martes, 26 de mayo de 2009

ESFUÉRZATE POR CONOCER A DIOS


ESFUÉRZATE POR CONOCER A DIOS
“Esforcémonos por conocer al Señor, hasta estar tan seguros en él como de que el amanecer llegará. El Señor vendrá a nosotros como la lluvia, como el agua fresca que cae sobre la tierra.” (Oseas 6:3 PDT)
Si un pianista quiere llegar a tocar muy bien el piano, de tal forma que lo pueda hacer aun con los ojos cerrados, tiene que dedicar muchísimas horas al día, por muchos años para adquirir esa destreza, pero como esa es su meta, no escatimará esfuerzo, ni tiempo para lograrlo. Si nosotros queremos conocer al Señor Jesucristo, tampoco debemos escatimar esfuerzo ni tiempo en buscarle y estar con Él, si esa es nuestra meta. No debemos descansar hasta llegar a estar seguros que estamos en Cristo, protegidos y guardados en Él, sabiendo que Él es un escudo a nuestro alrededor y por más que el enemigo lance sus dardos y flechas contra nosotros, no podrá penetrar ese escudo protector que nos rodea. “Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú mantienes en alto mi cabeza!” (Salmo 3: 3 NVI). Porque David pasaba mucho tiempo en comunión con el Señor, le conocía y sabía que, a pesar de estar rodeado por muchos enemigos, Dios lo protegía. En este tiempo, cuando el mundo se ve envuelto en una crisis social, económica y espiritual, los hijos/as de Dios debemos esforzarnos por conocer a Dios, más que por buscar cómo vamos a salir de la crisis. Nuestra prioridad debe ser buscar el reino de Dios, que es Jesucristo; y Su justicia, que es Su voluntad y Dios se encargará de proveernos trabajo, salud y todo lo que necesitemos. “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Todo lo demás, él se los dará a su tiempo.” (Mateo 6: 33 BLS)

_Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? --le preguntó uno. _Esfuércense por entrar por la puerta estrecha _ contestó--, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. (Lucas 13: 23:24 NVI). El esfuerzo es la energía o poder, tanto física, como emocional y espiritual, que utilizamos para vencer los obstáculos. Para vivir la vida cristiana en victoria debemos vencer muchas dificultades. En lo físico, nuestro cuerpo tiene necesidades que hay que suplirlas, pero si estas necesidades ocupan el primer lugar, nuestro esfuerzo se desvía a lo físico y dejamos lo más importante que es el Reino de Dios. “Ya no se preocupen preguntando qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. Sólo los que no conocen a Dios se preocupan por eso. Ustedes no se desesperen por esas cosas. Su Padre que está en el cielo sabe que las necesitan.” (Mateo 6: 31: 32) Las preocupaciones afectan nuestras emociones y por ende nuestro espíritu. “El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu.” (Proverbios 15: 13 NVI). Debemos esforzarnos por conocer más de Dios y no conformarnos con lo que tenemos hasta ahora, o detenernos por enfocarnos en las cosas temporales.

Cuando Cristo ocupa el primer lugar en nuestra vida, las preocupaciones ya no nos preocupan porque conocemos que nuestro Amado no nos va a dejar, ni nos va a desamparar, Él siempre estará con nosotros y estamos seguros que nuestro Dios es especialista en resolver lo imposible a la vista del ser humano. Entonces, ¿qué nos queda por hacer? “Así que pongan sus preocupaciones en las manos de Dios, pues él tiene cuidado de ustedes.” (1ª Pedro 5: 7 BLS). Debemos despreocuparnos sabiendo que nadie ha resuelto nada con preocuparse; lo único que ha ganado es perder el sueño, tener enfermedades, ahuyentar a los amigos y alejarse de Dios. Lo más prudente es depositar toda nuestra confianza en aquel que nunca nos fallará, en Dios. “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas.” (Habacuc 3: 17-21 NVI) Esta es la confianza de un varón que conocía a Dios. Cuanto más le conozcamos, mayor va a ser nuestra confianza en Él.

En Jueces capítulo 6 y 7 está la historia de Gedeón. Este varón estaba desalentado y se sentía impotente porque sus enemigos habían infundido temor tanto en él como en todos los israelitas; eso también hace nuestro enemigo el diablo para poder derrotarnos; pero Dios le levantó el ánimo diciéndole que él era un varón esforzado y valiente y le dijo además que fuera a salvar a la nación con la fuerza que tenía porque Jehová estaría con él. Gedeón obedeció, pero antes debía destruir unos ídolos, lo cual hizo como Dios le ordenó y después de eso, si seguimos leyendo la historia, vamos a ver la victoria que obtuvo. Dios conocía el potencial de Gedeón, aunque parece que Gedeón no se daba cuenta de ello; sin embargo, Dios lo alienta y le dice que use lo que tiene para derrotar al enemigo, la fuerza que Dios le había dado. En nosotros está el mayor poder conocido, el Espíritu Santo, por tanto esforcémonos en conocerle, y dejémoslo actuar, pero antes derribemos todo altar a otros dioses que hemos levantado y que permite que el enemigo nos derrote. Los altares pueden ser, pesimismo, angustia, temor, intelectualismo, etc., que están ocupando el primer lugar en nuestra vida y nos destruyen. Pero ahora Dios te dice: Usa lo que tienes para derrotar al enemigo. - ¿Qué tienes tú, hija/o de Dios para derrotar al enemigo que te atormenta? _ Al Espíritu Santo de Dios. Por tanto, esfuérzate por conocerlo y no te intimides, adora a Dios con gratitud de corazón y avanza hacia la victoria porque tu enemigo ya fue derrotado.

1 comentario:

Noemi dijo...

Visitandoles desde El Salvador Centroamerica, desde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
COMPARTO MI TESTIMONIO DE SANIDAD PARA LA GLORIA DE DIOS.
Reciban muchas bendiciones.