IDENTIFICANDO AL ENEMIGO
"Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales." (Efesios 6: 12 NVI)
La prioridad del diablo no es la persona como tal, sino deshacer el propósito que Dios ya ha determinado para ella y de ese modo apagar la luz de Dios en la persona. Esto lo hace colocando duda en la mente y haciendo que la persona deje de creer lo que Dios ha dicho y crea lo que Satanás está insinuando. Además de otras tácticas que usa con mentiras y engaños, también se esconde detrás de las personas a quienes controla y empieza a dañar a los hijos de Dios, entonces si no estamos apercibidos, vamos a reaccionar contra la persona que aparentemente nos daña y de este modo caemos en la trampa del enemigo. El diablo quiere que reaccionemos contra las personas con enojo, venganza, odio, murmuración y todo aquello en lo cual él es experto, para que nos salgamos de la cobertura de Dios y entremos en su territorio (del diablo) totalmente desarmados y seamos presa fácil para él y sus secuaces. Sin embargo, los hijos de Dios que tenemos entendimiento no vamos a usar las armas del diablo, sino que, en todo momento, usaremos las armas del Dios Todopoderoso.
"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos." (Efesios 6: 10 -18 NVI)
Nos encontramos en el lugar que estamos ahora con un propósito, y muchas veces el diablo sabe mejor que nosotros cuál es nuestro propósito, por eso él trata de destruirlo antes que empecemos a hacer lo que Dios ha determinado en nuestras vidas. Dios quiere que manifestemos Su luz donde quiera que estemos. “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” (Mateo 5: 14 -16). Cuando la gente ve nuestras buenas obras realizadas por amor, lo cual nos hace amar, perdonar y bendecir a los que nos dañan, entonces empiezan a glorificar a Dios. Amar, perdonar y bendecir son armas poderosas para vencer al diablo, esto lo enfurece porque él nada puede hacer contra el amor. Si nos mantenemos en amor con una actitud de perdón y bendición nos fortalecemos en el Señor y nuestra luz empieza a irradiar de tal forma que las tinieblas tienen que huir.
Cuando descubrimos quiénes somos en Cristo nuestra forma de ver los problemas empiezan a cambiar porque entendemos que la lucha no es en nuestras fuerzas, si bien muchas veces el enemigo nos ha hecho salir del alineamiento con el Espíritu de Dios y hemos caído en enojo, frustración, depresión, etc., esto no significa que nos vamos a quedar así. Jesús dijo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16: 33 NVI). Entrar a la vida de la fe, al reino de Dios no significa que todo será color de rosas, mas al contrario, pareciera que todo el infierno se viene contra nosotros y decimos y ahora, “¿quién podrá defenderme?”. El que venció a Satanás, está con nosotros a través del Espíritu Santo y aunque vengan los problemas y las aflicciones nuestra mirada estará puesta en Aquél que es Mayor que el que está detrás de todo este sistema mundial; no hay fuerza capaz de resistir al Espíritu de Dios que vive en nosotros; sin embargo, no siempre dejamos que Él actúe, sino que pretendemos arreglar las cosas a nuestra manera y es ahí donde el enemigo hace escarnio de nosotros. Por eso Pablo nos dice que nos fortalezcamos en el gran poder de Dios y esto se debe hacer diariamente, alineando nuestro espíritu al Espíritu Santo de Dios y nuestra alma a nuestro espíritu para que empecemos a traer el reino de Dios a nuestras vidas haciendo Su voluntad y descansando en Él, afirmados en Su palabra, siempre en guardia, orando no sólo por nosotros, sino también por los demás hijos de Dios para que sean fortalecidos. Estamos en guerra, por eso debemos ponernos toda la armadura de Dios y no dejar ninguna parte de nuestro ser a expensas del enemigo y sobre todo, cubrámonos con el manto del amor de Dios sobre nuestras vidas, ese amor que será capaz de decir: perdona Señor, a la persona que me hace daño, porque ella no sabe lo que hace y no le tomes en cuenta este pecado. Amén
"Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales." (Efesios 6: 12 NVI)
La prioridad del diablo no es la persona como tal, sino deshacer el propósito que Dios ya ha determinado para ella y de ese modo apagar la luz de Dios en la persona. Esto lo hace colocando duda en la mente y haciendo que la persona deje de creer lo que Dios ha dicho y crea lo que Satanás está insinuando. Además de otras tácticas que usa con mentiras y engaños, también se esconde detrás de las personas a quienes controla y empieza a dañar a los hijos de Dios, entonces si no estamos apercibidos, vamos a reaccionar contra la persona que aparentemente nos daña y de este modo caemos en la trampa del enemigo. El diablo quiere que reaccionemos contra las personas con enojo, venganza, odio, murmuración y todo aquello en lo cual él es experto, para que nos salgamos de la cobertura de Dios y entremos en su territorio (del diablo) totalmente desarmados y seamos presa fácil para él y sus secuaces. Sin embargo, los hijos de Dios que tenemos entendimiento no vamos a usar las armas del diablo, sino que, en todo momento, usaremos las armas del Dios Todopoderoso.
