domingo, 13 de febrero de 2011

¿DÓNDE ESTÁS VIVIENDO?

¿DÓNDE ESTÁS VIVIENDO? ¿EN EGIPTO O EN LA TIERRA PROMETIDA?
Jesús se dirigió entonces a los judíos que habían creído en él, y les dijo: -Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. (Juan 31: 32 NVI). Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud. (Gálatas 5: 1 NVI).

Quizá en este momento estés cantando una canción parecida a ésta:
Libre soy en Cristo, libre soy;
Por la Gracia del Señor, libre estoy;
Su Sangre me ha liberado,
estoy perdonado,
En Cristo nueva criatura soy…..



Mientras se va cantando una canción de libertad en Cristo, la mente del esclavo divaga por las áridas arenas del desierto de Egipto, y se convence o lo convencen que está pasando por su desierto, entonces se resigna y espera el maná muy temprano en la mañana, lo cual no está mal, pero después tiene que entrar a su tienda y quedarse de brazos cruzados porque nada puede hacer en el desierto. Está esclavo en su mente y se cruza de brazos esperando la bendición que no tenga condición, porque eso es legalista, ya fue en el pasado. Al esclavo lo rige la ley del mínimo esfuerzo. Sueña con ser lleno del Espíritu de Dios y Su unción, pero se conforma con vivir como vive, porque espera al hada madrina que le toque con su varita mágica y sea transformado. En su mente está: “cambiaré cuando Dios quiera”. No toma decisiones y Dios es respetuoso de nuestras decisiones, entonces nunca va a cambiar; no porque Dios no quiera, sino por su propia elección, porque se conforma con la situación, porque es de visión corta.

Muchos cristianos, hijos de Dios, todavía creen que están presos, atados al borde del infierno, pensando que si Jesucristo viene, en lugar de irse con Él, por el impacto caerán al mismo infierno, esto los llena de temor y viven en angustia, pensando más en: “qué pasará si me quedo cuando se realice el arrebatamiento, porque no puedo dejar de pecar, claro que no son pecados muy grandes, pero pecados al fin”. Viven en temor y no avanzan. Son libres, pero siguen pensando como prisioneros. Son como esa gallina que por un tiempo ha permanecido atada a un poste, al comienzo trató desesperadamente de soltarse, pero después se conformó dando vueltas alrededor del poste en la que fue atada. Pero un día, alguien le corta la cuerda, sin embargo ella sigue dando vueltas al poste, creyendo que eso es todo lo que puede hacer. Jesucristo ha venido para hacernos libres y ninguna atadura del diablo, llámese maldición generacional, pecados del pasado, iniquidades, puede permanecer frente al poder liberador de Cristo Jesús. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los presos y dar vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año del favor del Señor." (Lucas 4: 18,19 NVI). Cristo vino con una misión, darnos libertad. Nos dice a fuerte voz que somos libres, libres y nos pone en libertad, para que todo nuestro ser goce de la vida abundante que nos da. “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10 NVI)

El poder de Jesucristo es infinitamente mayor a cualquier atadura del diablo o de nuestra carne o alma. “Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado --respondió Jesús--. Ahora bien, el esclavo no se queda para siempre en la familia; pero el hijo sí se queda en ella para siempre. Así que si el Hijo los libera, serán ustedes verdaderamente libres.” (Juan 8: 34-36). Podemos gritar: “Somos libres en Cristo. Todas mis cadenas ya han sido rotas. Adiós a la religiosidad, al prejuicio, a todas las mentiras del diablo y al temor de mi mente. Alma mía, eres libre, empieza a alabar al Señor Jesucristo quien te libertó y recuerda todas sus bondades para contigo. Gózate en el Señor y en el poder de Su fuerza, ya no te angusties, tan sólo espera en Jesucristo con fe y confianza, que si Él lo prometió, ten por seguro, que lo hará”. Este es el año agradable del Señor, disfrútalo.

El hijo es libre, vive en las promesas, está gozando de la tierra prometida y aunque haya gigantes que quieran robar su bendición, él sabe quién es en Cristo, qué tiene y qué puede en Él. Está en luz, no anda a tientas, sabe que el trabajo de sus manos va a ser prosperado, porque las bendiciones lo persiguen, está lejos de temor, porque éste huirá de él, ya que en el amor, no hay temor, porque el amor de Jesucristo en nuestras vidas echa fuera el temor; vive confiado en Dios, porque ha sujetado su voluntad a la del Espíritu Santo. Entonces, ¿no tiene problemas? Sí y no, porque en Cristo los problemas dejan de serlo, así como vienen, tienen que irse. El hijo libre, no se detiene en los problemas, porque no vive de ellos, vive por la fe en Jesucristo, quien ha vencido a Satanás y nada le es difícil para Él. Jesucristo es su escudo y escondedero, refugio seguro frente a cualquier tempestad de la vida.

