domingo, 1 de febrero de 2009

YO SOY ASÍ

YO SOY ASÍ
"Por lo tanto, hermanos, yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto." (Romanos 12: 1, 2 BPD)

Muchas veces hemos puesto como excusa para no cambiar algunos hábitos que son desagradables o que lastiman a otros, diciendo: “Yo soy así”. Estúpida Excusa. Nadie es un producto terminado, siempre somos susceptibles al cambio. Desde que nacemos estamos en un proceso de cambio, tanto físico, como psicológico y espiritual. Somos seres amoldables, es decir que nos pueden introducir en un molde o nosotros decidimos introducirnos en él, pero esto no significa que no podamos salir de él. Dios nos creó muy inteligentes y capaces de darnos cuenta cómo estamos actuando, a pesar de haber pasado por circunstancias que nos han forjado torcidamente y que parece difícil de destorcer. Dios nos ha creado con capacidad de decidir. Así que podemos decidir seguir como somos o cambiar. Generalmente nos sometemos a cambios físicos y queremos guardar la apariencia frente a los demás, pero el cambio más importante que debemos hacer es el interno, es nuestra forma de pensar, porque es ahí, en la mente, donde se construyen fortalezas que son defensas que impiden que entre la manera de pensar de Cristo. Una de esas fortalezas es decir: “yo soy así”, esto produce en nosotros un bloqueo que obstruye el paso a lo que Dios quiere para nosotros.

Como seres humanos somos el resultado de un sin número de estereotipos, ideas, que van adecuando nuestra forma de pensar de un modo tal, que vamos adquiriendo hábitos y costumbres formando nuestra personalidad y carácter. Creemos que somos así y que no vamos a poder cambiar, entonces nos conformamos con esa idea y fortalecemos esta creencia impidiendo el cambio. La Palabra de Dios dice que nos transformemos, que cambiemos nuestra forma de pensar; si la Biblia dice eso, es porque es posible hacerlo, y por supuesto que Dios no lo va a hacer por nosotros, porque es nuestra responsabilidad cambiar lo torcido en nosotros. Ahora bien, si decidimos cambiar y le pedimos la ayuda a Dios, Él nos ayudará, mostrando qué áreas de nuestro carácter tienen que ser cambiados. Lo primero que tenemos que hacer es cambiar nuestra forma de pensar y pensar como hijos de Dios que no se conforman a este sistema. Cuando empezamos a pensar los pensamientos de Cristo, vamos a darnos cuenta que la voluntad de Dios siempre es buena para nosotros; es agradable, que va a producir en nosotros placer, aunque al comienzo no podamos entenderlo y también es perfecta, es lo mejor para nosotros, porque es Su voluntad la que nos va a llevar a feliz término.

“Traten de imitar a Dios, como hijos suyos muy queridos. No se dejen engañar por falsas razones: todo eso atrae la ira de Dios sobre los que se resisten a obedecerle. Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas que saben aprovechar bien el momento presente, porque estos tiempos son malos. No sean irresponsables, sino traten de saber cuál es la voluntad del Señor.” (Efesios 5: 1, 6, 15, 16, 17 BPD). El único molde al que debemos amoldarnos es al molde de Dios, debemos imitar Su forma de pensar, hablar y actuar; entonces vamos a poder cambiar, dejando de ser como somos para que seamos lo que Dios quiere que seamos. Esto es posible estudiando, escudriñando y meditando la Palabra de Dios. No en vano Dios le dijo a Josué: “Que el libro de esta Ley nunca se aparte de ti: medítalo día y noche, para obrar fielmente en todo conforme a lo que está escrito en él. Así harás prosperar tus empresas y tendrás éxito.” (Josué 1: 8 BPD). El cambio de toda estructura mental que torció nuestra personalidad y destino, radica en introducirse día y noche en la Palabra de Dios, para conocer Su voluntad y seguirla fielmente.

No nos dejemos engañar por falsas razones, tales como: “Yo soy así”, o “yo no puedo cambiar, tienen que comprenderme”. Cuando razonamos así, estamos atrayendo sobre nosotros la ira de Dios, porque no estamos queriendo sujetarnos a Él para enderezar nuestro camino, sino que nos aferramos a lo torcido e insistimos que somos así, cuando en realidad, si es que somos hijos de Dios, ya no somos lo que éramos, por eso no debemos aceptar nada que no es recto o injusto en nosotros. “Escucha, hijo mío, y te harás sabio, y enderezarás tu corazón por el buen camino.” (Proverbios 23: 19) Cuidemos nuestra forma de comportarnos y seamos responsables buscando la voluntad de Dios en todo, para ello necesitamos ofrecernos a Dios como víctima para el sacrificio, así como Cristo se ofreció por nosotros y no vino a hacer Su voluntad, sino la del Padre. Jesús era Dios, pero no usó esa condición como excusa para hacer lo que quería, sino que se humilló y obedeció en todo al Padre. No somos un producto terminado, estamos en proceso de cambio, “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo.” (Efesios 4: 13 BPD). "Estoy firmemente convencido de que aquel que comenzó en ustedes la buena obra la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús." (Filipenses 1: 6 BPD) ¡Aleluya! Dios está trabajando en nosotros hasta completarnos. Somos barro en Sus manos, dejemos que Él nos amolde conforme a Su carácter. No nos resistamos diciendo: Yo soy así”. Dejemos que Dios trabaje en nosotros.

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