DIOS ESTÁ EN TI ¡GÓZATE!
“David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus fuerzas, y tanto él como todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque de trompetas.” (2º Samuel 6: 14,15).
En el Antiguo Testamento, el Arca del Señor simbolizaba la presencia de Dios. Después de muchos años que el Arca estuvo olvidada, David preparó un lugar para el Arca y la llevó allí entre expresiones de júbilo y gran gozo. David entendía lo que significaba tener cerca la presencia de Dios. Lo maravilloso de este tiempo de abundante gracia es que la presencia de Dios está en medio de nosotros sus hijos, está en nuestro corazón, allí está el Arca del Dios vivo, sin cortinas intermedias que ocultan Su presencia. El Arca de Dios está en ti y en mí y ese gozo que invadió a David al llevar el Arca del Pacto hasta la morada que él le preparó, debe invadirnos a nosotros todo el tiempo y aún más, porque la Presencia de Dios habita en nosotros.
“Estén siempre gozosos” (1ª Tesalonicenses 5:16) El gozo es la complacencia de poseer algo muy valioso; y nosotros tenemos lo incomparablemente más valioso que todas las posesiones que el mundo nos pueda ofrecer; tenemos a Jesucristo, por eso Pablo nos exhorta a mantenernos siempre con gozo. El gozo debe ser la característica número uno de todo cristiano. En Filipenses 4: 4, Pablo nos dice que “nos regocijemos en el Señor siempre y repite: Otra vez digo: Regocijaos.” La Biblia está saturada de las palabras gozo, alegría, júbilo, etc., porque nuestro Dios es un Dios de gozo, es un Dios gozoso, Él es todo gozo. Si entramos en Él, nuestro ser debe estar invadido por Su gozo. Lo primero que el diablo quiere hacer es quitarnos el gozo y hundirnos en la tristeza y la depresión, pero no se lo vamos a permitir, "porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza" (Nehemías 8: 10).
“El reino de Dios es justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo” (Romanos 15: 17). Cuando entramos en el Reino de Dios, entramos a Su justicia, Su paz y Su gozo, porque entramos en Cristo. El Arca es símbolo de salvación. Noé fue salvo en un arca con toda su familia. Cristo es nuestra Arca; en Él somos salvos por la sangre del nuevo pacto derramada en la cruz del Calvario, esta sangre nos envuelve como un manto protector y se extiende a nuestras generaciones. El Arca es salvación para nosotros y los nuestros hasta mil generaciones. Después que David llevó el Arca a Su lugar, entonó un hermoso salmo (1º Crónicas 16: 7 -36) y declaró en el versículo 15-17 (Septuaginta) lo siguiente: “Rememorar por siempre su pacto —su palabra que mandó— por mil generaciones; el que pactó con Abraham; y su juramento a Isaac; y que constituyó a Jacob en precepto; a Israel el pacto sempiterno” Lo que fue dado en lo físico y natural a Israel, a nosotros se nos concede en lo espiritual, porque hemos entrado en Cristo a heredar las promesas. El gozo permite que nuestra fe se mantenga viva y nuestros ojos espirituales vean el alcance de las bendiciones del Señor.
“Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.” (Efesios 3: 14 -21 NVI) El gozo del Señor nos fortalece (Nehemías 8: 10) porque hace que Cristo habite en nosotros de forma continua. El gozo del Señor no permite la entrada al enemigo, este gozo se convierte en nuestra inexpugnable (infranqueable, invencible) fortaleza, por tanto debemos gozarnos siempre para mantener al enemigo alejado. El gozo está unido a la alabanza y la adoración, porque “no puede estar triste el corazón que alaba a Cristo”
“¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Canten al Señor un cántico nuevo, alábenlo en la comunidad de los fieles. Que se alegre Israel por su creador; que se regocijen los hijos de Sión por su rey. Que alaben su nombre con danzas; que le canten salmos al son de la lira y el pandero. Porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria. Que se alegren los fieles por su triunfo; que aun en sus camas griten de júbilo. Que broten de su garganta alabanzas a Dios, y haya en sus manos una espada de dos filos para que tomen venganza de las naciones y castiguen a los pueblos; para que sujeten a sus reyes con cadenas, a sus nobles con grilletes de hierro; para que se cumpla en ellos la sentencia escrita. ¡Ésta será la gloria de todos sus fieles! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (Salmo 149 NVI)
El gozo y la alabanza doblegan el poder del enemigo y lo aprisionan. Por medio del gozo podemos destruir a nuestros enemigos espirituales que quieren aprisionar nuestra alma. Así que, gocémonos siempre en el Señor y el enemigo permanecerá bajo nuestros pies. ¡Aleluya! Nos gozamos de ser hijos de Dios.
