domingo, 22 de agosto de 2010

LA VIDA DEL SER HUMANO DEPENDE DE LO QUE PIENSA

LA VIDA DEL SER HUMANO DEPENDE DE LO QUE PIENSA
“No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.”
(Romanos 12: 2 DHH)
Nadie puede pensar nuestros propios pensamientos, yo no puedo pensar tus pensamientos, ni tú puedes pensar mis pensamientos, porque cada persona decide qué pensar, de otra manera, el apóstol Pablo no nos diría que cambiemos nuestra manera de pensar. En la mente humana se pueden incubar buenos y malos pensamientos y eso lo establece solamente cada persona. Nuestros pensamientos determinan cómo es nuestra vida. Mi vida presente depende de lo que he estado pensando ayer y mi vida futura dependerá de lo que esté pensando ahora. Como hijos de Dios debemos usar Sus armas para nuestra lucha espiritual, donde se incluye también nuestra forma de pensar, pero gracias a Dios, Él ya nos equipó para esta guerra. “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo.” (2ª Corintios 10: 4,5 NVI) Los hijos /as de Dios podemos atrapar nuestros pensamientos y someterlos a Cristo, para que sea Él quien dirija cada uno de nuestros pensamientos. Alguien dijo: “No puedo evitar que las aves vuelen sobre mi cabeza, pero sí puedo evitar que aniden en ella”. Tú no puedes evitar que te sobrevenga un mal pensamiento dado que vives en un mundo lleno de maldad, pero sí puedes evitar que se incube en ti y puedes arrojarlo de tu mente sometiéndolo al Señorío de Cristo. Si permites que ese pensamiento malo se quede en ti, ya es tu decisión. Revisa tu mente, quizá te guste lo malo, pero como lo malo no te llevará a hacer actos buenos, entonces usa las armas que Dios te dio y somete todo pensamiento a la obediencia a Cristo derribando toda palabra vana que haya entrado en ti y que te impide conocer a Dios.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4: 8 DHH)

1.Piensa lo que es verdadero. Enfócate en la verdad porque “la verdad nos hará libres” (Juan 8: 32) La verdad es el fundamento de todo pensamiento sólido. Para centrarnos en lo que es verdadero, debemos deshacernos de todo prejuicio respecto de algo, o de alguien. Nuestros sentimientos nos traicionan, no confiemos en ellos, busquemos a Cristo, quien es la Verdad. Tus pensamientos pueden controlar tus sentimientos y emociones para bien o para mal. Aprisiona tus pensamientos para que obedezcan a Cristo, no los dejes sueltos, ellos te pueden llevar a cometer actos de los cuales te arrepentirás después.
2. Piensa lo noble u honesto, aquello que es decoroso, recto, honroso; aquello que no te va a llevar a hablar algo indebido de alguna persona, porque tus pensamientos se convierten en palabras y en acciones.
3. Piensa lo justo. Piensa justicia respecto a ti y a las otras personas. Busca con tus pensamientos la justicia de Dios para poder pensarla, el hacer la voluntad de Dios en todo momento.
4. Piensa lo puro. Desecha la mezcla, piensa únicamente lo que Dios quiere que pienses. Para ello haz lo que te recomienda la Palabra de Dios. “No se dejen engañar. "Las malas compañías corrompen el buen carácter." (1ª Corintios 15: 33 TKIM-DE) “Aléjate de los que hablan tonterías, porque esa manera de hablar sólo resulta en que haya cada vez menos respeto hacia Dios. Su enseñanza se propagará como un cáncer.” (2ª Timoteo 2: 16 y 17ª PDT)
5. Piensa lo amable, lo que sea benévolo, agradable respecto a ti y a otras personas para que así también puedas expresarte. “Su conversación debe ser siempre agradable y de buen gusto, y deben saber también cómo contestar a cada uno.” (Colosenses 4: 6 DHH)
6. Piensa todo lo que es de buen nombre, no de mal nombre, sino que dé una buena reputación o fama respecto a la persona que piensas, inclusive de ti misma.
7. Piensa en algo que sea virtuoso o de excelente moral, sé íntegro/a en tus pensamientos, no los mezcles con inmoralidad o malicia.
8. Piensa en algo que sea digno de alabanza, que merezca elogio. Piensa lo mejor de las demás personas. “No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.” (Filipenses 2: 3NVI)

