¡QUÉ BOCOTA!
“La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal será el fruto.” (Proverbios 18: 21 N-C)
Hay poder en tus palabras, poder de vida o de muerte; por medio de tus palabras puedes atraer el cielo o el infierno a tu vida y también a quienes reciban tus dichos. Nuestras palabras recorren el espacio y el tiempo una vez que son soltadas, y como todo lo que sembramos vamos a cosechar, entonces vamos a recibir el fruto de nuestra siembra tarde o temprano. No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. (Gálatas 6: 7 NVI). ¿Qué es lo que sale de nuestra boca? De nuestra boca sale lo que creemos para bien o para mal. Lo que creemos está en nuestro corazón y cuando algo creemos en nuestro corazón, entonces se produce la fe que expresada en palabra va a producir algo. Nuestras palabras revelan lo que hay dentro de nuestro corazón (ser interior) “El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.” (Lucas 6: 45). ¿Qué hay en nuestro corazón? Es importante que revisemos qué llevamos dentro de nosotros. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.” (Proverbios 17: 9 NVI). Si somos capaces de perdonar las ofensas hechas en nuestra contra, estaremos cultivando el amor y entonces vamos a cosechar amor, pero si constantemente recordamos la ofensa vamos a ser causa de división entre amigos y en esa división puede que nos quedemos sin amigos. Cuánta gente vive en soledad por no olvidar el agravio. El olvido empieza con el perdón, no que estos sean sinónimos, sino que al perdonar al ofensor nos liberamos del peso de la ofensa y poco a poco vamos a olvidar lo sucedido y si alguna vez vuelve a la memoria, no hará ningún efecto negativo en nosotras/os.
“Hay quienes hablan como dando estocadas de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.” (Proverbios 12: 18). ¿Cómo salen las palabras de tu boca? Si eres sabio, tus palabras van a ser medicina al alma y también al cuerpo, pero si usas la ironía al hablar con palabras que son como estocadas de espada que duelen más que los golpes físicos que pasado un tiempo se curan y se olvida el dolor; pero las palabras hirientes permanecen en un lugar de la memoria y cada vez que se las recuerda retumban en los oídos y se vuelve a vivir el momento, pero amplificado, de tal forma que la persona no sólo recuerda la mordacidad de las palabras, sino que las revive con mayor intensidad como si se las estaría diciendo en el tiempo presente. Es importante que cuidemos nuestra forma de hablar, no sólo porque ellas revelan lo que hay en nuestro corazón, sino que podemos estar dando muerte a algo en la persona a quien las lanzamos; podemos matar sus sentimientos o emociones, su entusiasmo, su sensibilidad, su afecto, su credibilidad, su habilidad, etc. “Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo.” (Proverbios 16: 24 NVI). Cuán importante es poner atención a la Palabra de Dios, cuánto mal evitaríamos a los seres humanos, cuánto daño mermaríamos al alma de nuestros amados. Los niños aceptan cada palabra que decimos como si fuera verdad y no sólo ellos, también nosotros los adultos, es que hemos sido creados para recibir lo verdadero; nuestro diseño no se conforma con lo falso y lo perverso, esas cosas no hallan cabida en nuestro diseño original. Cuando se introdujo el pecado en el ser humano, recién lo falso y perverso fue impuesto en el alma. La Biblia dice que “el amor todo lo cree” (1ª Corintios 13: 7). Ese amor puro y perfecto, ese amor que está en el alma de un niño, todo lo cree porque todavía sus sentimientos no están falseados (adulterados). Jesús dijo que debemos ser como niños para entrar en el Reino de Dios, debemos tener sentimientos puros, amor perfecto donde no hay cabida para la malicia, entonces nuestras palabras serán medicina al oyente.
“La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa (con mala intención) deprime el espíritu." (Proverbios 15: 4 NVI). Si nuestras palabras brindan consuelo vamos a ser como el árbol de vida del huerto del Edén porque sus hojas sirven para sanidad, pero si hablamos mal intencionadamente vamos a ser como la lengua venenosa de la serpiente que engañó a Eva. Escucha bien lo que te dice el Señor: "La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas. Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal….Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.” (Deuteronomio 30: 11-15, 19 NVI). Las palabras que estás leyendo ya han entrado a tu corazón, ya forman parte de ti, ahora tú decides escucharlas y hacerlas o rechazarlas, nadie puede tomar la decisión por ti, porque sólo tú decides pensar lo que quieras, puedes pensar vida y hablar vida o puedes pensar muerte y hablar muerte; pero yo te digo, lo que Dios te dice: Elige la vida por tu bien y el de tus descendientes. Habla palabras de vida, habla palabras de bendición. Habla lo que Dios quiere para ti y para los demás, porque Dios siempre tiene palabras de bien para todos.
