lunes, 10 de noviembre de 2008

SEAMOS AGRADECIDOS


LA HORMIGA Y EL LEÑADOR

Un leñador, se ganaba la vida cortando leña para vender en el pueblo; y de ese modo alimentaba a su numerosa familia.

Un día, que había llovido mucho, él tuvo que salir al bosque a buscar leña, entonces vio a una hormiguita, que se debatía entre la vida y la muerte en un charco de agua. El leñador agarró a la indefensa hormiguita y la puso a salvo. La hormiguita nunca olvidó este favor que le hizo el leñador.

Pasó un tiempo, y cierto día, cuando el leñador se acercaba a una rama para sacarla con su mano, la hormiguita vio a una serpiente, que bien quietecita se ocultaba detrás de la rama; entonces la hormiguita se acordó que un día el leñador le salvó la vida, así que, para que el leñador no agarrara la rama donde se encontraba la serpiente, la hormiguita decidió picarle al leñador con todas sus fuerzas. Esto provocó que el leñador diera un salto, y entonces la víbora asustada salió de su escondite para ver qué pasaba.


De ese modo, el leñador vio a la víbora y agradeció a la hormiguita por haberle salvado la vida.

El agradecimientpo es una virtud que muchos han olvidado. Es importante empezar a recordar esta virtud.

sábado, 8 de noviembre de 2008

CONECTÁNDONOS CON DIOS


CONECTÁNDONOS CON DIOS. BOLIVIA NECESITA ADORADORES.
Al adorar a Dios en medio de una situación difícil, no estamos negando esta realidad, sino que la estamos conectando al Dios quien es “la realidad”, reconociendo que Él es mayor que cualquier circunstancia difícil por la cual estemos pasando. Cuando nos conectamos con Dios a través de la adoración, empezamos a verlo y a tocarlo, entonces nuestra fe se vivifica, porque vemos nuestra realidad desde la perspectiva de Dios y ya no de la nuestra. Esto no cabe en una mente natural, pero los que somos de Dios hemos crucificado la carne con sus pasiones y deseos y hemos entregado nuestra vida al que la compró con Su Sangre. Cuando Job recibió la noticia que lo había perdido todo, inclusive a sus hijos, lo único que hizo fue adorar a Dios. ¿Por qué? Sencillamente porque él era un adorador. Y a Dios se le adora en las buenas y en las malas. Como su primera respuesta fue la de adorar a Dios, Job pudo recibir la revelación de Quién es Dios y pudo decir victorioso: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos (espirituales) te ven” Job 42: 25). Job había escuchado mucho de Dios y vivía de conforme a la voluntad de Dios, pero un día, Dios permitió que él fuera probado, y de acuerdo a su respuesta a la prueba, Job pudo recibir la revelación de Quién era Dios. Job había podido entrar al lugar donde la presencia de Dios lo envuelve todo. ¿Cómo respondemos a las pruebas? Si lo hacemos como Job vamos a entrar a una nueva dimensión espiritual y nuestra vida ya no será la misma, pues quien puede ver a Dios, nunca más será el mismo, o pregúntenselo al apóstol Pablo.

Al conectarnos con Dios reconocemos que Él todo lo puede y ya no nos adelantamos en querer solucionar los problemas, sino que acudimos a Él en adoración y allí en la intimidad con Dios, Él nos dará la respuesta y nos mostrará la solución. La adoración a Dios nos lleva a Su reposo. La adoración a Dios nos transforma a Su imagen. La adoración a Dios nutre nuestro espíritu, porque éste se conecta con el Espíritu de Dios. El libro de Apocalipsis nos da un consejo concerniente a leer este libro que es el menos leído. “Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.” (Apocalipsis 1:3) Cuán dichosos seremos si leemos y hacemos caso de lo que aquí se escribe. No está diciendo que entendamos, sino que leamos y escuchemos. Obviando aquellas cosas que nos parecen difíciles de comprender, vemos que este libro nos muestra cómo Satanás se disputa la adoración, además nos muestra a quién solamente se debe adorar y quiénes vivirán y reinarán con Cristo mil años. (Apocalipsis 4:10; 5: 14; 13; 14: 9, 10; 22: 8; 20: 4) Lo que va a definir el destino final es la adoración. ¿A quién en verdad adoramos?

