CRISTO NOS DIO LA VICTORIA PARA QUE VIVAMOS EN VICTORIA
"Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Les digo esto para que nadie los engañe con argumentos capciosos. Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo. Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud. Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos. Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal." (Colosenses 2: 2-15 –NVI)
Cristo vino a libertar a los cautivos y ya lo logró en la cruz del Calvario, anulando la deuda que teníamos y que iba en contra de nuestra libertad, clavándola en la cruz; además desarmó a todos los poderes diabólicos humillándolos públicamente en Su desfile triunfal. ¡ALELUYA! El diablo no quiere que sepamos que él ya está desarmado, no tiene ningún argumento en contra nuestra; su derrota ya ha sido consumada en la cruz del Calvario. Somos libres en Cristo y victoriosos en Él para poder disfrutar en este mundo de la victoria que nuestro Gran Héroe logró por nosotros; ya no somos esclavos, ni estamos en esclavitud. “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. (Juan 8:32). Quien nos lleva al conocimiento de la verdad es el Espíritu Santo. “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.” (Juan 16: 13) Es importante tener una relación estrecha con el Amado Espíritu de Dios, quien vive en nosotros quienes hemos recibido a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas.
“Entendamos bien esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado junto con Cristo, a fin de que fuera destruido el cuerpo del pecado, para que no seamos esclavos del pecado nunca más… Emancipados del pecado, os habéis convertido en esclavos de la justificación.” (Romanos 6: 6, 18 - CAB) Ya es tiempo de entender que nuestra vieja naturaleza fue clavada en la cruz, por lo tanto ya no tiene potestad en nosotros, porque ya no pertenecemos a la naturaleza adámica; ahora somos del Victorioso, de Cristo Jesús, es Su naturaleza la que hemos recibido para poder vivir en libertad y nunca más ser esclavos del pecado. Dios te ha dado la capacidad de entender, de razonar para que puedas captar (arrebatar) lo que Cristo te otorgó en la cruz del Calvario. No permitamos que los demonios gobiernen nuestro ser, nenoa aún nuestros pensamientos, porque es en los pensamientos que ellos quieren hacer su guarida. Atrapa tus pensamientos y llévalos cautivos para que se sometan a Cristo (2ª Corintios 10:5). Todo es posible en Cristo, en el cual tú ya estás crucificado; por tanto, no mires tu imposibilidad, sino, mira la tremenda posibilidad que tienes en Jesús. Sométete a Él y renuncia de una vez a toda atadura a la que el diablo quiere otra vez someterte. Recuerda: Cristo es Victorioso, el diablo es un perdedor. ¿En quién estás tú, en el Victorioso o en el derrotado? Si es en el Victorioso, entonces empieza a vivir tu victoria. Disfruta lo que ya Jesús logró por ti. Gózate en Él y ya no te fijes en lo que el derrotado quiere hacerte; él es un derrotado y tú eres un victorioso en Cristo. Mira la Roca en la cual estás protegido, el diablo no la puede escalar. Pídele al Espíritu Santo que te dé entendimiento y disfruta de tu victoria, el Espíritu Santo te llevará a la perfecta comprensión de lo que Cristo logró en la cruz del Calvario.
"Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: "Maldito todo el que es colgado de un madero."Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa… Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se conceda a los que creen. Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa." (Gálatas 3: 13,14, 22-29)
Es por medio de la fe que obtenemos la promesa. La fe es espiritual, no racional; la fe hace que nos regocijemos en Dios por lo que Cristo logró para nosotros. La fe nos permite mirar al dador de la promesa y no mirar al ladrón de promesas, es decir al diablo. La fe mantiene nuestros ojos fijos en Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12: 2). Por medio de la fe atrapamos lo que Dios ya tiene para nosotros. Nuestra fe está anclada en Cristo y aunque el viento azote nuestra barca, sabemos que el que nos sostiene, jamás nos soltará. Recuerda: “El justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4) ¿Quieres vivir? Activa tu fe.