El cristiano que todavía vive con la mente en Egipto, no puede gozar de las bendiciones de Dios, quiere correr tras ellas, porque no cree que ellas correrán tras de él. Cómo hijo de Dios, dónde te encuentras viviendo, ¿todavía en el desierto, o disfrutando de la tierra de las promesas?

miércoles, 9 de febrero de 2011

EL SUSURRO DEL ALMA

EL SUSURRO DEL ALMA
Y Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.
(Génesis 2: 7 VM)
Cuando Dios sopló en el hombre el aliento de vida, Dios formó el alma, entonces el ser humano se convirtió en un ser consciente de su propia existencia. Formó el alma con voluntad, con capacidad de decidir por cuenta propia, Dios le dio libre albedrío; le dotó de una mente para que pensara pensamientos puros y también puso en el alma emociones, haciéndole capaz de sentir alegría, tristeza, agrado o desagrado, en fin, le dotó de personalidad propia. El alma es la personalidad del ser humano, con emociones, pensamientos y voluntad propia, es el ego humano. El alma es lo que la persona es en sí, por eso el ser humano es alma viviente”.

En el huerto del Edén, antes que el hombre pecara, su alma estaba ligada o sujeta a su espíritu, y éste a la vez estaba sujeto o ligado al Espíritu de Dios, entonces, todo lo que el alma pensaba, decidía o sentía, estaba de acuerdo a lo que Dios también pensaba, decidía o sentía, porque su alma estaba controlada por su espíritu; existía comunicación intrínseca con Dios, de tal forma que Adán y Dios eran “uno” en pensamiento, decisión y sentimiento. Por cuanto su espíritu estaba controlado por el Espíritu de Dios, Adán podía pensar los pensamientos de Dios y sus sentimientos eran nobles. Tenía voluntad propia para decidir y mientras estaba su espíritu unido al de Dios, tomaba decisiones sabias y no se equivocaba. Adán no era como un robot, podía seguir unido a Dios, o no, lo cual hizo, pues decidió desligarse de Dios y le dio el control de su alma al diablo, entonces pecó y con él toda la raza humana. El cuerpo de Adán, antes de la caída, estaba a la vez sujeto a su alma y tenía control sobre sus propios instintos naturales, haciendo sólo lo que su espíritu y alma le dictaban.

Cuando el hombre decidió, por cuenta propia, hacer lo contrario a la voluntad de Dios y desligarse del Espíritu de Dios, entonces simultáneamente su alma toma el control, quedando el espíritu humano atrapado entre el alma y el cuerpo, o desplazado de su lugar. Como nuestra comunión con Dios es a través del espíritu, el hombre, después de pecar, perdió esa comunión, entonces su alma quedó a merced del diablo. El alma no fue creada para tomar el control del ser humano, sino más bien para estar sujeta o controlada por el espíritu. Pablo dijo en 1ª Tesalonicense 5: 23: “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Este es el orden porque somos espíritu en esencia, ya que Dios nos creó a Su Imagen y Semejanza y Él es Espíritu y es por medio de nuestro espíritu que nos comunicamos con Dios, no es a través del alma. El alma cuando está sujeta al espíritu recibe la comunicación de éste acerca de quién es Dios y cómo adorarlo. Somos espíritu, poseemos un alma y nuestro cuerpo es sólo nuestra morada temporal. Si nos mantenemos según el orden establecido por Dios, donde el espíritu toma el control, porque está controlado por el Espíritu de Dios, el alma se sujeta al espíritu y el cuerpo al alma, vamos a vivir en equilibrio, nos vamos a gozar haciendo la voluntad de Dios, viviendo en santidad y pureza, entonces seremos preservados irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando el ser humano se deja gobernar por el alma, porque su espíritu no está sujeto al Espíritu Santo de Dios, entonces el alma susurra constantemente pidiendo atención para satisfacer sus caprichos o apetitos carnales. En el caso de los cristianos cuando siguen gobernados por el alma prestan más atención al susurro del alma por ser atendida que a la voz de su espíritu. La persona cristiana controlada por el alma se vuelve un cristiano carnal porque satisface los deseos de la carne, como lascivia, celos, envidia, ira, enojo, etc. “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz. La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.” (Romanos 8: 6-8 NBLH)