Los pensamientos son el cimiento de nuestra vida. Con ellos construimos hábitos buenos o malos; ellos conducen nuestro destino, bueno o malo; ellos nos abren camino por la vida, bueno o malo; pero recuerda: los pensamientos están a tu servicio y tú decides dónde ponerlos a trabajar. Que tus pensamientos brillen como la aurora boreal, dando luminosidad y belleza a la fría y oscura noche polar; y así tus emanaciones de luz irradien por el universo sideral, dando al mundo que en su frialdad todavía vive en tinieblas y maldad, el brillo y la hermosura del Cristo que vive en ti.

miércoles, 18 de agosto de 2010

VIVIENDO LA VIDA DE LA FE DE DIOS

VIVIENDO LA VIDA DE LA FE DE DIOS
La fe es un don o regalo de Dios y como todo regalo, podemos usarlo o archivarlo, es nuestra decisión. No vamos a tener más fe por reclamarle a Dios, ni menos fe, porque: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” (Romanos 12: 3 RV60); Nuestra medida de fe debe ir desarrollándose día a día, para eso necesita ser alimentada, y ¿cómo se alimenta la fe? “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.” (Romanos 10: 17 NVI) La fe se alimenta por oír la Palabra de Cristo, Él es la fuente de la fe de Dios. Cuando Jesús estuvo en la tierra, sus oídos naturales escuchaban muchas voces, voces lejanas o voces cercanas; sin embargo Él sabía distinguir la voz que provenía de la fe de Dios. Un día Jesús les empezó a decir a Sus discípulos sobre lo que habría de sufrir y luego morir, pero que al tercer día iba a resucitar, Pedro, el buen Pedro, lo llamó aparte y empezó a reprenderlo por su forma de hablar, quizá Pedro con un lenguaje moderno le diría: _ No hables palabras negativas sobre Ti. Yo cancelo tus palabras-. Sin embargo Jesús sabía de dónde salían esas palabras de Pedro y le respondió: “Pero volviéndose El, dijo a Pedro: "¡Quítate de delante de Mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres." (Mateo 16: 23 NBLH) Jesús no permitió que las palabras que no provenían de Dios, sino del diablo, penetraran en su interior y tuvo que ser duro con el canal que estaba transmitiendo las insinuaciones de Satanás. Los oídos de Jesús estaban enseñados a escuchar sólo la voz de Dios, porque Él se había familiarizado con Dios estando aquí en la tierra a través de la comunión con Su Padre.

Cuando nos especializamos en la voz de Dios, vamos a distinguir inmediatamente las voces que no provienen de Él. Si una persona quiere saber cómo detectar con la yema de sus dedos un billete (dinero) falso, no va a buscar los billetes falsos para reconocerlos, sino que se familiarizará primeramente con los verdaderos por un tiempo prudencial, a tal extremo que cuando aparezca el billete falso a hurtadillas entre los verdaderos, las yemas de sus dedos detectarán lo erróneo y se descubrirá el engaño. Con la fe es lo mismo. Si queremos conocer la voz de Dios para que nuestra fe crezca, debemos familiarizarnos con Su voz, o sea: oír y oír y oír la voz de Dios por medio de Su Palabra, que es Cristo, el Ungido de Dios.

Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, recibimos Su Palabra en nuestros corazones y necesitamos desarrollarla por medio de la Palabra de Dios en nuestras vidas. La Palabra de Dios activa nuestra fe, porque es Su fe la que estamos introduciendo en nuestro ser interior. Por eso dice Pablo: “Pero como tenemos el mismo espíritu de fe que alentó las palabras de la Escritura: "Creí, y por tanto hablé", también nosotros creemos, y por tanto hablamos.” (2ª Corintios 4: 13 CST- IBS). El mismo espíritu de fe que dio aliento o alentó a las Escrituras, es el que tenemos también nosotros/as y eso nos impulsa a creer y a hablar las Palabras de Dios y someter a juicio todo lo que no proviene de Dios para que la intenciones ocultas sean descubiertas; estas intenciones pueden ser de nuestro propio interior o inducidas por agentes externos como del mismo diablo o a través de personas con “buenas intenciones” aparentemente.