Si quieres afectar a tu generación y a muchas generaciones más, necesitas conectarte con Dios para saber quién es Él. Dios todo lo puede; nada hay imposible para Él, solamente está queriendo que tú te pongas de acuerdo con Él para que se realice Su obra aquí en la tierra. Puedes cambiar la historia de tu país y decretar por generaciones que la Ley de Dios es la que rige tu nación. Sabiendo Quién vive en ti, puedes ponerte al frente del enemigo que ha venido a robar a tus hijos y detenerlo en el Nombre de Jesús, del Todopoderoso, que vive en ti. Cuando vives conectado con Dios, no puedes resignarte a que el diablo haga de las suyas con lo que te pertenece; no puedes resignarte ver a tu país siendo dirigido por principios paganos, diabólicos. Dios te ha puesto para decirle ¡basta! al enemigo y para recordarte que no es en tus fuerzas, sino en las de Él. “Sed fuertes y valientes; no temáis ni os acobardéis a causa del rey de Asiria, ni a causa de toda la multitud que está con él, porque el que está con nosotros es más poderoso que el que está con él. Con él está sólo un brazo de carne, pero con nosotros está el SEÑOR nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo confió en las palabras de Ezequías, rey de Judá.” (2º Crónicas 32: 7,8) Debes recordar que con nosotros está el brazo fuerte del Rey Jesús y cuando el “asirio” venga a querer cambiar las leyes de tu nación para poder apoderarse de tus hijos y de tus bienes, no te acobardes, ni te desalientes, clama a Dios, porque de seguro te responderá y actuará.

"Y el SEÑOR envió un ángel que destruyó a todo guerrero valiente, comandante y jefe en el campamento del rey de Asiria. Así regresó avergonzado a su propia tierra. Y cuando había entrado al templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí a espada. Así salvó el SEÑOR a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de mano de todos los demás, y los guió por todas partes." (2ª Crónicas 21: 22) Si tú clamas a Dios, ese mismo Dios que escuchó el clamor de un rey y de un profeta, también te escuchará a ti. ¿Quién sabe si para esta hora te ha puesto Dios en medio de Su pueblo? Dios no quiere que tu nación caiga en manos del “asirio”, del pagano, donde impondrán a tus hijos la adoración a otros dioses, donde tus hijos serán enseñados por personas sin identidad sexual que proclaman el surgimiento de un tercer sexo. El “asirio” ha cercado nuestro país. ¿Le abrirás la puerta para que entre y tome tus hijos y los lleve esclavos a tierras lejanas? ¿Lo dejarás que imponga sus leyes sobre tus hijos, o clamarás a tu Dios para que venga con Su ejército y destruya los planes del enemigo? Recuerda que Dios nos ha dado un espíritu de poder, amor y dominio propio. ¿Crees que tienes a un Dios Todopoderoso? Entonces, no permitas que el enemigo dé un paso más. Lucha por lo que es tuyo. No estás solo. Dios pelea por lo que es Suyo; y tú y este país, le pertenecen a Jesucristo y no a la Pachamama. Dios está esperando que te levantes y no le temas al diablo. Decreta que el imperio del diablo es destruido, porque la luz de Dios brilla en Bolivia y Jesucristo es el Señor de este país.