El alma constantemente susurra a nuestros oídos para ser atendida y es muy insistente. Muchos de nuestros errores no son culpa del diablo, sino de nosotros mismos por querer satisfacer los deseos del alma. Cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, nuestro espíritu se salva y se une al Espíritu de Cristo, pero nuestra alma necesita entrar en un proceso de salvación. Veamos que dice Santiago 1: 21: “Por lo cual, dejad toda inmundicia y superfluidad de malicia, y recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.” Para salvar nuestro espíritu tan sólo necesitamos arrepentirnos genuinamente de nuestros pecados, recibir a Cristo en nuestro corazón aceptando Su sacrificio en la cruz y reconociéndolo como nuestro único Señor y Salvador; pero para salvar nuestra alma necesitamos dejar o despojarnos de toda impureza o deshonestidad y de toda maldad y aceptar con mansedumbre la Palabra de Dios sembrada en nuestros corazones para que nuestra alma empiece a ser transformada y sea salva de aquello que la deforma. La Palabra de Dios es como el agua que lava nuestra alma, por eso debemos llenarnos de la Palabra de Dios, porque nuestra alma necesita aprender a estar sujeta a nuestro espíritu y a sosegarse dejándose guiar por éste. Cuando esto pasa, entonces nuestra voluntad se sujeta a la voluntad de Dios, nuestros pensamientos los llevamos cautivos a la obediencia a Cristo y nuestras emociones son controladas por el Espíritu Santo de Dios.

Vivir conforme al diseño original de Dios: nuestro espíritu sujeto al Espíritu de Dios, nuestra alma sujeta a nuestro espíritu y nuestro cuerpo sujeto a nuestra alma y espíritu, nos trae paz y nos hace estar en paz con Dios, entonces el susurro del alma será el susurro de Dios, porque nuestro espíritu vivificado nos hará oír la voz de Dios y nuestra voluntad se deleitará en hacer la voluntad de Dios, nuestra mente pensará los pensamientos de Dios y nuestras emociones se gozarán de estar al servicio de Dios. “Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, alma mía, al SEÑOR, Y no olvides ninguno de Sus beneficios. El es el que perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus enfermedades; El que rescata de la fosa tu vida, El que te corona de bondad y compasión; El que colma de bienes tus años, Para que tu juventud se renueve como el águila." (Salmo 103: 1- 5 NBLH).

jueves, 3 de febrero de 2011

¿QUIÉN TIENE LA CULPA?

¿QUIÉN TIENE LA CULPA?
Hay un dicho que reza así: “Quien echa su mal a otro, descansa”. ¿Será verdad esto? Desde el comienzo de la historia de la humanidad, el ser humano no quiso reconocer su culpa y creyó que echándole el rollo a otra, las cosas mejorarían, sin embargo no es así. Cada uno es responsable de sus actos. “Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás? El hombre contestó: Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo. Por eso me escondí. ¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? Le preguntó Dios. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el Señor le preguntó a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? La serpiente me engañó, y comí contestó ella.” (Génesis 3: 10 – 13 NVI). Adán y Eva no quisieron asumir la culpa por su desobediencia, no quisieron reconocer su error y cargaron con ello toda su vida y nos echaron la carga también a nosotros. Parece que la naturaleza humana tiene la tendencia de no reconocer sus faltas, con razón por ahí dicen que “la culpa es soltera”, porque nadie la quiere tener a su lado como compañera.

La Palabra de Dios dice: “El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.” (Proverbios 28: 13 NBLH). Reconocer nuestros errores, confesarlos delante de Dios y apartarnos de ellos, nos acarrea bendición y la misericordia de Dios nos cubre. La misericordia de Dios es no darnos lo que merecen nuestros actos pecaminosos. “Pero si confesamos a Dios nuestros pecados, podemos estar seguros de que él, que es absolutamente fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.” (1ª Juan 1: 9 CST-IBS). Reconocer nuestras faltas o pecados por medio de la confesión a Dios es reconfortante porque estamos seguros que Dios nos perdona y nos limpia, de ese modo quedamos como nuevos otra vez y sin la carga de la culpa. La confesión verdadera con arrepentimiento implica dejar de hacer lo malo. Empecé este texto con el dicho, “quien echa su mal a otro, descansa"; y dejé la interrogante para ver si esto era verdad. Pero ahora, por lo que hemos visto por la Palabra de Dios, nos damos cuenta que no es verdadero ese dicho, sino que es totalmente falso. Sólo vamos a descansar del remordimiento de la culpa si confesamos nuestros pecados delante de Dios y algunas veces también debemos de hacerlo delante de las personas, si el caso amerita.