La nueva vida en Cristo, es la vida de la fe de Dios en nosotros y sólo la vamos a poder vivir por fe, es que no hay otra forma. “Pero no es posible agradar a Dios sin tener fe, porque para acercarse a Dios, uno tiene que creer que existe y que recompensa a los que lo buscan.” (Hebreos 11: 6 DHH) El apóstol Pablo nos dice: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne… Ahora que vivimos en el Espíritu, andemos en el Espíritu.” (Gálatas 5: 16 y 25 RVA) Andar en el Espíritu significa creerle a Dios en todo momento, es decir que decidimos creerle a Dios a pesar de no ver todavía las evidencias y aún más a pesar que las evidencias sean adversas y pareciera que no condicen con la Palabra de Dios, pero deliberadamente decidimos mantenernos firmes en creerle a Dios. Abraham le creyó a Dios aunque tuvo que llevar al sacrificio al hijo de todas las promesas por parte de Dios. Las circunstancias, a la vista humana parecían como que Dios ya no quería darle las promesas a Abraham, sin embargo, él se mantuvo firme en obediencia a Dios, creyéndole sin dudar, sabiendo que “Dios llama a las cosas que no son como si fueran”. Por fe hemos venido a Cristo y le hemos recibido y por fe hemos creído que somos ahora Sus hijos/as y es por fe que debemos recibir todas las demás promesas que Dios tiene para cada uno/a de nosotros/as. Si nuestro andar es en fe, creyéndole a Dios en todo momento, entonces provocaremos que el cielo baje a la tierra, así como Cristo provocó eso estando en esta tierra. Nuestra fe debe ser siempre la fe de Dios porque es ésta la que realiza los milagros y recibe las promesas para que el mérito sea sólo para Dios. La fe no se basa en sentimientos, o emociones, sino que es un acto de nuestra voluntad de creerle a Dios para que Su FE actúe en y por medio de nosotros/as. La nueva vida en Jesucristo, es una vida de fe, libre de los prejuicios sentimentales o emocionales. Es simplemente creerle a Dios.

jueves, 12 de agosto de 2010

LA ECONOMÍA DE DIOS

LA ECONOMÍA DE DIOS
"Den a otros, y Dios les dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes."
(Lucas 6: 38 DHH)
¿Cómo funciona el sistema de este mundo respecto al dar? Generalmente se espera tener algo para así poder dar, o se da lo que ya no le sirve a la persona, o no le gusta y por eso lo regala “generosamente”; ¿acaso no ha recibido un regalo de alguna “amiga” que es algo que a ella no le gusta y se lo ha pasado? Por supuesto que usted lo recibe con gusto y luego lo archiva, porque al igual que su amiga, tampoco le gusta. Este sistema funciona así; sin embargo, la economía de Dios nos dice: “Den primero para recibir”, pero ¿cómo vamos a dar? Observa lo que dice Isaías 58: 6 y 7 N-C. “¿Sabéis qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yahvé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces (cadenas) opresores dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo;" partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante tu hermano.” Comparte lo que tienes con el hambriento, lo que tú comerías, da también a tu hermano, divide tu ración aunque esto signifique que no satisfagas completamente tu estómago. ¿Qué hacían en la Iglesia Primitiva? “Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.” (Hechos 2: 44, 45 NVI) Ellos no acumulaban para sí mismos, sino que compartían con los necesitados. Si Dios nos ha dado bienes es para que lo compartamos con los hermanos necesitados y les ayudemos a conseguir un trabajo digno, que les enseñemos que en el Reino de Dios no hay escasez y que ellos pueden tomar de las promesas que Dios tiene para Sus hijos; eso es “romper las ataduras de iniquidad”. Aunque sobre todo deben ansiar desesperadamente a Dios, la presencia del Dios Altísimo en sus vidas, para poder dar de Dios a otros. Si hay algo en sus vidas que está impidiendo que reciban los beneficios del Reino, les ayudamos a quebrar el yugo. “Y acontecerá en aquel tiempo, que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo será destruido por causa de la unción.” (Isaías 10: 27 RVG-R). Todo yugo se rompe por causa de la unción. Llevemos a la persona a confiar en Dios y reconocer que todo lo puede en Él, porque ningún yugo permanecerá intacto ante la unción del Santo que vive en los hijos de Dios. Pero siempre es importante saber cuál es la voluntad de Dios para nosotros en determinada circunstancia. La paciencia juega un papel muy importante en nuestras vidas. ¡Practícala!