"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos." (Efesios 6: 10 -18 NVI)
Nos encontramos en el lugar que estamos ahora con un propósito, y muchas veces el diablo sabe mejor que nosotros cuál es nuestro propósito, por eso él trata de destruirlo antes que empecemos a hacer lo que Dios ha determinado en nuestras vidas. Dios quiere que manifestemos Su luz donde quiera que estemos. “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” (Mateo 5: 14 -16). Cuando la gente ve nuestras buenas obras realizadas por amor, lo cual nos hace amar, perdonar y bendecir a los que nos dañan, entonces empiezan a glorificar a Dios. Amar, perdonar y bendecir son armas poderosas para vencer al diablo, esto lo enfurece porque él nada puede hacer contra el amor. Si nos mantenemos en amor con una actitud de perdón y bendición nos fortalecemos en el Señor y nuestra luz empieza a irradiar de tal forma que las tinieblas tienen que huir.
Cuando descubrimos quiénes somos en Cristo nuestra forma de ver los problemas empiezan a cambiar porque entendemos que la lucha no es en nuestras fuerzas, si bien muchas veces el enemigo nos ha hecho salir del alineamiento con el Espíritu de Dios y hemos caído en enojo, frustración, depresión, etc., esto no significa que nos vamos a quedar así. Jesús dijo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.” (Juan 16: 33 NVI). Entrar a la vida de la fe, al reino de Dios no significa que todo será color de rosas, mas al contrario, pareciera que todo el infierno se viene contra nosotros y decimos y ahora, “¿quién podrá defenderme?”. El que venció a Satanás, está con nosotros a través del Espíritu Santo y aunque vengan los problemas y las aflicciones nuestra mirada estará puesta en Aquél que es Mayor que el que está detrás de todo este sistema mundial; no hay fuerza capaz de resistir al Espíritu de Dios que vive en nosotros; sin embargo, no siempre dejamos que Él actúe, sino que pretendemos arreglar las cosas a nuestra manera y es ahí donde el enemigo hace escarnio de nosotros. Por eso Pablo nos dice que nos fortalezcamos en el gran poder de Dios y esto se debe hacer diariamente, alineando nuestro espíritu al Espíritu Santo de Dios y nuestra alma a nuestro espíritu para que empecemos a traer el reino de Dios a nuestras vidas haciendo Su voluntad y descansando en Él, afirmados en Su palabra, siempre en guardia, orando no sólo por nosotros, sino también por los demás hijos de Dios para que sean fortalecidos. Estamos en guerra, por eso debemos ponernos toda la armadura de Dios y no dejar ninguna parte de nuestro ser a expensas del enemigo y sobre todo, cubrámonos con el manto del amor de Dios sobre nuestras vidas, ese amor que será capaz de decir: perdona Señor, a la persona que me hace daño, porque ella no sabe lo que hace y no le tomes en cuenta este pecado. Amén
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