¿POR QUÉ RUMBO VAS?
"Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo. Porque si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad." (Hebreos 2: 1-3 NBI)
Jesucristo es el único camino que nos conduce al Padre (Juan 14: 6). Él es el faro que nos ilumina para seguir la senda hacia el Padre. Si desviamos nuestra mirada de Jesús podemos perder el rumbo e ir tras lo efímero. Si nuestra confianza está puesta en nuestra profesión, capacidad, dinero, fuerza, etc. y no en Jesús, nuestro rumbo hacia el Padre va a ser desviado. Podemos ser profesionales de éxito, tener capacidad para realizar algún oficio, poseer mucho dinero o tener tanta fuerza que nos valemos por nosotros mismos, pero si descuidamos esta salvación tan grande que hemos recibido de parte de Dios por gracia; entonces estamos menospreciando el sacrifico de Jesús en la cruz.
"Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo. Porque si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda transgresión y desobediencia recibió su justo castigo, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la oyeron nos la confirmaron. A la vez, Dios ratificó su testimonio acerca de ella con señales, prodigios, diversos milagros y dones distribuidos por el Espíritu Santo según su voluntad." (Hebreos 2: 1-3 NBI)
Jesucristo es el único camino que nos conduce al Padre (Juan 14: 6). Él es el faro que nos ilumina para seguir la senda hacia el Padre. Si desviamos nuestra mirada de Jesús podemos perder el rumbo e ir tras lo efímero. Si nuestra confianza está puesta en nuestra profesión, capacidad, dinero, fuerza, etc. y no en Jesús, nuestro rumbo hacia el Padre va a ser desviado. Podemos ser profesionales de éxito, tener capacidad para realizar algún oficio, poseer mucho dinero o tener tanta fuerza que nos valemos por nosotros mismos, pero si descuidamos esta salvación tan grande que hemos recibido de parte de Dios por gracia; entonces estamos menospreciando el sacrifico de Jesús en la cruz.
Prestar atención, poniendo en práctica lo que hemos oído acerca de Jesús hasta ahora, nos va a mantener en el rumbo correcto. La vida de la fe consiste en obedecer a Dios en cualquier circunstancia y mantener nuestros ojos puestos solamente en Jesús para no confiar en nuestras propias fuerzas o capacidades. Dios le dijo a Josué : "Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas". (Josué 1: 8,9) “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley”, fue la expresión usada por Dios, para decirle a Josué el secreto de mantenerse en el rumbo correcto que prosperaría su caminar por la vida y lo haría poseer lo que Dios ya le había otorgado, la Tierra Prometida. Lo mismo que Dios le dijo a Josué, nos dice a nosotros. Dios dice: _ “Que mis Palabras estén siempre en tu boca” _ ¿Dónde? _En la boca. ¿Qué significa esto? Que hablemos sólo la Palabra de Dios. _Esto quiere decir, ¿Biblia y Biblia, todo el tiempo? _Pues sí. Porque: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto (apto), equipado para toda buena obra.” (2ª Timoteo 2:16 NBLH))
Jesús es la Palabra de Dios, entonces, el que tiene a Jesús en su vida, tiene la Palabra de Vida. Cuando Jesús habló en la sinagoga de los judíos acerca de que si ellos no comían Su Carne, ni bebían Su Sangre no tendrían vida eterna; ellos se escandalizaron porque no estaban entendiendo que quien les hablaba era la Palabra de Dios hecha carne y lo que ellos tenían que comer era Esa Palabra (Juan 6: 54). Jesús quería que ellos entendieran que Esa Palabra hecha carne era la que los iba a salvar, pero ellos rechazaron La Palabra.
