VOLVÁMONOS AL PLAN ORIGINAL DE DIOS
Así dice el Señor: "Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: No lo seguiremos." (Jer. 6: 16) Como hijos de Dios estamos diseñados para caminar por los caminos establecidos por el Señor (Lee Efesios 2: 10) y si no lo hacemos, nuestra alma no va a hallar descanso. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, para que en nuestro ser quepa Dios y no haya lugar para nadie más. Dios no se aloja a la fuerza, Él espera ser invitado y que le permitamos llenarnos a plenitud. Su mayor deseo es volvernos a Su Semejanza nuevamente, para que nos parezcamos a Su Hijo Jesucristo. Cuando Dios creó a Adán, lo creó como Él y le dio un reino, le dio este planeta Tierra, para que gobernara con autoridad divina y estableciera los principios de Dios, pero el hombre entregó su autoridad a Satanás y llegó a ser esclavo de él. No obstante, Dios, que no cambia, levantó al segundo Adán, Jesucristo, que restauró lo perdido por el primer Adán y nos dio nuevamente el dominio de este planeta para que establezcamos Sus principios sobre él, para que demos a conocer Su Reino. Cuando Cristo, el segundo Adán, vino a la tierra, estableció el Reino de Dios sobre los principios fundamentales de Dios, sobre Su Palabra, porque cielo y tierra pasarán, pero Su Palabra nunca pasará. Jesús hizo la voluntad de Dios, vivió Su Palabra.
Al principio Dios colocó a Adán en un huerto y allí habían dos árboles: el Árbol de la Vida y el de la ciencia del bien y del mal. Dios le encargó no comer del último, del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque indefectiblemente moriría. Adán no obedeció y la muerte se apoderó de él, porque comió muerte. Fue expulsado del huerto para que no comiese del Árbol de la Vida y viviese por siempre en pecado. Desde ese momento el hombre no podía tener acceso al Árbol de la Vida y empezó a hacer su propia obra, conforme él había elegido; pero a pesar de eso, Dios mantuvo una generación justa que decidió seguir Sus mandamientos y les dio revelación para que pudieran comprender cómo vivir en obediencia a Dios. De esa generación vino Jesucristo, el Justo, para devolvernos lo que el hombre perdió en el Edén. ¿Qué perdió? El acceso al Árbol de la Vida. Este acceso nos lleva al descanso en Dios.
Por el poder del Justo, por el sacrificio en la cruz del Calvario, Jesús nos dio nuevamente acceso al Árbol de la Vida, nos dio acceso a Su Vida y se plantó en el centro de nuestro huerto, en nuestro espíritu, para que al comer cada día de Él, la muerte que fue plantada en nuestro ser, debido a la desobediencia de un hombre, empiece a ser expulsada de nuestro huerto, mientras es desarrollado Cristo como el Árbol de la Vida. El comer de Cristo fortalece Su vida en nosotros y nos otorga Vida verdadera. Él es el tronco de la Vid y nosotros las ramas que nos alimentamos de Su Vida para dar frutos y ser de alimento a otros haciendo la voluntad de Dios y enseñándola.
Los “senderos antiguos” son los decretados desde la eternidad hasta la eternidad y se nos manifestó en el principio, cunado Dios creó al hombre y le dijo: “Puedes comer de todos los árboles de tu jardín, pero NO comas del árbol de la ciencia del bien y del mal porque morirás”. El Árbol de la Vida estaba al alcance del hombre, juntamente con los otros árboles, disponible para que él coma, pero tomó una mala decisión y desechó lo bueno para probar lo malo y cuando probó lo malo, recién se dio cuenta cuán malo era y cuán mala fue su decisión. El hombre tenía la Vida a su alcance y no la tomó. Ahora esa Vida, Jesucristo, está a tu alcance para que la tomes todos los días y comas de Ella y te desarrolles y vivas para siempre. Este Árbol de Vida es mencionado sólo en el Génesis y el Apocalipsis; al principio y al final de la Palabra de Dios, porque Él es el Alfa y la Omega. Existe alusiones a este árbol en toda la Escritura, pero en una forma muy clara lo vemos en el principio y el final de Ella.