"Echa tu pan al agua; después de algún tiempo lo encontrarás. Comparte lo que tienes lo más que puedas, pues no sabes el mal que puede venir sobre el país." (Eclesiastés 11: 1, 2 DHH) La ley de dar no ha cambiado y: “El generoso prosperará; el que ayuda será ayudado.” (Proverbios 11: 25 PDT). Dios da generosamente al generoso, no así al tacaño, pues conforme demos, vamos a recibir. El que confía en sus riquezas se marchita, pero el justo se renueva como el follaje.” (Proverbios 11: 28 NVI) Las riquezas de este mundo son efímeras, por eso Jesús dijo: “No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.” (Mateo 6: 19-21 BPD). Tu corazón es atraído hacia donde está tu tesoro, porque deseas guardar tu fortuna y si ésta es terrenal, tu corazón será atraído a lo terrenal, pero si es celestial, tu corazón mirará y cuidará lo celestial que es eterno. Si tienes el hábito de dar constantemente, también estarás recibiendo continuamente de la fuente celestial para que sigas dando. “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre toda suficiencia en todas las cosas, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Derramó, dio a los pobres: Su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, también dará pan para comer, y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia; para que enriquecidos en todo abundéis en toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros agradecimiento a Dios.” (2ª Corintios 9: 6-11 RVG-R)

La economía de Dios funciona al revés de la economía de este sistema, por eso estamos recibiendo lo que hemos sembrado o dado. Si la cosecha está siendo mala, podemos revertirla a partir de ahora: Empecemos a dar a los necesitados. Hay mucho para dar, como ser: amor, misericordia, perdón, confianza, compasión, credibilidad, comprensión y los frutos del Espíritu que están en el corazón de cada hijo/a de Dios; además de las cosas materiales y todos los dones y ministerios con que nos ha equipado Dios. Recuerda, Dios es un dador por excelencia, inclusive dio lo más preciado que tenía, Su propio Hijo y de ese modo recibió y sigue recibiendo más hijos en Su Reino. "Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no me envió al mundo para condenar a la gente, sino para salvar a todos.” (Juan 3: 16, 17 BLS). Al dar estamos desprendiéndonos del egoísmo y la codicia; en realidad estamos liberándonos del apego a las cosas de este mundo y empezamos a depender de Dios, porque para ser dador se necesita fe, y esta fe produce el gozo de dar. No hay opresión en los dadores porque ellos se han liberado del yugo opresor al dar de corazón y con gozo. Practica la dadivosidad y vuélvete en generador de la economía de Dios, llenando las arcas del cielo.

lunes, 2 de agosto de 2010

SOMOS EL COFRE DEL TESORO DE DIOS

SOMOS EL COFRE DEL TESORO DE DIOS
Somos un cofre repleto de preciosas gemas, pero si no nos atrevemos a abrirlo, moriremos con nuestro tesoro intacto; y un día, ante el gran juez del universo vamos a rendir cuentas de cada gema que no hemos entregado para el bien de la humanidad. La humanidad necesita nuestros talentos y habilidades, pero sólo una buena actitud pone en marcha las habilidades. No importa cuán hábil sea la persona, si frente a la vida no tiene la mejor actitud, va rumbo al fracaso. Buena actitud o actitud positiva y habilidad te llevarán a sacar lo que llevas dentro de ti. La aurora boreal brilla en la oscuridad de la noche y a temperaturas muy bajas, sin embargo su luminiscencia transforma la oscuridad en un espectáculo sorprendente. No importa cuán oscuro esté todo a tu alrededor y cuán álgido sea el ambiente que te rodea, empieza a irradiar el resplandor de tus gemas para que otros se inspiren en ellas; no tengas temor a que roben tus talentos o los superen, porque siempre habrá aurora boreal en los polos cuando la temperatura baje a muchos grados bajo cero en medio del silencio y la oscuridad de la noche, y siempre tendrás tus propios talentos y creatividad aun cuando todo parezca oscuro a tu alrededor. Tus gemas emanan una gama de colores que sólo tú puedes difuminarlas si dejas que te opaque la crítica, o las circunstancias adversas; o por el contrario, puedes difundirlas en las más variadas formas y colores, que serán siempre únicas, si las dejas resplandecer y las esparces a pesar de la crítica o la adversidad. “Los hombres sabios, los que guiaron a muchos por el camino recto, brillarán como la bóveda celeste; ¡brillarán por siempre, como las estrellas!” (Daniel 12: 3 DHH)