"Quiero que sepan qué gran lucha sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente. Quiero que lo sepan para que cobren ánimo, permanezcan unidos por amor, y tengan toda la riqueza que proviene de la convicción y del entendimiento. Así conocerán el misterio de Dios, es decir, a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Les digo esto para que nadie los engañe con argumentos capciosos. Aunque estoy físicamente ausente, los acompaño en espíritu, y me alegro al ver su buen orden y la firmeza de su fe en Cristo. Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud. Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. Además, en él fueron circuncidados, no por mano humana sino con la circuncisión que consiste en despojarse del cuerpo pecaminoso. Esta circuncisión la efectuó Cristo. Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo. En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios, quien lo resucitó de entre los muertos. Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal." (Colosenses 2: 2-15 –NVI)
Cristo vino a libertar a los cautivos y ya lo logró en la cruz del Calvario, anulando la deuda que teníamos y que iba en contra de nuestra libertad, clavándola en la cruz; además desarmó a todos los poderes diabólicos humillándolos públicamente en Su desfile triunfal. ¡ALELUYA! El diablo no quiere que sepamos que él ya está desarmado, no tiene ningún argumento en contra nuestra; su derrota ya ha sido consumada en la cruz del Calvario. Somos libres en Cristo y victoriosos en Él para poder disfrutar en este mundo de la victoria que nuestro Gran Héroe logró por nosotros; ya no somos esclavos, ni estamos en esclavitud. “Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. (Juan 8:32). Quien nos lleva al conocimiento de la verdad es el Espíritu Santo. “Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir.” (Juan 16: 13) Es importante tener una relación estrecha con el Amado Espíritu de Dios, quien vive en nosotros quienes hemos recibido a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas.
“Entendamos bien esto: que nuestro hombre viejo fue crucificado junto con Cristo, a fin de que fuera destruido el cuerpo del pecado, para que no seamos esclavos del pecado nunca más… Emancipados del pecado, os habéis convertido en esclavos de la justificación.” (Romanos 6: 6, 18 - CAB) Ya es tiempo de entender que nuestra vieja naturaleza fue clavada en la cruz, por lo tanto ya no tiene potestad en nosotros, porque ya no pertenecemos a la naturaleza adámica; ahora somos del Victorioso, de Cristo Jesús, es Su naturaleza la que hemos recibido para poder vivir en libertad y nunca más ser esclavos del pecado. Dios te ha dado la capacidad de entender, de razonar para que puedas captar (arrebatar) lo que Cristo te otorgó en la cruz del Calvario. No permitamos que los demonios gobiernen nuestro ser, nenoa aún nuestros pensamientos, porque es en los pensamientos que ellos quieren hacer su guarida. Atrapa tus pensamientos y llévalos cautivos para que se sometan a Cristo (2ª Corintios 10:5). Todo es posible en Cristo, en el cual tú ya estás crucificado; por tanto, no mires tu imposibilidad, sino, mira la tremenda posibilidad que tienes en Jesús. Sométete a Él y renuncia de una vez a toda atadura a la que el diablo quiere otra vez someterte. Recuerda: Cristo es Victorioso, el diablo es un perdedor. ¿En quién estás tú, en el Victorioso o en el derrotado? Si es en el Victorioso, entonces empieza a vivir tu victoria. Disfruta lo que ya Jesús logró por ti. Gózate en Él y ya no te fijes en lo que el derrotado quiere hacerte; él es un derrotado y tú eres un victorioso en Cristo. Mira la Roca en la cual estás protegido, el diablo no la puede escalar. Pídele al Espíritu Santo que te dé entendimiento y disfruta de tu victoria, el Espíritu Santo te llevará a la perfecta comprensión de lo que Cristo logró en la cruz del Calvario.
"Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: "Maldito todo el que es colgado de un madero."Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa… Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se conceda a los que creen. Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía. Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa." (Gálatas 3: 13,14, 22-29)
Es por medio de la fe que obtenemos la promesa. La fe es espiritual, no racional; la fe hace que nos regocijemos en Dios por lo que Cristo logró para nosotros. La fe nos permite mirar al dador de la promesa y no mirar al ladrón de promesas, es decir al diablo. La fe mantiene nuestros ojos fijos en Cristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12: 2). Por medio de la fe atrapamos lo que Dios ya tiene para nosotros. Nuestra fe está anclada en Cristo y aunque el viento azote nuestra barca, sabemos que el que nos sostiene, jamás nos soltará. Recuerda: “El justo por su fe vivirá.” (Habacuc 2:4) ¿Quieres vivir? Activa tu fe.
FE, PEQUEÑA GRAN PALABRA