"El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios. (Apocalipsis 2: 7) A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones." (22: 2) "Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad." (22:14) Los vencedores tendrán acceso a ese Árbol y vivirán en salud y entrarán por las puertas de la nueva Jerusalén. Tú eres un vencedor en Cristo, eres el huerto de Dios y Su Vida está en medio de ti. Sus corrientes fluyen en ti para vida, y la plenitud de Dios está en ti. Eres la atmósfera donde se mueve el Espíritu de Dios y Su luz resplandece en la oscuridad. Cuanta más Vida de Dios introduzcas en ti, menos de ti permanecerá, entonces brillará tu luz y el yugo de opresión se pudrirá y regarás tu huerto con las corrientes del río de Dios y beberás de Él y serás saciado, entonces, de tu interior brotarán ríos de agua que producen vida, porque el Espíritu de Dios es la Vida de Dios que está en ti y se mueve y sale para llenar la tierra con la gloria de Dios. Tú tienes esa gloria, no la busques fuera de ti, hazla salir, es el fruto de Dios ( Lee Gálatas 5: 22,23) para dar vida a las naciones, porque Dios quiere manifestar Su gloria y sólo puede hacerlo a través de ti, porque hemos sido creados en Cristo para alabanza de Su gloria y para andar en los caminos que Él ya preparó para nosotros. (Lee Efesios 1: 12 y 2: 10).
"Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!" (Sal. 1: 1-3) "Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia." (Prov 3: 11) "Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen!" (3:18) "Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones." (Is 61: 3b y4) Dios nos ha llamado a ser árboles de vida, entonces debemos nutrimos de la Vida de Dios cada día y dar de esa Vida a las personas, para mostrar Su gloria a las naciones y así reedificaremos lo que fue destruido por el pecado en el Edén y traeremos lo establecido por Dios desde el principio, para que sólo Dios sea glorificado, pues sólo Él debe ser visto, porque es necesario que nosotros mengüemos para que Cristo crezca y sea visto a través de nosotros.
Así dice el Señor: "Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: No lo seguiremos." (Jer. 6: 16) Como hijos de Dios estamos diseñados para caminar por los caminos establecidos por el Señor (Lee Efesios 2: 10) y si no lo hacemos, nuestra alma no va a hallar descanso. Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, para que en nuestro ser quepa Dios y no haya lugar para nadie más. Dios no se aloja a la fuerza, Él espera ser invitado y que le permitamos llenarnos a plenitud. Su mayor deseo es volvernos a Su Semejanza nuevamente, para que nos parezcamos a Su Hijo Jesucristo. Cuando Dios creó a Adán, lo creó como Él y le dio un reino, le dio este planeta Tierra, para que gobernara con autoridad divina y estableciera los principios de Dios, pero el hombre entregó su autoridad a Satanás y llegó a ser esclavo de él. No obstante, Dios, que no cambia, levantó al segundo Adán, Jesucristo, que restauró lo perdido por el primer Adán y nos dio nuevamente el dominio de este planeta para que establezcamos Sus principios sobre él, para que demos a conocer Su Reino. Cuando Cristo, el segundo Adán, vino a la tierra, estableció el Reino de Dios sobre los principios fundamentales de Dios, sobre Su Palabra, porque cielo y tierra pasarán, pero Su Palabra nunca pasará. Jesús hizo la voluntad de Dios, vivió Su Palabra.
Al principio Dios colocó a Adán en un huerto y allí habían dos árboles: el Árbol de la Vida y el de la ciencia del bien y del mal. Dios le encargó no comer del último, del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque indefectiblemente moriría. Adán no obedeció y la muerte se apoderó de él, porque comió muerte. Fue expulsado del huerto para que no comiese del Árbol de la Vida y viviese por siempre en pecado. Desde ese momento el hombre no podía tener acceso al Árbol de la Vida y empezó a hacer su propia obra, conforme él había elegido; pero a pesar de eso, Dios mantuvo una generación justa que decidió seguir Sus mandamientos y les dio revelación para que pudieran comprender cómo vivir en obediencia a Dios. De esa generación vino Jesucristo, el Justo, para devolvernos lo que el hombre perdió en el Edén. ¿Qué perdió? El acceso al Árbol de la Vida. Este acceso nos lleva al descanso en Dios.