“La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal será el fruto.” (Proverbios 18: 21 N-C)
Hay poder en tus palabras, poder de vida o de muerte; por medio de tus palabras puedes atraer el cielo o el infierno a tu vida y también a quienes reciban tus dichos. Nuestras palabras recorren el espacio y el tiempo una vez que son soltadas, y como todo lo que sembramos vamos a cosechar, entonces vamos a recibir el fruto de nuestra siembra tarde o temprano. No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. (Gálatas 6: 7 NVI). ¿Qué es lo que sale de nuestra boca? De nuestra boca sale lo que creemos para bien o para mal. Lo que creemos está en nuestro corazón y cuando algo creemos en nuestro corazón, entonces se produce la fe que expresada en palabra va a producir algo. Nuestras palabras revelan lo que hay dentro de nuestro corazón (ser interior) “El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca.” (Lucas 6: 45). ¿Qué hay en nuestro corazón? Es importante que revisemos qué llevamos dentro de nosotros. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.” (Proverbios 17: 9 NVI). Si somos capaces de perdonar las ofensas hechas en nuestra contra, estaremos cultivando el amor y entonces vamos a cosechar amor, pero si constantemente recordamos la ofensa vamos a ser causa de división entre amigos y en esa división puede que nos quedemos sin amigos. Cuánta gente vive en soledad por no olvidar el agravio. El olvido empieza con el perdón, no que estos sean sinónimos, sino que al perdonar al ofensor nos liberamos del peso de la ofensa y poco a poco vamos a olvidar lo sucedido y si alguna vez vuelve a la memoria, no hará ningún efecto negativo en nosotras/os.
“Hay quienes hablan como dando estocadas de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.” (Proverbios 12: 18). ¿Cómo salen las palabras de tu boca? Si eres sabio, tus palabras van a ser medicina al alma y también al cuerpo, pero si usas la ironía al hablar con palabras que son como estocadas de espada que duelen más que los golpes físicos que pasado un tiempo se curan y se olvida el dolor; pero las palabras hirientes permanecen en un lugar de la memoria y cada vez que se las recuerda retumban en los oídos y se vuelve a vivir el momento, pero amplificado, de tal forma que la persona no sólo recuerda la mordacidad de las palabras, sino que las revive con mayor intensidad como si se las estaría diciendo en el tiempo presente. Es importante que cuidemos nuestra forma de hablar, no sólo porque ellas revelan lo que hay en nuestro corazón, sino que podemos estar dando muerte a algo en la persona a quien las lanzamos; podemos matar sus sentimientos o emociones, su entusiasmo, su sensibilidad, su afecto, su credibilidad, su habilidad, etc. “Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo.” (Proverbios 16: 24 NVI). Cuán importante es poner atención a la Palabra de Dios, cuánto mal evitaríamos a los seres humanos, cuánto daño mermaríamos al alma de nuestros amados. Los niños aceptan cada palabra que decimos como si fuera verdad y no sólo ellos, también nosotros los adultos, es que hemos sido creados para recibir lo verdadero; nuestro diseño no se conforma con lo falso y lo perverso, esas cosas no hallan cabida en nuestro diseño original. Cuando se introdujo el pecado en el ser humano, recién lo falso y perverso fue impuesto en el alma. La Biblia dice que “el amor todo lo cree” (1ª Corintios 13: 7). Ese amor puro y perfecto, ese amor que está en el alma de un niño, todo lo cree porque todavía sus sentimientos no están falseados (adulterados). Jesús dijo que debemos ser como niños para entrar en el Reino de Dios, debemos tener sentimientos puros, amor perfecto donde no hay cabida para la malicia, entonces nuestras palabras serán medicina al oyente.
“La lengua que brinda consuelo es árbol de vida; la lengua insidiosa (con mala intención) deprime el espíritu." (Proverbios 15: 4 NVI). Si nuestras palabras brindan consuelo vamos a ser como el árbol de vida del huerto del Edén porque sus hojas sirven para sanidad, pero si hablamos mal intencionadamente vamos a ser como la lengua venenosa de la serpiente que engañó a Eva. Escucha bien lo que te dice el Señor: "La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas. Hoy te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal….Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes.” (Deuteronomio 30: 11-15, 19 NVI). Las palabras que estás leyendo ya han entrado a tu corazón, ya forman parte de ti, ahora tú decides escucharlas y hacerlas o rechazarlas, nadie puede tomar la decisión por ti, porque sólo tú decides pensar lo que quieras, puedes pensar vida y hablar vida o puedes pensar muerte y hablar muerte; pero yo te digo, lo que Dios te dice: Elige la vida por tu bien y el de tus descendientes. Habla palabras de vida, habla palabras de bendición. Habla lo que Dios quiere para ti y para los demás, porque Dios siempre tiene palabras de bien para todos.
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