miércoles, 5 de noviembre de 2008

DERRAMA TU PERFUME SOBRE TU AMADO


ROMPE TU FRASCO DE ALABASTRO Y DERRAMA EL PERFUME SOBRE TU AMADO

Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó: -¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero, para dárselo a los pobres? Dijo esto, no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella. -Déjala en paz --respondió Jesús--. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. (Juan 12: 1-8)


Estamos enfrascados en nosotros mismos, como encapsulados, queriendo guardarnos de los agentes externos que pudieran robar nuestra felicidad, de tal modo que todo gira en torno a nuestro “YO”; pero ya es tiempo que rompamos nuestro frasco, aquello que nos encapsula, para que el perfume de la adoración y el amor a Dios salga e invada el salón del cielo donde está Dios y esa fragancia lo atraiga hacia nosotros. María de Betania tenía un frasco de alabastro lleno de perfume de nardo, que guardaba celosamente para usarlo en el día de su boda, perfumando la recámara con la costosa fragancia reservada para esa ocasión. Pero, un día reconoció quién era Su Amado, el Esposo anhelado y fue al lugar donde estaba Él sin importarle las miradas inquisidoras de los hombres que estaban reunidos en ese lugar, ni el comentario de ellos. Ella sólo tenía ojos para Su Amado y en su mente y corazón había un solo pensamiento: Él merece lo mejor y tengo que dárselo ahora, no esperaré un segundo más. Él merece todo mi amor y lo que he guardado para mi boda aquí en la tierra se lo daré ahora a Él, no puedo esperar por más tiempo. Entonces pasó por entre la gente y sin vacilar rompió el frasco con el perfume, que pronto invadió todo el lugar con el aroma de nardo y lo vació sobre Jesús, Su Amado, desde la cabeza hasta los pies. Sus lágrimas mojaban los pies de Jesús mientras ella los besaba y los secaba con sus cabellos. Lo más preciado que ella tenía lo entregó a Él. Para unos fue un gran desperdicio, pero para Jesús fue un acto de genuino amor.

Cuando nosotros rompamos nuestro frasco y nos vaciemos en nuestro Señor, sin importar lo que digan, Jesús nos va llenar de Él y el Amado Esposo tendrá deleite con nosotros. Jesús hizo lo mismo por nosotros (Filipenses 2: 5-11), Él se vació por amor y lo derramó sobre nosotros para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Hizo eso para que compartamos con Él todo lo que tiene. Desde el momento que le hemos dicho “sí” a Jesús, nos hemos desposado con Él y compartimos todo lo que Él posee. Ese perfume para la mujer, significaba el esfuerzo de todo un año de trabajo o quizá más, era muy costoso; pero bien valía el sacrificio y el aparente derroche, pues lo que ella estaba haciendo era algo singular, estaba entregando lo más valioso que ella tenía, no sólo en precio, sino también en valor sentimental y emocional, y le estaba diciendo al Maestro: Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas. Eres todo para mí. Sólo importas tú y sólo me interesa lo que tú pienses y digas de mí. No era fácil en aquella época decidirse a tremenda osadía de parte de una mujer, pero ella rompió no sólo el frasco de alabastro, sino también las estructuras humanas y se lanzó contra la corriente de aquella época con tal de atrapar el corazón de Su Amado.

Lo que hizo esta mujer, es lo que tiene que hacer toda persona que quiere conquistar el corazón de Jesús. Debe romper su “EGO” a los pies del Divino Maestro y romper toda estructura humana que lo aprisiona al sistema; debe ir contra toda corriente religiosa que le impone carga y le impide avanzar. Debe lanzarse a los pies de Jesús con un corazón arrepentido y entregarle todo su ser. Jesús lo quiere todo de nosotros, porque fue así como Él se dio por nosotros, por completo, entregó todo Su Ser por amor. No podemos seguir a Jesús y querer conquistar Su corazón si todavía nos reservamos algo para nosotros. Es tiempo que la Iglesia de Cristo entienda que sólo se puede seguir a Jesús negándose a sí mismo y tomando la cruz cada día. Sin muerte no hay resurrección; sin resurrección, no hay nueva vida. Esta mujer murió a la opinión de los discípulos, de los fariseos y del público que la observaba; no quiso agradarse ella misma guardando ese perfume para el momento especial de su boda, sino que lo derramó sobre el Maestro. Ella murió a todo lo que suponía las estructuras sociales, culturales, familiares, religiosa, etc. No le importó el qué dirán de la gente, sólo vivía para Jesús y al vivir para Jesús, murió a todo lo demás.

Este es el tiempo en que Jesús dice: "Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre... Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren." (Juan 4: 21 y 23) Iglesia, es tiempo de romper toda estructura humana y rendirnos a Dios en adoración. La adoración hace caer los muros que la religión nos ha impuesto para no poder ver a Dios; pero el Espíritu nos da la libertad para verlo y poder ser transformados a Su imagen. “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” (2ª Corintios 3:17-18) Rompe tu frasco y derrama el perfume de adoración sobre Tu Amado y verás Su gloria y serás transformada a Su imagen. Adórale en Espíritu y en verdad y cada eslabón de las cadenas que te mantenían atada, se romperán. Si te lanzas a los pies del Amado y depositas sobre Él toda tu gloria, (tu estima) y renuncias a tus supuestos derechos, Cristo te levantará en gloria para hacerte semejante a Él. Vé a Él en humildad de espíritu y con sencillez de corazón, porque al corazón contrito y humillado, Él no desprecia. Arrójate a Sus pies y déjate llevar por Su Espíritu al corazón del Amado.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hermoso,gracias,me ha hecho crecer!!!

Unknown dijo...

Hermoso me ha ayudado a mi crecimiento