Por el poder del Justo, por el sacrificio en la cruz del Calvario, Jesús nos dio nuevamente acceso al Árbol de la Vida, nos dio acceso a Su Vida y se plantó en el centro de nuestro huerto, en nuestro espíritu, para que al comer cada día de Él, la muerte que fue plantada en nuestro ser, debido a la desobediencia de un hombre, empiece a ser expulsada de nuestro huerto, mientras es desarrollado Cristo como el Árbol de la Vida. El comer de Cristo fortalece Su vida en nosotros y nos otorga Vida verdadera. Él es el tronco de la Vid y nosotros las ramas que nos alimentamos de Su Vida para dar frutos y ser de alimento a otros haciendo la voluntad de Dios y enseñándola.
Los “senderos antiguos” son los decretados desde la eternidad hasta la eternidad y se nos manifestó en el principio, cunado Dios creó al hombre y le dijo: “Puedes comer de todos los árboles de tu jardín, pero NO comas del árbol de la ciencia del bien y del mal porque morirás”. El Árbol de la Vida estaba al alcance del hombre, juntamente con los otros árboles, disponible para que él coma, pero tomó una mala decisión y desechó lo bueno para probar lo malo y cuando probó lo malo, recién se dio cuenta cuán malo era y cuán mala fue su decisión. El hombre tenía la Vida a su alcance y no la tomó. Ahora esa Vida, Jesucristo, está a tu alcance para que la tomes todos los días y comas de Ella y te desarrolles y vivas para siempre. Este Árbol de Vida es mencionado sólo en el Génesis y el Apocalipsis; al principio y al final de la Palabra de Dios, porque Él es el Alfa y la Omega. Existe alusiones a este árbol en toda la Escritura, pero en una forma muy clara lo vemos en el principio y el final de Ella.
"El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios. (Apocalipsis 2: 7) A cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce cosechas al año, una por mes; y las hojas del árbol son para la salud de las naciones." (22: 2) "Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de la ciudad." (22:14) Los vencedores tendrán acceso a ese Árbol y vivirán en salud y entrarán por las puertas de la nueva Jerusalén. Tú eres un vencedor en Cristo, eres el huerto de Dios y Su Vida está en medio de ti. Sus corrientes fluyen en ti para vida, y la plenitud de Dios está en ti. Eres la atmósfera donde se mueve el Espíritu de Dios y Su luz resplandece en la oscuridad. Cuanta más Vida de Dios introduzcas en ti, menos de ti permanecerá, entonces brillará tu luz y el yugo de opresión se pudrirá y regarás tu huerto con las corrientes del río de Dios y beberás de Él y serás saciado, entonces, de tu interior brotarán ríos de agua que producen vida, porque el Espíritu de Dios es la Vida de Dios que está en ti y se mueve y sale para llenar la tierra con la gloria de Dios. Tú tienes esa gloria, no la busques fuera de ti, hazla salir, es el fruto de Dios ( Lee Gálatas 5: 22,23) para dar vida a las naciones, porque Dios quiere manifestar Su gloria y sólo puede hacerlo a través de ti, porque hemos sido creados en Cristo para alabanza de Su gloria y para andar en los caminos que Él ya preparó para nosotros. (Lee Efesios 1: 12 y 2: 10).
"Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!" (Sal. 1: 1-3) "Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia." (Prov 3: 11) "Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen!" (3:18) "Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones." (Is 61: 3b y4) Dios nos ha llamado a ser árboles de vida, entonces debemos nutrimos de la Vida de Dios cada día y dar de esa Vida a las personas, para mostrar Su gloria a las naciones y así reedificaremos lo que fue destruido por el pecado en el Edén y traeremos lo establecido por Dios desde el principio, para que sólo Dios sea glorificado, pues sólo Él debe ser visto, porque es necesario que nosotros mengüemos para que Cristo crezca y sea visto a través de nosotros.
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