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miércoles, 24 de marzo de 2010

ESFORCÉMONOS POR CONOCER A DIOS

ESFORCÉMONOS POR CONOCER A DIOS
"Esforcémonos por conocer al Señor, hasta estar tan seguros en él como de que el amanecer llegará. El Señor vendrá a nosotros como la lluvia, como el agua fresca que cae sobre la tierra».
(Oseas 6: 3 PDT) "Lo que yo deseo de ti es fiel amor y no sacrificio. Quiero que ustedes me conozcan, no que me hagan ofrendas." (Oseas 6: 6 Palabra De Dios Para Todos)
Si un atleta desea ganar la medalla de oro, se esforzará durante horas todos los días ejercitando para lograr su objetivo, de lo contrario su pretensión será sólo mera ilusión, porque nunca logrará alcanzar su sueño. Cuando Jesús estuvo en la tierra, hubo un hombre llamado Zaqueo que deseaba ver a Jesús, pero como era muy pequeño de estatura, nunca iba a lograrlo si seguía en medio de la multitud, entonces este varón tuvo una brillante idea, decidió subir a un árbol, para poder conocer a Jesús. No es muy fácil para una persona pequeña treparse a un árbol, pero el deseo de Zaqueo por ver a Jesús era tan fuerte que no escatimó esfuerzo hasta lograr su objetivo. El resultado de este esfuerzo fue que Jesucristo en persona se acercó a él, le habló y le dijo que iba a visitarlo en su casa. Zaqueo recibió a Jesús en su casa y nunca más fue el mismo, su vida cambió totalmente. Decidió dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces la cantidad que había defraudado. Al conocer a Jesús, el dinero dejó de ocupar el primer lugar en su vida, porque ahora el primer lugar era para Jesús. Cuando hay dentro de nosotros un deseo ardiente por conocer más y más a Jesucristo y nos esforzamos por conocerlo, buscándolo en todo momento y haciendo Su voluntad, entonces Cristo nos llamará de nuestro nombre y nos dirá: Hoy tendré un encuentro contigo. Apresúrate porque estaré en el lugar de nuestra cita.

Pero no basta con el mero deseo de conocerlo, necesitamos esforzarnos para lograrlo. Necesitamos amar Su Palabra, así como el sediento ansía el agua con desesperación. El rey David expresaba ese deseo de presentarse ante Dios de la siguiente manera: “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi ser. Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?” (Salmo 42: 1, 2) Nuestra búsqueda de Dios debe involucrar todo nuestro ser, es decir, nuestro espíritu, alma y cuerpo. El rey David no buscaba sólo información acerca de Dios, lo buscaba a Él, al Dios de la vida. Así como Zaqueo no se conformó con escuchar de Jesús, sino que buscó verlo, buscó conocerlo personalmente y Jesús le concedió ese deseo; de igual forma, Dios va a satisfacer nuestro deseo por conocerle, si nos esforzamos en buscarlo. Si buscamos la comunión con el Espíritu Santo todos los días, Él nos dará a conocer a Cristo, al Ungido de Dios, Él va a hacer que nuestro corazón se apasione por Jesucristo y entonces buscaremos al Bendecidor antes que Sus bendiciones, porque teniéndolo a Él, tenemos todo. El rey David pasaba mucho tiempo con el Señor, le conocía, sabía que a pesar de estar rodeado de enemigos, Dios siempre lo protegería. En este tiempo, cuando el mundo entero se ve envuelto en una crisis social, económica y espiritual, los hijos e hijas de Dios debemos esforzarnos por conocerlo, buscando Su presencia a diario, ejercitando nuestro ser para que se habitúe a tener un estilo de vida de adoración constante. De esta manera nuestra mirada estará puesta en Aquel que tiene el control de todo, en Jesucristo y no en esta crisis pasajera. Debemos mirar lo eterno y no lo efímero. “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo -los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida - proviene del Padre sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” (1ª Juan 2: 15 -17)

