CORAZÓN ENTENDIDO
"Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? (1º Reyes 3: 9 RV 60)
"Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?" (1º Reyes 3: 9 NVI)
"Da pues a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para que pueda juzgar entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar éste tu pueblo tan grande?" (1º Reyes 3: 9 RV 2000)
"Y darás a tu siervo corazón de escuchar y juzgar a tu pueblo en justicia y para entender entre lo bueno y lo malo; pues ¿quién podrá juzgar a tu pueblo, el pesado éste?» (1º Reyes 3: 9 Septuaginta)
"Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? (1º Reyes 3: 9 RV 60)
"Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?" (1º Reyes 3: 9 NVI)
"Da pues a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para que pueda juzgar entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar éste tu pueblo tan grande?" (1º Reyes 3: 9 RV 2000)
"Y darás a tu siervo corazón de escuchar y juzgar a tu pueblo en justicia y para entender entre lo bueno y lo malo; pues ¿quién podrá juzgar a tu pueblo, el pesado éste?» (1º Reyes 3: 9 Septuaginta)
Estos mismos versículos expuestos en diversas versiones nos aclaran lo que es un corazón entendido, corazón que todo hijo de Dios debe anhelar. Quien anhela un corazón entendido busca a Dios de todo corazón.
En Apocalipsis 1: 5 y 5: 10, nos dice que ya hemos sido hechos reyes y sacerdotes, entonces nuestro clamor al Señor debe ser el mismo de Salomón: “Dame un corazón entendido, capaz de discernir entre lo bueno y lo malo, que sea dócil a tu Palabra, que sepa escuchar tu voz para hacer tu voluntad”. El corazón entendido se da cuenta del momento de Dios y actúa conforme Dios se va moviendo, no pierde oportunidad. Dios se agrada con el corazón que entiende, que despierta al conocimiento de Él. Ese es un corazón que busca a Dios, que busca la intimidad con Él, que se deleita en Su Palabra. El corazón entendido se sumerge en la adoración porque sabe que es allí que verá el rostro de Su Amado. Es allí donde deja sus razonamientos, sus ideas o suposiciones y se deleita en escuchar la voz de Dios para ponerla por obra. No vamos a poder reinar si no cumplimos la función sacerdotal, sino somos alabadores y adoradores en todo tiempo. La autoridad y poder para reinar sólo la vamos a tener si llevamos en alto la adoración, porque esto nos permite entrar en la esfera celestial sobre todo principado, poder y autoridad. El adorador es un intercesor por excelencia; está cubriendo vidas y librando de las ataduras del diablo; es un guerrero en potencia y el enemigo le teme.
"Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia; los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia." (Salmo 89. 15-16) El corazón entendido sabe alabar a Dios, sabe gozarse en Su presencia y mantener ese gozo, entendiendo que el gozo lo fortalece y mantiene al enemigo alejado. El cristiano debe estar siempre lleno de gozo. Pablo dijo que nos regocijáramos siempre en el Señor; eso quiere decir, “constantemente”, a pesar de las circunstancias. Las situaciones por las que pasaba Pablo no eran las mejores, estaba encarcelado, pero gozoso, porque el gozo le daba libertad a su alma. Las barras que mantenían su cuerpo prisionero, eran de hierro; pero no podían apresar su alma ni su espíritu si él no se los permitía. Pablo no permitió eso. Ni siquiera se sintió prisionero de Roma, sino de Jesucristo, ante quien se hizo siervo por amor. Este varón gozoso alentaba el corazón de quienes estaban aparentemente libres. Felices o dichosos es sinónimo de próspero. La prosperidad del alma nos lleva a una vida real y verdadera capaz de cumplir los propósitos de Dios en nuestra vida.
"El corazón entendido va tras el conocimiento (sabiduría); la boca de los necios se nutre de tonterías." (Proverbios 15: 14). El corazón entendido busca adorar a Dios porque es allí donde adquiere conocimiento de Él, allí es donde puede contemplar a Dios y deleitarse en Él. El cielo está saturado de adoración, toda la atmósfera celestial vibra con adoración y cuando entramos es esa atmósfera ya no buscamos nuestras propias experiencias, porque allá no cuentan; lo buscamos a Él, pues sólo Dios es el que llena todo, no hay ni un solo vacío que no sea llenado por Él. Nuestros ojos son atraídos por Su hermosura, nuestros oídos están atentos a Su sabiduría y nuestra boca sólo exclama Santo, Santo, Santo uniendo nuestras voces al coro celestial.
"Es sólo de Dios que proceden la sabiduría y la justicia, porque Él gobierna con justicia y de Sus labios brota la sabiduría. El corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la ciencia." (Proverbios 18: 15) La capacidad de entender proviene de Dios, Él nos ha dado esa capacidad, pero en nuestras manos está el adquirir entendimiento. A medida que buscamos a Dios con todo el corazón, Él añadirá en nosotros más entendimiento. El rey Uzías en el tiempo que buscó a Dios, fue prosperado. "Uzías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías y, mientras vivió Zacarías, quien lo instruyó en el temor de Dios, se empeñó en buscar al Señor. Mientras Uzías buscó a Dios, Dios le dio prosperidad." (2º Crónicas 26:4, 5). Dios está buscando corazones entendidos que lo busquen en adoración, porque Él quiere derramar sus bendiciones sobre quienes lo busquen. El que busca a Dios es entendido en las intenciones de Dios, porque es cerca de Su corazón que nosotros vamos a escuchar Sus secretos, es en la intimidad que Dios nos va a declarar lo que hay en Su corazón.
"Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón (entendimiento) para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero." (Efesios 1: 17 -21)
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