viernes, 7 de noviembre de 2008

ADORACIÓN Y HUMILDAD


ADORACIÓN Y HUMILDAD

"Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana." (Mateo 11: 28-30 NVI). Nunca debemos olvidar que nosotros no le escogimos a Él, sino, que Él nos escogió a nosotros, nos ha dado su gracia salvadora y nos llevó a la categoría de hijos, herederos de Dios y coherederos con Cristo; nos ha permitido entrar en Su pacto, nos ha dado Su nombre para que nos acerquemos al Padre. Puso Su naturaleza dentro de nosotros y una alabanza en nuestros corazones para que glorifiquemos Su nombre. “Nos escogió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de Él y esto por Su propia voluntad y no la nuestra, para que fuésemos alabanza de la gloria de Su gracia con la que nos hizo aceptos en el Amado.” (Efesios 1: 4-6). Si sólo entendiéramos esta parte, bastaría para prorrumpir en alabanzas y adoración a nuestro Dios. Somos hechura Suya, sumergidos en Cristo para ser como Él y sólo alcanzaremos esto cuando, cansados ya de batallar nuestras propias batallas nos sometamos bajo el yugo de Cristo; es decir que metemos nuestra cabeza bajo esa madera que no nos permitirá ir donde queremos, hacer lo que nos venga en gana, avanzar delante de Cristo y correr sin rumbo nuestro destino. Bajo el yugo hay descanso. Con nuestra cabeza bajo el yugo aprendemos a pensar como Él; nos volvemos partícipes de Su trabajo, ya no del nuestro; aprendemos a disponer de Su tiempo y a hacer todo conforme Él quiere, entonces nuestra alma descansará de sus propias obras y brotará la alabanza y adoración sólo a Él.

"Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los mansos, porque recibirán la tierra como herencia." (Mateo 5: 3 y 5) Si reconocemos que sólo en Él está la vida y sin Él nada somos, estamos aceptando nuestra incapacidad de dirigirnos por nuestra propia cuenta y nos rendimos a Él en sujeción y entramos al reino de Dios, porque sólo los que se someten a Él pueden pertenecer a Su reino de justicia, paz y gozo en el Espíritu. La humildad es lo opuesto al orgullo o la arrogancia. La persona humilde se coloca bajo el yugo sin protestar, porque esa es la única forma que se camina en el reino de Dios, uncidos o enyugados con Cristo. Nadie está suelto. Todos debemos estar bajo el yugo. Sólo bajo el yugo fluye la adoración, porque nuestra cerviz está sujeta a Él y es Cristo quien dirige cada acto en nuestra vida. Los mansos se amoldan al molde de Cristo; se introducen en Cristo, dejando todo aquello que no encaja en Su molde. Los mansos renuncian a sus derechos para que prevalezcan los derechos del único que tiene derechos, éste es Jesús el Vencedor. Sólo bajo el yugo estamos satisfechos y completos, “porque en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y nosotros estamos completos en Él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”(Colosenses 2: 9,10).

El adorador sólo busca la presencia de Dios, se eleva hasta los lugares celestiales o trae la presencia de Dios a la tierra. El adorador se despoja de todo su “ego”, porque lo único que importa es Dios en la Persona de Jesucristo. Sólo la adoración en espíritu y verdad alcanza la presencia de Dios. ¿Por qué en espíritu? Porque Sólo se puede adorar a Dios en espíritu y el alma tiene que sujetarse al espíritu para que éste fluya y se una al Espíritu de Dios para poder adorar. Sólo el alma que se sujeta al espíritu es capaz de unirse a la adoración. Mientras el alma está inquieta pensando qué dirán, o tratando de decir sus propias palabras no fluye la adoración. ¿Por qué en verdad? Porque sólo la verdad nos hace libres. Esa verdad está en Su Palabra y no en la nuestra. Dios sólo escucha Su lenguaje. Su lenguaje se expresa a través de la adoración y la alabanza, hablando lo que dice Su Palabra. Los humildes entienden esto y dejan de ser, para que sólo Cristo sea.

Claro está que somos iguales a los demás, pero las armas de nuestra conducta son totalmente otras; porque no son armas humanas, sino poderosas armas divinas destinadas a destruir fortalezas, a derribar falsos argumentos y toda especie de soberbia que se alza contra el conocimiento de Dios, y a hacer cautivo todo pensamiento rebelde y llevarlo a obedecer a Cristo.” (2ª Corintios 10 3-5 CAS) La primera altivez que se destruye es nuestra propia altivez, nuestra arrogancia que no nos permite llegar a conocer a Cristo. Cuando nuestra rebeldía es corregida y llevada cautiva a Cristo, vamos a poder usar el arma más efectiva para destruir cualquier otra rebeldía, esa arma es el amor, el camino más excelente. El amor se vacía, se da por entero. El amor ama sin esperar ser amado. El amor ama y echa por tierra todo temor. El amor no es estúpido. Habla la verdad en amor, se defiende, en caso necesario, en amor, lucha por amor, pero también es capaz de morir por amor. Jesús murió por amor. Se humilló hasta lo sumo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz, para poder darnos entrada a Su reino y esa humillación permitió que Dios lo exaltara hasta lo sumo y le diera un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesucristo se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2: 3-11)