San Mateo 5: 8 dice: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.” La clave para ver a Dios es mantener nuestro corazón limpio de los deseos de este mundo para poder así cumplir Su Palabra, obedeciendo al Señor y deleitándonos en Él. En San Juan 14: 21, Jesús dijo: "¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.” Jesucristo quiere darse a conocer, porque solamente conociéndolo vamos a vivir en el Reino de Dios. Jesucristo es el Reino de Dios y el Rey Soberano de Su reino. El agua de Vida, que es Jesucristo y el Espíritu Santo nos introducen al Reino de Dios. Cuando buscamos Su presencia en adoración, Lo atraemos hacia nosotros y se nos permite entrar en Él, entonces dejamos de ser, para que Cristo sea y toda la gloria y la honra, la ofrecemos al único merecedor, a Jesucristo el Vencedor. Jesús dijo en Juan 14: 23: “El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él.” Sólo si lo amamos vamos a adorarlo con fe y a obedecer Su Palabra, vamos a esforzarnos por satisfacer Su corazón, entonces Dios viene a nuestro corazón para habitar en Él y así como fue a la casa de Zaqueo, Él vendrá a nuestro ser para tener un banquete con nosotros y de ahí en adelante ya nada será igual porque nuestro corazón será transformado, ya no buscaremos nuestro deleite, sino deleitarlo a Él haciendo Su voluntad. Cuando la intimidad con el Espíritu de Dios sea nuestra prioridad, la gloria contenida en nosotros empezará a desbordarse y nos deleitaremos en conocerle y obedecerle. Buscaremos Su presencia como la novia enamorada espera ansiosa el momento de la cita de amor. Lo buscaremos y lo encontraremos y diremos: “Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento”. (Cantares 7: 1o).

lunes, 5 de enero de 2009

BENEFICIOS DE LA ADORACIÓN

EL ENTENDIMIENTO DE DIOS DEBE LLEVARNOS A LA ADORACIÓN
La mujer Le dijo: "Señor, me parece que Tú eres profeta. "Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar." Jesús le dijo: "Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. "Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los Judíos. "Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que Lo adoren. "Dios es Espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad." La mujer Le dijo: "Sé que el Mesías viene (el que es llamado Cristo); cuando El venga nos declarará todo." Jesús le dijo: "Yo soy, el que habla contigo."
(Juan 4: 19-26 NBHL).
Una mujer con mucha religión, pero ansiosa de conocer al verdadero Dios, recibe una revelación de suma importancia para la vida de todo el que se precie de cristiano. Nadie puede adorar a alguien que no conoce, a alguien de quien no entiende nada. Esta mujer había escuchado del Mesías y quizá estaba preparando muchas preguntas para cuando Él se presentara. En su búsqueda desesperada cometió también actos desesperados que la estigmatizaron a tal punto que ella debía ir a buscar agua para calmar su sed y limpiar su cuerpo en la peor hora del día, cuando el sol calentaba con mayor intensidad, cuando las demás mujeres estaban reposadas en sus casas. Pero en medio de ese sol ardiente ella encontró la verdadera fuente de vida, la verdadera agua que saciaría su sed del alma. Ella encontró a Jesús, y nadie tuvo una revelación tan abierta de quién era Jesús como esta mujer. De pronto ella se encontró frente al verdadero Mesías y no hubo preguntas, ella entendió quién era Él y quién era ella frente a Él. Al conocer a Jesús, ella fue confrontada con su realidad y recién pudo ver el vacío que llevaba dentro que no pudo ser llenado por nadie. Se dio cuenta quién era y qué era lo que estaba añorando por tanto tiempo, pero ahora que sus ojos se abrieron a la realidad, ella no pudo estar callada, ni se guardó el secreto, que bien podía haberlo hecho, sino que fue y se lo dijo a quienes la iban a escuchar, a los hombres de la ciudad. Cuando nuestros ojos se abren y entendemos a Cristo, tenemos una revelación de quién es el Cristo, no podemos permanecer callados, queremos que otros vengan a Él a rendirle adoración.

