 119: 130NVI). Las palabras de Dios son las que abren nuestro entendimiento para que Su Luz penetre en nosotros y podamos ver con claridad, de lo contrario estaríamos en tinieblas. “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.” (1ª Juan 1: 5) Para poder entender la vida de Dios necesitamos dejarnos alumbrar por Él. “Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz.” (Salmo 36: 9 RV60). La vida de Dios es luz y quien tiene a Dios debe manifestar esa luz a través de sus palabras. Cada palabra que emitimos es un haz de luz si está sacada de nuestro espíritu agarrado al Espíritu de Dios, porque sólo de Él brota la vida, de lo contrario seremos emisarios de las tinieblas y no queremos eso, ¿verdad? Vida y luz se complementan, por eso Jesucristo que es la vida, es también luz y Él dijo que ahora nosotros, sus hijos somos luz, porque tenemos el Espíritu de Dios en nosotros y en Él no hay tinieblas. Entonces, ¿qué nos hace caminar todavía en tinieblas? Pues el hecho de no dejarnos guiar por el Espíritu Santo a través de nuestro espíritu. Estamos permitiendo todavía que nuestra alma gobierne nuestro ser y si en nuestra alma no ha penetrado la luz, entonces no podemos hablar luz. Luz, vida y verdad se perfeccionan porque nacen de un espíritu donde la luz transparenta todo. La verdad es luz, así como la vida. Jesús dijo:"Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.” (Juan 14: 6).El Camino (Jesús, Su Palabra) es luz verdadera y vida verdadera, tenemos que pasar por Él para llegar al Padre.

La Palabra, que es el mismo Jesucristo, tiene poder de producir; cuando Su Palabra sale de Su boca produce resultado. “… así es mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” (Isaías 55. 11). La Palabra de Jesús produce porque es dicha con fe, porque Él es un Dios de fe; cuando habla, viene a la existencia lo que antes no había; fue así como creó el universo. Él nunca dudó de Su Palabra. La fe no admite duda. La duda es tiniebla, por lo tanto es muerte y no puede generar vida. Cuando la Palabra de Dios es dicha con fe, produce resultados. La fe brota del corazón o espíritu, no de la razón. “Por la fe entendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía.” (Hebreos 11: 3). La fe de Dios en nosotros nos da entendimiento que se pueden producir cosas a través de la Palabra de Dios, que podemos traer aquello que no está visible en el mundo natural y hacerlo una realidad tangible. La fe es sobrenatural, es espiritual y trabaja con la palabra. La palabra es el poder activo de la fe. La palabra sin incertidumbre activará y traerá lo que es invisible a la visibilidad. Eso hizo Jesús (la Palabra) en la creación. Ahora bien, como la fe es espiritual, las cosas que quieras activar en lo natural, debes primeramente verlas y creerlas en lo espiritual; para eso necesitas una revelación de la Palabra de Dios en ti. Lo espiritual debe comprenderse desde el ámbito espiritual, no racional. Nuestra fe tiene que estar basada en lo que dice Su Palabra revelada a nuestros corazones, para ello debemos constantemente oír Su palabra, porque la fe de Dios viene a nosotros por el oír Su Palabra (Romanos 10:17), no otras palabras que pueden hacernos dudar. La palabra que brota de un corazón con la fe de Dios, producirá vida. Necesitamos saturarnos de la Palabra de Dios para que Su vida se geste en nosotros, y lo que salga de nuestros labios produzca vida y no muerte, porque “la muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal será el fruto.” (Proverbios 18: 21 NC). Nuestras palabras tienen un tremendo poder para producir cosas y si éstas salen de la Fuente de Vida que es La Palabra de Dios, entonces produciremos vida, la vida de Dios que está en nosotros, de lo contrario seremos portadores de muerte; por lo tanto, guarda tu corazón, revisa bien lo que colocas en él, porque pronto saldrá a luz a través de tus palabras.

domingo, 19 de julio de 2009

DIOS CONOCE A LOS SUYOS

DIOS CONOCE A LOS SUYOS
"Pero el fundamento de Dios está firme, el cual tiene este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo."
(2ª Timoteo 2:19)
Dios tiene un pueblo en este mundo, un pueblo de justos y santos a Sus ojos y Él conoce muy bien a cada uno, porque Sus ojos nos contemplan todo el tiempo. “Los ojos del SEÑOR [están] sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos.” (Salmo 34: 15). ¿No es halagador saber que Él nos contempla todo el tiempo y está atento a nuestro clamor? Sus ojos miran hasta lo insondable de nuestro ser y conoce qué tenemos en lo más profundo de nosotros. Es más, sabe de antemano qué vamos a pensar, o decir, o cómo vamos a actuar. Nada se le puede ocultar. Él nos contempla con ojos de amor, esperando que nosotros alcemos nuestros ojos hacia Él para ser guiados. Sabiendo esto ¿cómo debe estar nuestro corazón? Guardado en Cristo para ser purificado. No debemos almacenar resentimiento, amargura, odio o cualquier clase de pecado en nuestro corazón para que no se contamine. Dios quiere que nuestros corazones sean purificados para que palpiten al unísono con Su corazón. Por eso nos insta a apartarnos de toda maldad. Él va a sacar a luz aquellas áreas que no concuerdan con Su carácter, para que nosotros podamos desecharlas. Esto duele, porque para que salga la iniquidad de nosotros, Dios va a poner presión, va a probar nuestra fe y si resistimos con paciencia, vamos a poder escalar un peldaño más hacia Su Semejanza. La iniquidad es lo que está torcido en nosotros y no concuerda con el carácter de Cristo. Son áreas defectuosas en nuestro ser que se han arraigado en nostros por generaciones.