El hacer Tu voluntad, Dios mío me ha agradado" y caminar en Tus caminos es mi deleite; por tanto: Hágase en mí conforme a Tu voluntad, cumple tus propósitos en mi vida. Quiero cargar Tu yugo. Aquí estoy. Úsame. No quiero más mis planes, sólo quiero obedecerte. Me rindo a Ti Señor. Tómame. Amén.

jueves, 6 de noviembre de 2008

TRANSFORMADOS A SU IMAGEN


TRANSFORMADOS A SU IMAGEN

“Por lo tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del Señor.” (2ª Corintios 3: 18 CAS). A medida que penetramos a la misma presencia del Señor por medio de la alabanza y adoración, vamos viendo Su gloria, y esa misma gloria nos transforma a Su imagen, para que la reflejemos al mundo. En medio de tanta maldad que se está viviendo, si la Iglesia del Señor se acerca más y más a Dios, a través de la adoración, va a empezar a abrir los cielos y “Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor Omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas…” (Habacuc 3: 17-19) No le adoramos a Dios por lo que nos pueda dar, sino por quién es Él y aunque todo falte a nuestro alrededor, aun así, Dios todavía tiene todo el control y nos fortalecemos en Él para estar siempre arriba de todos los problemas. La adoración a Dios nos hace crecer más y más a Su Semejanza hasta que todos lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Hay una gran verdad que debemos tomar en cuenta y es que llegamos a ser como aquella persona u objeto a quien adoramos y cuanto más cerca de él o ella estemos, seremos más semejantes a nuestro objeto de adoración. “Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler; tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos.” (Salmo 115: 3-8). Muchas veces hemos estado con gente que no es capaz de captar verdades tan simples, porque sencillamente están como los objetos que adoran, incapaces de ver, oír, hablar o entender. Necesitamos empezar a despejar las tinieblas por medio de la adoración a Dios, para que aquellos que no vean, puedan ver y aquellos que no oigan, puedan oír, porque el Espíritu del Señor nos ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; nos ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el evangelio del Señor. (Lucas 4: 18,19). Lo que Jesús vino a hacer, lo tenemos que hacer también nosotros porque Él nos ha dado de Su Espíritu, y cuando nosotros declaramos la santidad de Dios por medio de la alabanza y la adoración, es decir hablando con nuestras bocas y diciendo quién es Dios y qué es capaz de hacer, las tinieblas no pueden prevalecer.

Cristo viene por una Novia que tenga Sus cualidades; una novia gloriosa, sin mancha ni arruga, porque Él quiere para Sí una Novia a la forma que Él quiere. A medida que la Iglesia lo adora y le alaba, se va limpiando de toda contaminación tanto del cuerpo, como del alma y del espíritu. La alabanza y adoración mantiene a todo nuestro ser centrado en Cristo, llevando nuestros pensamientos a la obediencia a Cristo y decidiendo pensar todo lo que le agrada a Él; ya no nos satisfacemos con vanos pensamientos, pues hemos muerto a nosotros mismos. La adoración nos lleva a la muerte de nuestro Ego. Una vida crucificada con Cristo, es una vida de adoración. La adoración nos hace andar en el Espíritu y de ese modo agradamos a Dios. No podemos andar en el Espíritu satisfaciendo a la carne. La carne nos lleva a la muerte, pero el Espíritu nos vivifica día a día y nos transforma a la imagen de Cristo.

Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos, y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Clamaban a gran voz: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero." Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Estos cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: "¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén." (Apocalipsis 7: 9-11) La atmósfera celestial, es una atmósfera de adoración y es eterna, por los siglos de los siglos. El argumento más poderoso para la sempiterna adoración y alabanza está en la naturaleza del objeto de nuestra adoración. Es a Jesucristo a quien adoramos. “Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban: "¡Al que está sentado en el trono y al Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos!"Los cuatro seres vivientes exclamaron: "¡Amén!", y los ancianos se postraron y adoraron.” (Apocalipsis 5: 13,14). En tanto que exista el objeto de nuestra adoración, Él seguirá vivificando nuestra alabanza. “Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y te la llenaré.” (Salmo 81: 10) ¿De qué la va a llenar? De alabanza y adoración. Empieza a abrir tu boca para alabar y adorar el Nombre de Jesús y tu adoración será incorporada por siempre en la adoración al único que es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza; a Jesucristo el Señor.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

DERRAMA TU PERFUME SOBRE TU AMADO


ROMPE TU FRASCO DE ALABASTRO Y DERRAMA EL PERFUME SOBRE TU AMADO

Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó: -¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? Dijo esto, no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella. -Déjala en paz --respondió Jesús--. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. (Juan 12: 1-8)


Estamos enfrascados en nosotros mismos, como encapsulados, queriendo guardarnos de los agentes externos que pudieran robar nuestra felicidad, de tal modo que todo gira en torno a nuestro “YO”; pero ya es tiempo que rompamos nuestro frasco, aquello que nos encapsula, para que el perfume de la adoración y el amor a Dios salga e invada el salón del cielo donde está Dios y esa fragancia lo atraiga hacia nosotros. María de Betania tenía un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo, que guardaba celosamente para usarlo en el día de su boda, perfumando la recámara con la costosa fragancia reservada para esa ocasión. Pero, un día reconoció quién era Su Amado, el Esposo anhelado y fue al lugar donde estaba Él sin importarle las miradas inquisidoras de los hombres que estaban reunidos en ese lugar, ni el comentario de ellos. Ella sólo tenía ojos para Su Amado y en su mente y corazón había un solo pensamiento: Él merece lo mejor y tengo que dárselo ahora, no esperaré un segundo más. Él merece todo mi amor y lo que he guardado para mi boda aquí en la tierra se lo daré ahora a Él, no puedo esperar por más tiempo. Entonces pasó por entre la gente y sin vacilar rompió el frasco con el perfume, que pronto invadió todo el lugar con el aroma de nardo y lo vació sobre Jesús, Su Amado, desde la cabeza hasta los pies. Sus lágrimas mojaban los pies de Jesús mientras ella los besaba y los secaba con sus cabellos. Lo más preciado que ella tenía lo entregó a Él. Para unos fue un gran desperdicio, pero para Jesús fue un acto de genuino amor.

Cuando nosotros rompamos nuestro frasco y nos vaciemos en nuestro Señor, sin importar lo que digan, Jesús nos va llenar de Él y el Amado Esposo tendrá deleite con nosotros. Jesús hizo lo mismo por nosotros (Filipenses 2: 5-11), Él se vació por amor y lo derramó sobre nosotros para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Hizo eso para que compartamos con Él todo lo que tiene. Desde el momento que le hemos dicho “sí” a Jesús, nos hemos desposado con Él y compartimos todo lo que Él posee. Ese perfume para la mujer, significaba el esfuerzo de todo un año de trabajo o quizá más, era muy costoso; pero bien valía el sacrificio y el aparente derroche, pues lo que ella estaba haciendo era algo singular, estaba entregando lo más valioso que ella tenía, no sólo en precio, sino también en valor sentimental y emocional, y le estaba diciendo al Maestro: Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas. Eres todo para mí. Sólo importas tú y sólo me interesa lo que tú pienses y digas de mí. No era fácil en aquella época decidirse a tremenda osadía de parte de una mujer, pero ella rompió no sólo el frasco de alabastro, sino también las estructuras humanas y se lanzó contra la corriente de aquella época con tal de atrapar el corazón de Su Amado.

