EL PODER DEL NOMBRE DE JESÚS
Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. "Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. (Juan 17: 11, 12)
El nombre que Jesús recibió fue la autoridad que pudo vencer el poder de Satanás, porque frente al Nombre de Dios, no hay poder que se resista. Jesús es, era y será lo que Su nombre es. Él no tenía que estar diciendo, “vengo en el nombre del Padre”, porque Él era Dios; y Satanás sabía muy bien quién era Jesús. El nombre de Dios es la autoridad de Él y la Persona de Jesucristo legítimamente tenía esa autoridad, así que podía ejercer poder sobre cualquier otro poder. Ahora bien, lo maravilloso del Cuerpo de Cristo es que Dios le ha dado autoridad, esa autoridad es Su Nombre en la Persona de Jesucristo, para quienes de verdad creen y lo aceptan; es ese Nombre que es sobre todo nombre, tanto en los cielos, en la tierra o debajo de la tierra. La Iglesia tiene la autoridad que Dios le ha dado para deshacer las obras del diablo, así como Cristo lo hacía. “El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.” (1ª Juan 3: 8b). Esta autoridad es mayor que el poder del diablo. Por ejemplo, si un minusválido tiene un cargo de autoridad en la calle para cobrarnos por el estacionamiento de nuestro vehículo, aunque no tenga la fuerza y capacidad física para obligarnos a obedecer la orden, por ser una autoridad, aunque sea en algo al parecer insignificante, nosotros debemos obedecerle, porque debido a su autoridad tiene el poder de hacernos pagar una multa o quizá algo mayor, si estamos en un país donde las leyes se cumplen por supuesto. La autoridad es superior al poder. El poder está subordinado a la autoridad, es por eso que el Nombre de Jesús está sobre cualquier otro nombre en cualquier lugar del universo y nosotros como Iglesia hemos recibido esa autoridad para usar Su Nombre.
El Señor Jesucristo ha dado a Su Cuerpo (Iglesia) Su Nombre, Su autoridad para que hagamos lo que Cristo hizo estando en la tierra y Él dijo: “Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.” (Juan 14: 12). La autoridad que Cristo dejó a Su Iglesia es para que ésta continúe Su obra y no permita que Satanás se imponga. A pesar de estar viviendo en medio de un mundo de maldad, porque este sistema está regido por el maligno, nosotros podemos declarar con firmeza y certidumbre lo que Habacuc declaró: “Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor." (Habacuc 2: 14). Este conocimiento va a ser manifiesto por la autoridad y poder que tiene Su Iglesia. Cada hija/o de Dios lleva dentro de ella/él al Espíritu Santo; es éste el mismo poder que resucitó de los muertos a Cristo Jesús. Por eso Pablo oraba por los creyentes y decía: “Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.” (Efesios 1: 18 -22 NVI).
Yo también pido que lo ojos de cada hija/o de Dios sean iluminados para que entiendan cuál es la herencia que como santos tienen, para que comprendan el poder y la autoridad que se les ha dado, para que ejerzan adecuadamente lo que Cristo les legó. La autoridad que tenemos por el derecho que nos dio Jesucristo de llevar Su Nombre, es superior al poder de Satanás. El engaño del diablo es colocar temor en los hijos de Dios y mostrarse demasiado grande como para que se lo derrote; sin embargo, nosotros sabemos que Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo (1ª Juan 4: 4). Teniendo el entendimiento de Quién está en nosotros y que Su Nombre es la autoridad máxima sobre todo nombre o poder, sometiéndonos a Él en obediencia por amor, vamos a resistir al diablo, porque éste ya fue derrotado en la cruz y fue exhibido en vergüenza ante todos los seres del universo. Con la victoria de Cristo, nosotros que nos hemos unido a Él, ya tenemos la victoria."Miren, les he dado autoridad para pisotear sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada les hará daño.” (Lucas 10: 19) No permitas que el temor te invada, no proviene de Dios, recházalo. Recuerda siempre quién eres en Cristo y qué tienes en Él. “Todas las cosas las sometió Dios debajo de sus pies y, también sobre todas las cosas, lo ha hecho cabeza de la iglesia. Así la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, está llena del que todo lo llena en todos.” (Efesios 1: 22, 23 CAS). Usa lo que tienes y saca el mayor provecho de lo que Dios te dio. Tienes autoridad sobre todo poder demoníaco. No vivas más en esclavitud, sometiéndote a los deseos de tu vieja naturaleza o del diablo porque ya Cristo te hizo libre. Rompe toda cadena de opresión en el Nombre de Jesucristo, rechaza la derrota, vive la victoria que Cristo ganó por ti y disfruta de tu herencia. Señor, abre los ojos del entendimiento de cada persona, hija/o tuyo que lea esto, para que entienda que estando en Ti, por haberte recibido y por vivir en Tu voluntad, tiene la autoridad de Tu Nombre que es superior a cualquier otro nombre. Amén.
Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo, y yo vuelvo a ti. "Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros. Mientras estaba con ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se cumpliera la Escritura. (Juan 17: 11, 12)
El nombre que Jesús recibió fue la autoridad que pudo vencer el poder de Satanás, porque frente al Nombre de Dios, no hay poder que se resista. Jesús es, era y será lo que Su nombre es. Él no tenía que estar diciendo, “vengo en el nombre del Padre”, porque Él era Dios; y Satanás sabía muy bien quién era Jesús. El nombre de Dios es la autoridad de Él y la Persona de Jesucristo legítimamente tenía esa autoridad, así que podía ejercer poder sobre cualquier otro poder. Ahora bien, lo maravilloso del Cuerpo de Cristo es que Dios le ha dado autoridad, esa autoridad es Su Nombre en la Persona de Jesucristo, para quienes de verdad creen y lo aceptan; es ese Nombre que es sobre todo nombre, tanto en los cielos, en la tierra o debajo de la tierra. La Iglesia tiene la autoridad que Dios le ha dado para deshacer las obras del diablo, así como Cristo lo hacía. “El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.” (1ª Juan 3: 8b). Esta autoridad es mayor que el poder del diablo. Por ejemplo, si un minusválido tiene un cargo de autoridad en la calle para cobrarnos por el estacionamiento de nuestro vehículo, aunque no tenga la fuerza y capacidad física para obligarnos a obedecer la orden, por ser una autoridad, aunque sea en algo al parecer insignificante, nosotros debemos obedecerle, porque debido a su autoridad tiene el poder de hacernos pagar una multa o quizá algo mayor, si estamos en un país donde las leyes se cumplen por supuesto. La autoridad es superior al poder. El poder está subordinado a la autoridad, es por eso que el Nombre de Jesús está sobre cualquier otro nombre en cualquier lugar del universo y nosotros como Iglesia hemos recibido esa autoridad para usar Su Nombre.
El Señor Jesucristo ha dado a Su Cuerpo (Iglesia) Su Nombre, Su autoridad para que hagamos lo que Cristo hizo estando en la tierra y Él dijo: “Les aseguro que el que confía en mí hará lo mismo que yo hago. Y, como yo voy a donde está mi Padre, ustedes harán cosas todavía mayores de las que yo he hecho.” (Juan 14: 12). La autoridad que Cristo dejó a Su Iglesia es para que ésta continúe Su obra y no permita que Satanás se imponga. A pesar de estar viviendo en medio de un mundo de maldad, porque este sistema está regido por el maligno, nosotros podemos declarar con firmeza y certidumbre lo que Habacuc declaró: “Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor." (Habacuc 2: 14). Este conocimiento va a ser manifiesto por la autoridad y poder que tiene Su Iglesia. Cada hija/o de Dios lleva dentro de ella/él al Espíritu Santo; es éste el mismo poder que resucitó de los muertos a Cristo Jesús. Por eso Pablo oraba por los creyentes y decía: “Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia.” (Efesios 1: 18 -22 NVI).
Yo también pido que lo ojos de cada hija/o de Dios sean iluminados para que entiendan cuál es la herencia que como santos tienen, para que comprendan el poder y la autoridad que se les ha dado, para que ejerzan adecuadamente lo que Cristo les legó. La autoridad que tenemos por el derecho que nos dio Jesucristo de llevar Su Nombre, es superior al poder de Satanás. El engaño del diablo es colocar temor en los hijos de Dios y mostrarse demasiado grande como para que se lo derrote; sin embargo, nosotros sabemos que Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo (1ª Juan 4: 4). Teniendo el entendimiento de Quién está en nosotros y que Su Nombre es la autoridad máxima sobre todo nombre o poder, sometiéndonos a Él en obediencia por amor, vamos a resistir al diablo, porque éste ya fue derrotado en la cruz y fue exhibido en vergüenza ante todos los seres del universo. Con la victoria de Cristo, nosotros que nos hemos unido a Él, ya tenemos la victoria."Miren, les he dado autoridad para pisotear sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada les hará daño.” (Lucas 10: 19) No permitas que el temor te invada, no proviene de Dios, recházalo. Recuerda siempre quién eres en Cristo y qué tienes en Él. “Todas las cosas las sometió Dios debajo de sus pies y, también sobre todas las cosas, lo ha hecho cabeza de la iglesia. Así la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, está llena del que todo lo llena en todos.” (Efesios 1: 22, 23 CAS). Usa lo que tienes y saca el mayor provecho de lo que Dios te dio. Tienes autoridad sobre todo poder demoníaco. No vivas más en esclavitud, sometiéndote a los deseos de tu vieja naturaleza o del diablo porque ya Cristo te hizo libre. Rompe toda cadena de opresión en el Nombre de Jesucristo, rechaza la derrota, vive la victoria que Cristo ganó por ti y disfruta de tu herencia. Señor, abre los ojos del entendimiento de cada persona, hija/o tuyo que lea esto, para que entienda que estando en Ti, por haberte recibido y por vivir en Tu voluntad, tiene la autoridad de Tu Nombre que es superior a cualquier otro nombre. Amén.
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