LA ECONOMÍA DE DIOS
"Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes." (Lucas 6: 38 DHH)
¿Cómo funciona el sistema de este mundo respecto al dar? Generalmente se espera tener algo para así poder dar, o se da lo que ya no le sirve a la persona, o no le gusta y por eso lo regala “generosamente”; ¿acaso no ha recibido un regalo de alguna “amiga” que es algo que a ella no le gusta y se lo ha pasado? Por supuesto que usted lo recibe con gusto y luego lo archiva, porque al igual que su amiga, tampoco le gusta. Este sistema funciona así; sin embargo, la economía de Dios nos dice: “Den primero para recibir”, pero ¿cómo vamos a dar? Observa lo que dice Isaías 58: 6 y 7 N-C. “¿Sabéis qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yahvé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces (cadenas) opresores dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo;" partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano.” Comparte lo que tienes con el hambriento, lo que tú comerías, da también a tu hermano, divide tu ración aunque esto signifique que no satisfagas completamente tu estómago. ¿Qué hacían en la Iglesia Primitiva? “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.” (Hechos 2: 44, 45 NVI) Ellos no acumulaban para sí mismos, sino que compartían con los necesitados. Si Dios nos ha dado bienes es para que lo compartamos con los hermanos necesitados y les ayudemos a conseguir un trabajo digno, que les enseñemos que en el Reino de Dios no hay escasez y que ellos pueden tomar de las promesas que Dios tiene para Sus hijos; eso es “romper las ataduras de iniquidad”. Aunque sobre todo deben ansiar desesperadamente a Dios, la presencia del Dios Altísimo en sus vidas, para poder dar de Dios a otros. Si hay algo en sus vidas que está impidiendo que reciban los beneficios del Reino, les ayudamos a quebrar el yugo. “Y acontecerá en aquel tiempo, que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo será destruido por causa de la unción.” (Isaías 10: 27 RVG-R). Todo yugo se rompe por causa de la unción. Llevemos a la persona a confiar en Dios y reconocer que todo lo puede en Él, porque ningún yugo permanecerá intacto ante la unción del Santo que vive en los hijos de Dios. Pero siempre es importante saber cuál es la voluntad de Dios para nosotros en determinada circunstancia. La paciencia juega un papel muy importante en nuestras vidas. ¡Practícala!
"Echa tu pan al agua; después de algún tiempo lo encontrarás. Comparte lo que tienes lo más que puedas, pues no sabes el mal que puede venir sobre el país." (Eclesiastés 11: 1, 2 DHH) La ley de dar no ha cambiado y: “El generoso prosperará; el que ayuda será ayudado.” (Proverbios 11: 25 PDT). Dios da generosamente al generoso, no así al tacaño, pues conforme demos, vamos a recibir. “El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje.” (Proverbios 11: 28 NVI) Las riquezas de este mundo son efímeras, por eso Jesús dijo: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.” (Mateo 6: 19-21 BPD). Tu corazón es atraído hacia donde está tu tesoro, porque deseas guardar tu fortuna y si ésta es terrenal, tu corazón será atraído a lo terrenal, pero si es celestial, tu corazón mirará y cuidará lo celestial que es eterno. Si tienes el hábito de dar constantemente, también estarás recibiendo continuamente de la fuente celestial para que sigas dando. “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Derramó, dio a los pobres: Su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia; para que enriquecidos en todo abundéis en toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros agradecimiento a Dios.” (2ª Corintios 9: 6-11 RVG-R)
La economía de Dios funciona al revés de la economía de este sistema, por eso estamos recibiendo lo que hemos sembrado o dado. Si la cosecha está siendo mala, podemos revertirla a partir de ahora: Empecemos a dar a los necesitados. Hay mucho para dar, como ser: amor, misericordia, perdón, confianza, compasión, credibilidad, comprensión y los frutos del Espíritu que están en el corazón de cada hijo/a de Dios; además de las cosas materiales y todos los dones y ministerios con que nos ha equipado Dios. Recuerda, Dios es un dador por excelencia, inclusive dio lo más preciado que tenía, Su propio Hijo y de ese modo recibió y sigue recibiendo más hijos en Su Reino. "Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino para salvar a todos.” (Juan 3: 16, 17 BLS). Al dar estamos desprendiéndonos del egoísmo y la codicia; en realidad estamos liberándonos del apego a las cosas de este mundo y empezamos a depender de Dios, porque para ser dador se necesita fe, y esta fe produce el gozo de dar. No hay opresión en los dadores porque ellos se han liberado del yugo opresor al dar de corazón y con gozo. Practica la dadivosidad y vuélvete en generador de la economía de Dios, llenando las arcas del cielo.
"Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes." (Lucas 6: 38 DHH)
¿Cómo funciona el sistema de este mundo respecto al dar? Generalmente se espera tener algo para así poder dar, o se da lo que ya no le sirve a la persona, o no le gusta y por eso lo regala “generosamente”; ¿acaso no ha recibido un regalo de alguna “amiga” que es algo que a ella no le gusta y se lo ha pasado? Por supuesto que usted lo recibe con gusto y luego lo archiva, porque al igual que su amiga, tampoco le gusta. Este sistema funciona así; sin embargo, la economía de Dios nos dice: “Den primero para recibir”, pero ¿cómo vamos a dar? Observa lo que dice Isaías 58: 6 y 7 N-C. “¿Sabéis qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yahvé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces (cadenas) opresores dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo;" partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano.” Comparte lo que tienes con el hambriento, lo que tú comerías, da también a tu hermano, divide tu ración aunque esto signifique que no satisfagas completamente tu estómago. ¿Qué hacían en la Iglesia Primitiva? “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.” (Hechos 2: 44, 45 NVI) Ellos no acumulaban para sí mismos, sino que compartían con los necesitados. Si Dios nos ha dado bienes es para que lo compartamos con los hermanos necesitados y les ayudemos a conseguir un trabajo digno, que les enseñemos que en el Reino de Dios no hay escasez y que ellos pueden tomar de las promesas que Dios tiene para Sus hijos; eso es “romper las ataduras de iniquidad”. Aunque sobre todo deben ansiar desesperadamente a Dios, la presencia del Dios Altísimo en sus vidas, para poder dar de Dios a otros. Si hay algo en sus vidas que está impidiendo que reciban los beneficios del Reino, les ayudamos a quebrar el yugo. “Y acontecerá en aquel tiempo, que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo será destruido por causa de la unción.” (Isaías 10: 27 RVG-R). Todo yugo se rompe por causa de la unción. Llevemos a la persona a confiar en Dios y reconocer que todo lo puede en Él, porque ningún yugo permanecerá intacto ante la unción del Santo que vive en los hijos de Dios. Pero siempre es importante saber cuál es la voluntad de Dios para nosotros en determinada circunstancia. La paciencia juega un papel muy importante en nuestras vidas. ¡Practícala!
"Echa tu pan al agua; después de algún tiempo lo encontrarás. Comparte lo que tienes lo más que puedas, pues no sabes el mal que puede venir sobre el país." (Eclesiastés 11: 1, 2 DHH) La ley de dar no ha cambiado y: “El generoso prosperará; el que ayuda será ayudado.” (Proverbios 11: 25 PDT). Dios da generosamente al generoso, no así al tacaño, pues conforme demos, vamos a recibir. “El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje.” (Proverbios 11: 28 NVI) Las riquezas de este mundo son efímeras, por eso Jesús dijo: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.” (Mateo 6: 19-21 BPD). Tu corazón es atraído hacia donde está tu tesoro, porque deseas guardar tu fortuna y si ésta es terrenal, tu corazón será atraído a lo terrenal, pero si es celestial, tu corazón mirará y cuidará lo celestial que es eterno. Si tienes el hábito de dar constantemente, también estarás recibiendo continuamente de la fuente celestial para que sigas dando. “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Derramó, dio a los pobres: Su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia; para que enriquecidos en todo abundéis en toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros agradecimiento a Dios.” (2ª Corintios 9: 6-11 RVG-R)
La economía de Dios funciona al revés de la economía de este sistema, por eso estamos recibiendo lo que hemos sembrado o dado. Si la cosecha está siendo mala, podemos revertirla a partir de ahora: Empecemos a dar a los necesitados. Hay mucho para dar, como ser: amor, misericordia, perdón, confianza, compasión, credibilidad, comprensión y los frutos del Espíritu que están en el corazón de cada hijo/a de Dios; además de las cosas materiales y todos los dones y ministerios con que nos ha equipado Dios. Recuerda, Dios es un dador por excelencia, inclusive dio lo más preciado que tenía, Su propio Hijo y de ese modo recibió y sigue recibiendo más hijos en Su Reino. "Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino para salvar a todos.” (Juan 3: 16, 17 BLS). Al dar estamos desprendiéndonos del egoísmo y la codicia; en realidad estamos liberándonos del apego a las cosas de este mundo y empezamos a depender de Dios, porque para ser dador se necesita fe, y esta fe produce el gozo de dar. No hay opresión en los dadores porque ellos se han liberado del yugo opresor al dar de corazón y con gozo. Practica la dadivosidad y vuélvete en generador de la economía de Dios, llenando las arcas del cielo.
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