La actitud que tomes frente a las circunstancias abrirá o cerrará tu cofre. Si tu actitud es buena, la llave girará para abrir, pero si tu actitud es mala, entonces se trabará; y no importa cuanto empeño le pongas, no se abrirá hasta que cambies tu actitud. Sólo tú decides cómo dirigir tu destino, y no interesa que hayas tenido circunstancias dolorosas en el trayecto que te impidieron sacar lo bueno de ti para darlo a los demás; siempre puede haber un nuevo comienzo, olvidando lo que queda atrás y viendo en tu interior cuánto tesoro todavía hay para ofrecer a otros. Los diamantes que están en el interior de la tierra sin ser extraídos, no sirven para nada y nunca nadie los podrá exhibir. Dios te ha creado con muchos dones y talentos para que cumplas tu propósito en esta vida, ha invertido en ti para recibir los dividendos, porque Él te ha creado para ser útil justo ahí donde te encuentras.
"El reino de los cielos es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. El que recibió cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que recibió dos, ganó también otros dos. Pero el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. "Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y trajo otros cinco talentos, diciendo: "Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos". Su señor le dijo: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor". Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos". Su señor le dijo: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor". Pero acercándose también el que había recibido un talento, dijo: "Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo". Respondiendo su señor, le dijo: "Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dadlo al que tiene diez talentos, porque al que tiene, le será dado y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.” (Mateo 25: 19-29 RV 95).

Dios te ha creado único/a, con habilidades y talentos que sólo tú puedes tener, aunque otros posean lo mismo que tú, sólo tú puedes darle el toque de exclusividad con la gracia que Dios te dio. Muchos escriben mejor o peor que yo, pero nadie escribe como yo, esa gracia me la dio Dios; y tú tienes una gracia especial en lo que haces de acuerdo a tus habilidades y talentos, no trates de imitar a otros porque arruinarías tu estilo. Dios no nos ha creado en serie, es por eso que nuestra identidad es única y con un propósito determinado. Cada ser humano debe encontrar su propósito aquí en la tierra y desarrollarlo; para eso están los dones, talentos y habilidades que Dios nos dio, ya estamos equipados para la tarea que debemos emprender. Empieza a promover una actitud positiva frente a las circunstancias, y si todavía no sabes cuál es tu propósito en esta vida, pídele al Espíritu Santo que te muestre y decide realizar aquello para lo cual fuiste creado. El Mayor Tesoro que Dios ha puesto en los/as hijos/as de Dios es la Persona del Espíritu Santo, somos el cofre del tesoro maravilloso de Dios; exhíbelo dejándote guiar por Él todos los días de tu vida y Él te mostrará lo que debes hacer, cómo y cuándo. Te ayudará a sacar tus habilidades, talentos y dones y te enseñará cómo desarrollarlos. “El Señor dice: "Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.” (Salmo 32: 8 NVI)

miércoles, 28 de julio de 2010

¿ALABAR A DIOS A PESAR DE LA ADVERSIDAD?

¿ALABAR A DIOS A PESAR DE LA ADVERSIDAD?
"Los hijos y las hijas de usted estaban celebrando un banquete en casa del mayor de todos ellos cuando, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡Y la casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!" Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!" A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios. (Job 1: 18 - 22 NVI). No podía haber situación más terrible que la de Job, sin embargo su primera reacción fue adorar, éste es un digno ejemplo de imitar. La adoración y la alabanza nos sacan de nuestro egocentrismo y nos elevan a Dios. Una de mis discípulas es abogada y una buena abogada, trabaja en una institución pública. Un día ella llegaba a su casa con un fólder que contenía el historial de un caso muy grave, entonces un hombre que vendía frutas con un carrito ambulante, se acercó a su puerta y ella aprovechó para comprar algunas frutas, pero sin darse cuenta dejó el fólder en el carrito y entró a su casa; pasado unas horas, se dio cuenta que no tenía los documentos y empezó a angustiarse porque esto suponía que podría perder el trabajo. Ella me llamó y me contó lo sucedido. Yo le dije: -Entrégale el caso al Señor Jesucristo y empieza a alabarlo, no te angusties, que mañana tendrás esos documentos- . Ella me obedeció y sé que no fue fácil. Pasó en vela toda la noche, pero al día siguiente, justo antes que ella saliera para su trabajo, el varón con el carrito de las fruta tocó a su puerta y le entregó el documento. ¡Que maravilloso! La alabanza y la adoración a Dios trastorna circunstancias y lo que el enemigo hizo para dañarnos, Dios lo vuelve para Su gloria, porque: “Sabemos también que a quienes aman a Dios y responden a su llamamiento para entrar a formar parte de su plan, todo cuanto pueda sucederles redundará en su propio beneficio.” (Romanos 8: 28 CST-IBS)