Lo que hizo esta mujer, es lo que tiene que hacer toda persona que quiere conquistar el corazón de Jesús. Debe romper su “EGO” a los pies del Divino Maestro y romper toda estructura humana que lo aprisiona al sistema; debe ir contra toda corriente religiosa que le impone carga y le impide avanzar. Debe lanzarse a los pies de Jesús con un corazón arrepentido y entregarle todo su ser. Jesús lo quiere todo de nosotros, porque fue así como Él se dio por nosotros, por completo, entregó todo Su Ser por amor. No podemos seguir a Jesús y querer conquistar Su corazón si todavía nos reservamos algo para nosotros. Es tiempo que la Iglesia de Cristo entienda que sólo se puede seguir a Jesús negándose a sí mismo y tomando la cruz cada día. Sin muerte no hay resurrección; sin resurrección, no hay nueva vida. Esta mujer murió a la opinión de los discípulos, de los fariseos y del público que la observaba; no quiso agradarse ella misma guardando ese perfume para el momento especial de su boda, sino que lo derramó sobre el Maestro. Ella murió a todo lo que suponía las estructuras sociales, culturales, familiares, religiosa, etc. No le importó el qué dirán de la gente, sólo vivía para Jesús y al vivir para Jesús, murió a todo lo demás.

Este es el tiempo en que Jesús dice: "Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren." (Juan 4: 21 y 23) Iglesia, es tiempo de romper toda estructura humana y rendirnos a Dios en adoración. La adoración hace caer los muros que la religión nos ha impuesto para no poder ver a Dios; pero el Espíritu nos da la libertad para verlo y poder ser transformados a Su imagen. “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2ª Corintios 3:17-18) Rompe tu frasco y derrama el perfume de adoración sobre Tu Amado y verás Su gloria y serás transformada a Su imagen. Adórale en Espíritu y en verdad y cada eslabón de las cadenas que te mantenían atada, se romperán. Si te lanzas a los pies del Amado y depositas sobre Él toda tu gloria, (tu estima) y renuncias a tus supuestos derechos, Cristo te levantará en gloria para hacerte semejante a Él. Vé a Él en humildad de espíritu y con sencillez de corazón, porque al corazón contrito y humillado, Él no desprecia. Arrójate a Sus pies y déjate llevar por Su Espíritu al corazón del Amado.

martes, 4 de noviembre de 2008

CONQUISTA EL CORAZÓN DE DIOS

CONQUISTA EL CORAZÓN DE DIOS

Quizá estés pensando que eso de conquistar el corazón de Dios es una utopía y hasta una blasfemia, pero te digo que eso fue lo que hizo David, un hombre como tú y como yo, con debilidades humanas y también con fracasos, pero nada de eso le impidió atrapar el corazón de Dios y ser llamado “el varón conforme al corazón de Dios”. David amaba la presencia de Dios más que todas las cosas, a tal extremo que llevó el arca del pacto a su ciudad, en medio de la tienda que él había levantado para ella (1º Crónicas 15: 28; 16: 1). El anhelo de David era hacerle una casa para Dios, pero Él no se lo permitió, sino que dejó ese privilegio a Salomón, su hijo. (Los detalles puedes verlo en 1º Crónicas 17). Lo que queremos resaltar es la intención del corazón de David, porque Dios mira lo que hay en nuestro corazón. David sólo quería agradar a Dios en todo, quería atrapar el corazón de Dios y saber cuáles eran sus deseos y complacerlos.

Estamos viviendo en una época de singular importancia para la Iglesia, donde el corazón de Dios es mostrado como si se le estuviera haciendo una operación a corazón abierto. Desde que el velo fue quitado de en medio, Dios dejó al descubierto Su Corazón para aquellos que quieran atraparlo. “…y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” (Jeremías 29:13).En el versículo 11 dice: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” Cuando sabemos qué piensa Dios de nosotros, nuestra mente o forma de pensar se renueva, cambia nuestra perspectiva acerca de Dios, entonces lo vamos a buscar sabiendo qué hay en Su corazón. Si tenemos la revelación que Sus pensamientos son de paz respecto a nosotros, entonces nos acercaremos a Él, declarando Su paz. Y “paz” es estar completo. En Cristo estamos completos (Colosenses 2:9), no nos falta ningún bien, Él es la Fuente de todo bien. Cuando haya tristeza en tu corazón, acude a la Fuente de gozo; Dios es el Dios de todo gozo y gozo eterno, no momentáneo. “En Su presencia hay plenitud de gozo, delicias a Su diestra para siempre.” (Salmo 16:11). Acércate a Él declarando Su gozo. Dile: Vengo a Ti Señor, para saciar mi sed de gozo, vengo a Tu Fuente para sumergirme en Tu gozo, Tu gozo me fortalece, Tu gozo me eleva a Ti. “Tus palabras son el gozo de mi corazón, por eso, las he tomado como mi heredad.” (Salmo 119:111). Cuando hay temor en tu corazón, acude a la Fuente de amor; Dios es amor y el amor echa fuera el temor. Cuando entre amargura en tu corazón, bebe del manantial de miel que emana de Sus labios; Dios es más dulce que la miel. Su Palabra endulza nuestra vida. “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” (Salmo 119:103)