A menudo queremos hacer responsables de nuestra mala conducta a otras personas, por ejemplo: “Soy así porque mis padres me abandonaron”; “me irrita su presencia y no puedo controlarme”; mi enfermedad me ha vuelto renegón”, etc. Nuestras malas acciones no son la responsabilidad de otros, sino de nosotros mismos, porque decidimos actuar así, nadie nos obliga a hacerlo y nadie tiene la obligación de soportar nuestro mal carácter o nuestra falta de dominio propio. Las circunstancias adversas de la vida no deberían deteriorar tu carácter, sino más bien fortalecerlo, porque lo que eres no depende de lo exterior, sino de lo que llevas en tu interior, dentro de ti; y sólo tú puedes tomar control del “toro furioso” que quiere salirse de su corral o descontrolarse. “Airaos, pero no pequéis”, esto parece paradójico, decimos: _ ¿Cómo me voy a airar sin pecar? Parece difícil porque primero pecamos y después nos airamos. Me explico: primero tenemos ojeriza contra algo o alguien, que bien puede ser “uno mismo” y luego, debido a esa ojeriza, empezamos a encolerizarnos y llenarnos de ira contra el agente externo, cuando en realidad, el problema es nuestro y no de otro. Necesitamos aprender a dejar las viejas mañas de pensar y empecemos a pensar como Dios piensa, para no dar razones a lo que es sinrazón.

Nadie nos manda a tener repulsión o aversión hacia otra persona o cosa, sin embargo nos permitimos ese mal sentimiento dentro de nosotros y queremos culpar de nuestra conducta al agente externo. Pero nuestro repulsivo enemigo no está fuera de nosotros, sino dentro de nosotros y tenemos que eliminarlo o él nos eliminará a nosotros. Quizá dirás: - ¡Pero es que no pueeeeeedo! Si eres hijo de Dios, entonces te agarras de Filipenses 4: 13, que dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Ya no luchas solo; tampoco debes convencerte de que eres así y punto, y que ya nada se puede hacer. Jesucristo vino para darnos libertad en todas las áreas de nuestra vida. Al negar tu imposibilidad de cambiar, estás negando el poder que llevas dentro de ti y entonces dejas suelto al “toro furioso”, para descargar en otros, todas tus frustraciones o supuestos infortunios de la vida. Esto no significa tragarte tu disgusto y quedar callado, hecho el mártir. Es importante enfrentar el problema, que dicho sea de paso, no siempre empieza en el otro, primero generalmente está en ti y es contigo que tienes que arreglarlo, luego si ves que es necesario, porque tu hermano tiene algo contra ti, anda donde tu hermano y arregla la situación, porque hablando se entienden las cosas. Recuerda bien, eres lo que eliges o decides ser, el poder primordial para cambiar está en ti, que unido al poder de Cristo, nadie lo podrá detener. La cruz que tienes que llevar no es soportar pasivamente las actitudes negativas de las personas, debes enfrentarlas con amor, habiendo antes hecho un escrutinio de tu interior. Que Dios te ilumine para que cambiando tu manera de pensar, cambies tu forma de actuar. “ No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto." (Romanos 12: 2 DHH).

sábado, 29 de enero de 2011

EL MONÓLOGO DE LA VIDA

EL MONÓLOGO DE LA VIDA
Nuestra vida es un constante monólogo, ya desde antes de nacer monologamos sobre nuestra existencia dentro de nuestra pequeña cavidad uterina, quizá nunca lleguemos a ser consciente de lo que nos pasó en el seno materno, pero ese monólogo ha podido marcar nuestra vida, porque son pensamientos que van haciendo huella en nosotros, si bien, no son determinantes para nuestro futuro, pueden sin embargo afectar nuestra conducta. Claro está que lo determinante en nosotros es aquello a lo que decidimos aferrarnos y que toma control en nuestra mente a través de nuestros pensamientos. En cualquier momento, lo determinante llega a ser indeterminado, porque hemos decidido cambiar nuestra forma de pensar o de ver la vida, entonces nuestra vida toma otro rumbo, para bien o para mal, de acuerdo a lo que decidamos monologar.

