GUARDA TU BOCA
"Pon, Señor, un guardia en mi boca, y un candado que cierre enteramente mis labios. No permitas que se deslice mi corazón a palabras maliciosas, para pretextar excusas en los pecados, como hacen los hombres malvados; en sus delicias no quiero tomar parte." (Salmo 141: 3, 4 TA)
Nuestros pensamientos se expresan por palabras y se gestan dentro de nosotros, de ahí es que debemos guardar diligentemente nuestros pensamientos y pedirle a Dios que nos ayude en nuestra decisión. En la oración, del Padre nuestro, después de dirigirnos a Dios, lo primero que se pide es: “venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.” (Mateo 6: 10 TA). El reino de Dios tiene que invadir nuestros pensamientos, para que hagamos la voluntad de Dios en nuestras vidas. Pero ¿qué es el reino de Dios? Es Su gobierno en nosotros. Al pedirle de corazón que venga el reino de Dios y se haga Su voluntad, le estamos diciendo gobierna nuestros pensamientos, porque es de allí que sale todo lo que vamos a hacer después. Nuestros pensamientos son un potencial dentro de nosotros y las palabras son la potencia que sale de nuestra boca para producir algo que puede ser bueno o malo; por eso es que nuestro hablar es de suma importancia. Cada uno de nosotros se alimenta de sus propias palabras. “Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”. (Proverbios 18: 20, 21) Hay tremendo poder en lo que decimos y de esas palabras nos alimentamos y producimos vida o muerte. Si hablamos las Palabras de Dios, tendremos vida y daremos vida a los demás.
"O bien decid que el árbol es bueno, y bueno su fruto; o si tenéis el árbol por malo tened también por malo su fruto, ya que por el fruto se conoce la calidad del árbol. ¡Oh raza de víboras! ¿Cómo es posible que vosotros habléis cosa buena, siendo, como sois, malos? Puesto que de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre de bien, del buen fondo de su corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, de su mal fondo saca cosas malas. Yo os digo que hasta de cualquier palabra ociosa que hablaren los hombres han de dar cuenta el día del juicio. Porque por tus palabras habrás de ser justificado, y por tus palabras condenado." (Mateo 12: 33-37 TA) Al árbol se lo reconoce por sus frutos y a las personas por sus palabras. Nuestras palabras son frutos que se han generado en nuestros pensamientos; por eso le debemos pedir a Dios que no nos deje caer en tentación y que nos libre del mal; pero Él sólo puede actuar si nosotros decidimos que Él tome control de nuestras vidas, para ello, no demos dar rienda suelta a nuestros pensamientos, sino pensar “todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, o santifica, todo lo que os haga amables, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda disciplina loable” (Filipenses 4: 8 TA). El controlar los pensamientos está en nosotros y sobre ese control, Dios recién actuará, porque Él respeta nuestras decisiones, sean éstas buenas o malas. Dentro de nosotros se van gestando las palabras y de allí salen y van a definir nuestro destino, porque es por nuestras palabras que vamos a ser justificados o condenados.
"¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo." (Romanos 10: 8-10 NVI). Es por lo que creemos dentro de nosotros, que vamos a ser justificados y por lo que hablamos vamos a ser salvos. Todo lo que hablemos debe estar de acuerdo con la Palabra de Dios, de lo contrario vamos a estar en problemas. ¿No es cierto que muchas veces nos hemos metido en problemas por hablar a la ligera? Pongamos atención a nuestros pensamientos. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios.” (Proverbios 4: 23, 24) Nuestros pensamientos son como un manantial que debe servir para darnos vida, pero si lo contaminamos, pensando lo contrario a la Palabra de Dios, producirá en nosotros, muerte. Nuestros pensamientos y nuestras palabras están íntimamente ligados.
Dios le dijo a Josué que para poder conquistar la tierra Prometida debía hacer lo siguiente: "Tu boca hable de continuo del libro de esta ley, y medita de día y de noche lo que en él se contiene, a fin de guardar y cumplir todas las cosas en él escritas; con lo cual irás por el recto camino, y procederás sabiamente." (Josué 1: 8 TA) Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. (Josué 1: 8 NVI) El éxito de nuestra vida depende que hablemos y meditemos en lo que Dios tiene para nosotros; hablar lo contrario, es hablar fracaso y no hemos sido creados y rescatados para vivir en fracaso. Dios nos ha hecho para tener éxito en todo, pero esto depende de lo que pensamos; si nuestros pensamientos están de acuerdo con los de Dios, porque hemos permitido que Su reino nos gobierne, vamos a tener éxito, si no, vamos a fracasar. El diablo es un fracasado porque no se sujetó a pensar como Dios. "En cambio nosotros, los hijos de Dios, tenemos la mente de Cristo para pensar Sus pensamientos." (1ª Corintios 2: 16). Sujetémonos a Dios y pensemos en Su Palabra todo el tiempo, para que ésta brote de nuestra boca y nos conduzca por el camino de santidad y alcancemos las promesas que Dios ya tiene establecidas para nosotros. Seamos sabios y dejemos que sea Dios quien gobierne nuestra vida. Ofrezcamos cada día a Dios palabras que broten de un corazón agradecido y lleno de fe en Su Palabra. Que Dios nos dé entendimiento y empecemos a pensar los pensamientos de Dios.
