EL MONÓLOGO DE LA VIDA
Nuestra vida es un constante monólogo, ya desde antes de nacer monologamos sobre nuestra existencia dentro de nuestra pequeña cavidad uterina, quizá nunca lleguemos a ser consciente de lo que nos pasó en el seno materno, pero ese monólogo ha podido marcar nuestra vida, porque son pensamientos que van haciendo huella en nosotros, si bien, no son determinantes para nuestro futuro, pueden sin embargo afectar nuestra conducta. Claro está que lo determinante en nosotros es aquello a lo que decidimos aferrarnos y que toma control en nuestra mente a través de nuestros pensamientos. En cualquier momento, lo determinante llega a ser indeterminado, porque hemos decidido cambiar nuestra forma de pensar o de ver la vida, entonces nuestra vida toma otro rumbo, para bien o para mal, de acuerdo a lo que decidamos monologar.
Cuando nacemos, nuestro monólogo sigue, ya sea despierto o dormido; reímos, gesticulamos, lloramos y vamos convenciéndonos de realidades que sólo son nuestras. Así seguimos creciendo y nuestro monólogo continúa. Aparece lo que los adultos llaman “amigo imaginario”, ese amigo interno que es el único que de verdad nos entiende y también entiende nuestro lenguaje, porque los adultos ya se olvidaron de ese lenguaje. Seguimos creciendo y parece que crece nuestro monólogo juntamente con nosotros, o al menos ya somos más conscientes que estamos pensando. Entonces, hasta podríamos exclamar como Descartes: “Pienso, luego existo”. Somos excelentes comunicadores con nosotros mismos, a tal punto que hasta llegamos a ignorar la existencia de otros. ¿Acaso no pensamos que los adolescentes están muy ensimismados? Y nosotros los adultos ¿qué?
Tú eres un ser pensante, así te hizo Dios, porque Él también piensa y hemos sido creados a Su imagen y semejanza. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29: 11 SSE). Dios tiene pensamientos buenos, de paz, es decir en armonía con lo bueno que esperamos para nuestra vida. Pero resulta que muchas veces no esperamos nada bueno para nosotros, entonces nuestros pensamientos no pueden estar en armonía con los de Dios y ahí empieza un monólogo interminable de mentiras que vienen del mismo infierno para atormentarnos y destruirnos. “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10 NVI). El diablo introduce pensamientos de destrucción, ansiedad, temor, frustración, etc. en nosotros, robando de esta manera lo bueno y colocando lo malo, para que vivamos una vida miserable, aun siendo cristianos.
Somos lo que son nuestros pensamientos o lo que monologamos constantemente. Recuerda que sólo tú decides qué pensar, pues nadie puede pensar tus pensamientos porque son exclusivamente tuyos. Tus pensamientos te harán feliz o desdichado. “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida.” (Proverbios 4: 23 DHH). Nuestros pensamientos están en la mente, es por eso que debemos cuidar lo que llevamos a la mente, o lo que pensamos, porque podemos enturbiar nuestra fuente o envenenarla permitiendo las mentiras del diablo para pensarlas. "Evita el decir cosas falsas; apártate de la mentira." (Proverbios 4: 24 DHH). En nuestro monólogo podemos decirnos muchas cosas falsas acerca de nosotros mismos, de los otros o de Dios.
El DRAE define evitar. (Del lat. evitāre).1. tr. Apartar algún daño, peligro o molestia, impidiendo que suceda.2. tr. Excusar, huir de incurrir en algo.3. tr. Huir el trato de alguien, apartarse de su comunicación.
Aparta el pensamiento mentiroso, falso de tu mente, de tu fuente de vida; apártate de esa comunicación que te estás dando respecto a ti o a los demás y coloca los pensamientos de Dios en tu mente. Guarda tu mente como el tesoro más valioso porque tu vida depende de lo que piensas. Háblate lo que Dios tiene para ti porque son pensamientos de bienestar completo. “¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo? Pero lo que sale de la boca viene del interior del hombre; y eso es lo que lo hace impuro. Porque del interior del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos.” (Mateo 15: 17 – 19 DHH). De nuestro monólogo interno en nuestra mente salen los pensamientos que determinan nuestra forma de comportarnos y ser, por eso guardemos nuestra mente como el tesoro más preciado y aprendamos a pensar la verdad de Dios en todo momento.
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” (Romanos 12: 2 DHH). Podemos cambiar nuestra manera de pensar y así cambiaremos nuestra forma de vivir la vida. Deja a Cristo que actúe en ti. Ríndete a Él y somete tus pensamientos a la obediencia a Cristo. Que Dios te dé sabiduría y te llene de Su poder para vencer a las mentiras del diablo.