Dios guarda en completa paz a aquel cuyo corazón en Él persevera (Isaías 26:3). Acude a Dios sabiendo qué piensa Él de ti y qué tiene para ti. Dios tiene pensamientos de paz hacia ti. “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7). Atrapamos el corazón de Dios, sabiendo lo que Él tiene planeado para nosotros y aceptándolo en nuestro corazón. Es decir, traemos el corazón de Dios al nuestro y llevamos nuestro corazón al de Él. Es mutuo, Él toma lo tuyo y tú tomas lo de Él. ¿Quién gana? Tú, por supuesto, pues has tomado lo de Dios y desechado lo de Satanás. El versículo seis nos dice que no nos afanemos por nada, sino que acudamos a Dios en oración, ruego y acción de gracias, es decir: hablando (oración), solicitando (ruego) y luego agradeciendo a Dios, sabiendo que hemos sido escuchados y que nuestra súplica no se archivará en la gaveta del olvido. El agradecimiento atrae la paz de Dios, porque esto demuestra que confiamos en que Él hará lo que le hemos solicitado. Nunca dudemos de la bondad de Dios, empecemos a regocijarnos en Él. Entremos por sus atrios con alabanza y por sus puertas con acción de gracias. La alabanza nos trae Su gozo y la acción de gracias Su complacencia. Si nos gozamos en Él y complacemos Su corazón, lo estamos atrapando.

Dios no está ocultando Sus intenciones respecto a nosotros, es más, Su corazón está al descubierto. Cada palpitar de Su corazón te dice: te amo, te amo, te deseo, te deseo. Su amor es tan apasionado que Él no quiere perder ni un instante de estar cerca de nosotros, vive ansiando nuestro corazón, por eso nos dice: “Dame hijo mío tu corazón y miren tus ojos por mis caminos.” (Proverbios 23:26). Dios es amor, todo Su ser es amor. Él ya nos ha envuelto en Su amor a través de Su Hijo Jesucristo, Él sólo quiere ser correspondido. No importa nuestras imperfecciones, Él no mira lo malo, tan sólo quiere que lo busquemos por amor y Él extenderá Sus amorosos brazos, nos llenará de besos, nos vestirá de justicia, pondrá un anillo de autoridad en nuestro dedo, hará fiesta, se gozará con nosotros, nos hará el mejor banquete, nos sentaremos a la mesa como si nunca hubiéramos pecado. Dios quiere que atrapemos Su corazón y sólo será posible si sabemos lo que Él siente respecto a nosotros. Él siente tanto amor por nosotros que ni siquiera nos negó a Su Hijo, sino que lo dio en rescate por nosotros y con Él todas las cosas. Dios está ardientemente apasionado por ti y por mí. ¿Serías capaz de corresponderle? Mira Su corazón, arde de pasión por ti, te anhela y te dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31: 3) “Y les daré a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún más, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” (Juan 17: 36) “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” ¿Para qué? Para poder amar a Dios como Él nos ama y así corresponder a tanto amor y atrapar Su Corazón.

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL VELO ROTO


EL VELO ROTO

Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.Hebreos 4: 14-16


Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura. Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.Hebreos 10: 19-25

El Tabernáculo de Moisés estaba dividido en tres secciones: El atrio o patio donde todos los israelitas tenían acceso; el Lugar Santo, donde sólo los sacerdotes accedían y el Lugar Santísimo, donde sólo el Sumo sacerdote, una vez al año, en el día de la Expiación (o día de perdón) podía entrar. Una gruesa cortina separaba el Lugar Santo del Santísimo, de modo que nadie podía ver lo que había allí. Era en el Lugar Santísimo donde Dios manifestaba Su Presencia. “Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.” (Levítico 16: 2). El pueblo sólo podía ver de lejos la gloria de Dios, pero el Sumo Sacerdote era envuelto con Su Presencia. “Ningún hombre estará en el tabernáculo de reunión cuando él entre a hacer la expiación en el santuario, hasta que él salga, y haya hecho la expiación por sí, por su casa y por toda la congregación de Israel.” (Levítico 16:17).

