“¡Espántense, cielos, ante esto! ¡Tiemblen y queden horrorizados! afirma el Señor. "Dos son los pecados que ha cometido mi pueblo: Me han abandonado a mí, fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (Jeremías 2: 12, 13 NVI)
El agua que consumimos para beber y preparar nuestros alimentos, no está totalmente libre de contaminación, es más, si queremos beberla con mayor seguridad, debemos hervirla muy bien. Actualmente hay mucha contaminación en las aguas a nivel mundial. En algunos países más industrializados se purifica el agua por medio de ciertos procesos y se la vuelve totalmente potable, la gente puede beberla de la cañería sin temor alguno. Dios nos ofrece el agua pura que es Su Palabra para que nosotros saciemos nuestra sed espiritual; sin embargo, el ser humano en su deseo de encontrar a Dios empieza a inventar modos o formas de hallarlo que no satisfacen al espíritu, porque nuestro espíritu sólo se sacia con el Agua pura de Dios (Su Palabra). Al hacer esto están rechazando el agua potable de Dios y están cavando sus propios pozos que no pueden retener agua y cada vez se esfuerzan más y más por encontrar a Dios inventando un sin fin de formas o rituales que lo único que hacen es alejarlos de la Verdadera Fuente de Vida, Jesucristo.
“Vino, pues, a una ciudad de Samaria que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo. Y estaba allí la fuente de Jacob. Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dice: Dame de beber. (Porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.) Y la mujer samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieses el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú pedirías de él, y él te daría agua viva. La mujer le dice: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed; sino [que] el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dice: Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla. Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer, y le dijo: No tengo marido. Le dice Jesús: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dice la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde es necesario adorar. Le dice Jesús: Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque [la] salud viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales [adoradores] busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en Espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dice la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo; cuando él viniere nos declarará todas las cosas. Le dice Jesús: Yo Soy, que hablo contigo.” (Juan 4: 5-26 RV 2000)
Una mujer sedienta fue a buscar agua al pozo que sus antepasados habían cavado y del cual bebían ella y todos los de ese lugar. Nunca pensó que en su búsqueda por saciar su sed, ella y después, por su intermedio, los del lugar, encontrarían a la Fuente De Agua Viva. El pozo del cual bebían nunca los iba a saciar, porque espiritualmente estaban bebiendo de un pozo hecho de religiosidad. Jesús fue a romper esa estructura en la que ellos estaban sumergidos por años. Él le mostró a esta mujer sedienta de amor, el verdadero amor, que sólo lo encontraría en la Fuente de Agua Viva, en Jesucristo, a quien esta mujer tenía frente a ella y no lo sabía. Jesús entonces tuvo que confrontarla con una realidad poco agradable para la samaritana, pero era la única forma de hacerla ver a Quién tenía frente a ella. Cuando esta mujer reconoció al Mesías, no se quedó callada, fue a buscar a sus conocidos para darles las buenas nuevas y que ellos encuentren el Agua de Vida.
Muchas veces para saciar la sed de Dios -aunque no se den cuenta- las personas buscan refugios en telenovelas, lecturas impropias, películas violentas o pornográficas, ritos, magia, etc. y se van alimentado de esos “entretenimientos” del diablo, que no son otra cosa que pozos contaminados, que cada vez más y más van minado la salud espiritual y mental de la gente. “Las palabras del Señor son puras, son como la plata refinada, siete veces purificada en el crisol.” (Salmo 12: 6) Sin dejar de lado las distracciones sanas, es importante que vayamos siempre a la Fuente de Agua Pura, la Biblia. Nuestro cuerpo necesita agua para sobrevivir y agua pura para vivir bien y nos esforzamos por darle lo mejor. De la misma manera nuestra alma necesita beber del Agua de Vida, pura y sin contaminación. No sólo sacia nuestra sed de Dios, sino que va limpiando y purificando todo nuestro ser. “En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: ¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía.” (Juan 7: 37-39 NVI). “Con alegría sacarán ustedes aguas de la fuente de salvación.” (Isaías 12: 3). “Él la purificó, lavándola con agua mediante la palabra…” (Efesios 5: 26). “Ya todo está hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed le daré a beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida.” (Apocalipsis 21: 6) Sacia tu sed en esa Fuente, en la Fuente de Vida que es Jesucristo, ya no busques pozos contaminados y declara: “¡Cuán dulces son a mi paladar Tus palabras!, Sí, más que la miel a mi boca… Es muy pura tu palabra, y tu siervo la ama” (Salmo 119: 103, 140) Lee la Biblia, ella saciará tu sed de Dios.