Dios nos contempla y quiere verse reflejado en nosotros. Así como Cristo reflejó al Padre, Su Iglesia tiene que reflejar a Cristo, para que el mundo crea que Jesús fue enviado por Dios. En este tiempo, donde la maldad reina, la Iglesia debe dejar que el Espíritu Santo actúe, para que Cristo sea visto por el amor, perdón, paz, empatía, misericordia existente entre los que creemos en Él. Luego después verán a través de nosotros las obras que Jesús hizo en la tierra: milagros, prodigios, sanidades, etc.; pero sin el amor de Dios manifestado a través de nosotros, nada de esto tendrá valor.

Juan 17 es una oración maravillosa de Jesús que tendrá su cumplimiento en estos días, como lo tuvo al inicio de la Iglesia. Esta oración fue un ruego vehemente antes de ser arrestado, condenado y muerto. Veamos sólo una parte, pero conviene leer todo el capítulo, tratando por el Espíritu de vivir ese momento. Lo último que anhelamos para nuestros amados antes de morir es lo que brota de lo más profundo de nuestro ser porque queremos que sea hecho. "No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. "Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo. "Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco, y éstos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos." (Juan 17: 20-26) La unidad consiste en estar en Cristo, porque fuera de Él no hay unidad y Jesús no va a conocer a quienes estén fuera de Él. Es en la unidad donde podemos manifestar el amor a los que son diferentes. Cristo se entregó a la muerte por amor a toda la humanidad y Él quiere que amemos a las personas y clamemos por su salvación.

Cuando Jesús tenía que dejar a sus amados, (entre ellos estábamos incluidos tú y yo por amor), los recomendó a Su Padre, porque sólo Él podía cuidarlos debidamente. Oh que amor, inmenso amor, brotando del corazón de quien estaba dando Su vida para que nosotros pudiéramos tomarla. Jesús nos estaba encomendando a Su Padre porque sabe que con Él estaremos seguros. Ese mismo amor sigue brotando, esperando que Su Iglesia lo tome y lo manifieste al mundo. ¿Cómo? Decretando que los planes de Satanás respecto a nuestros hijos y nación no se cumplan y reclamando el diseño de Dios para los Suyos. El enemigo quiere tomar la vida de nuestros hijos a través de la TV, de la escuela y muy pronto a través del Estado. ¿Qué estamos haciendo? Dios quiere que capturemos ese amor para transmitirlo con acciones que lo demuestren. Jesús mismo se dio por amor, ¿cuánto nos estamos dando nosotros por amor a Él? ¿Cuánto de nuestro preciado tiempo se lo entregamos dando conocer Su Nombre? ¿Nos conoce Dios? Moisés estuvo en Su presencia y Dios lo conocía por su nombre “Conoce el Señor a los que son suyos…” porque estamos en Él, indivisible, en perfecta unidad, con temor reverente, buscando Su presencia, dando a conocer Su gloria y demostrando Su amor. Nada cuesta una sonrisa, un gesto de amor y un profundo clamor por quienes no quieren saber de Dios.

El Reino de Dios consiste en atrapar a Cristo y hacer Su voluntad, sólo de esa manera seremos conocidos por Él. "No todo el que Me dice: 'Señor, Señor,' entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. "Muchos Me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?' "Entonces les declararé: 'Jamás los conocí; APARTENSE DE MI, LOS QUE PRACTICAN LA INIQUIDAD.' "Por tanto, cualquiera que oye estas palabras Mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;…” (Mateo 7: 21- 24). Las manifestaciones de poder no nos garantizan que seamos conocidos por Jesús; sólo si practicamos Su voluntad, buscando primero Su Reino (el Reino es Cristo, Él es Reino y Rey) y ejecutando Su justicia vamos a ser conocidos por Jesús. Al buscar Su Reino, buscamos su compañía en la intimidad, lo buscamos a Él antes que a las demás cosas y lo buscamos para saber Su voluntad y cumplirla. “Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” ¡Este es el sello! Si continuamos leyendo este capítulo y los siguientes, vamos a darnos cuenta que lo que se nos advierte aquí es justamente para este tiempo, el que estamos viviendo ahora, por eso es importantísimo que lo tomemos muy en cuenta y vivamos sujetos a la voluntad de Dios, amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. La acepción de personas desagrada a Dios.