sábado, 20 de diciembre de 2008

ANDANDO EN LIBERTAD


ANDANDO EN LIBERTAD

"Estad, pues, [firmes] en la libertad en que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de servidumbre. Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres. Pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo. Al contrario, ayúdense unos a otros por amor. Porque toda la ley de Dios se resume en un solo mandamiento: "Ama a los demás como te amas a ti mismo". (Gálatas 5:1,13, 14).
Hay una verdad que no debemos pasar por alto y es que Cristo ya nos hizo libres de toda atadura del pasado, llámese trauma, complejo, herida y ha puesto en nosotros Su Bálsamo Sanador, Su Espíritu. Entonces, ¿dónde está el problema para que sigamos atados al pasado? Sencillamente en que estamos taponando nuestra lámpara con amargura, resentimientos, miedos, complejos, etc. y estamos rechazando al Espíritu de Dios. La obra de Cristo fue completa, no hay nada más que hacer, sino sólo aceptarla o recibirla y creerle a Dios.
Ya es tiempo que reaccionemos y quitemos el tremendo lastre que nos ata al pasado y no nos deja avanzar ni mental, ni espiritualmente. Si no avanzamos, no maduramos, porque nos estancamos. Debemos recordar que si de verdad estamos en Cristo somos nueva criatura, y si somos nuevos, el pasado ya no cuenta. El único que vive recordando su pasado, aquello que perdió por su orgullo, es el diablo, por eso es como es, lamentablemente para él ya no hay solución; sin embargo para nosotros, por los cuales Jesucristo murió, aún está extendida Su gracia para que la tomemos el momento que la necesitemos - y siempre la necesitamos. Lo que pasa es que todavía añoramos la esclavitud del pasado. Estamos como el pueblo de Israel cuando salieron de Egipto, físicamente ellos habían salido, pero sus corazones estaban atados a Egipto y querían volver. No apreciaron la libertad que se les dio, ni fueron agradecidos, por lo tanto ninguno, excepto dos alcanzaron las promesas. Nosotros tenemos la realidad que Cristo nos hizo libres, pero si nuestra alma está atada al pasado, no vamos a lograrlo, porque cada vez que queramos avanzar, ese lastre nos va a detener, y es más, nos va a hacer caer y de hecho que vamos a lastimarnos, entonces vienen las desilusiones, las blasfemias, etc. Pero en nuestras manos está la solución de soltar las ataduras, es cuestión de decir: ¡Basta!, si Cristo me hizo libre, decido desde ahora vivir la libertad que le costó Su vida, un precio que nadie puede pagar y ningún diablo, ni ningún pasado me van a volver a atar, porque soy de Cristo y Él me hizo libre. Necesitamos conocer la verdad escrita en Su Palabra y vivir de acuerdo a lo que Ella dice.

"Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio;puesto que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos."(Oseas 4: 6RV 95)

"Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres." (Juan 8: 31a, 32)

No quiero desilusionarte con lo que te voy a decir a continuación, pero ni Cristo puede cambiarte si tú no quieres, porque como Él es justo, Él respeta tu decisión. Ya todo fue hecho en la cruz, Jesús no ha dejado nada pendiente. En la cruz fue clavado no sólo el cuerpo de Jesús, sino también nuestro “viejo hombre” "Sabemos que lo que antes éramos (viejo hombre) fue crucificado con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado." (Romanos 6:6 NVI). ¿Para qué fue crucificado nuestro "viejo hombre"? Para que el pecado ya no nos gobierne, para que no vivamos atados a un pasado por muy traumático que haya sido. Lo que debe gobernarnos ahora es el Espíritu de Dios que fue puesto en nosotros y ese Espíritu es libre y ya nos dio la libertad. Nada aprisiona a Dios y lo que tenemos dentro es la naturaleza de Dios, allí es donde Él debe ser glorificado, pero si todavía nuestra mente está atada al pasado, Dios no va a ser glorificado, porque la carne no es un buen recipiente para mostrar la gloria de Dios. Cristo fue sacrificado para darnos libertad, para que nunca más vivamos en esclavitud. Cristo cambió nuestro espíritu, eso es un milagro, nadie más podía, ni puede hacerlo; pero nos dejó a nosotros, a nuestro libre albedrío, a nuestra voluntad, el cambiar la mente, nuestra forma de pensar, para que pensemos como ÉL. Lo que pasa es que hemos dejado que el diablo haga garabatos en nuestra mente, ocultando los diseños de Dios para nuestra vida, pero ya es tiempo Iglesia, de quitarle nuestra mente y borrar con el bálsamo del Espíritu todo aquello que el diablo escribió allí. Ese bálsamo borra toda huella por muy profunda que sea, es sólo cuestión que se lo permitamos. Digamos: Renuncio a los garabatos del diablo en mi mente. Espíritu Santo, quiero ver los diseños de Dios para mi vida y quiero seguirlos.
En el huerto del Edén, además de otros árboles, había también dos árboles especiales, uno era el de la Vida, es decir Cristo y el otro era de la ciencia del bien y del mal, es decir los criterios de la mente independiente de Cristo. El hombre tenía que decidir si comía o no del árbol de la ciencia del bien y del mal y él decidió comer. Dios no lo pudo detener, porque Dios no pasa por sobre nuestra propia voluntad. Dios respeta nuestras decisiones, aunque éstas traigan trágicos resultados para nosotros y para nuestra descendencia. Por haber comido de ese árbol, ellos fueron echados del huerto y tampoco pudieron comer del Árbol de la Vida, para que no vivan eternamente en pecado. Pero ahora que Cristo venció al diablo, nos ha devuelto el derecho de comer del Árbol de la Vida y lo ha sembrado en nosotros por Su Espíritu, pero no nos obliga a hacerlo. El Árbol de la Vida es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe (fidelidad, creerle a Dios), mansedumbre (humildad), dominio propio y no hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu.” (Gálatas 5:22-25). Si somos de Cristo ya no nos gobierna la naturaleza de pecado, porque “donde está el Espíritu de Dios hay libertad” (2ª Corintios 3:17). Tomemos conciencia de lo que Cristo logró para nosotros en la cruz del Calvario y vivamos para glorificarlo en nuestro cuerpo, alma, mente y espíritu. ¿O no saben que el que se une a una prostituta se hace una carne con ella? Porque Él dijo: LOS DOS SERÁN UNA CARNE. Pero el que se une a nuestro Señor, es un espíritu con Él.(1ª Corintios 6: 17-20). Somos uno con Cristo. Vivamos de acuerdo a lo que somos y ya no nos dejemos engañar por las artimañas del diablo.

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