Ahora bien, no debemos alabarle a Dios con el único interés de que Él haga algo a nuestro favor, sino que nuestra alabanza hacia Dios debe ser por quién es Él. Así que, estemos o no enfrentados a situaciones conflictivas y difíciles, debemos alabarle, porque sólo Él es digno de nuestra alabanza y adoración, porque así se hace en el cielo y se hará por siempre. “Seguí mirando, y oí cantar a millones de millones de ángeles que rodeaban el trono, y a los "seres vivientes y a los ancianos. En su canto proclamaban a gran voz: "¡El Cordero que fue sacrificado es digno de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza!" Luego oí exclamar a todas las criaturas que están en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar: "¡Al que se sienta en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, el honor, la gloria y el poder por toda la eternidad!" Los cuatro seres vivientes decían: "¡Amén!", y los veinticuatro ancianos se postraron en actitud de adoración.” (Apocalipsis 5: 11-14). Cuando alabamos con corazón sincero, por supuesto que algo bueno va a suceder, si bien, no sabemos cuán bueno será o qué será. Al alabar a Dios, nos estamos deleitando con Dios, estamos sintiendo placer en darle alabanzas y Su Palabra dice: “Pon tu delicia en el SEÑOR, Y El te dará las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37: 4 NBLH).

"Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: -Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación. Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu: -¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó. Cuando los amos de la joven se dieron cuenta de que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades. Los presentaron ante los magistrados y dijeron: --Estos hombres son judíos, y están alborotando a nuestra ciudad, enseñando costumbres que a los romanos se nos prohíbe admitir o practicar. Entonces la multitud se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados mandaron que les arrancaran la ropa y los azotaran. Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad. Al recibir tal orden, éste los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo." (Hechos 16: 16-24 NVI) ¡Qué terrible situación para Pablo y Silas! ¿Verdad? , pero a pesar de la gravedad del problema, ellos decidieron hacer algo fuera de toda lógica y sentimiento, entonces obtuvieron una respuesta sin precedentes del Dios Todopoderoso, una respuesta única, como sólo Dios sabe dar. Lee con cuidado lo siguiente: "A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas. El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó:-¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí! El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. Luego los sacó y les preguntó: -Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?-Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos --le contestaron. Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa. A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia. El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios. Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: "Suelta a esos hombres." (Hechos 16: 25- 35) ¡Qué historia más impresionante! Es que la alabanza trasciende los cielos y rompe cualquier barrera, Dios mismo baja para atender a un/a alabador/a. Haz la prueba de alabarle frente a cualquier circunstancia y no dejarás de sorprenderte al ver tremendos resultados que obtendrás. Verás a Dios mismo en acción, porque Él se entrona con las alabanzas, porque éstas le construyen un trono y Él baja a su Trono para sentarse y reinar desde donde se le alaba, entonces suceden cosas grandiosas. No dejes de alabarlo. Que Dios te bendiga.