Cuando nacemos, nuestro monólogo sigue, ya sea despierto o dormido; reímos, gesticulamos, lloramos y vamos convenciéndonos de realidades que sólo son nuestras. Así seguimos creciendo y nuestro monólogo continúa. Aparece lo que los adultos llaman “amigo imaginario”, ese amigo interno que es el único que de verdad nos entiende y también entiende nuestro lenguaje, porque los adultos ya se olvidaron de ese lenguaje. Seguimos creciendo y parece que crece nuestro monólogo juntamente con nosotros, o al menos ya somos más conscientes que estamos pensando. Entonces, hasta podríamos exclamar como Descartes: “Pienso, luego existo”. Somos excelentes comunicadores con nosotros mismos, a tal punto que hasta llegamos a ignorar la existencia de otros. ¿Acaso no pensamos que los adolescentes están muy ensimismados? Y nosotros los adultos ¿qué?

Tú eres un ser pensante, así te hizo Dios, porque Él también piensa y hemos sido creados a Su imagen y semejanza. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dijo el SEÑOR, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29: 11 SSE). Dios tiene pensamientos buenos, de paz, es decir en armonía con lo bueno que esperamos para nuestra vida. Pero resulta que muchas veces no esperamos nada bueno para nosotros, entonces nuestros pensamientos no pueden estar en armonía con los de Dios y ahí empieza un monólogo interminable de mentiras que vienen del mismo infierno para atormentarnos y destruirnos. “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.” (Juan 10: 10 NVI). El diablo introduce pensamientos de destrucción, ansiedad, temor, frustración, etc. en nosotros, robando de esta manera lo bueno y colocando lo malo, para que vivamos una vida miserable, aun siendo cristianos.

Somos lo que son nuestros pensamientos o lo que monologamos constantemente. Recuerda que sólo tú decides qué pensar, pues nadie puede pensar tus pensamientos porque son exclusivamente tuyos. Tus pensamientos te harán feliz o desdichado. “Cuida tu mente más que nada en el mundo, porque ella es fuente de vida.” (Proverbios 4: 23 DHH). Nuestros pensamientos están en la mente, es por eso que debemos cuidar lo que llevamos a la mente, o lo que pensamos, porque podemos enturbiar nuestra fuente o envenenarla permitiendo las mentiras del diablo para pensarlas. "Evita el decir cosas falsas; apártate de la mentira." (Proverbios 4: 24 DHH). En nuestro monólogo podemos decirnos muchas cosas falsas acerca de nosotros mismos, de los otros o de Dios.

El DRAE define evitar. (Del lat. evitāre).1. tr. Apartar algún daño, peligro o molestia, impidiendo que suceda.2. tr. Excusar, huir de incurrir en algo.3. tr. Huir el trato de alguien, apartarse de su comunicación.
Aparta el pensamiento mentiroso, falso de tu mente, de tu fuente de vida; apártate de esa comunicación que te estás dando respecto a ti o a los demás y coloca los pensamientos de Dios en tu mente. Guarda tu mente como el tesoro más valioso porque tu vida depende de lo que piensas. Háblate lo que Dios tiene para ti porque son pensamientos de bienestar completo. “¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al vientre, para después salir del cuerpo? Pero lo que sale de la boca viene del interior del hombre; y eso es lo que lo hace impuro. Porque del interior del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos.” (Mateo 15: 17 – 19 DHH). De nuestro monólogo interno en nuestra mente salen los pensamientos que determinan nuestra forma de comportarnos y ser, por eso guardemos nuestra mente como el tesoro más preciado y aprendamos a pensar la verdad de Dios en todo momento.

“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” (Romanos 12: 2 DHH). Podemos cambiar nuestra manera de pensar y así cambiaremos nuestra forma de vivir la vida. Deja a Cristo que actúe en ti. Ríndete a Él y somete tus pensamientos a la obediencia a Cristo. Que Dios te dé sabiduría y te llene de Su poder para vencer a las mentiras del diablo.

martes, 25 de enero de 2011

¿A QUIÉN ESTÁS CREYENDO?