“Ustedes adoran lo que no conocen” (no entienden). Si no conocemos al verdadero Dios, vamos a estar buscando lugares, forma, estrategias humanas para alcanzar a Dios y eso no funciona. La revelación o entendimiento de Dios viene de un corazón dispuesto a buscarlo. Esta mujer tenía un corazón que anhelaba de Dios. No lo había encontrado en sus cinco maridos, estaba insatisfecha, porque el corazón sin Dios no puede encontrar satisfacción en nada, siempre se va a sentir el vacío, aunque se lo intente llenar con otras cosas; porque el corazón (espíritu) sólo puede ser llenado por Dios. Jesús le mostró el secreto de llenar su corazón y también el nuestro, es a través de la adoración a Dios en espíritu y verdad. Cuando reconocemos que Dios existe y es, y que todas las cosas sólo son y existen por Su voluntad, inclusive nosotros, nuestro corazón no puede callar y empieza a adorar. La adoración va dirigida a Dios, por quién es Él; pero el beneficio viene a nosotros, por quién es Dios. Nada de lo que hagamos para Dios va a quedar sin recompensa. El tiempo que disponemos para adoración redundará en nuestro beneficio con creces, porque Dios no da con medida, siempre lo hace sobreabundantemente.

“Yo soy el Señor; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos. (Isaías 42: 8).
"Así que, si me adoras, todo será tuyo. Jesús le contestó: Escrito está: Adorarás al Señor tu Dios, y a él sólo servirás." (Lucas 4: 7-8) En estos textos Jesús deja claro que sólo Él es merecedor de la adoración. El diablo quería ese honor, porque él sabe el poder de la adoración, qué efecto causa la adoración y cómo es posible remover cualquier obstáculo por medio de ella. Cuando el pueblo adora, Satanás tiene que darse a la retirada, porque Dios habita en medio de la alabanza de su pueblo. La adoración nos lleva al mismo trono de Dios. En el cielo se adora constantemente. Los cuatro seres vivientes, cada uno de ellos con seis alas, están llenos de ojos alrededor y por dentro, para no perder de vista al único digno de adoración; y día y noche no cesan de decir: "SANTO, SANTO, SANTO, es EL SEÑOR DIOS, EL TODOPODEROSO, el que era, el que es y el que ha de venir." Y cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor, y acción de gracias a Aquél que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante de Aquél que está sentado en el trono, y adoran a Aquél que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: "Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas." (Apocalipsis 4: 8-11).

Cuando adoramos nos acoplamos a la adoración celestial, unimos nuestra voluntad a la voluntad de Dios, haciendo que se cumpla en nosotros el propósito de Dios. La adoración sale del espíritu directamente al Trono de Dios, porque sólo se adora en la presencia de Dios. “Dios es Espíritu” y alcanzamos a Dios en el espíritu porque el alma no puede llegar al ámbito espiritual. El espíritu es transparente, el alma muchas veces divaga y puede tener áreas oscuras. Las bendiciones son espirituales y están en los lugares celestiales, en Cristo. "Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo." (Efesios 1:3 NVI). Alcanzamos estas bendiciones con la adoración, por eso el diablo no quiere que el cristiano adore.
  • Cuando adoramos nos deleitamos en Dios y entonces Él nos concede los deseos de nuestro corazón sin que se lo pidamos. (Salmo 37: 4). Dios se encarga de realizar en nosotros aquello que nuestro corazón desea.

  • Cuando adoramos nos acoplamos a la adoración celestial.

  • Cuando adoramos unimos nuestra voluntad a la voluntad de Dios, haciendo que se cumpla en nosotros el propósito de Dios.

  • La adoración hace trabajar a los ángeles a favor nuestro.

  • La adoración trae la gloria de Dios a la tierra y hace que se cumpla la palabra que la tierra será llena de Su gloria.

  • La adoración desbarata el plan del enemigo en nuestra contra.

  • Por medio de la adoración se nos revela secretos del enemigo en contra nuestra, porque Dios no nos va a ocultar nada cuando entramos en el lugar secreto de la intimidad con Él.

  • La adoración nos funde con Dios haciéndonos uno con Él, donde sólo importa el Mayor, Dios; porque en la adoración quitamos nuestra visión de nosotros mismos y la ponemos únicamente en Dios, exaltamos al único digno de ser exaltado y le damos la gloria, la honra, el honor y el poder, lo que le daremos por la eternidad. Al único y verdadero Dios, al Soberano Jesucristo, sea la gloria por siempre. Amén.