"Pon, Señor, un guardia en mi boca, y un candado que cierre enteramente mis labios. No permitas que se deslice mi corazón a palabras maliciosas, para pretextar excusas en los pecados, como hacen los hombres malvados; en sus delicias no quiero tomar parte." (Salmo 141: 3, 4 TA)
Nuestros pensamientos se expresan por palabras y se gestan dentro de nosotros, de ahí es que debemos guardar diligentemente nuestros pensamientos y pedirle a Dios que nos ayude en nuestra decisión. En la oración, del Padre nuestro, después de dirigirnos a Dios, lo primero que se pide es: “venga tu reino; hágase tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo.” (Mateo 6: 10 TA). El reino de Dios tiene que invadir nuestros pensamientos, para que hagamos la voluntad de Dios en nuestras vidas. Pero ¿qué es el reino de Dios? Es Su gobierno en nosotros. Al pedirle de corazón que venga el reino de Dios y se haga Su voluntad, le estamos diciendo gobierna nuestros pensamientos, porque es de allí que sale todo lo que vamos a hacer después. Nuestros pensamientos son un potencial dentro de nosotros y las palabras son la potencia que sale de nuestra boca para producir algo que puede ser bueno o malo; por eso es que nuestro hablar es de suma importancia. Cada uno de nosotros se alimenta de sus propias palabras. “Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”. (Proverbios 18: 20, 21) Hay tremendo poder en lo que decimos y de esas palabras nos alimentamos y producimos vida o muerte. Si hablamos las Palabras de Dios, tendremos vida y daremos vida a los demás.
"O bien decid que el árbol es bueno, y bueno su fruto; o si tenéis el árbol por malo tened también por malo su fruto, ya que por el fruto se conoce la calidad del árbol. ¡Oh raza de víboras! ¿Cómo es posible que vosotros habléis cosa buena, siendo, como sois, malos? Puesto que de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre de bien, del buen fondo de su corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, de su mal fondo saca cosas malas. Yo os digo que hasta de cualquier palabra ociosa que hablaren los hombres han de dar cuenta el día del juicio. Porque por tus palabras habrás de ser justificado, y por tus palabras condenado." (Mateo 12: 33-37 TA) Al árbol se lo reconoce por sus frutos y a las personas por sus palabras. Nuestras palabras son frutos que se han generado en nuestros pensamientos; por eso le debemos pedir a Dios que no nos deje caer en tentación y que nos libre del mal; pero Él sólo puede actuar si nosotros decidimos que Él tome control de nuestras vidas, para ello, no demos dar rienda suelta a nuestros pensamientos, sino pensar “todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que respira pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, o santifica, todo lo que os haga amables, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda disciplina loable” (Filipenses 4: 8 TA). El controlar los pensamientos está en nosotros y sobre ese control, Dios recién actuará, porque Él respeta nuestras decisiones, sean éstas buenas o malas. Dentro de nosotros se van gestando las palabras y de allí salen y van a definir nuestro destino, porque es por nuestras palabras que vamos a ser justificados o condenados.
"¿Qué afirma entonces? "Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón." Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo." (Romanos 10: 8-10 NVI). Es por lo que creemos dentro de nosotros, que vamos a ser justificados y por lo que hablamos vamos a ser salvos. Todo lo que hablemos debe estar de acuerdo con la Palabra de Dios, de lo contrario vamos a estar en problemas. ¿No es cierto que muchas veces nos hemos metido en problemas por hablar a la ligera? Pongamos atención a nuestros pensamientos. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de labios.” (Proverbios 4: 23, 24) Nuestros pensamientos son como un manantial que debe servir para darnos vida, pero si lo contaminamos, pensando lo contrario a la Palabra de Dios, producirá en nosotros, muerte. Nuestros pensamientos y nuestras palabras están íntimamente ligados.
Dios le dijo a Josué que para poder conquistar la tierra Prometida debía hacer lo siguiente: "Tu boca hable de continuo del libro de esta ley, y medita de día y de noche lo que en él se contiene, a fin de guardar y cumplir todas las cosas en él escritas; con lo cual irás por el recto camino, y procederás sabiamente." (Josué 1: 8 TA) Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. (Josué 1: 8 NVI) El éxito de nuestra vida depende que hablemos y meditemos en lo que Dios tiene para nosotros; hablar lo contrario, es hablar fracaso y no hemos sido creados y rescatados para vivir en fracaso. Dios nos ha hecho para tener éxito en todo, pero esto depende de lo que pensamos; si nuestros pensamientos están de acuerdo con los de Dios, porque hemos permitido que Su reino nos gobierne, vamos a tener éxito, si no, vamos a fracasar. El diablo es un fracasado porque no se sujetó a pensar como Dios. "En cambio nosotros, los hijos de Dios, tenemos la mente de Cristo para pensar Sus pensamientos." (1ª Corintios 2: 16). Sujetémonos a Dios y pensemos en Su Palabra todo el tiempo, para que ésta brote de nuestra boca y nos conduzca por el camino de santidad y alcancemos las promesas que Dios ya tiene establecidas para nosotros. Seamos sabios y dejemos que sea Dios quien gobierne nuestra vida. Ofrezcamos cada día a Dios palabras que broten de un corazón agradecido y lleno de fe en Su Palabra. Que Dios nos dé entendimiento y empecemos a pensar los pensamientos de Dios.
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