Nuestra vida es un constante monólogo, ya desde antes de nacer monologamos sobre nuestra existencia dentro de nuestra pequeña cavidad uterina, quizá nunca lleguemos a ser consciente de lo que nos pasó en el seno materno, pero ese monólogo ha podido marcar nuestra vida, porque son pensamientos que van haciendo huella en nosotros, si bien, no son determinantes para nuestro futuro, pueden sin embargo afectar nuestra conducta. Claro está que lo determinante en nosotros es aquello a lo que decidimos aferrarnos y que toma control en nuestra mente a través de nuestros pensamientos. En cualquier momento, lo determinante llega a ser indeterminado, porque hemos decidido cambiar nuestra forma de pensar o de ver la vida, entonces nuestra vida toma otro rumbo, para bien o para mal, de acuerdo a lo que decidamos monologar.
Cuando nacemos, nuestro monólogo sigue, ya sea despierto o dormido; reímos, gesticulamos, lloramos y vamos convenciéndonos de realidades que sólo son nuestras. Así seguimos creciendo y nuestro monólogo continúa. Aparece lo que los adultos llaman “amigo imaginario”, ese amigo interno que es el único que de verdad nos entiende y también entiende nuestro lenguaje, porque los adultos ya se olvidaron de ese lenguaje. Seguimos creciendo y parece que crece nuestro monólogo juntamente con nosotros, o al menos ya somos más conscientes que estamos pensando. Entonces, hasta podríamos exclamar como Descartes: “Pienso, luego existo”. Somos excelentes comunicadores con nosotros mismos, a tal punto que hasta llegamos a ignorar la existencia de otros. ¿Acaso no pensamos que los adolescentes están muy ensimismados? Y nosotros los adultos ¿qué?
Tú eres un ser pensante, así te hizo Dios, porque Él también piensa y hemos sido creados a Su imagen y semejanza. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29: 11 SSE). Dios tiene pensamientos buenos, de paz, es decir en armonía con lo bueno que esperamos para nuestra vida. Pero resulta que muchas veces no esperamos nada bueno para nosotros, entonces nuestros pensamientos no pueden estar en armonía con los de Dios y ahí empieza un monólogo interminable de mentiras que vienen del mismo infierno para atormentarnos y destruirnos. “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10 NVI). El diablo introduce pensamientos de destrucción, ansiedad, temor, frustración, etc. en nosotros, robando de esta manera lo bueno y colocando lo malo, para que vivamos una vida miserable, aun siendo cristianos.
Somos lo que son nuestros pensamientos o lo que monologamos constantemente. Recuerda que sólo tú decides qué pensar, pues nadie puede pensar tus pensamientos porque son exclusivamente tuyos. Tus pensamientos te harán feliz o desdichado. “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida.” (Proverbios 4: 23 DHH). Nuestros pensamientos están en la mente, es por eso que debemos cuidar lo que llevamos a la mente, o lo que pensamos, porque podemos enturbiar nuestra fuente o envenenarla permitiendo las mentiras del diablo para pensarlas. "Evita el decir cosas falsas; apártate de la mentira." (Proverbios 4: 24 DHH). En nuestro monólogo podemos decirnos muchas cosas falsas acerca de nosotros mismos, de los otros o de Dios.
El DRAE define evitar. (Del lat. evitāre).1. tr. Apartar algún daño, peligro o molestia, impidiendo que suceda.2. tr. Excusar, huir de incurrir en algo.3. tr. Huir el trato de alguien, apartarse de su comunicación.
Aparta el pensamiento mentiroso, falso de tu mente, de tu fuente de vida; apártate de esa comunicación que te estás dando respecto a ti o a los demás y coloca los pensamientos de Dios en tu mente. Guarda tu mente como el tesoro más valioso porque tu vida depende de lo que piensas. Háblate lo que Dios tiene para ti porque son pensamientos de bienestar completo. “¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo? Pero lo que sale de la boca viene del interior del hombre; y eso es lo que lo hace impuro. Porque del interior del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos.” (Mateo 15: 17 – 19 DHH). De nuestro monólogo interno en nuestra mente salen los pensamientos que determinan nuestra forma de comportarnos y ser, por eso guardemos nuestra mente como el tesoro más preciado y aprendamos a pensar la verdad de Dios en todo momento.
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” (Romanos 12: 2 DHH). Podemos cambiar nuestra manera de pensar y así cambiaremos nuestra forma de vivir la vida. Deja a Cristo que actúe en ti. Ríndete a Él y somete tus pensamientos a la obediencia a Cristo. Que Dios te dé sabiduría y te llene de Su poder para vencer a las mentiras del diablo.
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