¿A QUIÉN ESTÁS CREYENDO?
Déjame inventar una historia, de alguien muy malo, por supuesto.
Un día, Satanás, el padre de la mentira, estaba pensando cómo arruinar mucho más a la gente. Después de tanto pensar y repensar, llamó a su hija, la “Mentira” y le dijo: -Hija, eres mi preferida, por eso te voy a enviar para que te introduzcas en la mente de los humanos y empieces a cambiar sus pensamientos por los tuyos, de esta forma, las personas te tendrán a ti como reina en sus mentes y gobernarás sobre sus vidas, te enseñorearás de sus pensamientos, afirmarás tu trono en los humanos y ellos te creerán a ti a pesar de tener lo que ellos creen que es verdad.
Mientras tú estés asentada en sus pensamientos, puedes permitirles momentos de lucidez en cuanto a la verdad, pero no por mucho tiempo. Tienes que imponerte y destruir lo verdadero martillando con tu mazo hasta hacer trizas la verdad. Los humanos creen que Dios existe, cámbiales esa forma de pensar, como sólo tú sabes hacerlo. A algunos los cambiarás de un sopetón; a otros, a los que yo les mande calamidades, empezarás haciéndoles creer que ese su Dios no los ama. A la mayoría, les harás creer que no sirven para nada, que sus vidas no tienen sentido y que es mejor dejar de existir o desistir de esa creencia en Dios. A otros átalos con recuerdos recurrentes de su pasado hostil y no los dejes pensar en un futuro mejor. Hazles creer que ya no pueden cambiar sus circunstancias y por lo tanto tienen que resignarse a vivir así como viven.

La Mentira preguntó a su padre: - Y si aceptan al que es la Verdad, ¿qué puedo hacer?
A lo que Satanás contestó: - No te preocupes por eso, tan sólo insiste en tener un espacio en sus mentes y poco a poco te vas haciendo campo y vas ganado más espacio, de tal forma que ellos se confundan y no sepan a quién creer. Yo estaré ayudándote y te mandaré a Temor, mi aliado, él te abrirá paso para que entres en la mente de los humanos, porque él se encargará de hacerles dar miedo para enfrentar su situación o emprender algo nuevo.
De esta forma, Mentira bajó a la tierra y empezó su trabajo, que sin lugar a dudas lo hizo muy, pero muy bien y empezó a ganar terreno en la mente de las personas, cambiando la verdad por sus mentiras.

Si bien, esto es una suposición, nosotros entendemos que es así, porque frente a cada verdad, el diablo contrapone una mentira o falsificación de la verdad. A Eva, la primera mujer, le dijo: “No morirás…..” (Génesis 3:4), y luego una sarta de mentiras y Eva le creyó. Lo mismo hace con los hijos de Dios, entonces dejamos de creerle a Dios y creemos a las mentiras del diablo. Frases como: “Nadie me quiere”; “No sirvo para nada”;no puedo hacerlo”; “no tengo paciencia”; “soy un tonto”; “me quiero morir”, etc. son mentiras que por tanto pensarlas y decirlas, las empezamos a creer y van abriéndose campo en nuestra mente desechando de esta forma la verdad de Dios.

Frente a la mentira “nadie me quiere”, la desmentimos diciendo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3: 16NVI) “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5: 8 NVI) “Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados.” (1ª Juan 4: 9,10 NVI)
Frente a la mentira “no sirvo para nada”, nos agarramos de la verdad que encontramos en Efesios 2: 10. “Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.” Entonces decimos: Fui creado para buenas obras, Dios ya preparó esas obras para que ande en ellas, entonces sirvo para todo lo que Dios quiere que haga en esta tierra.
Frente a la mentira “no puedo hacerlo”, la refutamos citando Filipenses 4: 13. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Frente a la mentira “no tengo paciencia”, nos aferramos a la verdad que Dios nos dio el fruto del Espíritu donde incluye la paciencia. “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.” (Gálatas 5: 22, 23 NVI).

De este modo, aferrados a la verdad de la Palabra de Dios, vamos a destronar a las mentiras del diablo, “llevando cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2ª Corintios 10: 5). Así, ya no daremos cabida a los pensamientos negativos que carcomen el alma. Y “Para concluir, hermanos, enfoquen sus pensamientos hacia todo lo que es verdad, noble, justo, puro, amable, admirable en alguna virtud o en algo digno de alabar.” (Filipenses 4: 8 TKIM-D). La verdad de Dios es la que debe gobernarnos y no permitamos que la mentira distorsione nuestra forma de pensar, depende de nosotros qué pensamientos vamos a pensar. Que Dios nos dé entendimiento para que comprendamos y conozcamos y creamos Su Verdad, que es Jesucristo, el Verbo de Dios, para que cimentados en Él seamos capaces de pensar Sus pensamientos y vivir conforme a Su voluntad.

