martes, 7 de abril de 2009

SEMBRANDO

SEMBRANDO

En la tierra floreciente de tu vida, quiero sembrar la semilla del saber, abonarla con amor, regarla con placer. De la semilla que otros sembraron en mí, ha brotado lo que hoy deposito en ti.
Quiero que esta semilla germine en tu tierra, que crezca la espiga dorada, que se meza con el viento, se confunda con el sol; que cada grano del saber depositado en ti, se esparza por la tierra, dé vida al hambriento, crezca y fructifique por el mundo, que colme esta tierra con amor.

Cuando ya estén mis ojos cansados de contemplar la vida, pueda ver en ti, una parte de mi ser resplandeciendo por el mundo, esparciendo la semilla que un día he sembrado en ti.

Cuando la lluvia moje tu tierra para que esta semilla brote, no mires la tempestad, empápate de cada gota del saber y elévate hasta el cielo, donde puedas ver a Dios.

Cuando la brisa bese tu vida y acaricie tus pensamientos, no mires al huracán que se avecina, disfruta de la brisa, mientras ella esté contigo.

Si el huracán azota tu vida, no te aflijas. Él llevará tus semillas, tan lejos, como tú nunca lo hubieras imaginado.

Permanezcamos tú y yo sembrando la semilla del amor, obedeciendo al mandato de nuestro Señor, que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado.

Que la semilla dorada de la fe en Jesús, crezca en ti, para que otros puedan ver Su luz.
Con amor,
María Elena

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