viernes, 23 de julio de 2010



PERMANECER en CRISTO IMPLICA COMPROMISO. “Y decía a todos: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará.” (Lucas 9: 23,24) Aquí vemos dos principios fundamentales de la “ley de permanencia”.
1. Negación de ti mismo. Esto es renuncia. Si tú no renuncias a ti mismo (a tu ego), la vida de Dios no podrá reflejarse en ti. Abraham tuvo que renunciar a lo que más amaba, a su hijo Isaac; y cuando él renunció, recién tuvo la revelación de “Jehová Jiré”, el Dios Proveedor. (Génesis 22) Leyendo el capítulo 22 de Génesis, nos damos cuenta que Abraham renunció por fe (versículos 7 y 8) declarando la provisión de Dios antes de verla, pero siguió el mandamiento de sacrificar a su hijo en obediencia a la Palabra dada. “Como está escrito: «Te he puesto por padre de muchas naciones». Y lo es delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos y llama las cosas que no son como si fueran.” (Romanos 4:17) Dios prácticamente resucitó a Isaac quien estaba a punto de ser sacrificado. Como Abraham cumplió fielmente el mandamiento u ordenanza de Dios, entonces Dios hizo algo maravilloso: “Llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y le dijo: —Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo, de cierto te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; tu descendencia se adueñará de las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” (Génesis 22: 15-18) La obediencia al mandamiento de Dios le dio el derecho a Abraham de recibir la promesa. Una renuncia en obediencia al mandamiento nos lleva a una revelación de quién es Dios. Abraham tuvo la revelación de conocer al Dios Proveedor, quien da vida a los muertos y llama a las cosas que no existen, a la existencia. Esta obediencia al mandamiento nos lleva a conocer a Dios en alguna de sus características particulares. Una renuncia en fe y obediencia nos lleva a recibir como profecía las promesas de Dios. Con la renuncia no niegas tu identidad, la fortaleces en Cristo, porque sabes quién eres en Aquél que todo lo puede. Si tú te niegas a ti mismo, el segundo y fatal paso resultará más fácil.

2. ¡Muere! En la época de Cristo, todo el que cargaba su cruz sabía que iba sí o sí, a morir. El apóstol Pablo declaró en Gálatas 2: 20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Quiero aclararte algo: La Persona que viene a morar en ti a través de tu decisión de recibir a Jesús, no comparte Su vida con la tuya. Si tú quieres mantener tu vida, necesariamente tienes que deshacerte de la misma, esto es muerte; pero esta muerte te asegura la vida y la vida eterna. Paradójico ¿verdad? La Vida de Dios en ti no es una fuerza o una energía, es la Persona del Espíritu Santo haciendo morada en ti. Ahora eres uno(a) con el Espíritu Santo, no son dos personas. “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” (1ª Corintios 6: 17) Tu vida depende de tu relación con la Persona del Espíritu Santo. Relación es la palabra clave. Sólo es posible una relación cuando tu “ego” desaparece (muere) y deja que el Espíritu Santo se desarrolle en ti. Para asegurar tu vida, necesariamente debes morir a tus pasiones o deseos carnales. La obediencia al mandamiento de morir te lleva a alcanzar la promesa de la vida.

No puedes permanecer en Cristo si no estás injertado en Él, absorbiendo de Su Savia, recibiendo Su vida, mientras la tuya mengua. Jesús dijo: “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. Aquellos que permanezcan unidos conmigo, y Yo con ellos, éstos son los que dan mucho fruto; porque separados de mí, ustedes no pueden hacer ni una sola cosa.” (Juan 15: 5 TKIM-DE)

domingo, 11 de julio de 2010

VIVIMOS EN UN MUNDO HECHO DE PALABRAS

VIVIMOS EN UN MUNDO HECHO DE PALABRAS
"En el principio de todas las cosas era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios. La Palabra estaba en el principio con Dios. Por medio de ella creó Dios todas las cosas, y sin ella nada de lo creado fue creado."
(Juan 1: 1- 3 CST-IBS)
Este mundo en que vivimos y todo el universo fueron hechos por palabras. Dios dijo y las cosas existieron. Cada galaxia con sus respectivas estrellas, planetas, asteroides y todo cuanto hay en el universo es sostenido por la Palabra de Dios. Cuando un bebé nace ya lleva las palabras dentro de sí, aunque no las pueda verbalizar, pero en su interior existe la capacidad de expresar lo que siente o necesita, entonces recurre al llanto o a los gritos porque su capacidad fonética aún no está desarrollada. Si bien el bebé no sabe el significado de las palabras porque todavía tiene que aprenderlas, sabe que puede expresar lo que lleva dentro. Es que todo lo que vemos fue hecho por palabras y se sostiene por palabras. Las palabras son el núcleo central de la existencia. Hablas palabras, escuchas palabras, pero sobre todo debes captar el espíritu de cada palabra. “El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6: 63 NVI). El discernimiento es crucial en la persona y esto lo podemos obtener cuando nos dejamos guiar por el Espíritu de Dios. La vida eterna depende de la palabra que pronunciemos, si hablas declarando que Jesucristo es Tu Señor, creyéndolo de todo corazón, serás salvo, porque con el corazón crees para justicia, es decir para que la voluntad de Dios sea hecha, pero con tu boca confiesas para tu salvación. Puedes ver esto en Romanos 10: 9, 10