Dios le ordenó a Ezequiel que comiera “el rollo” (Ezequiel 3), para que se alimentara y el resultado fue que él se llenó del Espíritu De Dios. En Ezequiel 3: 10 (DHH) leemos: "Luego me dijo: Escucha atentamente todo lo que te voy a decir, y grábatelo en la memoria." Está comprobado que cuando las palabras son grabadas en la memoria, cada vez que las recordamos (traemos a la memoria nuevamente) es como si realmente las estuviéramos oyendo y retumban en nuestros oídos. Por eso es que las palabras ofensivas que lanzamos, cada vez que la persona que las recibió se acuerda, empiezan a retumbar en sus oídos y todo su ser revive el momento; lo mismo pasa cuando recordamos la Palabra de Dios, todo nuestro ser revive el momento y el Espíritu de Dios empieza a darnos nueva revelación.
"Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: "Tómalo y cómetelo. Te amargará las entrañas, pero en la boca te sabrá dulce como la miel." Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. Me supo dulce como la miel, pero al comérmelo se me amargaron las entrañas. Entonces se me ordenó: "Tienes que volver a profetizar acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes." (Apocalipsis 10: 9-11 NBI) Dios le dijo al apóstol Juan que tenía que comer el rollo (La Palabra). ¿Con qué finalidad? Para poder profetizar, hablar lo que Dios le estaba ordenando. La DRAE define comer como: “Masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago.” Exactamente es lo que debemos hacer al comer la Palabra de Dios: Primero debemos “masticar” bien, pero muy bien para extraer los nutrientes. Tiene que ser un proceso constante, que es equivalente a “rumiar” o “meditar” constantemente sobre La Palabra. Segundo proceso es “desmenuzar”, que sería deshacer en pequeñas partes, o examinar en detalle pidiendo a Dios revelación sobre la Palabra leída. Todo esto sucede mientras el alimento está en la boca, porque no somos pavos o avestruces para tragar todo sin masticar. El Tercer y último proceso hace que ese alimento masticado y desmenuzado pase al vientre y allí se extraen todas las sustancias nutritivas que nos dan vida. Cuando leemos la Palabra de Dios, necesitamos un proceso mental, (no meditación mental) donde vamos pensando y repensando La Palabra una y otra vez y luego la Vida de La Palabra se une a la nuestra y lo que después brotará de nuestros labios será Vida de Dios. Sólo así nos mantendremos en el rumbo preciso, exacto.
"Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: "Tómalo y cómetelo. Te amargará las entrañas, pero en la boca te sabrá dulce como la miel." Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. Me supo dulce como la miel, pero al comérmelo se me amargaron las entrañas. Entonces se me ordenó: "Tienes que volver a profetizar acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes." (Apocalipsis 10: 9-11 NBI) Dios le dijo al apóstol Juan que tenía que comer el rollo (La Palabra). ¿Con qué finalidad? Para poder profetizar, hablar lo que Dios le estaba ordenando. La DRAE define comer como: “Masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago.” Exactamente es lo que debemos hacer al comer la Palabra de Dios: Primero debemos “masticar” bien, pero muy bien para extraer los nutrientes. Tiene que ser un proceso constante, que es equivalente a “rumiar” o “meditar” constantemente sobre La Palabra. Segundo proceso es “desmenuzar”, que sería deshacer en pequeñas partes, o examinar en detalle pidiendo a Dios revelación sobre la Palabra leída. Todo esto sucede mientras el alimento está en la boca, porque no somos pavos o avestruces para tragar todo sin masticar. El Tercer y último proceso hace que ese alimento masticado y desmenuzado pase al vientre y allí se extraen todas las sustancias nutritivas que nos dan vida. Cuando leemos la Palabra de Dios, necesitamos un proceso mental, (no meditación mental) donde vamos pensando y repensando La Palabra una y otra vez y luego la Vida de La Palabra se une a la nuestra y lo que después brotará de nuestros labios será Vida de Dios. Sólo así nos mantendremos en el rumbo preciso, exacto.
Que Dios te dé sabiduría para mantenerte en el rumbo que Él ha trazado para ti.