“David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus fuerzas, y tanto él como todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque de trompetas.” (2º Samuel 6: 14,15).
En el Antiguo Testamento, el Arca del Señor simbolizaba la presencia de Dios. Después de muchos años que el Arca estuvo olvidada, David preparó un lugar para el Arca y la llevó allí entre expresiones de júbilo y gran gozo. David entendía lo que significaba tener cerca la presencia de Dios. Lo maravilloso de este tiempo de abundante gracia es que la presencia de Dios está en medio de nosotros sus hijos, está en nuestro corazón, allí está el Arca del Dios vivo, sin cortinas intermedias que ocultan Su presencia. El Arca de Dios está en ti y en mí y ese gozo que invadió a David al llevar el Arca del Pacto hasta la morada que él le preparó, debe invadirnos a nosotros todo el tiempo y aún más, porque la Presencia de Dios habita en nosotros.
“Estén siempre gozosos” (1ª Tesalonicenses 5:16) El gozo es la complacencia de poseer algo muy valioso; y nosotros tenemos lo incomparablemente más valioso que todas las posesiones que el mundo nos pueda ofrecer; tenemos a Jesucristo, por eso Pablo nos exhorta a mantenernos siempre con gozo. El gozo debe ser la característica número uno de todo cristiano. En Filipenses 4: 4, Pablo nos dice que “nos regocijemos en el Señor siempre y repite: Otra vez digo: Regocijaos.” La Biblia está saturada de las palabras gozo, alegría, júbilo, etc., porque nuestro Dios es un Dios de gozo, es un Dios gozoso, Él es todo gozo. Si entramos en Él, nuestro ser debe estar invadido por Su gozo. Lo primero que el diablo quiere hacer es quitarnos el gozo y hundirnos en la tristeza y la depresión, pero no se lo vamos a permitir, "porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza" (Nehemías 8: 10).
“El reino de Dios es justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo” (Romanos 15: 17). Cuando entramos en el Reino de Dios, entramos a Su justicia, Su paz y Su gozo, porque entramos en Cristo. El Arca es símbolo de salvación. Noé fue salvo en un arca con toda su familia. Cristo es nuestra Arca; en Él somos salvos por la sangre del nuevo pacto derramada en la cruz del Calvario, esta sangre nos envuelve como un manto protector y se extiende a nuestras generaciones. El Arca es salvación para nosotros y los nuestros hasta mil generaciones. Después que David llevó el Arca a Su lugar, entonó un hermoso salmo (1º Crónicas 16: 7 -36) y declaró en el versículo 15-17 (Septuaginta) lo siguiente: “Rememorar por siempre su pacto —su palabra que mandó— por mil generaciones; el que pactó con Abraham; y su juramento a Isaac; y que constituyó a Jacob en precepto; a Israel el pacto sempiterno” Lo que fue dado en lo físico y natural a Israel, a nosotros se nos concede en lo espiritual, porque hemos entrado en Cristo a heredar las promesas. El gozo permite que nuestra fe se mantenga viva y nuestros ojos espirituales vean el alcance de las bendiciones del Señor.
“Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.” (Efesios 3: 14 -21 NVI) El gozo del Señor nos fortalece (Nehemías 8: 10) porque hace que Cristo habite en nosotros de forma continua. El gozo del Señor no permite la entrada al enemigo, este gozo se convierte en nuestra inexpugnable (infranqueable, invencible) fortaleza, por tanto debemos gozarnos siempre para mantener al enemigo alejado. El gozo está unido a la alabanza y la adoración, porque “no puede estar triste el corazón que alaba a Cristo”
“¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Canten al Señor un cántico nuevo, alábenlo en la comunidad de los fieles. Que se alegre Israel por su creador; que se regocijen los hijos de Sión por su rey. Que alaben su nombre con danzas; que le canten salmos al son de la lira y el pandero. Porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria. Que se alegren los fieles por su triunfo; que aun en sus camas griten de júbilo. Que broten de su garganta alabanzas a Dios, y haya en sus manos una espada de dos filos para que tomen venganza de las naciones y castiguen a los pueblos; para que sujeten a sus reyes con cadenas, a sus nobles con grilletes de hierro; para que se cumpla en ellos la sentencia escrita. ¡Ésta será la gloria de todos sus fieles! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (Salmo 149 NVI)
El gozo y la alabanza doblegan el poder del enemigo y lo aprisionan. Por medio del gozo podemos destruir a nuestros enemigos espirituales que quieren aprisionar nuestra alma. Así que, gocémonos siempre en el Señor y el enemigo permanecerá bajo nuestros pies. ¡Aleluya! Nos gozamos de ser hijos de Dios.
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