domingo, 23 de enero de 2011

2011 AÑO DE LIBERACIÓN


2011 Año De Liberación
El Espíritu del Señor está sobre mí: Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón: Para predicar libertad a los cautivos: Y a los ciegos vista: Para poner en libertad a los quebrantados: Para predicar el año agradable del Señor.
(Lucas 4: 18, 19 RVG-R).
Dentro de los designios divinos de Dios, Él ha creado a cada ser humano con un propósito específico para que lo realice en esta vida; ahora bien, es necesario que empecemos a ver cuáles son nuestras habilidades o dotes para que empecemos a desarrollarlos. Cuando me estaba retirando del colegio donde enseñaba, los estudiantes me dijeron que no iban a encontrar una “profe” como yo; entonces les dije: -Efectivamente. Tendrán mejores o peores profesores, pero nunca una María Elena-. A qué viene esto. Lo que quiero demostrar es que cada uno de nosotros ha sido diseñado por Dios como único en este mundo, no importa que otros hagan lo mismo que tú, porque tú siempre serás tú; así que no trates de imitar a nadie, sé tú mismo.

Este año, Dios quiere que tú te enfoques en tu propósito. Intérnate dentro de ti mismo y ve qué cualidades o habilidades tienes y puedes desarrollarlas, pero no sólo eso, empieza algo nuevo, algo que nunca hiciste antes y que te parece casi imposible. Acepta los retos y desecha los temores. Los temores no sólo te inhiben a ti, sino también a quienes te rodean. Vas creando en tu entorno una atmósfera de negatividad, donde no haces las cosas, ni las dejas hacer a otros. Te frustras y frustras a los demás.

2011 es el año de tu liberación. Empieza a respirar el aire de libertad, porque para eso vino Jesucristo, para poner en libertad a los fracasados, a aquellos que todavía deambulan sin un rumbo fijo, sin encontrar su propósito, haciendo las cosas porque tienen que hacerlas, pero sin disfrutar de ellas; y Dios quiere que disfrutes de tu trabajo, que tu esfuerzo sea satisfactorio para ti, que te goces con lo que haces y que empieces a crear una atmósfera de felicidad y satisfacción alrededor tuyo. Este es el año agradable del Señor, porque es el año de tu liberación.

“Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: "No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío.” (Isaías 43: 1 NVI). Esta palabra es para ti que eres redimido por la sangre de Jesucristo. “No temas” porque Jesucristo te redimió y te dio Su Nombre, eres conocido por Dios. Ahora tienes identidad y puedes encontrar tu propósito. Un hombre o mujer de Dios debe encontrar su propósito en el Reino de Dios para beneficio de los demás y de él o de ella, esto no es sólo en lo espiritual, sino también en toda obra que hagamos, ya sean negocios, deporte, cualquier profesión u oficio, porque todo lo que hagamos lo vamos a hacer para Su gloria y no la nuestra. Empieza a vislumbrar tu futuro y suelta toda atadura que no te deja avanzar, por ejemplo: "No tengo dinero"; "es que mis padres me abandonaron"; "si hubiera nacido en otra familia u otro país", etc. Estos pretextos son ataduras, que ya Jesucristo las ha roto, porque Él vino a poner en libertad a los quebrantados de corazón. Un corazón quebrantado es un corazón frustrado por las circunstancias, destrozado por las dificultades de la vida, pero si tomas en serio que “eres de Dios”, ¿habrá algo imposible para Él? Nada es imposible para Dios y todo es posible para el que le cree a Dios.

En Cristo Jesús, tú puedes liberarte de toda atadura de opresión. Empieza a verte libre y deja que Él actúe. “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” (Jeremías 29: 11 NVI). Dios tiene grandes cosas para ti. Empieza a ver tu futuro como Dios lo ve; y no solamente sueña con un futuro mejor, sino que empieza a actuar dentro de los propósitos de Dios para ti. “Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. La sabiduría es un regalo de Dios para que alcancemos nuestro propósito y seamos libres. La Sabiduría, que es Cristo dice: “Conmigo están las riquezas y el honor, la fortuna duradera y la justicia. Mi fruto es mejor que el oro, que el oro puro, y mi ganancia es mejor que la plata escogida. Yo ando por el camino de la justicia, por en medio de las sendas del derecho, para otorgar heredad a los que me aman y así llenar sus tesoros.” (Proverbios 8: 18-21 NBLH). Todo lo tienes y lo puedes en Cristo. Este es el año de liberación. Tus sueños frustrados empezarán a realizarse, si lo haces como Dios quiere, por eso pídele sabiduría. La enfermedad que te tenía atrapado/a, te soltará, tan sólo confía en Él. Tus deudas, ya no son tuyas, entrégaselas a Él; y todo problema en Cristo Jesús tiene solución. ¡Créelo!
"Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes serán realmente libres." (Juan 8: 36 NBLH)