Las palabras vienen del espíritu y no de la razón, pero muchas veces las personas hacen que la boca hable diferente a su espíritu, se dividen, esto causa confusión, sin embargo a través del Espíritu de Dios vamos a poder entender las intenciones ocultas. Nuestra capacidad para discernir lo que el espíritu dice, dependerá de la medida en que nos ejercitemos en el Señor, de nuestra intimidad con Su Espíritu. Si estamos ejercitados, podremos discernir las palabras que se dicen entre líneas, detectar las que se reservan o guardan e incluso discernir las palabras del espíritu de la persona, así vamos a ser capaces de captar e interpretar los problemas del alma y también del espíritu de la persona; entonces seremos capaces de ayudar a la persona. Pero si no estamos ejercitados, podremos oír a la persona sin siquiera percatarnos cuál es su verdadera intencionalidad. Nuestra capacidad para discernir lo que el espíritu de la persona dice dependerá de la medida en que ejercitemos esta capacidad dejándonos guiar por el Espíritu del Señor. “El que sólo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual.” (Hebreos 5: 13, 14 NVI). Necesitamos desarrollar nuestros sentidos espirituales por medio de una comunión íntima con el Espíritu Santo, Él nos guiará a toda verdad y nos hará conocer lo que toma de Jesucristo. “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir. Él me glorificará porque tomará de lo mío y se lo dará a conocer a ustedes.” (Juan 14: 13- 14).

Nada sucede por azar en nuestra vida, sino que alguna palabra lanzada cumple su objetivo y las cosas empiezan a suceder, aunque nos olvidemos de lo que hemos dicho. Nuestras palabras crean realidades para bien o para mal, de ahí la importancia de dejarnos guiar por el Espíritu Santo, porque Él sólo dice lo que oye del Padre y del Hijo Jesucristo. Si nuestro espíritu está conectado al Espíritu de Dios, así como estuvo el espíritu de Cristo conectado al Padre, ya nada vamos a hacer por nuestra propia cuenta. "¿No creéis que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo. El Padre que está en mí, él mismo hace conmigo las obras que yo hago." (Juan 14: 10) Palabra y obra van entrelazadas, porque las palabras crean, producen algo. Si hablamos por el Espíritu de Dios, las obras de Dios vamos a hacer. Observa: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo. El Padre que está en mí, él mismo hace conmigo las obras que yo hago.” Lo que Jesús vio hacer al Padre, eso habló. Observa bien este versículo, porque Jesús otra vez entrelaza palabra y obra; es que no pueden separarse. “Yo hablo lo que he visto en mi Padre; vosotros hacéis lo que habéis visto en vuestro padre.” (Juan 8. 38 TA).

“Pues cuando dicen esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo inundado por el agua. Pero los cielos y la tierra actuales están reservados por Su palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.” (2ª Pedro 3: 5-7 NBLH) Dios no ha cambiado, todo lo hace por medio de Su Palabra; y como nos creó a Su imagen y semejanza, también nos dio esa facultad de usar la palabra para crear circunstancias, realidades visibles que vienen del neuma, espíritu de la palabra. En Ezequiel 37, el profeta nos narra sobre cómo el espíritu de Dios lo llevó a un valle de huesos secos y le ordenó que profetizara sobre los huesos para que vivan y así lo hizo, entonces los huesos se cubrieron de tendones y carne; luego le ordenó que profetizara al espíritu o aliento y así lo hizo y los huesos cobraron vida. ¿Qué nos muestra esta figura? ¿Acaso Dios no podía hacer lo que le mandó hacer al profeta? Claro que sí, pero Dios quiere que cada hijo suyo profetice vida sobre aquellos que están muertos espiritualmente para que se levanten y busquen a Dios, porque nuestras palabras producen vida o muerte en las personas y Dios quiere que las usemos para producir vida. “La muerte y la vida están en poder de la lengua; cual sea el uso que de ella hagas, tal será el fruto." (Pr0verbios 18: 21 NC) Por lo tanto declaremos juntamente con los 24 ancianos y digamos:
Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4: 11 LBLA)