DIOS TE LLAMÓ PARA QUE SEAS CABEZA Y NO COLA
"El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado." (Deuteronomio 28: 13NVI)
En tus manos está llegar a ser cabeza donde te encuentres, porque tu destino está trazado para eso. Tus éxitos o tus fracasos no determinarán a dónde llegarás, sino tu actitud frente a las circunstancias, ya sean de éxito o de fracaso. Tus actitudes frente a la vida te colocan en el lugar donde te encuentras. No cuentan tus habilidades y talentos, aunque pueden ayudarte mucho, tampoco el dinero, profesión o posición social; lo único que cuenta es cómo reaccionas frente a las circunstancias. El éxito te puede echar a perder si te inflas demasiado y te vuelves petulante y prepotente; y el fracaso puede hundirte hasta el extremo de creer que no sirves para nada. ¿Cuál es tu actitud frente a las circunstancias?
En la Biblia encontramos a un personaje llamado José que fue criado con mucho cariño hasta los diecisiete años, edad en la que sus hermanos lo vendieron como esclavo a unos ismaelitas, quienes a su vez lo vendieron en Egipto a un hombre llamado Potifar. En la casa de este varón ascendió rápidamente. En Génesis 39:2-4 (NBLH) dice: “Pero el SEÑOR estaba con José, que llegó a ser un hombre próspero, y vivía en la casa de su amo el Egipcio. Vio su amo que el SEÑOR estaba con él y que el SEÑOR hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía. Así José halló gracia ante sus ojos y llegó a ser su siervo personal, lo hizo mayordomo sobre su casa y entregó en su mano todo lo que poseía.” Siendo esclavo, José fue próspero y llegó a ser el principal en la casa de su amo, fue cabeza de los empleados. ¿Cuál es el secreto? Podrás decir: _Claro, es porque Dios estaba con él. Tienes toda la razón, pero ¿por qué Dios estaba con José? Si leemos toda la historia vamos a encontrar que José en ningún momento se quejó de lo que le pasaba, él no culpó a Dios, ni siquiera a sus hermanos; es más veamos qué les dice a ellos:
“Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido aquí. Pues para preservar vidas me envió Dios delante de ustedes. “Porque en estos dos años ha habido hambre en la tierra y todavía quedan otros cinco años en los cuales no habrá ni siembra ni siega. “Dios me envió delante de ustedes para preservarles un remanente en la tierra, y para guardarlos con vida mediante una gran liberación. “Ahora pues, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios. El me ha puesto por padre de Faraón y señor de toda su casa y gobernador sobre toda la tierra de Egipto. “Dense prisa y suban adonde mi padre, y díganle: ‘Así dice tu hijo José: “Dios me ha hecho señor de todo Egipto. Ven a mí, no te demores. “Y habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí, tú y tus hijos y los hijos de tus hijos, tus ovejas y tus vacas y todo lo que tienes. “Allí proveeré también para ti, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no caigas en la miseria tú, ni tu casa y todo lo que tienes.” (Génesis 45: 5-10NBLH)
No había amargura, ni dolor en sus palabras porque José supo manejar la situación por muy adversa que fue para él. Se esforzó para hacer lo mejor para su amo y aun estando en la cárcel injustamente, fue de consuelo para los presos y llegó también a ocupar el primer lugar. No se concentró en la injusticia y en preguntarse porqué le pasaba esto a él. No pensó en que habían mellado su dignidad y como persona no lo respetaron, ni que fue humillado y bla, bla, bla, quejas y quejas. José dio lo mejor de sí a donde lo llevaron, y no fueron los mejores lugares; pero después de muchos años le llegó la cosecha de su siembra, fue ascendido como el principal después de Faraón en todo Egipto. Dios estaba con José y estará con aquellos que siempre den lo mejor de sí a pesar de las circunstancias.
Dios levantará a quienes como José, no guarden amargura en sus corazones, ni resentimientos, ni paguen con indiferencia o desprecio a quienes no lo respetan, ni honran. José se ganó el respeto y la honra, aunque también hubo personas, como sus hermanos, que no lo respetaron cuando él era sólo un jovenzuelo, pero él no se enfadó con ellos, los amó y les dio muestra de amor. Besó y consoló a sus hermanos. "Y besó a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos. Después sus hermanos hablaron con él." (Génesis 45: 15). José, el menospreciado, el traicionado, besó a sus hermanos. No dijo: _ Ahora me van a conocer, les voy hacer pagar por todos los años que yo sufrí porque me faltaron el respeto y me humillaron. José era sabio y lleno de bondad. No hubo enfado en él. Cuántas veces los hijos hacen renegar por su falta de respeto y los padres que no son sabios le muestran su indignación por varios días sin dirigirles la palabra para que el niño/a vea cuánto lo lastimó, o para que de esa forma se dé cuenta de su falta de respeto. Esto no soluciona nada, más bien agrava la situación y crea un abismo profundo entre padres e hijos. A veces los cónyuges poco sabios también toman esa actitud. José, con su perdón, bondad y con la demostración de amor hacia sus hermanos no permitió que se abriera un precipicio entre ellos, sino que los unió a todos y los atrajo hacia sí. ¡Los besó! Lo que menos se quiere hacer cuando se nos falta el respeto es besar a los irrespetuosos o demostrarles que a pesar de lo que hagan, los queremos; y que no asociamos sus faltas con su identidad. Recuerda que la persona noble no alberga venganza en su corazón.
Si quieres llegar a la cima y ser cabeza y no cola, aprende de José:
· No te auto compadezcas ni guardes resentimiento, amargura o falta de perdón
· Ama a pesar de lo que te hagan y demuéstrales que los amas
· Da lo mejor de ti en todo momento y situación, ya sea como siervo o como señor
· No te detengas a mirar tus circunstancias, sean buenas o malas. Sigue dando lo mejor
· Nunca te quejes o lamentes por lo que te pasa. Alaba a Dios a pesar de las circunstancias
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