martes, 14 de diciembre de 2010



REVELACIÓN Y FE
"El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y también yo lo amaré y me manifestaré a él."(
Juan 14: 21 CAB)
Conocer lo que Dios quiere, pero no obedecer lo que nos pide, es una falta de amor a Dios, en otras palabras es rebeldía, es querer hacer aquello que a nosotros nos parece bueno, aunque a Dios, no. Para amar a Dios necesitamos tener una revelación de quién es Él y entonces la fe nace en nuestro corazón y brota el amor hacia el Todopoderoso. Ese amor que nace de la revelación de quien es Dios, hace que en nosotros se genere la fe para amar a Dios y reconocerlo como nuestro Señor, a quien le debemos todo; entonces ya no lo vamos a buscar solamente para que Él satisfaga nuestros deseos o inclusive nuestros caprichos, sino que lo buscaremos para rendirle adoración y estar en Su presencia admirando Su Grandeza y Esplendor. La esencia de Dios es amor, Él es Amor. Como seres humanos hemos sido creados para amar a Dios y a nuestros semejantes. Intrínsicamente llevamos la capacidad para amar, aunque esto ha sido distorsionado por el pecado que obnubiló esta virtud introduciendo el odio en los corazones de las personas.

Nuestra esencia es la misma de Dios, porque fuimos creados a Su imagen y semejanza y en Su esencia sólo existe amor. Veamos las características del amor: "El amor es paciente, el amor es benigno; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es grosero, ni busca su interés; no se irrita ni lleva cuenta del mal; no se alegra de la injusticia, sino que se goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca pasa." (1ª Corintios 13: 4-8ª CAB). El amor es el fruto del Espíritu de Dios que es sembrado en nuestro espíritu cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. “En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas." (Gálatas 5: 22,23 BAD) El amor de Dios en nuestras vidas produce alegría o gozo perpetuo a pesar que haya circunstancias adversas, porque ya no estamos gobernados por las circunstancias, sino por el Espíritu de Dios. También produce paz, inclusive en medio de la guerra que pueda levantarse contra nosotros. La paciencia es regida por el fruto del Espíritu de Dios, porque sólo el amor nos da la capacidad de ser pacientes. La amabilidad y la bondad son también productos del amor. La fidelidad sólo se consigue por amor. La humildad es una de las características del amor, porque el amor sabe que depende de Dios para todo, no hay cabida para el orgullo e independencia de Dios. El amor sabe tener dominio propio, controla con amor los impulsos del alma.

El amor no es un sentimiento, porque no nace en el alma, está en el espíritu; es inherente al Espíritu de Dios y también a nuestro espíritu regenerado, de tal forma que cuando queremos arrancar el amor y colocar algo contrario, nuestro ser se resiente en tal forma que no sólo nuestro espíritu se opaca, sino también nuestra alma y hasta nuestro cuerpo, que reacciona con algunas enfermedades características de sentimientos negativos. “En el amor no hay temor. El amor perfecto echa fuera el temor, pues hay temor donde hay castigo. Quien teme no conoce el amor perfecto.” (1ª Juan 4: 18 BL95) El temor es un sentimiento negativo, pero Jesucristo en nosotros, que es el perfecto amor, echa fuera todo temor.

"Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” (Juan 13: 34,35). Dios nos dio un nuevo mandamiento que es la base para cumplir los demás y es que nos amemos unos a otros. El amor no admite rencor, ni desconfianza, etc., sencillamente ama. (1ª Corintios 13). El amar a los demás es un mandamiento, no un sentimiento. El amor eleva, transforma, da vida y da su vida también. ¿Acaso no has pasado noches de desvelo orando por otras personas? Ahí estás dando parte de tu vida. “Ámense unos a otros”, porque “el que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.” (1ª Juan 2: 10,11). El que ama es transparente, nunca dirá o hará nada indebido a espaldas de la persona. Estamos teniendo revelación de esto, y pidamos que Dios nos dé más revelación al respecto. Cuánto necesitamos aprender a amar, estamos en el proceso. Oh Señor acelera este proceso, porque cuanto más amemos al prójimo, más también te estaremos amando a Ti.
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y sabéis que en ningún asesino permanece la vida eterna. En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.” (1ª Juan 3: 14 – 18 BAD)