El día de la Expiación se mataba un cordero por el pecado de todo el pueblo para que Dios no les tomara en cuenta sus ofensas hacia Él. La sangre de ese cordero era rociada en el propiciatorio, que se encontraba en el Lugar Santísimo, era la tapa del arca conocida también como el asiento de misericordia. De ese modo el pueblo de Dios quedaba libre de culpa por un año. Pero un día, el Codero de Dios se dio a sí mismo en sacrificio para expiar el pecado de todo el mundo. A la hora del sacrificio de la tarde, cuando Jesús expiraba, la gruesa cortina, que era de una sola pieza, se rasgó en dos. “Mas Jesús, dando una gran voz expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.” (Marcos15: 37,38). La mano del Todopoderoso rompió el velo, indicando con esto, que ya no era más necesario el sacrificio de animales para cubrir el pecado, porque el Cordero inmolado desde antes de la fundación del mundo se había entregado en sacrificio vicario por todos, para que a todo aquel que acepte Su sacrificio le sean borrados sus pecados (no sólo cubiertos) y tenga libre acceso al trono de Dios, a la presencia del Altísimo.

Dios quiere manifestar Su presencia a Sus hijos, pero ya no quiere obstáculos, cortina intermedia. El velo ya ha sido roto para entrar a la Presencia de Dios, sólo tenemos que hacerlo a través de Cristo. Dios anhela que todos Sus hijos entren al Lugar Santísimo, de otra manera no hubiera sacrificado a Su Hijo Unigénito. La semilla de este Hijo Jesús produjo más hijos que somos nosotros, no para que nos quedemos en el atrio, sino para que alcancemos Su Presencia en el trono de Dios. Dios nos anhela celosamente, no quiere compartirnos con nadie y sólo en la intimidad de Su Presencia vamos a ser de Él. “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?” (Santiago 4: 4,5).

En esta época, cuando nos acercamos más y más al gran evento final, el retorno de nuestro Señor Jesús, Dios quiere que Su Iglesia disfrute de Su Presencia, porque sólo así vamos a estar guardados del engaño del diablo. Es importante que nos ejercitemos en la adoración, despojémonos de cualquier estorbo y acerquémonos a Él con corazón sincero. Necesitamos embarazarnos de los propósitos de Dios y sólo en la intimidad con Él es posible esto. Un encuentro con Dios, así como lo tuvo la Samaritana, nos va a infundir aliento para llamar a otros a Su Presencia; pero no queremos muchas veces comprometernos, sólo queremos un gozo momentáneo de Su visitación, pero no la posibilidad de engendrar y dar a luz Sus propósitos, porque pensamos: ¡Oh no! Eso duele. Requiere esfuerzo. Todavía no estoy capacitada.

La mujer samaritana entendió el día de Su visitación y decidió abrir su corazón para que Cristo entrara e hiciera Su morada allí. Dejó su cántaro a orillas del pozo y llamó a todos los de su ciudad para que beban de la Fuente que sacia la sed del espíritu (Juan 4:1-30); a diferencia de la sulamita que dejó pasar el momento de la visitación de Su Amado (Cantares 5: 1-6). Este es el momento de la visitación de Cristo a Su Iglesia. Él está a la puerta y quiere entrar y permanecer contigo. ¿Lo dejarás entrar o seguirás bebiendo del pozo hecho de tradiciones, costumbres y ritos de hombres? Quizá no vuelva a pasar por tu casa, por tu ciudad o por tu nación. Ábrele tu corazón ahora y déjalo permanecer contigo. Deja que Él te conozca y tú a Él. Adóralo en la intimidad del banquete que te ofrece. Apocalipsis 3:20. Adóralo en espíritu y verdad.